Los modernos
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Sinopsis: Tres parejas se enfrentan a la disyuntiva de elegir entre la paternidad, la realización profesional y su libertad sexual. El estilo de vida, las decisiones, la libertad, el sexo, el amor, siguen siendo los temas que nos movilizan y desvelan por la noche. “Los modernos” trata esos temas desde una perspectiva crítica, poniendo en tela de juicio los parámetros por los que se rigen los valores del mundo contemporáneo.
Dirección: Mauro Sarser, Marcela Matta
Reparto: Noelia Campo, Mauro Sarser, Federico Guerra, StefaníaTortorella, Marie Helene Wyaux, María Paz Rodríguez
Género: Drama, Comedia
País: Uruguay
Año: 2017
Idioma: Español
Duración: 135 min.
Ripeador: RiYe
En español con subtítulos en inglés opcionales
IMDB
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Review LETRACELULOIDE - Revista digital de cine y literatura
Los modernos es, en principio, una película de contrastes productivos. Filmada en blanco y negro pero ambientada en la actualidad, contemporánea en cuanto a sus conflictos pero con una banda sonora compuesta en su totalidad por tangos de Gardel, la película cuenta la historia de Fausto y Clara, dos uruguayos que mantienen una relación profesional y personal de larga data. Juntos llevan adelante proyectos cinematográficos mientras intentan afianzarse como pareja.
En la línea de los contrastes estético-argumentales, también ellos dos son muy diferentes. Él, un joven culto, presumido y desapegado que descree de los puntos de vista de los demás y confía únicamente en sus propios criterios eruditos para juzgar el arte y la vida; ella, una mujer de modesto y centrado perfil intelectual, sentimentalmente madura, separada y con dos hijos, que busca rearmar su vida con un hombre más joven, con intereses dispersos y enfocado prioritariamente en sus necesidades y sus deseos de realización personal. Las discusiones frecuentes –y, en particular, una incómoda conversación en la que Clara plantea la posibilidad hipotética de que Fausto se convierta en padre de un futuro hijo de ambos, idea que él rechaza terminantemente– los llevan a tomar la decisión de separarse.
La situación no es fácil para ninguno de los dos. Se conocen desde hace años y les cuesta imaginarse el uno sin el otro. Clara intenta conectar con otras personas, pero el fantasma de Fausto se materializa en cada conversación con sus potenciales candidatos. Él, en cambio, adopta la postura del hombre superado. Se reencuentra con una chica a la que había conocido tiempo atrás en una fiesta y comienza a salir con ella. Fernanda, la joven en cuestión, se convierte en su distracción, en su nuevo divertimento, una chica bella e inteligente que, a pesar de su modo diametralmente opuesto de ver el mundo, Fausto considera a su altura.
Mientras tanto, la relación con Clara, sin llegar ser tensa, se torna algo incómoda. Ambos deben seguir trabajando en su proyecto en común y la llegada de Fernanda promete complicar el panorama. Siendo plenamente consciente de que Fausto está conociendo a otra mujer, Clara trata de obligarse a que no le importe. Pero un día los ve besándose en la calle y la imagen la desarma por completo. Decide salir a bailar para distraerse y conoce a Ana, con quien, tras una sugestiva conversación que desemboca en un beso, tiene “su primera experiencia lésbica”, como le cuenta más tarde a su ex. Este es el punto de inicio para los conflictos cruzados, las numerosas idas y vueltas y el absurdo enredo tragicómico que, sobre la segunda parte de la película, tendrá a Clara, Ana y Fausto como protagonistas.
A pesar de su extensa duración, la historia se desenvuelve de manera ágil gracias a una dirección impecable, el magnífico trabajo llevado a cabo por los actores (principales y secundarios, todos se destacan a su tiempo) y un guión preciso ejecutado con suma naturalidad. La estética de la película, que contrasta en todo momento con la contemporaneidad del argumento, no desentona en ningún momento y, de hecho, suma a la historia un componente pintoresco en sintonía con una banda sonora compuesta solo por tangos.
Como en casi toda relación amorosa, Fausto y Clara no están del todo seguros de lo que quieren para sí mismos ni de lo que esperan del otro. Esas dudas los llevan a explorar nuevas posibilidades, a relacionarse con otras personas, aunque el tiempo les termine demostrando que están indefectiblemente condenados a volver sobre sus pasos una y otra vez. Los daños colaterales los recibirán, por supuesto, las terceras en discordia: Fernanda, quien debe adaptarse a los caprichos y constantes cambios de opinión de Fausto, y Ana, que, tras un disparatado giro del destino, debe hacerse cargo de una situación que los involucra a ella, a Fausto y a Clara por accidente. Con este episodio como desencadenante de numerosos cuestionamientos a nivel humano y social, la película desemboca en una exploración que los llevará a replantearse seriamente el rumbo de sus vidas.
La ópera prima de Marcela Matta y Mauro Sarcer –quien, además de dirigir el film, interpreta el personaje de Fausto– pone el foco en las convenciones, las expectativas sociales y los valores humanos (de los) “modernos”, reflexionando acerca de temas como la paternidad/maternidad, el potencial de las relaciones afectivas y el lugar que ocupan en la vida de todo individuo las aspiraciones individuales. La dinámica que se establece entre las parejas –que no sólo involucra a Clara, Fausto, Ana y Fernanda, sino también a Martín, amigo de Fausto, y su novia, quien insiste con la idea de tener un hijo– evoca sensibilidades con las que el espectador empatiza, poniendo en escena muchas de las encrucijadas vitales a las que, tarde o temprano, todos debemos enfrentarnos en nuestras vidas. Con una matriz narrativa de claras reminiscencias woodyallenescas, la película bucea en un mar de incertidumbres, de búsquedas y decisiones cambiantes que, lejos de bordear la desesperación o el malestar existencial, simplemente se presentan como condiciones propias del ser humano en devenir.
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