
"Fe y ambición" es un excelente trabajo periodístico de investigación, que analiza el auge y poder de los grupos cristianos conservadores en los Estados Unidos. Hace ya medio siglo que la derecha religiosa se impuso como objetivo prioritario que un correligionario suyo llegara a la presidencia del país norteamericano. Un objetivo logrado con la discutida victoria de George W. Bush en las elecciones presidenciales de 2000. El apoyo del movimiento cristiano Religious Right, con un cuerpo de votantes estimado en casi 60 millones de ciudadanos, fue clave en el triunfo del republicano Bush sobre el demócrata Al Gore.

"Millones de norteamericanos rezan cada día a Dios todopoderoso, en busca del camino correcto. Yo soy uno de ellos". Confesiones como estas de George W. Bush, recogidas en el documental, hacen que el actual presidente sea considerado por sus afines como "el evangélico número uno".

"Fe y ambición" traza el perfil de George W. Bush: sucesivamente pecador, mujeriego, alcohólico, creyente y presidente, desde el punto de vista de sus creencias religiosas, y de la influencia de éstas en las decisiones presidenciales, tanto en política interior (aborto, investigación con células madre, reproducción asistida, enseñanza religiosa en las escuelas, matrimonios homosexuales…) como exterior (declaración de la guerra al Eje del mal, su particular lucha contra el terrorismo internacional, quebrantando los derechos humanos…). Es la aventura evangélica de Bush, cristiano renacido, que declara haber encontrado a Dios gracias al poder de la oración. De hecho, obliga a rezar a sus ministros antes de cada reunión del Gobierno.
George W. Bush se dedicó a los negocios familiares del petróleo desde finales de los años setenta, actividad que simultaneaba con una vida licenciosa. Fue a los 40 años cuando dejó el alcohol por completo y empezó a ejercer de creyente. Un giro copernicano que le llevó, con el apoyo de los evangélicos, a ser gobernador. Y años más tarde a la Casa Blanca. Los ataques del 11-S significaron para el presidente Bush y sus seguidores evangélicos el comienzo de una guerra sin cuartel entre el bien y el mal. Bush no duda en definir esta lucha como una "cruzada que librará al mundo del mal". Los atentados terroristas le sirvieron de excusa para relanzar una política internacional belicista sin respeto a las decisiones de la comunidad internacional.

George W. Bush es considerado por los ultra conservadores evangélicos como uno de los suyos. Es más, le ven como el líder mundial que sabe que todo ser humano tiene predisposición al pecado y el mal reina hoy en el mundo. Y que la única manera de enfrentarse a esto es mantener el orden por medio de la tradición y la religión.
