Nemo (Jesús Garay, 1977) ALGORip

Sección dedicada al cine experimental. Largometrajes, cortos, series y material raro, prácticamente desconocido o de interés muy minoritario.
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V
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Nemo (Jesús Garay, 1977) ALGORip

Mensaje por V » Lun 28 Ene, 2013 22:30

Nemo

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Filmaffinity

[Españññña, 1977]

DIRECTOR Jesús Garay
GUIÓN Jesús Garay (Novela: Julio Verne)
MÚSICA Lluis Rambla
FOTOGRAFÍA Carles Gusi (B&W)
REPARTO Enrique Ibáñez, Santiago Tancón, María Gorgues, Javier R. Blanco
  • Veinte mil leguas de viaje underground: "Nemo"
    Quim Casas. Jesús Garay, Cineasta de l'obsessió. Pòrtic, 2009. Traducción de nihilushka. :yes:

    El primer largometraje de Garay nunca ha tenido distribución comercial, por lo que pertenece a los dominios de lo que ahora se conoce como cine invisible, a pesar de que, hoy por hoy, no disfruta de su correspondiente (y necesaria) edición en DVD. Pasó por el festival de Benalmádena en 1978 y se proyectó en la Filmoteca Nacional de España, pero nadie se atrevió a exhibirlo en salas comerciales. Un cuerpo demasiado extraño en el panorama cinematográfico español de la época, finales de los setenta, un film sobre cuya factura recaía el peso de la independencia verdaderamente extrema y del underground, cine subterráneo y marginal en el mejor sentido de la palabra, si es que podemos ceñirnos de manera estrictamente positiva al concepto de marginalidad.

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    Garay no quería necesariamente encaminar sus pasos por el cine marginal, pero su opción tampoco dejaba lugar a dudas. Enfrentarse con un texto canónico del relato de aventuras “Veinte mil leguas de viaje submarino” –novela que Julio Verne comenzó a escribir en 1867 y que vio la luz, dividida originalmente en dos volúmenes, en 1869- sin ningún actor conocido, escasos medios, falta de decorados, maquetas pobres, 16 mm y blanco y negro era, sin duda, una experiencia tan audaz como condenada, por adelantado, al ostracismo comercial, a pesar de que la situación estaba controlada desde el principio: el film se produjo casi en régimen de mecenazgo artístico y con inversión económica a fondo perdido. En todo caso, y asumiendo esta precariedad como estilo, Garay pudo abordar el texto de Verne como quiso, y antes provocó desajustes que no complicidades, reinvenciones que fidelidades: Verne es el soporte para un viaje que participa de la parte descriptiva de la novela pero que toma algunas veces caminos muy diferentes.

    Diez años después de aquellas proyecciones aisladas y no demasiadas reposiciones en festivales y filmotecas, la película se emitió en TV3 en un montaje reducido por el mismo director, que cortó aproximadamente cincuenta minutos de los ciento cuarenta originales. Aseguró entonces que su relación con el espectador se había normalizado y que el nuevo montaje resultaba más coherente y menos provocador, aunque también se adecuó con criterio a un medio diferente: “Hice una versión especial para la televisión. Hay una cosa que me preocupa mucho: la gente piensa que la trama del cine y de la televisión es la misma, y que un relaato concebido con unas dimensiones concretas, para una pantalla grande, puede verse exactamente igual en la televisión. Tuve suerte pporque me permitieron hacer este nuevo montaje. Me planteé que iba a un medio diferente, por eso agilicé el montaje, buscando cierta armonía con la pequeña pantalla, aprovechando el sistema electrónico para hacer más encadenamientos, reduciendo también la duración inicial a 85 min” (Dirigido por…, nº 155, febrero de 1988). En el momento de hacer estas reflexiones, Garay estaba a punto de empezar su experiencias televisivas, tan meditadas en cuanto a la adecuación a diferentes formatos y puntos de vista. Pero no adelantemos acontecimientos.

