Takashi Miike
Takashi Miike nació en Yao, una pequeña ciudad repleta de yakuzas a las afueras de Osaka, Japón, el 24 de Agosto de 1960, donde su familia llegó desde el lugar de nacimiento de su abuela, Kumamoto (Kyushu del Sur). Debido a los movimientos nómadas de su familia durante la Segunda Guerra Mundial, Miike pasó la mayor parte de su infancia yendo y viniendo de Osaka. Sus tempranos sueños de ser piloto de carreras, algo que le sigue apasionando, se tornaron en una irresistible pasión por el séptimo arte, incitando al futuro cineasta a estudiar dirección en la Academia de Artes Visuales de Yokohama. La Academia fue fundada por el maestro Shohei Imamura, de quien sería asistente de dirección en 1989 con la película “Black Rain” (“Kuroi Ame”). Este factor ayudó a Miike a enfocar su joven energía en un medio de gran alcance creativo. Se inspiró tanto en Bruce Lee como en Seijun Suzuki, aunque realmente el estilo de Miike viene más como resultado de no haber estudiado las reglas tradicionales de la dirección. No quería ni trabajar ni estudiar, pero el ingreso en la Academia de Artes Visuales lo logró gracias a que no había exámenes de ingreso en la misma, lo cual le permitió mudarse de la casa de sus padres, y dado que no quería trabajar y sabía que no podría entrar en la universidad, el estudiar en Yokohama era su única opción, brindándole la posibilidad de poner en espera su ingreso a la vida adulta.
Este prolífico y controversial cineasta, conocido como el Tarantino oriental, es capaz de crear sentimientos y sensaciones antagónicas en el espectador. No contando con apenas medios, Miike prefería a menudo rodar en 16 milímetros o vídeo digital donde su estilo "libre de formas" podía desenvolverse mejor. Su visión del cine más como adaptador que como autor, y su buena voluntad de cooperación, provocó que sus películas se convirtieran en entes propios en las que el resto de miembros del equipo podían aportar también su creatividad, dando lugar a algunas de las películas más dinámicas de la década pasada. Su negación a sucumbir a la tradicional tentación de producir una película que gustara a las masas también ha sido un factor determinante en el desarrollo de su peculiar estilo, aunque también es verdad que esa negación a doblarse a la estructura narrativa extensamente aceptada le ha ganado críticos implacables y una gran cantidad de fieles. Por todo esto, los críticos lo han encasillado frecuentemente como director de género, "su género", algo a lo que Miike se resiste prefiriendo no encasillar sus películas en un todo, ya que esto puede limitar su deseo de impactar al público. Las películas de Miike son criticadas especialmente por su violencia excesiva y gratuita, aunque el director se excusa en que la honradez inherente de esa violencia es más sincera que la “pastelosa” representación romántica de sus contemporáneos japoneses.

Miike es arriesgado y escabrosamente explícito, pero también sensible y acertadamente posmoderno, pues está despertando gran interés en nuestro país a pesar de las pocas oportunidades que se le presentan al público para poder ver alguna muestra de su obra, en la que prevalece por encima de todo la libertad de expresión. Es por eso que el estreno de “Audition” (“Odishon”, 1999) y la repercusión que ha tenido en diferentes medios gráficos hace pensar que sirva como disparador para la exhibición de otras de sus películas. La imposibilidad de poder conseguir ediciones en DVD de algunas de sus películas y de la poco probable posibilidad de que se editen en el país, hacen sin embargo que sean posibles obtenerlos por otros medios, como por ejemplo Internet. Sus dos películas más conocidas en Occidente, “Dead or Alive” y “Audition”, sorprendieron al público y a partir de ese momento comenzó a gestarse un fenómeno de dimensiones casi míticas alrededor de la figura de este director tan prolífico como singular. Las frases repetidas hasta el final giraban alrededor de dos puntos: el modo de trabajo de Miike, capaz de rodar cinco o seis películas por año sin perder un estándar de calidad que a ese ritmo parece muy difícil de sostener, y la extraña metamorfosis temática y estética que impregna casi todas sus películas, la sorpresa constante como moneda corriente: originalidad y fecundidad.

Su preferencia por rodar en 16 mm en vez de en 35 mm la ha expresado en numerosas ocasiones, ya que siente que sus trabajos en 16 mm son más apreciados alrededor del mundo. Otro aspecto interesante es la experimentación que realizó con vídeo digital iniciada con “Family” (2001) la cual fue rodada íntegramente con un equipo Sony VX 1000 de uso común. Parte de esta etapa de transgresión cinemática a través del DV tuvo su continuación en “Visitor Q” (Bizita Q, 2001), ya que las características del DV le permitían a Miike lograr imágenes que capturan la esencia de la normalidad de la vida diaria y además que en ese momento no disponía del presupuesto para una producción mayor. Además de varias adaptaciones de novelas y mangas para la pantalla, Miike ha realizado remakes de algunos filmes como su relectura del 2002 del violento falso documental de Kinji Fukasaku, “Graveyard of Honour” (“Jingi no hakaba”, 1975), un claro ejemplo del estilo adoptado por Fukasaku (predominante en sus filmes) donde los integrantes de la mafia se presentan más reales y con una concepción sin límites frente al concepto del yakuza más cercano al arquetipo del guerrero samurai bañado de honor y orgullo. Es interesante establecer la cercanía de los personajes de las películas de Miike con los de Fukasaku o los de Seijun Susuki, tomándolos en cierta forma como disparadores para comprender gran parte del cine de acción asiático de la actualidad. También ha participado como actor, desde una mínima participación en “Black Rain” de Imamura como un trabajador en una fabrica, hasta en sus películas como “Graveyard of Honour” (Shin Jingi No Hakaba, 2002) o “Agitator” (Araburu tamashii-tachi, 2001), la cual recibió excelentes críticas en el festival de Rotterdam. En la actualidad Miike se encuentra trabajando en Izo Izo (Izô: Kaosu mataha fujôri no kijin, 2004) que se estrenará este mismo año.
Muy pocas veces trabaja con proyectos suyos, pues generalmente es un director contratado, eligiendo únicamente los proyectos que le parecen más interesantes. Pueden ser pequeños programas de televisión, video o películas, pero los elige porque le atraen, dándoles posteriormente su propio estilo, o como él dice, destruyéndolos. El hecho de que siempre termine destruyendo lo que hace, destruyendo su propia narración, no es algo que elija hacer o que tenga analizado con mucha profundidad. Simplemente es algo que termina haciendo de un modo inconsciente. Segurament Miike improvisará en algunas escenas, pero esas improvisaciones terminan teniendo poco de aleatorio dentro de la película, donde encajan con gran simplicidad y elegancia. En un momento en que todos los directores se ufanan de su cinefilia, él prefiere hacer lo contrario, negarla, aunque su dominio del lenguaje cinematográfico lo desmienta.
Sitio web del cineasta: http://www.alu.ua.es/f/fjmt3/