
RENÉ CLAIR

Como periodista de L'intransigeant , se manifestó como uno de los primeros "proustianos". Damia, mujer para quien escribiría sus canciones, le introdujo en el mundo del cine, del que sólo le interesaban en un principio las bailarinas y los honorarios elevados. Trabajó -sin convicción- como actor, bajo el pseudónimo de René Clair, para Loie Fuller (Le lys de la vie, 1920), Feuillade (La huerfanita [L'orpheline], Parisette, 1921), y Jacob Protazanov (Le sens de la mort, Pour une nuit d'amour, 1921). A partir de 1922 sería el critico cinematográfico de Paris-Joumal y Théatre et Comoedia illustrés elegante publicación del Théatre des Champs-Elysées, santuario en aquel momento del arte moderno. (Sus textos agudos y criticos fueron recogidos y publicados en 1951 en una obra titulada Réflexion faite ). Su hemano Henri Chomette , dos años mayor que él, le presentó a Jacques Baroncelli , contratándole éste como ayudante en cuatro películas. Baroncelli va a supervisar su próximo trabajo, Genoveva de Bravante, pero esta producción belga no llega a hacerse. Le recomienda entonces al productor Henri Diamant-Berger , quien le confiaría París dormido (Paris qui dort, 1924). Francis Picabia y Erik Satie, le encargaron también una película para "sacar" de la sala a los espectadores de su espectáculo de ballet dadaísta Relache , trabajo que tituló Entreacto (Entr'acte, 1924).
París dormido se distribuyó tras Entreacto , lo que situaría justificadamente al cine de Clair dentro del movimiento de vanguardia. Clair procedía de la primera vanguardia en cuanto a sus búsquedas literarias e inteligencia artística; de la segunda, en cuanto a su sensibilidad cercana al dadaísmo y surrealismo (hay más surrealismo verdadero en la escena de las perlas en la torre Eiffel -París dormido- que en muchas películas que llevan la etiqueta de la "escuela", y en eso Robert Desnos no se equivocaba); y de la tercera en cuanto a su atención poética hacia lo real (La Tour).
Tiene el mérito además de haber sabido colocar este vanguardismo a la altura de todo el mundo: la poesía deja de pertenecer a una elite, se hace popular sin por ello decepcionar.
Clair, que escribió todas sus películas y se encargó del montaje hasta la llegada del cine sonoro, es uno de los primeros en aportar al cine una visión de autor Con su mundo de fantasía, optimismo lúcido, ternura y unanimismo hedonista, parecido al de Giraudoux, se propone ante todo, devolver la nobleza y la riqueza humana a la felicidad de la gente más sencilla, a las aventuras sentimentales más minimas, encartar y burlarse nostálgicamente de la modistilla, del "alma pura" que habita en el fondo de cada uno de los seres humanos. Traspuso a los primitivos de la escuela francesa - Méliès , Zecca , Feuillade , Max Linder -, a la modernidad, a ese art nouveau que se instala en los años veinte: asoció ingenuidad a refinamiento y sutilidad, adoptando de los americanos - Griffith , Chaplin , Keaton - su humor sentimental.
Concibió todas sus películas como un homenaje permanente al cine de los pioneros, dominado por el movimiento, sentido del ritmo, gusto por lo inexplorado, cine que definió como "la maravillosa barbarie de un arte que balbuceaba porque era increíble y locamente joven". Convencido de que "el cine no se cuenta", construyó el suyo sobre paradojas: en Un sombrero de paja de Italia (Un chapeau de paille d'italie) y Les deux timides, transforma la palabra y el teatro de Labiche en ritmos e imágenes silenciosas; en Bajo los techos de París (Sous les toits de Paris), El millón (Le million), ¡Viva la libertad! (A nous la liberté, ya en la época del sonoro), convierte ritmos e imágenes en película-opereta, en ballets cinematográficos, en antiteatro. Por medio de su hermano, Clair conoció en 1926 a Jacques Feyder , quien le ayudaría a ser contratado por Albatros , única compañía en aquel momento y hasta la llegada del sonoro que mantenía un nivel de calidad alto.
Alli se asociaría con los que durante diez años serían sus mejores y más cualificados colaboradores el decorador Lazare Meerson y el cámara Georges Périnal . Clair era ya mundialmente famoso al final de los años veinte, y muchos de los "grandes" del cine - Griffith , Chaplin , Pabst , Eisenstein , Anatoli Lunatcharski o Mayakovski -, se ofrecían a trabajar con él. La "tetralogía" parisina de Clair permitió al mundo entero conocer y amar la imagen mitológica, nostálgica y tenaz de un París campechano, popular y feliz (como ocurriría aunque a menor escala con la Provenza natal de Marcel Pagnol ). Incluso ¡Viva la libertad! , sátira alegre y anarquizante con las mismas preocupaciones sociales que La comedia de la vida y que anticipa las de Tiempos modernos , constituye un alegato socarrón sobre la felicidad de vivir sin problemas.
Tras el fracaso de El último millonario (Le dernier milliardaire), caricatura -pretendidamente actual no exenta de fantasía- de los dictadores que carece del trasfondo unanimista y sentimental de otras obras, Clair marchó a Inglaterra y Estados Unidos, tras un breve paréntesis en Francia, interrumpido por la guerra. (Parece ser que Air pur, comenzada en 1939 y abandonada seguidamente, hubiera supuesto una orientación del realizador hacia un cine neorrealista que ya en dos o tres ocasiones anteriores le había tentado).

En cambio las sabias relojerías de esta época únicamente consiguen divertir. Cuando vuelve a Francia en 1946, se pudo pensar que, con El silencio es oro (Le silence est d'or) Clair había recobrado el estilo anterior, pero no fue sino el canto del cisne, su obra aparece cada vez más imbuida de un clasicismo literario y teatral que le llevó a ser miembro de la Academia Francesa en 1960. Las últimas películas Mujeres soñadas (Les belles de nuit), Las maniobras del amor (Les grandes manoeuvres), Puerta de las lilas (Porte des Lilas) sólo tienen de su estilo el aire elegante.
Este cineasta que durante diez años estuvo entre los "grandes", se considerará siempre un iniciador. Con Un sombrero de paja de Italia inauguró en el cine la moda 1900 que todavía persiste; con Bajo los techos de París se anticipa al contrapunto visual definido por Eisenstein , Aleksandrov y Pudovkin y produce un modelo de no-coincidencia del sonido y de la imagen y un modelo de cine intimista-populista que se desarrollará en Alemania Japón y reaparece incluso en el neorrealismo con El fantasma va al oeste (The Ghost Goes West) practica un humor inglés antes de que lo haga el propio cine inglés; con Las maniobras del amor utiliza un color trabajado en continuidad en lugar de abandonarlo a los riesgos del montaje.
A pesar de las ambiciones atribuidas a ¡Viva la libertad! , El último millonario y La belleza del diablo (La beauté du diable), la obra de Clair se ha mantenido al margen de los problemas concretos de su época. Aunque Clair no haya sido un testigo de su tiempo al menos nos ha mostrado la felicidad.