
Roy Harold Scherer nació en Winnetka, Illinois, el 17 de noviembre de 1925, en el seno de una familia modesta y sin acomodo económico. Su padre era relojero y su madre telefonista, aunque esta última quedó en paro debido a la Gran Depresión de 1929. El padre de Roy también fracasó en su empleo y la situación económica se hizo insostenible, por lo que hubieron de vivir en casa de los padres de ella. El nacimiento de Roy se produjo en una familia ya rota económica y sentimentalmente, lo que desembocó en el abandono del hogar por el padre, cuando Roy apenas contaba seis años. La madre consiguió un empleo como camarera y conoció a un marinero llamado Wallace Fitzgerald con quien se casó. El padre de Roy no se opuso en ningún momento a que el marinero adoptase al pequeño, lo que supuso el final de la infancia de Roy, ya que el rudo marinero le quitó todos sus juguetes, decretando, de ese modo, la entrada de Roy en el mundo de los adultos. Roy repartió periódicos hasta los 9 años, pero la situación era insostenible para el crío, lo que le empujó a llamar a su padre a California para rogarle que le buscase un trabajo a su lado. Su estancia en California duró apenas un suspiro, mejor dicho, un lamento, ya que su nueva madrastra lo trataba aún peor que el marino. Para su sorpresa, al volver, el marino machito ya no estaba y su madre y él quedaron nuevamente solos y sin un centavo. Roy, aún así, pudo cursar la secundaria en el New Trier High School e intentó cantar en el coro de la Primera Iglesia Congregacionista y en el Club de Solistas de Illinois. De todas formas, nunca abandonó el trabajo, pues durante sus días libres trabajaba como cartero.
Cuando la guerra tocaba a su fin, el joven Roy, con 18 años a sus espaldas, decidió alistarse en la Marina como mecánico de aviación en Filipinas. El término del servicio militar supuso su vuelta a Winnetka y trabajó cargando pianos como fletero, apoyado en su metro noventa y en sus 91 kilos.
Nuevamente harto de todo volvió a probar suerte con su padre en California, donde pudo lograr un empleo como camionero, lo que le llevó a realizar algunos encargos para los Estudios y así comenzaba la afición de Roy por el cine.
Uno de sus amigos le presentó a Henry Wilson, un representante de actores, quien apenas lo vio, quedo impactado por el tremendo físico de Roy. Corría el año 1948. la primera medida que tomó Wilson fue el cambio de nombre de Roy: se le ocurrió que era una mezcla de la roca de Gibraltar y el puente sobre el río Hudson y de ahí surgió el seudónimo con el que pasaría a la historia. Hizo de él una apariencia perfecta, con pérdida de peso, clases de comportamiento y saber estar, operaciones para corregir su dentadura y, tras todo eso, lo alistó para un filme con el gran Raoul Walsh, aunque en las pruebas previas sus resultados no habían sido esperanzadores.
Debutó con el título Escuadrón del valor, aunque su participación se reducía a la siguiente frase: "Hace falta una pizarra grande". Lo peor es que Walsh hubo de repetir la escena hasta en 37 ocasiones para lograr un resultado deseable. Por todo ello, el director se desprendió de Rock Hudson en cuanto acabó el rodaje y lo vendió a la Universal. Con esta Compañía llevó a cabo su intervención en Undertown. Los dos años que le siguieron sólo significaron pequeñas intervenciones en filmes como: El halcón del desierto, Peggy, Winchester 73, Iron Man y Tomahawk.
Rock Hudson logró dar el campanazo con Bend of the river, película protagonizada por James Stewart y Julie Adams. Rock tenía un pequeño papel de reparto, pero fue muy del agrado del público. La Universal se dio cuenta del hecho y Rock protagonizó seis películas al año siguiente: Pluma Roja, La espada invencible o El diablo del mar, todas ellas sin gran calidad, pero que fueron del gusto de la juventud americana, lo que impulsó a la Universal a lanzarlo como galán romántico.
