
La atracción estética que tengo por este director es inversamente proporcional al rechazo que le destilo en el plano ideológico. Ahí va otra de sus películas, según muchos su obra magna
http://www.otrocampo.com/festivales/lac ... atica.htmlGatica el mono fue uno de los boxeadores argentinos más populares de los años cuarenta. Retratado desde su infancia en Buenos Aires hasta su éxito veinte años más tarde. Sus múltiples combates con famosos boxeadores y su dramático fracaso condicionado por los cambios políticos después de la muerte de Perón.
http://www.todo-argentina.net/historia/ ... atica.html
Extracto de la revista argentina Cinéfilo:
Gatica, el mono es un ejemplo de pasión por el cine,
hecha desde el exceso y la desmesura de un
verdadero artista que nunca cae en el ridículo. Sangre,
sudor, insultos, llantos, risas, golpes; todo está aquí y
todo está bien.
Gatica, el mono es, en definitiva, la obra más grande
del mejor director de la historia del cine argentino.
Una sola escena sirve para graficar estos conceptos y
para comprender el universo Favio en apenas veinte
minutos:
Gatica tiene que pelear por el título mundial contra el
norteamericano Ike Williams. Un cartel sobre fondo
negro indica que la narración se trasladó hasta Nueva
York. En su cuarto de hotel, el boxeador discute con un
periodista porque los diarios argentinos publicaron que
no se entrenaba y que llevaba mujeres a su habitación.
“Me quieren poner mal con el General. Dígale que al
negro se lo saco en el primer round”, dice el Mono y
otra vez Favio traza el paralelismo entre el box y la
política. El periodista se va y Gatica aprovecha para
hacer salir del balcón a una mujer desnuda que tenía
escondida. Corte.
Ya en el estadio, el presentador anuncia el combate. En
el momento en que comienza la pelea, Favio decide
alejar la cámara del ring y se traslada mediante un
travelling al lugar donde están ubicados los relatores de
distintos países. El locutor argentino habla de los
instantes previos a la pelea y mediante un paneo lateral
la cámara muestra a los locutores de otros países que
también los comentan en sus respectivos idiomas. De
fondo se puede oir la música que suena en el estadio.
Se escucha un timbre (ya es el tercer sonido que se oye
en el mismo momento) que indica el comienzo de la
pelea. Otra vez el paneo lateral pero hacia el lado
inverso del anterior vuelve a mostrar a los extranjeros
para fijarse finalmente en el locutor argentino que
empieza a relatar el match. Dos golpes de Gatica, uno
del norteamericano y fin del combate. La multitud grita
y tapa la voz del relator que dice claramente “cayó,
cayó Gatica”.
Corte directo. Un primer plano del norteamericano
golpeando a la cámara recrea el momento del final
del combate. Luego Gatica cae hacia atrás y el árbitro
finaliza el conteo -todo en ralentti-. El conteo se
interrumpe con una música que acompaña cada
momento triste de la película. Finalmente, en off, se
escucha a Gatica hablando acerca de las gallinas que
tiene en su casa de Buenos Aires. Corte.
Ya en Buenos Aires, el boxeador está con su mujer y su
mejor amigo en un comedor público al aire libre. Lo
rodea la miseria y la desolación. Sigue hablando de sus
gallinas, toma ginebra y no se preocupa por la lluvia.
Vuelve a su casa y maltrata a su esposa. A solas en su
habitación llora y se lamenta por la derrota. El silencio
de las escena sólo es interrumpido por el llanto de su
bebe. Al día siguiente la mujer le dice que lo
abandona y el se hace el desentendido: su orgullo le
impide pedir perdón y la deja ir. “Otra vez para hablar
con Gatica, pida audiencia”, le dice. Vuelve a sonar la
misma música de la derrota. Cuando el auto de la
mujer se aleja, el perro del boxeador lo sigue, pero otro
coche lo atropella. Gatica corre, insulta, llora. Abraza
al perro muerto y no puede dejar de llorar. Para él, es el
fin de una etapa. Corte.
Un noticiero de la época muestra al Mono entrenando,
queriendo, después de un tiempo, volver a su mejor
forma. En su cara se reconoce la imagen del rencor y
la agresividad de quien está herido, pero no se resigna
a morir.
Alrededor de 20 minutos le lleva a Leonardo Favio
plasmar en la pantalla un resumen del corazón
humano. Ahí están, intensamente representados, el
odio, el orgullo, la derrota, la mentira, el desprecio, la
caída y la redención final. Así, el director conjuga en
imágenes potentes y apasionadas el amor que siente
por cada una de sus criaturas. Como en todo el resto
de su infinita obra, sus personajes ponen el alma y el
cuerpo para trasmitir lo que les pasa.
En la escena previa a la pelea que podría cambiar
definitivamente su vida, Gatica miente y se deja tentar
por placeres que lo distraen de su preparación. Así
nunca podrá dejar de ser el chico pobre que peleaba
para poder comer, ni tampoco se convertirá en el
orgullo de su General.
En la pelea, resuelta de manera notable, Favio decide
alejarse del ring y de la mera anécdota deportiva.
Todos los que saben de boxeo, se acuerdan que el
combate duró un minuto, porque Gatica, agrandado
como era, le expuso la cara a su rival y no se protegió.
El director, sin hacer explícito ese hecho, lo narra a
través de los gestos del relator argentino que se
sorprende, porque era el Mono Gatica. ¿Cómo iba a
caer de entrada?, era imposible, el país se caía.
Entonces es mucho más gráfico y más dramático
pensar que la pelea duró un travelling, casi nada.
Y finalmente Favio vuelve al ring, mostrando al negro
que parece pegarle una piña al espectador y
“ralentizando” la caída de Gatica y la cuenta del
árbitro. Cuando volvemos en sí, Gatica está otra vez en
su mundo de miseria, del que no pudo escapar. Está
ahí, mojándose, emborrachándose y hablando...¡de
una gallina!. Y es dramático y angustiante, porque su
orgullo lo dejó literalmente en la lona, lo privó de ser El
Campeón. Más tarde llorará y puteará al negro que le
ganó, porque toma conciencia de que no puede
escapar de esa vida. Que las minas, la joda, el alcohol
y la plata que en un momento tuvo, era poco en
comparación de lo que pudo haber ganado.
En el final lo abandona la mujer y Gatica no le da la
más mínima importancia. Sólo se conmoverá hasta la
desesperación cuando se muere su perro. Y éste es el
único hecho que lo moviliza en serio durante los 20
minutos más intensos de la película. Tuvo en juego un
título mundial y lo perdió, lo abandonó la esposa y la
dejó ir, pero se le muere el perro y sufre: ese es José
María Gatica. Ese es el cine de Leonardo Favio