    En 1979, Garay fue entrevistado por la revista Contracampo sobre esta película que, con el título definitivo de “Nemo”(1978) –Verne también fue modificando el suyo sobre la marcha: “Viage bajo las aguas” y “Veinticinco moil lefuas de viaje submarino” fueron algunos de los propuestos-, reivindicaba la figura de su personaje central, el francotirador capitán Nemo. Estas son algunas de las cosas que Garay contó en aquella reveladora entrevista: “Por un lado, están mis obsesiones sobre el texto, las habituales lecturas de niño, etc. fascinaciones. Después está el hecho de que este texto se me presentaba como una forma idónea para construir un discurso sobre el mismo relato, al trabajar sobre un texto anticuado, con una propuesta rigurosamente cronológica, con una estructura muy precisa de la novela por antonomasia. Esto articulado con las formas con que Hollywood ha hecho suyo este relato clásico o ha prolongado la tradición. Y aquí viene el trabajo más específico que se intenta en el film: trabajar sobre los códigos fílmicos concretos, los trabajar sobre los códigos fílmicos concretos, los más reconocibles visualmente como los sugeridos por el uso, normalmente imperceptible, pero potentísimo, de las bandas sonoras convencionales [...]. Nemo es el gran transgresor lleno de contradicciones, con un impulso delirante tapado por el discurso positivista. Este delirio es fundamentalmente lo que a mí me interesaba destapar y, almismo tiempo, conectar con todo el delirio taumatúrgico de la autoría [...]. Asumí un punto de vista muy alucinado por medio de un viaje a ninguna parte, por medio de un filme a ninguna parte [...]. Me interesaba menos la ingenuidad prodigiosa de un Méliès, con el que el filme está más emparentado en cuanto a medios, que aquellas reconstrucciones de estudio tan verosímiles de la época dorada de Hollywood [...]. Intenté, dentro del relato, que el viaje, al igual que la caza de la ballena blanca, se convirtiera en un fin y no en un medio, que de aquí se pasara a la impostura del mismo espectáculo [...] y que así el profesor Aronnax, que, no en vano, se convierte en el punto de vista del relato, el mío propio, pudiera declarar al final de la aventura sus legítimas dudas sobre el grado de autenticidad de esta” (Contracampo, núm. 2, mayo de 1979).

    Un par de años después, con su siguiente largometraje finalizado, Garay declaró en Dirigido por ...: "Con Nemo intenté buscar la dialéctica entre la locura del capitán, que es un personaje que siempre me ha fascinado,y su viaje/aventura con la aventura real del rodaje. Era algo similar como el navegar y fabular entendidos como una aventura paralela.

    Al igual que Madeleine, la hermana gemela de Nemo, enlaza el film con Usher, Nemo se relaciona con Manderley desde el momento en que los protagonistas se refugian "en otro mundo" 'y rechazan como Nemo su entorno cotidiano"(Dirigido por ..., n. 78, diciembre de 1980). Y con motivo de un ciclo organizado por el Festival de Sevilla en 1983 sobre lo que se quiso vender como homogénea vanguardia española, y que reunió durante diez días a Pedro Almodóvar, Álvaro del Amo, Adolfo (Udolfo) Arrieta, Celestino Coronado, Iván Zulueta y Garay, este último se refirió a su primer largometraje en estos términos: "Dada la escasez de medios, la acción se desarrolla entre maquetas, con fondos de escenario en negro y, de vez en cuando, reflejos de agua que se proyectan sobre los rostros de los personajes. Creo que esto da un cierto aire expresionista a la película, pero tampoco lo sé" (Revista del Festival de Sevilla, 1983).

