
El DVDRip lleva tiempo circulando por la red - podeis encontrarla en la filmografia de sanpesan dedicada al Fantastico de la Universal - y los subtitulos debemos agradecerselos a MISHU FUNNY TOURS que generosamente los subio a www.titles.box.sk, yo me he limitado a realizar pequeñas correciones en el sentido de algunos dialogos y la longitud de las frases.
Amigos, aqui tienen.... una pequeña joya de la Uiversal;
Ficha Técnica:
Director: James Whale / Guión: Benn Levy y RC Sheriff, según la novela de J. B. Priestley / Productor: Carl Laemmle Jr. para Universal / Fotografía: Arthur Edeson / Música: Heinz Roemheld, David Broekman, Barnhard Kaun / Montaje: Clarence Kolster / Efectos especiales: John P. Fulton / Maquillaje: Jack Pierce / Dirección artística: Charles D. Hall / Intérpretes: Boris Karloff (Morgan), Charles Laughton (Sir William Porterhouse), Ernest Thesiger (Horace Femm), Gloria Stuart (Margaret Waverton), Melvyn Douglas (Roger Penderel), John Dudgeon [Elspeth Dudgeon] (Sir Roderick Femm), Lilian Bond (Gladis DuCane), Eva Moore (Rebecca Femm), Brember Wills (Saul Femm) / Nacionalidad y año: USA 1932 / Duración y datos técnicos: 70 min. B/N 1.37:1. [/center]
"Una terrible noche de tormenta, cinco viajeros perdidos, una tétrica mansión y una excéntrica familia que no parece muy feliz ante la perspectiva de tener invitados… "
Carl Laemmle Jr. anhelaba de James Whale una continuación de "Frankenstein", y aunque como todos sabemos éste al final acabó por dársela (y de qué manera, sin duda alguna una de las mejores películas de todos los tiempos), al principio se resistió todo lo que pudo. Es más, el director ni tan siquiera estaba muy interesado en reincidir en el género de terror, si bien la insistencia del productor no tardó en dar sus frutos, para la cual Whale exigió del estudio libertad creativa total. El resultado, este “Old Dark House”, no sólo es una obra maestra del género y una de las mejores películas de Universal en los años 30, sino que además es un film rabiosamente moderno, sorprendente dado que fue rodado hace más de setenta años, y de una vigencia casi visionaria. La fórmula del viejo caserón sombrío al que van a parar diversos personajes, y que ya había alumbrado maravillas como “The Cat and the Canary” ("El legado tenebroso", Paul Leni - 1927) alcanza aquí unas cotas de sofisticación extraordinarias, y quizás precisamente porque lo que menos interesa es la casa, y lo que más los personajes, toda una colección de seres bizarros de notable deformidad psicológica, la primera familia freak de la historia.
Para elaborar esta película, James Whale trabajó sobre la novela Benighted ("Perdidos en la noche" en nuestro país) de J. B. Priestley, y un guión previo de Ben Levy que acabó siendo retocado por su guionista colaborador RC Sherriff (más tarde guionista de "El hombre invisible"). Sherriff hace un trabajo magnífico, como de costumbre, sobre todo en cuanto a los diálogos se refiere. No se pierdan las constantes réplicas ingeniosas que se lanzan los personajes. En realidad, toda la película está contada al filo de un negrísimo humor a la inglesa y sembrada de situaciones grotescas in crescendo de extravagancia y desenfreno, sin ceder por ello ni un ápice de perversidad. Tal vez la chispa fascinadora de esta atípica película surja precisamente de la extrañeza creada entre el tono abiertamente descarado de sus personajes, y la atmósfera de suspense forzada con inteligencia sobre, o más bien bajo, las sombras que se ciernen en la casa del título.
Resulta visionaria en muchos aspectos, empezando por el ya aludido tono ingenioso y terminando por sus motivos dramáticos propios, además, resulta sorprendente que ciertas osadías de esta película de 1932 pasaran la censura: la libertad con la que habla de la sexualidad de algunos de sus personajes, la explicitud de su violencia, la parodia abierta de la religiosidad, etc. En este sentido, hemos de recordar que de aquel mismo año eran otras dos películas que escandalizaron hasta lo indecible a muchos bienpensantes americanos, tales como la descarnada "Island of the Lost Souls" y sobre todo la inclasificable "Freaks" de Tod Browning. Tan sólo uno o dos años después, cualquiera de estas tres películas resultarían imposibles, y el código de autocensura de los estudios se habría estrechado aún más, hasta llegar a terminar momentáneamente con el género entre 1936 y 1939.
