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Entrevista a Fernando Fernán Gómez, actor, director y escritor.
Yo pienso más bien en el amor libre, en la supresión de propiedad privada, en la entrega de las tierras a los trabajadores, en la enseñanza igualitaria y obligatoria. Y no me parece que las películas españolas sean muy de izquierdas.
(Periódico HOY)
«Las películas españolas que veo no son de izquierdas» 'Para que no me olvides' le devuelve lúcido y escéptico: «El siglo XX fue bastante terrible, pero por los antibióticos merece el perdón» José Luis Cuerda ya le adjudicó hace unos años el papel de Dios en 'Así en el cielo como en la Tierra'. Suena su voz de trueno y Fernando Fernán-Gomez demuestra que, a sus 83 años, mantiene intacto el genio y el carácter. Lo reafirmaba esta semana en la rueda de prensa de 'Para que no me olvides', un drama de Patricia Ferreira que devuelve al cura de 'Balarrasa', al españolito de a pie de 'El inquilino', en la piel de un abuelo traumatizado por la Guerra Civil. Desde sus dominios en la Sierra de Guadarrama, donde convive con la actriz Emma Cohen, este patriarca del cine español ácrata, rebelde y escéptico accede a contestar por escrito un cuestionario.
-Su personaje en 'Para que no me olvides', Mateo, mantiene una complicidad con su nieto de 22 años. ¿No cree que, a veces, la vitalidad y las ganas de vivir no son tanto una cuestión de edad como de espíritu?
-Eso que usted dice se suele utilizar como recurso literario, pero es preferible ser joven.
-Dice que le gusta el carácter de Mateo, autoritario y a veces rayando en la locura.
-Me gusta, pero no para que fuera mi carácter ni el carácter de un amigo íntimo. Me gusta como carácter de un personaje de película.
-La Guerra Civil y la posguerra han marcado la vida del personaje. ¿Qué imagen recurrente le viene a usted de la contienda?
-Pasé toda la Guerra Civil en la retaguardia, en Madrid; de los 10 a los 17 años. Como imagen recurrente puedo recordar la de un vecino con el rostro deshecho por la metralla de un bombardeo.
-¿Cree, como la directora Patricia Ferreira, que hay que rescatar la memoria «para guarecer el pasado de la terrible usura del tiempo»?
-Sí, pero no creo necesario que todos los que trabajamos en el cine nos dediquemos a eso mismo.
-Hay en el filme una transmisión oral de aquellos sucesos. Pero hoy parece que nadie quiere oir 'batallitas del abuelo'.
-Eso parece. Pero no sabe uno a qué carta quedarse porque, de pronto, aparece una novela que toca el tema, como 'Soldados de Salamina', y es un éxito no sólo de crítica, sino de ventas. Y lo mismo sucede con su adaptación al cine.
-Otro mensaje del filme. Las personas queridas nunca desaparecen del todo, siguen estando a nuestro lado. ¿Comparte ese sentimiento cuando dice adiós a compañeros como el llorado Agustín González?
-No, no lo comparto. Desgraciadamente, cuando las personas queridas mueren, desaparecen para siempre. Sigue existiendo su recuerdo, pero eso también sucede con las personas odiadas.
-Dice Patricia Ferreira que dirigirle «es un proceso de una exactitud transparente». ¿Cuál es su secreto para «transformar la idea en expresión»?
-Aunque siento por Patricia una gran admiración y también cariño como directora y como mujer, si ha dicho que dirigirme a mí es un proceso de una exactitud transparente, ignoro lo que ha querido decir. En cuanto a transformar la idea en expresión, primero procuro interiorizar la idea, y luego me abandono a lo que salga.
-Enhorabuena por el Oso de Oro en Berlín. ¿Todavía los premios le ayudan a combatir el fantasma de la inseguridad?
-Precisamente en ese aspecto este último galardón me ha resultado utilísimo. Estaba a punto de caer en una profunda depresión cuando me llegó este premio gordo y me levantó el ánimo.
-Hace poco reconocía que no sabía si estaba retirado o en activo.
-Mi abuela decía que 'al ratón que no sabe más que un agujero siempre se lo come el gato'. Creo que el Oso de Oro de Berlín se me ha concedido por tener varios agujeros.
-¿Sólo los problemas de salud le retirarán de la profesión?
-También pueden retirarme los directores, los empresarios, los productores
-Sorprende que reconozca sentirse menos capacitado para escribir que para actuar.
-Y a mí me sorprende que usted se sorprenda. Para escribir estoy menos preparado y el trabajo de actor, en cine o en teatro, me resulta más fácil, al margen de que unas veces me quede peor que otras.