    Como hicieron Jacques Tourneur y otros practicantes del fantastique de serie B, como prolongaron en el tiempo algunos de los miembros de la Nouvelle Vague inventando sobre la marcha nuevas y baratas formas de iluminación en interiores, Garay asumió las condiciones de producción de su Nemo y de la flaqueza económica hizo estilo. Estos reflejos acuosos que se proyectan sobre los personajes intentan, en primera instancia, suplir la imagen imposible –simple y llanamente porque no había dinero para hacerla- y evocarla a través de la sugerencia, pero este mismo estilo sugerente impuesto por las circunstancias dota a la película de su textura definida y de su magia precisa: en el recuerdo, la secuencia de la piscina de Cat people (La mujer pantera, 1942), dibujada precisamente en partir del reflejo del agua, en este caso sobre el techo del espacio que ocupa una piscina donde nada, aterida y aterrada, la mujer amenazada por la presencia felina. Pero pronto, al hablar de Manderley, volveremos a establecer comparaciones entre Tourneur y Garay.

    El capitán Nemo que interpreta Enrique Ibáñez, presencia recurrente en el cine de Garay y, como el director de Santander establecido en Barcelona, es el transgresor de las normas burguesas de la época, el personaje ditirámbico que lo dinamita todo a su paso, el individualista libertario, en suma, que ideó Verne.

    Pertenece al gran escritor francés, evidentemente, pero en su aislamiento y su visión entre perturbada y casi cosmogónica del mundo, parece también un personaje de Edgar Allan Poe, conexión que Garay refuerza a través de la misteriosa y casi invisible Madeleine (Maria Gorgues), la hermana gemela del capitán, lo cual nos lleva a comparar el Nautilus con la casa Usher como a espacios equidistantes que participan de un mismo estado de obsesión irrefrenable y malestar moral. El profesor Aronnax (Santiago Trancón), un parisino que ha escrito el libro "Misterios de las profundidades submarinas", se convierte en el cronista de los hechos y las leyendas de Nemo. Como ocurrió después en Unforgiven (Sin perdón, 1992), el capitán, al igual que hará el sheriff interpretado por Gene Hackman en el western de Clint Eastwood, obliga a un escritor a convertirse en elfiel narrador de sus proezas. No hay espacio en la versión de Garay para un personaje como el arponero Ned Land, que representa el sentido estricto de la aventura. Porque, en todo caso, Nemo es una aventura interior.

    Su inicio pertenece al de un falso documental, concepto que entonces resultaba un puro futurismo. Vemos imágenes de la fábrica donde se construyó el Nautilus, la factoría Krupp, y asistimos a las charlas con algunos de sus operarios ya una entrevista, en coche de caballos por las Ramblas barcelonesas, con el representante de la compañía aseguradora, entrevista que hacen Garay y su colaborador Víctor Oller; dos cineastas malditos hablando de dinero y seguros, pequeña e irónica paradoja. Pero este acento documental no dura más que este prólogo. El punto de vista del relato pasa a pertenecer enseguida a Aronnax, que, solo en una playa, inicia el recuento de las experiencias vividas con Nemo en este objeto a veces fosforescente, imprevisible, fusiforme y tan rápido como una ballena que es el Nautilus. A partir de las palabras de Aronnax, un científico con un considerable gusto literario para definir personajes y situaciones, se articula el discurso del capitán Nemo, eje central del film en todos los sentidos. No sólo transgrede formas y aspira a hacer hegemónicosu concepto de la razón en un siglo turbulento para las ideas. Garay le dedica detalles cotidianos inimaginables en cualquier otro acercamiento fílmico al texto de Verne, como el hecho de secarse el pelo con un aparato eléctrico, limpiarse los poros de la cara en primer plano, afeitarse mientras escucha una pieza wagneriana o, en una imagen cliché bastante efectiva, tocar en soledad el órgano de tubos que preside la cámara, por otra parte desnuda, del capitán. Garay juega con las palabras y con los silencios en su proceso de replanteo del relato clásico de aventuras. No tiene ningún problema a reducir el ataque del calamar gigante en una conversación explicativa entre los dos personajes principales filmados en plano frontal-y negando la métrica canónica del plano/contraplano- ni amostrar a Nemo y Aronnax en un plano estático, con los rostros empapados de los efectos de luz que simulan los reflejos del fondo marino, cuando el primero le enseña las maravillas que albergan las entrañas del océano: con una mirada maravillada, el efecto del agua y la explicación laudatoria basta para crear un estado de ánimo preciso, con lo cual asume las pobres condiciones de producción como una forma de deconstrucción tajante.

