NORRMALMSTORG (Håkan Lindhé, 2003)
El SÍNDROME DE ESTOCOLMO
Publicada por mí en Noirestyle.comEl SÍNDROME DE ESTOCOLMO
Bueno, esta peli creo que es interesantísima y, aunque os parezca raro, llevaba buscándola hacía meses, aunque supiese que estaba en sueco. Y ello es debido a que refleja, con gran fidelidad, según se dice, los hechos que crearon el nombre del "síndrome de Estocolmo", en un "thriller" muy tenso y muy bien llevado. Todos hablamos del "síndrome de Estocolmo", pero apuesto a que casi ninguno de los que lean esto tiene idea de qué va el tema, por lo menos en este momento. Pues en este hilo tenéis la clave del tema. En los países nórdicos, en cambio, es muy conocido el asunto y los personajes involucrados son también muy conocidos popularmente, muchos años después de los acontecimientos.
Éstos pasaron en Norrmalmstorg (este nombre imposible de pronunciar es el de un barrio del centro de Estocolmo) en 1973 y, supongo que para conmemorar los 30 años, la TV sueca lanzó la peli que os presento. Hay una fuente en la mula, pero es imposible de bajar. Así que he logrado descargarla por el circuito de bit-torrent y la paso al de nuestra querida equina. No desespero que salgan subtítulos, por lo menos en inglés, pues hay muchas peticiones sobre ellos en la red, y, además, alguna de las fuentes que me han permitido descargármela llevaban la banderita yanqui.

La foto más conocida de los hechos (Wikipedia)
Sinopsis completa, para entender algo de la película (de Wikipedia)El robo de Norrmalmstorg ocurrió en Suecia en 1973 y fue famoso principalmente por lo que se conoce como el síndrome de Estocolmo, acuñado a raíz de él.
El 23 de agosto de 1973, Jan Erik (Janne) Olsson, presidiario de permiso, entró en el Kreditbanken en Norrmalmstorg, centro de Estocolmo. La policía fue alertada inmediatamente y al entrar dos oficiales, Olsson les disparó, hiriendo a uno de ellos. Ordenó al segundo sentarse y "cantar". Olsson tomó a cuatro rehenes y exigió que se llamase a su amigo Clark Olofsson, además de 3 millones de coronas suecas, dos revólveres, chalecos antibalas, cascos y un vehículo.
Olofsson fue traído con permiso del gobierno y estableció un enlace de comunicación con los negociadores de la policía. Una de los rehenes, Kristin Ehnemark (no figura en la fotografía), había dicho que se sentía segura con los atracadores, pero temía que la policía pudiera causar problemas utilizando métodos violentos. Éste fue el comienzo del Síndrome de Estocolmo.
Los atracadores bloquearon el paso a la cámara acorazada principal junto con los rehenes, pero las puertas a la cámara estaban cerradas. Se les ofreció entonces un vehículo para escapar, pero al ser advertidos de que no se les permitiría tomar a los rehenes con ellos, Olofsson llamó por teléfono al primer ministro Olof Palme y advirtió que estaba dispuesto a matarlos. Tomó a una rehén, Elisabeth, y colgó mientras ella gritaba.
Al siguiente día, Olof Palme recibió otra llamada. Esta vez de Kristin Ehnmark, quien dijo que se sentía muy disgustada con su actitud y le pidió que dejara marchar a los atracadores con los rehenes. Mientras tanto, Olofsson caminaba por la cámara cantando "Killing me softly" (Matándome lentamente) de Roberta Flack.
El 26 de agosto, la policía taladró un agujero que daba a la cámara acorazada desde la habitación superior, desde donde se tomó la foto de Olofsson y los rehenes. Olsson abrió fuego y amenazó con matar a los rehenes si la policía intentaba un ataque con gas y les colocó en el cuello una especie de lazo de modo que se estrangulasen en el caso de un ataque de gas.
El 28 de agosto la policía decidió usar gas y tras media hora los atracadores se rindieron. Nadie resultó físicamente herido.
Tanto Olsson como Olofsson fueron condenados y sentenciados a una prolongación de su condena por el robo. Sin embargo, Olofsson declaró que no había ayudado a Olsson y que sólo había intentado salvar a los rehenes manteniendo la situación en calma. El tribunal superior retiró entonces los cargos contra él y más tarde hizo amistad con Kristin Ehnemark. Olsson fue sentenciado a diez años de prisión y no ha cometido ningún acto criminal desde su liberación. Recibió muchas cartas de admiradoras y más tarde comenzó una relación sentimental con una de ellas. Contrariamente a lo que se cree, ninguno de los dos está prometido con ninguna de las rehenes.