-En su discurso de agradecimiento del Oso de Oro, comunicaba su tristeza y depresión por las recientes críticas al cine español.
-Sí, esa especie de campaña de prensa me entristeció bastante. Quizás impulsado por la vanidad inherente al oficio de actor, no pude evitar darme por aludido. No sé si en otros países europeos podría suceder lo mismo.
-Las acusaciones de mediocridad y ramplonería, ¿a qué cree que obedecen el año en que el cine español recibe tres nominaciones al Oscar y triunfa en Berlín y Cannes?
-Creo que obedecen a que, efectivamente, a los críticos y comentaristas que han opinado así, casi todas las películas españolas que han visto les parecen mediocres y ramplonas. Y es natural que, al divulgarlo, a mí y supongo que a algunos compañeros, esto nos ponga tristes.
«Nombre rimbombante»
-¿No será que el cine español es de izquierdas, o al menos sus mayores talentos?
-¿De izquierdas? Yo pienso más bien en el amor libre, en la supresión de propiedad privada, en la entrega de las tierras a los trabajadores, en la enseñanza igualitaria y obligatoria. Y no me parece que las películas españolas sean muy de izquierdas. Por lo menos, las que yo veo.
- ¿Y esa imagen de la Academia del Cine Español como un gremio mal avenido?
-Fuera de la Academia no se percibe ese mal ambiente.
-Usted siempre ha mantenido sus discrepancias con el sistema de ternas de los Goya.
-¿Sí? No recuerdo haber opinado sobre esa cuestión. De la Academia lo que no me gusta es el nombre, y eso sí recuerdo haberlo dicho. Lo de 'Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España' me parece demasiado rimbombante. Sería mejor 'Academia española de cine', y nada más.
-¿Ha renunciado ya a rodar su adaptación al cine de 'La Puerta del Sol'?
-No, yo no he renunciado. Han renunciado varios productores.
-¿Entiende estos tiempos convulsos que le ha tocado vivir? ¿Siente nostalgia de otras épocas?
-Entenderlos, no los entiendo, ni creo que sea necesarios entenderlos.El siglo XX fue bastante terrible, pero por los antibióticos merece el perdón.
-Fernando Trueba reconoce que, en la intimidad, usted se divierte mucho con esa imagen airada popularizada tras un incidente con un admirador latoso y la rueda de prensa de esta semana.
-Quizás me divirtió aquel día, y Fernando Trueba estaba en la reunión, pero no lo recuerdo como un suceso especialmente divertido.
Fernando Fernán-Gómez, actor y director: «Me arrepiento de no haber sabido expresar mi cariño a la gente que he querido»
A sus 85 años, el protagonista de 'Mía Sarah' admite que «sin trabajar» se encuentra «muy bien»
O. L. BELATEGUI/MADRID
LÚCIDO. «La Guerra Civil es mi peor recuerdo», admite el actor, fotografiado en su domicilio. / IDEAL
José Luis Cuerda le adjudicó por algo el papel de Dios en 'Así en el cielo como en la Tierra'. Fernando Fernán-Gómez siempre ha estado ahí: el cura de 'Balarrasa', el españolito superviviente de 'El inquilino' Historia de un cine español que sigue echando mano del pelirrojo de la voz de trueno, en los últimos tiempos acomodado en papeles de patriarcas otoñales lúcidos y descreídos, cascarrabias de buen corazón.
'Mía Sarah', debú en el largometraje de Gustavo Sánchez Ron, no es una excepción y luce al actor como un entrañable abuelo. A sus 85 años, Fernán-Gómez está demasiado enfermo para participar en tareas promocionales. Sólo accede a contestar por escrito un cuestionario desde su casa en la sierra de Guadarrama, con respuestas escuetas pero contundentes que transcribe su compañera Emma Cohen.
-En 'Mía Sarah' instruye sobre el arte de la seducción. ¿Un actor es un seductor por naturaleza? ¿Se puede enseñar a amar?
-No estoy muy seguro, pero me parece que el actor, cualquier actor, no es seductor por naturaleza. Lo que sí le conviene es ser 'múltiple por naturaleza'. En cuanto a la segunda pregunta de su primera pregunta, los sacerdotes de la religión cristiana creen que sí; yo tengo mis dudas.
-A su personaje no le inspiran mucha confianza los psicólogos. ¿Cómo ha combatido usted sus neurosis?
-No estoy de acuerdo con mi personaje. Y si yo he tenido neurosis, he procurado ignorarlas.