    Todo en el filme funciona de la misma manera. Los decorados, sea el comedor, la sala de mandos o los estrechos pasillos del submarino, están enmarcados por paredes completamente negras o cortinas oscuras, lo que evita cualquier noción de profundidad de campo y cierra aún más los personajes en el opresivo decorado. Del mismo modo, las imágenes "exteriores" que afectan al desplazamiento del Nautilus por el mar están filmadas sobre otros fondos negros que en ningún momento pretenden simular lo que no son, la muralla que no puede ser atravesada por la cámara para no hacer más evidente este productivo y casi poético artificio que provoca la reescritura de los códigos genéricos de este tipo de relatos (en esto, Garay está más cerca del Godard de los sesenta que de Ed Wood).

    Para entrar en situación y relatar algunas de las cosas más o menos indispensables en el arranque de la historia, Garay monta la narración en off, muy literaria, con travellings sobre el mar. Cuando es necesario, se detiene en la descripción verbal para conseguir el punto medio entre el oscuro lirismo de este singular viaje y la versión delirante y fascinante: en un momento particularmente exitoso, tan ritual como el funeral por el marinero muerto durante la batalla con el calamar -funeral que en la novela tiene lugar en el más singular de los escenarios, el cementerio de coral, y que en el filme ocurre dentro del submarino, en una mesa con velas-, se nos explica detalladamente el régimen alimentario del submarino, una dieta muy productiva y lógica elaborada con filetes de tortuga, leche de cetáceo, hígado de delfín, conservas de holoturias y confitura de anémona, y la manera que tienen que hacer cigarrillos gracias a unas algas ricas en nicotina, ropa mediante sedas proporcionadas por un tipo de molusco en particular y perfumes procedentes de diversas algas (Garay es aquí muy fiel al ideario de Verne, que en una de las cartas a su editor, anteriores a la escritura de la novela, le había explicado que Nemo se basta con el mar, que el mar le proporciona de todo, ropas, comida). Cuando algún objeto domina inesperadamente el encuadre desnudo -la fotografía en blanco y negro refuerza aún más esta sensación: fondos oscuros y camisetas de rayas y pantalón blanco de la tripulación-, acaba por adquirir una belleza inusual por puro y simple contraste, como ocurre con el ascensor modernista en el que bajan hasta la barriga del submarino Aronnax y los marineros que lo han capturado tras el hundimiento de un barco por parte del Nautilus.