Los rehenes aún afirman repetidamente que se sentían más aterrados por la policía que por los atracadores durante los seis días de encierro. El criminólogo Nils Bejerot acuñó el término Síndrome de Estocolmo, para referirse a rehenes que se sienten identificados con sus capturadores.
Clark Olofsson ha cometido repetidamente robos a mano armada y actos violentos, tanto antes como después de 1973, desde los 16 años. Fue finalmente liberado en 1991, pero arrestado nuevamente en Dinamarca en 1999 y sentenciado a otros 14 años de prisión.

Janne Olsson y Clark Olofsson
Enlace:Por si os interesa el tema, en esta página de la Televisión sueca podéis ver tropecientos vídeos on-line sobre el tema de referencia.
Apéndice: Sobre el síndrome de Estocolmo (de la página de juarezpolanco.com)
El Síndrome de Estocolmo es un fenómeno en el cual el secuestrado le toma cariño al secuestrador. Normalmente se plantea como una enfermedad fruto de la desorientación, del estrés, lo cual deja de lado la parte más interesante del asunto: el Síndrome de Estocolmo es una cuestión de supervivencia.
La expresión nace a raíz del famoso robo del banco Kreditbanken en Norrmalmstorg, Estocolmo, que duró del 23 al 28 de agosto de 1973.
La recapitulación es así: cuatro empleados del banco fueron tomados como rehenes por dos asaltantes armados, encerrándose (y encerrando con ellos a los empleados) en la bóveda del banco durante seis días para evitar ser capturados por la policía. Lo más impactante es que los cuatro rehenes desarrollaron una íntima afinidad y simpatía con los dos criminales, tanto así, que posteriormente se resistieron a los intentos de ser liberados, defendiendo con un amor casi maternal a sus captores. Podemos hacer aquí la referencia clásica de la Alegoría de la Caverna platónica, en donde el hombre que se ha acostumbrado a la caverna, se resiste a ser liberado por el filósofo.
La situación de Estocolmo va más allá, pues cuando finalmente fueron liberados después de muchos esfuerzos, un periodista gráfico fotografió el instante mismo en que una de las rehenes y uno de los captores se besaban apasionadamente (pensemos en un cordero besando con pasión apocalíptica a un lobo… ¡algo inesperado!)
Mentiría si dijese que ahí termina el cuento, pues todavía hubo más. Los mismos rehenes, es decir, las cuatro personas que a punta de pistola y amenazas fueron obligados a permanecer en contra de su voluntad con esos dos criminales en la bóveda de ese banco, esas cuatro personas intercedieron por los captores pidiendo que los dejaran en libertad. Se negaron a presentar cargos y, dado que el juicio se llevó por ser de oficio, después se negaron a testificar en el proceso e incluso – ¡creánlo! – ayudaron a pagar los elevadísimos honorarios del abogado defensor.
A raíz de esta situación tan asombrosa como peculiar, el fenómeno psicológico de la persona secuestrada que posteriormente tiene simpatías con su secuestrador se conoce como el “Síndrome de Estocolmo”. El término fue acuñado por el criminólogo y psicólogo Nils Bejerot (quien ayudó a la policía durante el robo) al referirse en un canal de noticias sobre los hechos del banco/secuestro.
Posteriormente esto ha servido de base para que se logren identificar otros casos que, sin ser secuestros en sí, desarrollan patologías o situaciones similares. Otros casos famosos incluyen rehenes de aviones y personas secuestradas, como lo es el caso de Patricia Hearst, que después de haber sido retenida por una organización militar política (el Ejército Simbiótico de Liberación) se unió a ellos varios meses después de haber sido liberada.
Este Síndrome de Estocolmo suele presentarse cuando el plagiado se “identifica inconscientemente con su agresor, ya sea asumiendo la responsabilidad de la agresión de que es objeto, ya sea imitando física o moralmente la persona del agresor, o adoptando ciertos símbolos de poder que lo caracterizan” (Skurnik).
Los psicólogos creen que al momento de un secuestro se establece un nexo consciente y voluntario por parte de la víctima para obtener cierto dominio de la situación o algunos beneficios de sus captores, o bien como un mecanismo inconsciente que ayuda a la persona a negar y no sentir la amenaza de la situación y/o la agresión de los secuestradores.
Generalmente se habla únicamente en esta última situación del Síndrome de Estocolmo.
Datos técnicos:
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Capturas:
Espero que os animéis a bajarla. Y así, de paso, aprendéis sueco.
Saludos a tod@s.