Para filmar esta película, Whale vuelve a rodearse de muchos de sus actores habituales y de otros tantos nuevos convocados, atendiendo a su afinidad personal más que a lo supuestamente problemático de un reparto de actores de carácter o con rasgos personales conflictivos (como el huraño y alcoholizado Colin Clive elegido para Frankenstein) la mayoría, cómo no, ingleses, como el propio Charles Laughton, que aquí está sobreactuado pero convincente para su papel. A Gloria Stuart la vimos también en "Frankenstein". El genial Ernest Thesiger, simplemente magnifico, era amigo personal de James Whale (con el que coincidía en su homosexualidad), y uno de sus actores fetiches, si bien su malditismo con los estudios nos privó a todos de verle en más títulos. Siempre nos queda su inolvidable encarnación del Dr. Pretorius en "La novia de Frankenstein".
Respecto a Boris Karloff, razón de ser de la película ante el estudio, su personaje recuerda muchísimo al monstruo de Frankenstein: es grande, torpe, mudo y gruñe mientras mueve las manos. Universal se muestra así de nuevo muy conservadora con el éxito recientemente obtenido en la anterior película de James Whale, y consolida a la estrella en su categoría de clásico, si bien aún no le da la oportunidad de demostrar los múltiples registros que iría demostrándonos en otros filmes posteriores. Con todo, Karloff exprime todo el partido a su personaje a base de miradas y rostros inquietantes, y su interpretación resulta muy impactante y efectiva. El mayordomo que compone causa desasosiego de verdad, y es muy divertido el modo en el que Ernest Thesiger le echa la culpa de todo cuando éste está fuera de campo; se oiga lo que se oiga, gritos, estruendos, alaridos, siempre dice: “¡Es Morgan [Karloff] , que ya estará otra vez borracho!” . Hasta que Morgan se emborracha de verdad....!
*La pelicula se creyó perdida durante años, hasta que encontraron una copia completa que pudo ser restaurada por el American Film Institute y la casa Eastman hace tan sólo un par de décadas.
Fuente: www.pasadizo.com
Capturas:
Datos Tecnicos:
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Audio: Mp3, 78 kb/s
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- EL TERROR EN LA UNIVERSAL
En ocasiones, las apuestas arriesgadas tienen éxito. A inicios de la década de los treinta, la Universal estaba sufriendo los golpes de la terrible crisis económica que surgió en Estados Unidos y se extendió por todo el mundo. Estaba claro que en un marco semejante, realizar películas de alto presupuesto para un público con un poder adquisitivo cada vez menor resultaría una locura; por lo cual, los directivos de la Universal estudiaron las alternativas.
El hijo del fundador de la firma, Carl Laemmle Jr., acertó. Bajo su batuta se inició la producción de una serie de películas de terror de escaso presupuesto que intentarían aliviar a las gentes de la época de sus preocupaciones diarias. El tiempo ha tratado bien a gran parte de este cine escapista, pero en muchas ocasiones de brillante factura; de tal manera, que hoy en día se considera que estas cintas sentaron las bases del género fantástico tal como lo conocemos en la actualidad: los castillos tenebrosos, los sepulcros envueltos en niebla, las heroínas que chillan aterrorizadas en las situaciones más adversas, las amas de llave intrigantes, tormentas aciagas que presagian al Mal... ¿Qué sería de Drácula, el Hombre Lobo o el Dr. Frankenstein sin la Universal?
A pesar del gran número de cintas que se rodaron a lo largo de casi una década, éstas guardaban más de una semejanza entre ellas, especialmente su herencia europea. Destacados técnicos y actores de la casa, directores, fotógrafos, y como decíamos los actores y actrices que formaban parte de la plantilla del estudio, provenían del cine europeo, inglés o alemán. Nombres como James Whale, Karl Freund, los hermanos Siodmak, Jack Pierce, Claude Rains, Basil Rathbone, Colin Clive..., que ya tenían un prestigio en el Viejo Continente, aterrizaron en Hollywood para aterrorizar a los espectadores durante generaciones.
