
Berliner Ballade (1948)
aka The Berliner
La balada de Berlín
Director: Robert A. Stemmle
Guión: Günter Neumann
Música: Werner Eisbrenner, Günter Neumann
Fotografía: Georg Krause (B&W)
Productora: Comedia-Film GmbH
Género: Comedia. Musical. Bélico | Ejército. II Guerra Mundial
Duración: 89 min
País: Alemania
Cast:
Gert Fröbe (Otto Normalverbraucher),
Aribert Wäscher (Anton Zeithammer),
Tatjana Sais (Ida Holle),
Ute Sielisch (Eva Wandel),
O. E. Hasse (Reaktionär, Straßenbahnschaffner und Friedhofsdiener),
Werner Oelschläger (Raisonneur),
Hans Deppe (Emil Lemke),
Erwin Biegel (Herr vom Bezirksamt),
Herbert Weißbach (Kunde der Amorzentrale),
Rita Paul (Sängerin in der Torero-Bar),
Erik Ohde (Sprecher)
https://www.imdb.com/title/tt0040156/
Sinopsis
Otto, después de acabar la guerra, regresa a Berlín, donde deberá librar otra contienda mucho más dura:
sobrevivir en las difíciles condiciones de la posguerra. (FILMAFFINITY)
Comentario del film
(por Jose Miguel García de Fórmica-Corsi/ blog la mano del extranjero)
Mucho mejor, incluso a ratos verdaderamente asombrosa, es La balada de Berlín, dirigida por Robert A. Stemmle. Al contrario que la anterior, es una producción de la Alemania Occidental y, además, está ya más distanciada del final de la guerra, puesto que es del año 1948, razones ambas que le otorgan una mayor libertad de crítica y un discernimiento superior de la situación. El interés del film radica en la muy sugerente manera en que combina la lectura del presente con unas ambiciones narrativas y estéticas que van más allá de lo meramente coyuntural, y que es lo que mantiene su gran interés en nuestros días. La balada de Berlín construye su planteamiento desde un punto de vista satírico, con una estructura visual y argumental de extraordinaria ligereza narrativa, casi impresionista, por cuanto está compuesta de una serie de retazos, a ratos realistas, a ratos oníricos, a ratos musicales (el director del film fue fundador de un importante cabaret berlinés de principios de los años 30, Die Katakombe, cerrado a instancias de Goebbels), cuyo hilo conductor son las desventuras por el Berlín de la posguerra de un individuo medio, no por nada llamado Otto Don Nadie (aunque la traducción literal del apellido Normalvebraucher —todos los personajes tienen nombres simbólicos— es Consumidor Medio), cuyos sufrimientos, anhelos y pequeños o grandes consuelos traducen los del pueblo alemán en medio de la ruina, el hambre, la falta de horizontes y, claro, la Ocupación.
De entrada, resulta de lo más sugestiva la asociación (involuntaria, en ese momento) que provoca en el espectador el reconocimiento en su escuálido protagonista de un jovencísimo Gert Fröbe, actor que en los años 60 hizo toda una carrera internacional gracias a su papel de Goldfinger para uno de los más famosos ejemplares del ciclo James Bond. Y es que la imagen del Fröbe maduro es la de un hombre orondo, de enorme corpulencia y considerable dureza, mientras que el del presente film (su debut en el cine, además) es un muchacho enclenque y ahusado, como un Goldfinger al que se le hubiera arrebatado buena parte de su fuerza vital. La película sigue las peripecias de su Otto: su desmovilización, su llegada a Berlín (para descubrir, como la protagonista de Los asesinos están entre nosotros, que ahora su piso está ocupado por otros supervivientes, con los que deberá compartirlo), sus primeros pasos por el universo de las cartillas de racionamiento y el mercado negro, sus precarios trabajos, sus sueños románticos (siempre asociados, por supuesto, a la comida: su amor ideal es una belleza rubia que le sirve pasteles todo el tiempo… y a la que encontrará en la vida real, casándose con ella)… Otto Don Nadie es todo un acierto, pues resulta imposible no sentir simpatía, no identificarse con su humilde mirada sobre la cruda realidad, su continua y comprensible oscilación entre el indolente pesimismo y un optimismo siempre precariamente infeliz; de hacer nuestro su propósito, pese a todo, de seguir adelante en busca de que en algún momento todo acabe por enderezarse.
Todo ello sin dejar de ofrecer, además, una mirada crítica sobre la Alemania coetánea, amparada como es natural por el planteamiento satírico. Así, toma a chacota la herencia prusiana (no hay una estatua, de las múltiples que ensalzaban sus glorias militares, que no esté mutilada), la división del país y de su ciudad en zonas, la polarización de los dos bloques que ya anuncia la guerra fría (los discursos paralelos e idénticos de dos políticos que solo varían su mensaje en que uno critica el capitalismo monopolista y el otro el totalitarismo), la «confraternización» entre los soldados norteamericanos y las chicas alemanas, incluso al mismísimo Führer, de modo inesperado (el revisor de un autobús que se comporta con Otto como un dictadorcillo y se proclama así, el líder del bus)… El film, también, posee cierto tono de irónico cuento de hadas, en cuanto que toda la historia se evoca desde nada menos que cien años en el futuro (la película se inicia con unas imágenes del Berlín del 2048, con ciertas reminiscencias de Metrópolis por el uso de maquetas), pero no pierde de vista el presente inmediato (incluso se menciona el famoso puente aéreo que debió ser coetáneo de la finalización del rodaje).
Finalmente, la película concluye, como Los asesinos están entre nosotros, con un canto a la esperanza —pero mucho más coherente—, y expuesto con notable gracia, pues se produce a través de una escena final de tono onírico en que el protagonista asiste a su propio funeral, para acabar enterrándose todo aquello que estorba a la verdadera reconstrucción del país: el miedo, el egoísmo, el mal humor o el odio. Y la frase final de la voz del futuro que ha ido narrando toda la historia, concluye, como en un cuento de hadas, diciendo: «Esto sucedió en 1949. Bueno, creo…».
Jose Miguel García de Fórmica-Corsi
https://lamanodelextranjero.com/2016/06 ... lemania-i/


