Director
1918 / 1992

Biografía:
Nacido en Badajoz (España) el 5 de septiembre de 1918. Hijo de unos actores ambulantes, se inició en la interpretación desde muy joven. Durante la guerra civil viajó con sus padres a México, adquiriendo esta nacionalidad años más tarde. Allí trabaja como actor y, posteriormente, como guionista, alcanzando gran éxito, especialmente a partir de su colaboración con Luis Buñuel. Murió en 1992.
Plena de acontecimientos y personalidades que modificaron para siempre el rumbo de la historia, los años de 1960 a 1970 -los populares sesentas- fueron algo más que una etapa de transición entre el mundo de la postguerra y el de la globalización.
La juventud, que una década atrás había irrumpido en el escenario mundial con la fuerza de un terremoto, hizo suya la década, rechazando los estilos de vida de generaciones anteriores y buscando medios para expresar su inconformidad ante el estado de las cosas. En ninguna época reciente ha sido tan evidente la presencia de los jóvenes como en aquellos años maravillosos.
Para el cine mexicano, los años sesenta fueron una década de crisis y renovaciones. La industria que había florecido durante la Segunda Guerra Mundial se encontraba estancada y era incapaz de enfrentar a cinematografías de otros países que la aventajaban, tanto en lo artístico como en lo comercial. Con las puertas de su sindicato de directores cada vez más cerradas, el cine mexicano comenzaba a envejecer, literal y metafóricamente.
El estancamiento de la industria aceleró la necesaria incorporación de talento joven a las filas creativas del cine en México. Condenada a morir si no encontraba nuevos rumbos, la industria fílmica nacional abrió sus puertas a un nuevo cine, producido y dirigido por jóvenes, que se demostraría como una alternativa fresca y más interesante que el realizado por los creadores de la era dorada. Pionero de esta generación del cambio fue el cineasta Luis Alcoriza, quien debutó como realizador al iniciar la década con un filme cuyo título resultaba ad-hoc para los nuevos tiempos: Los jóvenes (1960).
Gran amigo y frecuente colaborador de Luis Buñuel -particularmente reconocido por su trabajo en el guión de Los olvidados (1950)- Luis Alcoriza desarrolló una destacada carrera dentro de la cinematografía mexicana, como actor, guionista, director y figura emblemática de la transición entre el clasicismo de la época de oro y un cine más vanguardista, experimental y comprometido.
Nacido en el seno de una familia de actores teatrales que recorrió toda España, parte de África y Sudamérica presentando su espectáculo, Alcoriza llegó a México en 1940. En poco tiempo, el joven se incorporó al medio teatral mexicano, en el que destacó por sus interpretaciones en dramas de corte religioso, junto a actores de la talla de Enrique Rambal y las hermanas Blanch. La torre de los suplicios (1940) de Raphael J. Sevilla marcaría su debut en el medio cinematográfico, en el cuál se haría famoso interpretando a Cristo en filmes como María Magdalena (1945) de Miguel Contreras Torres.
Su matrimonio con la actriz, bailarina y escritora austríaca Janet Riesenfeld -conocida como Raquel Rojas en su faceta actoral y como Janet Alcoriza en su labor como guionista- se convirtió en una de las relaciones más duraderas, creativas y fructíferas del medio cinematográfico mexicano. Juntos, Janet y Luis, escribieron buena parte de los guiones mexicanos que se filmaron entre 1946 y 1960.
El guionismo fue la actividad que llevó a Luis Alcoriza a encontrarse con su paisano y tocayo Luis Buñuel. A partir de El gran calavera (1949), Alcoriza colaboró con Buñuel en diez ocasiones (El gran calavera, Los olvidados, La hija del engaño, El bruto, Él, La ilusión viaja en tranvía, El río y la muerte, La muerte en este jardín, Los olvidados, y El ángel exterminador), incluyendo la escritura en mancuerna de un guión que Buñuel no se atrevió a filmar: Si usted no puede, yo sí (1950).
Alcoriza también escribía los guiones de sus películas. Como mencionó alguna vez su amigo García Márquez: "Alcoriza es un escritor excelente, con una práctica cotidiana de cajero de banco, fue el escritor más inteligente de los primeros guiones para Luis Buñuel y, más tarde, lo haría para sus propias películas."
Como director, Luis Alcoriza recibió una gran influencia de cineastas mexicanos de la talla de Emilio Fernández y del mismo Buñuel. En su cine, Alcoriza proyectó una búsqueda del erotismo y la sexualidad a través del sarcasmo en una época de liberación. Aunque su ascendencia española siempre estuvo presente en su vida y obra, varias de sus cintas, como Tlayucan (1961), Tiburoneros (1962), Tarahumara (1964), Mecánica nacional (1971), Esperanza (1972) y Las fuerzas vivas (1975), exploraron la mexicanidad desde la óptica de alguien que llegó a conocer México mejor que muchos mexicanos.