Muchos de estos clásicos terroríficos guardaban otro punto de conexión con Europa. Los hábiles directivos del estudio escogieron lo más granado de la literatura fantástica europea como base para sus películas: Mary Shelley, Bram Stoker, Victor Hugo, H. G. Wells, Sax Rohmer... y, por supuesto, al más europeo de los escritores del género en Estados Unidos: el inmortal Edgar Allan Poe. La relación del terror con el estudio, no obstante, se remontaba a unos años atrás, cuando de la mano del gran Lon Chaney se llevaron a la gran pantalla a dos iconos del género: El fantasma de la ópera (The Phantom of the Opera, Rupert Julian, 1925) y El jorobado de Nuestra Señora (The Hunchback of Nôtre Dame, Wallace Worsley, 1923). Sin embargo, eran películas diferentes a lo que vendría después. Se trataba de proyectos de envergadura, con fastuosos decorados y la participación de la estrella del estudio, Lon Chaney. Mención aparte merece otra de las películas mudas de la Universal que podríamos encajar en el género fantástico, El legado tenebroso (The Cat and the Canary, Paul Leni, 1927), una excelente muestra de la intensa influencia que tendría el Expresionismo alemán en los filmes de terror del estudio.
Drácula (Tod Browning, 1930) abrió la veda del camino de la Universal hacia el Olimpo del fantastique. A la cinta de Browning le seguirían otros títulos memorables: Frankenstein (James Whale, 1932), La momia (The Mummy, Karl Freund, 1932), La legión de los hombres sin alma (White Zombie, Victor Halperin, 1933), El hombre invisible (The Invisible Man, James Whale, 1933), Satanás (The Black Cat, Edgar G. Ulmer, 1934), La novia de Frankenstein (The Bride of Frankenstein, James Whale, 1935), El cuervo (The Raven, Lew Landers, 1935)... y un sinfín de buenas películas. Desgraciadamente, las ideas brillantes y los originales literarios de calidad irían disminuyendo con el paso del tiempo, lo que llevó a una serialización de los mitos, que no son menoscabo para la ingente labor que realizó el estudio durante unos años. Dos obras tardías del británico Rowland V. Lee, protagonizadas por una de las nuevas estrellas de la casa, y uno de los mitos del cine de terror, Boris Karloff, sirvieron como cierre a una etapa de difícil olvido para los cinéfilos: La sombra de Frankenstein (The Son of Frankenstein) y La torre de Londres (The Tower of London), ambas de 1939.
James Whale nació en 1893. Su ciudad natal, Dudley (Inglaterra), era un célebre enclave minero. De origen humilde, Whale siempre se mostró atraído por el mundo artístico, ya fuera como actor o como dibujante. Por desgracia, su entorno no favorecía estas aspiraciones. Cuando estalla la Primera Guerra Mundial, Whale se alistará en el ejército. Su experiencia durante el conflicto resultará fundamental. Internado en un campo de prisioneros alemán, tendrá la oportunidad de ser el responsable de los montajes teatrales y diversos entretenimientos para sus compañeros. Curioso aprendizaje que le llevó después de la guerra a tener un cierto conocimiento del medio. En el mundo teatral londinense de la posguerra se labró un nombre gracias a su dirección de la obra de R. C. Sheriff, “Journey"s End”. El montaje es, posiblemente, la obra teatral anti-bélica más célebre de la época. El éxito le llevó a Broadway y de allí a Hollywood, donde fue contratado por la Universal. Su primer trabajo en la Meca del Cine tuvo de nuevo que ver con la Gran Guerra. Durante 1930, Howard Hughes estaba realizando un nuevo montaje - que incluía sonido y diálogos - de su película bélica “Hell"s Angels”. Hughes contrató a Whale como director de los diálogos del filme. Ese mismo año dirigiría para el cine la obra que le había hecho saltar a la fama: “Journey"s End”. Una modesta producción que tuvo una buena acogida de crítica. A continuación realizó una nueva incursión en la I Guerra Mundial con “Waterloo Bridge”, primera y excelente versión de esta historia de amor en tiempos de guerra.