El remake de una película que habían filmado 15 años atrás Robert Taylor e Irene Dunne fue su primer papel de galán: Magnífica obsesión, junto a Jane Wyman. Sus siguientes dos títulos le convirtieron en el actor más popular del año: Modern Screen y Photoplay. Los periodistas especializados se lanzaron sobre su vida privada y comenzaron a inventarle romances, pero nadie sabía que en realidad ocultaba una doble vida. Nuevamente formó cartel junto a Jane Wyman en Lo que el cielo nos da, tras la que llegaron Captain Lightfoot y One Desire. Para evitar sospechas sobre la verdadera condición sexual de Rock, Wilson inventó un romance con su secretaria y se terminaron casando. Corría el año 1955.
En 1956 obtuvo el papel protagonista en uno de los grandes títulos épicos del cine, Gigante, junto a Elizabeth Taylor y James Dean. Este fue, sin duda, el mejor trabajo de su carrera. En 1957 viajó a Italia para protagonizar el remake de Adiós a las armas, junto a Vittorio de Sica y Alberto Sordi. En 1958, su esposa le pide el divorcio y se lleva a cabo, aunque empiezan a surgir todo tipo de rumores.
Luego se supo que por ese entonces, Hudson mantuvo una fogosa relación homosexual con el pianista Liberace. Secretos de alcoba (1959), junto a Doris Day fue una excelente comedia que obtuvo un gran éxito de crítica y público. Doris se sumó al club de sus grandes amigas, el cual estaba dirigido por la simpar Elisabeth Taylor. Come September junto a Gina Lollobrigida y Vuelve amor mío, de nuevo con Doris Day, le supusieron encabezar las listas de actores mejor pagados. Junto a la Day protagonizó muchos títulos de comedia, convirtiéndose así en su pareja ideal ante las cámaras. De esta época cabe destacar una serie de títulos como: No me mandes flores, junto a Day, Strange Bedfellows, con la gran Gina Lollobrigida, Un favor muy especial, con Leslie Caron y Blindfold, junto a Claudia Cardinale.
Su época dorada finalizó al terminar la década con dos películas de acción: Tobruk de Arthur Hiller y Estación Polar Zebra, de John Sturges.
Con la serie McMillan y señora, junto a Susan Saint James, Rock Hudson se convierte en estrella de la TV en EEUU. Corría el año 1971 y el serial se mantuvo en antena hasta 1976.
Al finalizar la serie en 1976, el escritor Armisted Mauphin trató de convencer a Hudson para que diera a conocer al mundo su condición de homosexual. Mauphin dijo que "Hudson se mostró fascinado y al mismo tiempo horrorizado". Pero finalmente no se animó a liberarse de la pesada carga de llevar una doble vida. En julio de 1984, Rock recibió la nefasta noticia de que era portador del virus del SIDA, enfermedad, por aquel entonces, prácticamente desconocida. Se trasladó a París para seguir un tratamiento, pero quiso despedirse de su público e intervino en la serie Dinastía, donde estuvo muy digno en el que sería su último papel. La polémica llegó porque siendo consciente de su enfermedad besó ante las cámaras a la actriz Linda Evans sin comunicarle la situación con anterioridad. Después de Dinastía volvió a París para retomar el tratamiento. Rock Hudson fue el primer famoso en admitir que tenía SIDA y fue sólo entonces cuando el mundo supo su condición de homosexual. Linda Evans reaccionó asustada por una enfermedad desconocida y fatal, lo que la empujó a demandar a Hudson por no avisarle de su enfermedad. Eran los primeros tiempos del SIDA y no se sabía que no se contagiaba por dar un beso. Una vez que Evans comprobó que no estaba contagiada, retiró la demanda. Marc Christian, su último amante, también le llevó a juicio y recibió cinco millones de dólares por tener relaciones con un hombre con SIDA sin saberlo. En sus últimos días fueron pocas las personas que estuvieron a su lado, entre ellas Elisabeth Taylor, hasta que el 2 de noviembre de 1985 falleció.
Queda para la historia la frase con la que Rock Hudson describió cual fue su vida: "Algunas veces no se nos permite ser nosotros mismos. Mi imagen fue hecha por otras personas, no por mi..."
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