Comentario de Felipemarlou:
Al igual que otras cinematografías europeas (inglesa, francesa, escandinava...) que hemos ido trayendo al noire, el cine alemán sigue atesorando todavía potenciales y sugerentes propuestas. Berliner ballade (1948) es una peli clave dentro de la historia de la cinematografía germana, dirigida además por un hombre no menos importante dentro de dicha industria. Una curiosa e interesante propuesta, con ingredientes de comedia y de vodevil, realizado en el muy concreto marco de la destrozada Alemania y en pleno momento de reconstrucción tras la guerra. En ella fluyen y confluyen elementos comunes a otras obras del cine alemán de esa época, es decir, el contraste de la crudeza expositiva en algunas imágenes con el optimismo casi naíf y sin perder la sonrisa que pese a todo emerge del relato, bien presente por otra parte, en algunas obras del neorrealismo italiano, Chaplin o Wilder (quien también dio testimonio de la ciudad de Berlín devastada ese mismo año 1948). Y es que como bien sabían algunos de esos citados maestros, nada es más efectivo para potenciar el drama que darle vehículo a través del humor, sensación ésta última redondeada aún más si cabe por las secuencias mudas y sus inevitables reminiscencias al autor de El gran dictador”.
Sin duda 1948, fue el gran año de los Trümmerfilm o "films de ruinas". Steamle aparte, otros films alemanes coetáneos como Und wieder 48 (Gustav von Wangenheim), Straßenbekanntschaft (Peter Pewas) o Film ohne Titel (1948) versaron sobre ese tema, aparte de 3 cineastas americanos pero de ascendencia europea como Tourneur, Wilder y Zinnemann...sin olvidar al italiano Rossellini de Germania anno zero.
Por último, una mención aparte para el principal hilo conductor del film: Gert Gröbe. Dejando aparte el hecho que debió comer muchos pasteles entre esta peli y El cebo (Vajda, 1958) puesto que en 10 años se puso como un tonel...


Arriba, el director de la cinta, Robert A. Stemmle (1903-1974)
Aunque estuvo en activo desde muy joven desde inicios de los 30’s dirigiendo pelis, acabó sus días haciendo pelis para televisión, o retomando su faceta como guionista para algún Kimi sementero (saga Mabuse incluido). Pero Stemmle, buceando en su filmo y aparte de sus 30 films nos encontramos otra faceta como guionista en la que por lo menos, atesora varias sorpresas para film no dirigidos por él. Tres por lo menos:
The Affair Blum (1948, Max Engel) y sobre los horrores del nazismo, el drama sombrío Wege im Zwielicht (1948, Gustv Frolich), así como un noir sobre jóvenes delincuentes con muy buena pinta , Sündige Grenze (1951) del que también se ocupó de la dirección.
Debajo, dos de los actores del film, Gert Gröbe (Izda) y E. O Hasse (dcha).


El primero (1913-1988) trabajó en films alemanes desde el fin de la contienda, labrándose después una reputación en papeles de malo
-aparte de su papel en el citado film de Vajda - como algún Krimi Mabusiano tardío, y sobre todo en Goldfinger (Guy Hamilton, 1964), su papel más recordado de las decenas de pelis en las que actuó, muchas de ellas co-producciones europeas.
En cuanto a E. O Hasse trabajó (1903-1978) es una de las figuras más recordadas de la cinematografía Germana, con 50 años de actividad. Algunos de sus films son Der gläserne Turm (Harald Braun, 1957), Almirante Canaris (Alfred Weidenmann, 1954), e incluso Yo confieso (Hitch, 1953). Curiosamente participó en 1950 en otro film americano rodado en la Berlín destrozada: The big Lift (Sitiados, 1950, George Seaton).
Ya por último agradecer al anónimo uploader del BDRip upgrade en el torrent, así como al compañero que en C-Cl compartió en 2008 ese tvrip vose (emitido en TVE en 1991) y del que se ha podido dar viabilidad al proyecto. Aprox pude extraer un 40% de líneas, el resto fueron reconstruidas y luego pulido un poco (no del alemán, puesto que no es mi fuerte, pero ya me fío) y sincronizado a la copia upgrade.
A disfrutarse.
Capturas:







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