El año siguiente significó el salto de Whale al imaginario del cine de terror. La Universal inició en esa época una serie de producciones de terror que sentarán muchas de las bases del género. La primera de ellas será dirigida por este cineasta: Frankenstein. El Frankenstein de Whale se vendió como una fiel adaptación de la novela de Mary Shelley. Sin embargo, su único parecido residía en la línea argumental del filme: el Doctor Henry Frankenstein desafía a la ciencia creando la vida de cuerpos muertos. No obstante, la película se basaba en una obra teatral de Peggy Webling. A pesar de ello, la película ha quedado como el referente imprescindible -junto a las cintas de Terence Fisher y la Hammer- sobre el personaje del Doctor y la Criatura.
En 1932, James Whale se hará cargo de El caserón de las sombras (The Old Dark House). La cinta es toda una sorpresa. Lo que parece una película de terror es una comedia enloquecida. Se podría decir que es una mezcla de la novela romántica Jane Eyre y una obra de Noël Coward, brillantes y ocurrentes diálogos enmarcados en un lugar -el caserón- prototípico del cine de terror. No será hasta el año 1933 en que nuestro director vuelva a realizar una nueva película fantástica comme il faut. Se tratará de la adaptación de la obra de H. G. Wells, El hombre invisible (The Invisible Man). Esta vez, Whale fue más fiel a la novela que en Frankenstein y de nuevo dejó el sello de la casa: una dirección ágil y vibrante, cuidado exquisito por el detalle y la dirección artística y, en especial, un acerado sentido del humor, que en ocasiones roza el screwball como ejemplifica la actuación de la gran Una O"Connor.
Tres años después, James Whale dirigió su última película de terror y quizá la mejor de todas: “The Bride of Frankenstein”. Si la comparamos con “Frankenstein”, la cinta es incluso más exuberante y dinámica que aquélla, muestra del dominio del medio al que había llegado este autor. Las siguientes películas del sensible cineasta dieron fe de su cámara móvil y su amor por los decorados fastuosos:”Remember Last Night?” (1935), “Magnolia” (1936), posiblemente la mejor versión de este clásico popular norteamericano, y “The Road Back” (1937) - fallida pero interesante adaptación de la novela de E. M. Remarque sobre la Alemania de la posguerra -. Sin embargo, a finales de los treinta, sus días como director de películas "A" estaban acabados. Homosexual confeso, la personalidad de James Whale no encajaba en el mundo de Hollywood de la era del Código Hays, por lo que se vio recluido a la serie "B" donde realizó alguna cinta de mérito como “The Man in the Iron Mask” (1939) o “Green Hell” (1940) -donde aparecía Vincent Price-. En 1941, rodaría su última película. Hasta su suicidio en 1957 se dedicó a la pintura, uno de sus amores desde su juventud.
En 1998 se estrenó “Dioses y Monstruos” (“Gods and Monsters”, James Condon). La película narraba los últimos meses de la vida de Whale, encarnado de manera extraordinaria por Sir Ian McKellen. La cinta nos muestra a un personaje atormentado e incomprendido, tanto por su homosexualidad - a la que él no rechaza pero que sabe que ha sido un factor determinante en su destierro creativo - como por sus recuerdos de guerra. Es un ser sensible, amable y dotado de un finísimo sentido del humor -al igual que sus películas-. Sin lugar a dudas, la cinta es un más que digno homenaje a la persona de James Whale y un valioso documento histórico sobre las entrañas de Hollywood.
Pocos actores resultan tan míticos para el aficionado al cine fantástico como Boris Karloff. Su presencia ha acompañado a diversas generaciones de cinéfilos, desde la década de los treinta, en los que resultó vital para mantener a flote a una Universal seriamente perjudicada por la Depresión. Su rostro y su sonoro nombre presagian desazón, miedo, y en ocasiones, auténtico pánico; tal era la fuerza que imprimía a los personajes que interpretaba. La realidad era otra muy diferente. Aquellos que conocieron a Karloff, hablan de él como un tipo cariñoso, extremadamente educado y apasionado por los niños. Como vemos, nada que ver con el ogro que interpretó en la mayoría de sus cintas. Al igual que otros compañeros de profesión, Karloff, de auténtico nombre William Henry Pratt, siguió su vocación desde temprana edad, a pesar de las discrepancias con sus progenitores, que no tenían relación alguna con el mundo del espectáculo.
