Bueno, pues se estrenó en la pasada Berlinale, donde se llevó dos importantes premios, a saber: el Oso de Plata, que de hecho es el Gran Premio del Jurado; y el FIPRESCI, premio de la crítica internacional, nada más y nada menos. Luego los críticos dirán lo que se les dé la gana, Tarr es Tarr y ya lo deberían saber, que dejen de hacerse los sorprendidos y de esperar otra cosa.
El Mundo dijo, por cierto

:
2. 'The Turin horse' es otra cosa porque Bela Tarr, simplemente, es otra cosa. En un panorama, cinematográfico y hasta existencial, en el que todo es reducible a una fórmula y a dos comentarios indignádamente anónimos en internet, el cine de este señor húngaro (de Hungría) es, por contraste, necesario. O por decirlo, como lo dirían los peces plátano: NECESARIO (ellos, a veces, hablan en mayúsculas). Su cine contemplativo, devastador e inquebrantable se mueve por la pantalla como lo haría un dinosaurio en un parque zoológico: dejando sin excusas a los paleontólogos, aniquilándolos.
Un hombre y una mujer luchan en el interior de una casa por sobrevivir. Sobreviven a un viento feroz e inmisericorde. Resisten al hambre con una patata diaria. Se mantienen firmes pese a los cuerpos mutilados. Un buen día, el pozo se seca. Acontecimiento que en realidad no altera los planes: el drama continúa, porque no hay nada más que drama. Con la cámara detenida en el agujero negro de la existencia, cualquiera de ellas, Tarr convierte al cine en una herramienta de expresión lanzada a los límites. Lo que interesa es investigar la profundidad del miedo, el corte que producen las navajas. En sus manos, cada imagen se antoja completamente nueva. Cuesta creerlo, pero pocas veces uno tiene la sensación de asistir a algo radicalmente nuevo. Y ésta es una. Porque el único elemento de trabajo es la verdad.
Los actores se mueven por 'The Turin horse' (nombre que hace referencia a la historia de un caballo maltratado que dejó al filósofo Nietzsche mudo y postrado) como los personajes de Beckett: espoleados por una fuerza demente, absurda y perfectamente real. Algunos autores lo llaman vida y los peces plátanos lo llaman plátano. O mejor 'PLÁTANO'. Fuente.
Ahí queda. Aplastante, por otra parte.
La película toma de partida el hecho histórico de cómo el filósofo austriaco Nietzsche se volvió redomadamente loco: en un congreso en Turín al que acudió fue testigo del azote de un caballo a manos de su dueño.
Y no sé lo que se habrá montado Béla Tarr en esta ocasión, pero según parece un tal actor Ricsi hace del caballo, según IMDb (quizá la voz

).
Desmiento lo del actor checo Miroslav Krobot, e incluyo dos actores húngaros, el segundo habitual del director: Mihály Kormos y János Derzsi.
También los habituales Krasznahorkai y Mihály Víg toman las riendas del guión y la música, respectivamente. Repite en la fotografía el alemán Fred Kelemen, quien ya orquestara la brutal fotografía de
El hombre de Londres.
Esta vez Tarr co-dirige directamente con su mujer Ágnes Hranitzky (la película esta dirigida por los dos, quiero decir).
Al parecer ha tenido problemas con su distribución en Hungría y hubo algo de polémica por algún asunto político en una entrevista que concedió a un periódico alemán. De todo esto no estoy muy enterado. Dejo las fuentes:
MUBI; y la entrevista en cuestión (si alguien sabe alemán):
Der Tagesspiegel.
Por cierto, terrible noticia: Tarr anunció que ésta es su última película.
Yo, por otra parte, ya me estoy comiendo las uñas.