    En su equiparación del rodaje mismo y del viaje ficcional, Garay resulta tan transgresor como el mismo Nemo. Autor y personaje son el mismo, sobre todo cuando Garay provoca considerables fugas respecto al texto original, aunque el punto de vista del cineasta se equipare, en el plano narrativo, al del personaje más racional, Aronnax, Garay, pues, actúa desde dentro y desde de fuera, como simple narrador y como elemento que deforma la narración. La película termina con una secuencia musical que no obedece a las normasdel relato anticuado, sino que nos introduce en otro mundo transgredido, el delgénero, lo que hace aún más evidente la impostura de la ficción espectacular.En la novela y en la película, el Nautilus es devorado por un Maelström, poderoso remolino que suele producirse en las costas noruegas y sobre el que Poe escribió un cuento, "Descenso al Maelström", con lo cual Garay y Verne coinciden aquí en el interés mutuo por el escritor estadounidense. Garay filma el fin definitivo del submarino, después de este gesto suicida de su comandante que la vierte al torbellino gigantesco, con la tripulación bailando alegremente y cantando una canción cuya letra gira en torno a los acontecimientos recientes que acaban de vivir. De este modo, en síntesis musical, acababa el viaje de la ficción que había sido el viaje de la filmación de la película, dos transgresiones convertidas en una sola, el final de una vida delirante y llena de contradicciones, la del capitán Nemo, y el inicio de una obra cinematográfica sobre el delirio y sus muchas ramificaciones. Verne dio a su novela un aire esperanzador en las reflexiones últimas de Aronnax: "¡Si el capitán Nemo habita todavía el océano, su patria adoptiva, ojalá pueda el odio apaciguarse en su feroz corazón! ¡Que la contemplación de tantas maravillas apague en él el espíritu de venganza! ¡Que el justiciero se borre en él y que el sabio continúe la pacífica exploración de los mares! Si su destino es extraño, es también sublime"(de la edición en Alianza Editorial, Madrid, 1979, traducción de Miguel Salabert). La figura empequeñecida de Aronnax en los últimos planos de Nemo no contienen tanta esperanza en un hipotéticamente apaciguado y sabio futuro del comandante del Nautilus, pero sí podríamos trasladar hoy las últimas palabras del libro de Verne en la singladura cinematográfica de Garay, ya que el director, aunque con todas las trabas imaginables, impecables y consolidadas del sistema, comenzó en cierto modo a apaciguar su rabia independiente y continuó explorando, desde entonces, nuevas y viejas formas de expresión.
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  • De viaje submarino. NEMO; Jesús Garay.

    Supongamos que estamos en 1977. ha muerto el generalísi(sí,sí)mo, y han detenido a todos los Black Panthers, se han disuelto los situacionistas, y se está escribiendo una constitución en las cortes. el comunismo es poco Marx y mucho muro, y al final, el poder colectivo se expresa como control y disciplina, esté a los mandos, quien esté.

    Un cineasta con-lo-prometido (el señor es tu Pastor, nada te faltará) que tiene unos amigos muy simpáticos y delirantes (supongamos que se llaman Padrós, Soler y Ocaña) con los que se pasea por los bajos fondos de una ciudad mediterránea con boinas de piel de nutria marina y calzados de piel de foca, y vestidos en unos trajes de un tejido muy particular que dejaban al cuerpo una gran libertad de movimientos quiere hacer una película.

    Le gusta mucho Verne.

    Efectivamente, con ese contexto político, y personal, y sin actores profesionales, con muy poco dinero, decorados de cartón-piedra, y en 16mm, solo puede uno, (uno de los nuestros) emprender un viaje-rodaje submarino. Y probablemente hasta de más de veinte mil leguas.

    Nemo, el musical underground de Garay, es una libre adaptación de la novela de Verne, autor que obsesionaba al cineasta durante su infancia, y que le sirve, en ese momento para hablar de su propio universo.

    Dice el capitán :

    “No tengo origen, ni tradiciones, ni pasado. La tierra donde ha nacido mi madre, donde descansan sus restos mortales, puede ser ultrajada por el extranjero, pisoteada por sus pies, sin que me sea dado defenderla, ni verter mi sangre por ella, la crueldad del estado moderno, me libró para siempre de esas rémoras llamadas família, patria o religión, elementos bien es verdad, sin los que el alma humana acostumbra a marchitarse, en mi caso, la transgresión continúa, es la savia que una y otra vez me vivifica”

    Y lo dice en un plano frontal blanco y negro, casi expresionista (muy probablemente porque Garay no tenía dinero para iluminar de otra forma), para luego acabar cantando. Una demencial joya de artesanía, que no se somete a ninguna regla, exactamente igual que Nemo.

    http://todalanocheoliendoafilm.blogspot ... garay.html
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Rip publicado por nihilushka en Patiodebutacas...

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