En sus últimos años, decepcionado del medio fílmico mexicano y de muchos de sus amigos, Alcoriza regresó a España en dos ocasiones para filmar los que serían sus últimos filmes. Quienes lo conocían de cerca han señalado que a Luis Alcoriza siempre le pesó la sombra de Buñuel y que le amargaba darse cuenta que éste nunca reconoció el valor de su trabajo, o por lo menos no lo reconoció de la manera que él hubiese deseado.
Lo cierto es que la obra de Luis Alcoriza fue reconocida por el medio cinematográfico mexicano en varias ocasiones y que su legado fílmico es de un valor incalculable. Sin Luis Alcoriza, el cine mexicano se habría perdido de uno de sus talentos más agudos, ingeniosos y versátiles, de un cineasta que logró capturar la esencia de lo mexicano en las pantallas.

PD: Mi agradecimiento a el hijo bastardo por acordarse de Luis Alcoriza al realizar sus filmografías, sin lugar a dudas un director importante injustamente olvidado. (BillyFisher)De entre los realizadores más jóvenes que surgieron de la oleada de exiliados de 1939 hay que destacar, fundamentalmente, a Luis Alcoriza (1920-1992) y José Miguel García Ascot.
El primero había llegado a México procedente del Norte de África, donde se hallaba la compañía teatral de su familia. Allí debuta en el cine como actor, con un pequeño papel secundario en La torre de los suplicios (1940), de Raphael J. Sevilla, al que seguirán otros, hasta que en 1946, con El ahijado de la muerte de Norman Foster, empieza una nutrida carrera como guionista junto con su mujer, la actriz Raquel Rojas (que firmaba como Janet Alcoriza). Con El gran calavera (1949) –adaptación de una obra de Adolfo Torrado y donde Alcoriza interpreta, además, un pequeño papel-- empieza su colaboración con Buñuel que se prolongará durante los años siguientes: con él escribirá Los olvidados (1950), La hija del engaño (1951), El bruto (1952), Él (1952), El río y la muerte (1954), La mort dans ce jardin (1956), La fièvre monte à El Pao (Los ambiciosos, 1959) y El ángel exterminador (1962); también Si usted no puede, yo sí (1950), de Julián Soler.
En 1960, tras rechazar otros encargos, Alcoriza tiene la oportunidad de debutar en la dirección con Los jóvenes, sobre un guión escrito por él mismo. Años después el director iba a renegar de su opera prima, alterada por los cortes impuestos por la censura. Incidirá Alcoriza en el terreno del realismo social, aunque en tono de comedia, con Tlayucán (1961), premiada en los festivales de Karlovy Vary y San Francisco. Pero la película que le consagró –y, como él mismo ha reconocido, su preferida-- fue Tiburoneros (1962), triunfadora en el festival de Mar del Plata del año siguiente. Menos personales fueron sus siguientes trabajo, Sapho 63 (1963), sobre una obra de Alphonse Daudet, y en El gangster (1964). El interés de Alcoriza por las comunidades primitivas y su interés por la realidad mexicana quedará patente en Tarahumara (1964), en la que, también con un tratamiento próximo al documental, dirige su mirada sobre los indios de las montañas de Chihuahua, y a la que se concedió el Premio de la Crítica Internacional en el Festival de Cannes.
En 1966 rodó uno de los dos episodios –el otro lo dirigió Arturo Ripstein— de una coproducción mexico-brasileña titulada Juego peligroso, que tuvo gran éxito comercial. Inmediatamente después de estrenar La casa de cristal (1967) regresa Alcoriza por primera vez a España con la intención de dirigir, en colaboración con Ricardo Muñoz Suay, una versión de Divinas palabras de Valle-Inclán que no llegó nunca a la pantalla. Tras el fracaso del proyecto, regresará a México para rodar La puerta (1968) y una ambiciosa adaptación de la novela de José Lezama Lima, Paradiso (1969). Después de El muro de silencio (1971), que provocó un cierto escándalo al ser proyectada en la XX Semana Internacional de Cine de Valladolid, Alcoriza dirige una de sus películas más destacadas, Mecánica nacional (1971), considerada como una de las primeras del «Nuevo Cine Mexicano», a la que seguirá Un episodio de Fe, Esperanza y Caridad (1972). Con Gabriel García Márquez trabajó durante varios años en la escritura de Presagio (1974) que obtuvo una mención especial en el Festival de Cine de San Sebastián; a ésta seguirán Las fuerzas vivas (1975), A paso de cojo (1978), Semana Santa en Acapulco (1979), El amor es un juego extraño (1983), Terror y encajes negros (1984), Lo que importa es vivir (1985) y Día de difuntos (1987). En 1980, como se explica más adelante, regresó a España donde realizó un par de películas. Juan Rodríguez