-¿Se siente bien rodeado de actores jóvenes, como los de 'Mía Sarah'? ¿Aprende algo de ellos?
-A la primera pregunta: sí. A la segunda: no.
-Hace poco se sentaba en 'la silla' de David Trueba y Luis Alegre. Sus directores afirman que retratan a un hombre «libertario y sincero». ¿Se reconoce en esos adjetivos?
-Como una realidad, así, a rajatabla, no estoy muy seguro. Pero me gusta que me consideren así.
-En ese documental recuerda que cuando cayó la primera bomba sobre Madrid se dio cuenta de que no era el aventurero que pretendía ser. ¿Ha echado de menos más aventura en su vida?
-No. El supuesto afán de aventuras fue sólo un deseo de infancia.
-¿Hoy es posible vivir la bohemia como ustedes lo hicieron? ¿Se ha mitificado el Café Gijón y las noches de parranda por Madrid?
-Aquello no era bohemia; o por lo menos a mí no me lo parecía. Y supongo que a los demás clientes del café tampoco.
-También comenta en ese filme que ha buscado mujeres que le destruyeran, pero sólo las ha encontrado bondadosas.
-Lo de buscar mujeres que me destruyeran me parece recordar que era sólo en teoría, y lo de encontrarlas bondadosas, ¿qué quiere usted que le diga?: ha sido una suerte.
-¿Qué admira en una mujer?
-En primerísimo lugar, la belleza.
-Siempre lamenta no vivir su vejez rodeado de lujos. ¿No será que, en el fondo, no sabe estar sin trabajar?
-Sin trabajar me encuentro muy bien; me atrevería a decir que mejor que trabajando. Eso no lo relaciono con el lujo. El lujo que echo de menos es el lujo suntuario, el que disfrutan los verdaderos ricos.
-¿Sólo los problemas de salud le apartarán de la profesión?
-El apartarme de la profesión o seguir en ella no depende solamente de mí. Estas profesiones son muy inseguras, ya lo sabe usted. No se sabe nunca cuando van a dejar de necesitarle a uno. O si van a necesitarle cuando uno está deseando descansar.
-Este lunes se anuncian las candidaturas a los Goya. ¿Sigue pensando que es una fórmula injusta de premiar el cine español?
-No recuerdo haber pensado eso Ni sé muy bien lo que quiere decir. Pero, en fin, no, ahora no lo pienso.
-La última vez que le entrevisté me dijo que las películas españolas que veía no eran de izquierdas. ¿Confía en el cine como motor de cambios sociales?
-No. Para que el cine influyera en los cambios sociales antes debería haber algunos grandes cambios sociales.
-¿Qué le indigna más cuando abre los diarios: los desmanes urbanísticos o la crispación entre los políticos?
- Crisparme, no recuerdo que me crispe nada. Molestarme, creo que lo que más me molesta es la utilización del lenguaje y sus matices para llevar al lector al terreno en que mejor se defiendan los intereses del capital propietario del periódico. Aunque comprendo que en un sistema capitalista esa es la forma coherente de proceder.
-¿España le duele?
-Ése es un sentimiento muy alto, al cual yo no alcanzo.
-Revisitar la Historia está en boca de todos. ¿Qué piensa cuando ve en los diarios estos días esquelas de la Guerra Civil?
-Sin necesidad de ver esas esquelas, para las personas de mi edad la Guerra Civil española es uno de nuestros peores recuerdos, si no el peor.
-¿Hablar con alegría de «las dos Españas» en el siglo XXI no es un acto de inconsciencia absoluto?
-No estoy seguro de que lo sea. No lo he pensado. Me pilla usted desprevenido.
-¿Ha sido usted el número uno en su profesión?
-Me gustó mucho la respuesta de un torero, no recuerdo cual, cuando le hicieron esta misma pregunta: respondió 'yo no tengo número'. Me gustaría que se me hubiera ocurrido a mí.
-¿Cómo quiere ser recordado? ¿Qué satisface a estas alturas su vanidad?
-Pues, poco más o menos, eso mismo que está usted diciendo. Me gustaría ser recordado. Hoy por hoy me parece que con que se me recordase estaría satisfecha mi vanidad.
-¿Cómo puede ser un día perfecto, una jornada cualquiera, en la vida de Fernando Fernán-Gómez?
-Sin trabajos obligados, con la lectura de un buen libro, la visita de algunos amigos
-¿De qué se arrepiente?
-Eso va en días De tantas cosas Pero, en fin, digamos que de no haber sabido expresar a veces mi cariño a las personas que he querido y quiero.