Nuestro protagonista nació en Camberwell, población cercana a Londres en 1897. Su padre era funcionario de aduanas y su madre ama de casa. La esmerada educación que recibió el futuro actor iba encaminada a una más que segura carrera diplomática; pero en el año 1909, dejó sus estudios en la Universidad de Londres para enrolarse en las filas de una compañía teatral de Ontario, donde adquirió su nombre artístico. Durante diez años viajó por Canadá y Estados Unidos, hasta que cansado de la escasa remuneración que obtenía, se dirigió a Hollywood, donde trabajó en las más variadas producciones silentes, siempre como actor secundario.
La suerte sonrió al actor británico con la llegada del cine sonoro. Su voz, un auténtico arsenal de registros, le ayudó sobremanera en los años siguientes, hasta que en 1931, fue elegido por James Whale para interpretar a la criatura engendrada por el doctor Henry Frankenstein. Sólo la actuación en esta película hubiera convertido en inmortal a Boris Karloff. Será la Criatura para siempre: su rostro, su aspecto deforme, corpulento, pero a la vez frágil; será la imagen que tendremos todos del monstruo nacido bajo los locos designios del Dr. Frankenstein. El inmenso éxito de la película catapultó al actor hacia el estrellato. Durante los años treinta y buena parte de los cuarenta, ostentará el reinado del terror de manera inapelable, ni tan siquiera Bela Lugosi pudo hacerle sombra. En los años posteriores a Frankenstein rodó sus mejores películas: “El caserón de las sombras” (The Old Dark House, James Whale, 1932), “La momia” (The Mummy, Karl Freund, 1932), “La máscara de Fu Manchú” (The Mask of Fu Manchu, Charles Brabin, 1932), “La novia de Frankenstein” (Bride of Frankenstein, James Whale, 1935), “La Torre de Londres” (Tower of London, Rowland V. Lee, 1939) o “La sombra de Frankenstein” (Son of Frankenstein, Rowland V. Lee, 1939). La primera mitad de los años cuarenta fue también brillante: “El ladrón de cadáveres” (The Body Snatcher, Robert Wise, 1945), “La isla de los muertos” (Isle of the Dead, 1945) o “Manicomio” (Bedlam, 1946), ambas de Mark Robson. En aquellos años, Karloff no figuraba en las filas de la Universal, pero encontró en el productor Val Lewton, otro nombre mítico del fantástico, a una persona que supo utilizar su enorme capacidad para cambiar de registro interpretativo.
El final de su etapa en el estudio fundado por Carl Laemmle fue algo triste, puesto que tuvo que realizar películas de poca entidad, que intentaban explotar hasta la saciedad su imagen de malvado por antonomasia. Sin embargo, los papeles alimenticios tuvieron que ser su refugio en los años cincuenta, donde incluso tuvo que aceptar ser la comparsa en dos cintas protagonizadas por el dúo de Abbott y Costello, de nuevo en las filas de la Universal. Afortunadamente, la televisión y el teatro, ofrecieron un refugio adecuado para el talento de Karloff.
Los años sesenta supusieron un renacimiento de la figura del actor. La unión con un valor en ciernes, como lo era entonces Roger Corman, supuso el canto del cisne de Karloff. “El Cuervo” (The Raven, 1963), “El terror” (The Terror, 1963) y más tarde la cinta de otro enfant terrible del cine norteamericano, Peter Bogdanovich, “Targets” (1968) pusieron punto final a una carrera brillante, que resistió las decenas de cintas de dudosa calidad, en las que lo único destacable era la actuación de un siempre profesional Boris Karloff. En 1969, después de meses de padecimientos a causa de un enfisema pulmonar -en los últimos rodajes en los que participó debía ir en silla de ruedas y una máscara que le suministraba oxígenos- se apagó una de las estrellas más relucientes del cine fantástico.
Saludos.
