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por Piripiflautico » Vie 05 Dic, 2008 04:05
La conspiración del pánico. Thriller de claros ecos hitchcockianos que constituye, sin miedo a exagerar, una de las películas más inverosímiles de la historia del cine. He leído que el proyecto estuvo en manos de Spielberg, quien al final se decidió por el otro running man de ciencia ficción que tenía disponible (Minority Report), y la verdad es que siempre sorprende ver lo diferentes que pueden llegar a ser productos como éste según si los dirige alguien con la sabiduría de Spielberg o por el contrario uno cualquiera de sus "negros".
Toda la película es un constante déjà vu al Hitchcock más surrealista (siendo Con la muerte en los talones la referencia más clara, aunque al final haya un homenaje obvio al concierto de El hombre que sabía demasiado), si bien aquí los responsables cometen el descomunal error de querer razonar el absurdo y tratar de justificar coherentemente la continua sucesión de disparates que es la película, apoyándose en este caso en un superordenador omnisciente y omnipotente que es como si fuese la mano visible del guionista en la película, en tanto que sirve para hacer que en cada momento ocurra lo más oportuno sin necesidad de ningún tipo de justificación. Pero más inverosímil todavía (si tal cosa era posible) es el modo en que se pretende dotar a la máquina de un carácter humano, convertirla en un villano psicópata de tres al cuarto que habla como si fuese una persona normal y hace unos razonamientos que, por su puerilidad, harían sonrojarse a cualquier adulto. Lejos queda el referente clásico de inteligencia artificial dotada de consciencia (el HAL de 2001, que pese a todo es referencia inevitable en la película -véase la eterna lucecita roja que sirve de "ojo" a la máquina-), y eso ya sin entrar a considerar siquiera momentos tan pedestres como los enfrentamientos cuerpo a cuerpo entre la máquina y los humanos (sí, sí, no bromeo, el cacharro llega a golpear a personas usando brazos mecánicos o mismamente esa bola de discoteca setentera que le sirve de cabeza).
Aparte de todo esto, la película revisita la manida idea de que la obsesión por la seguridad puede llevar a una peligrosa supresión de libertades, pero lo hace del modo casi contradictorio al que nos tienen acostumbrados tantas películas hollywoodienses "con mensaje". Para empezar porque no hay Dios que se crea que lo narrado en la película podría realmente ocurrir en los próximos 100 o 200 años, pero sobre todo porque el peligro que se nos presenta no es la supresión de libertades en sí, sino el mal uso que un villano podría hacer de ello (como si lo primero no fuese ya algo malo). Por eso, aunque la intención didáctica de la película llegue a ser obvia al final (uno de los personajes pronuncia textualmente el típico discursillo de mitin demócrata con palabras que parecen sacadas del libro de Educación para la ciudadanía), me parece una película bastante roma e inofensiva en ese sentido.
La ola. Es interesante aunque desde luego demasiado didáctica y efectista. Me gusta más cómo está reflejado el efecto del experimento en los pequeños detalles, los que se enmarcan dentro de la cotidianeidad de la vida estudiantil, que la extrapolación de esos comportamientos a una sociedad entera y en concreto a la Alemania de los años 30. Dentro del grupo de alumnos utilizado para el experimento están representadas varias de las respuestas posibles al fenómeno: los desamparados que se unen porque el sentimiento de pertenencia a un grupo les hace sentirse apreciados (chicos con problemas familiares, etc), los apáticos que simplemente se dejan llevar por la corriente, los que no creen verdaderamente en "la ola" pero ven la oportunidad de usarla para sacar provecho de los demás, los que se rebelan y tratan de oponerse ya sea denunciando la situación o incluso manipulando la verdad para conseguir un mayor efecto, etc. Son todos apuntes interesantes, pero es en esa intención de representar "la" sociedad y en lo claramente que se llegan a mostrar los esterotipos donde la película cojea, quizás porque 100 minutos de película (una semana, en la ficción) no bastaban para mostrar el cambio producido en los alumnos de un modo todo lo paulatino que hubiera sido deseable. Hubiera sido un material bastante más apropiado para una serie o una miniserie.
También es interesante el modo en que se relaciona el fascismo con otros conceptos que nos resultan mucho más cercanos, como por ejemplo el deporte o el nacionalismo. Varias veces se habla en la película de cómo, con el pretexto del deporte, se usan los símbolos comunes para crear un sentimiento de unidad, ya sea a nivel nacional como en el mundial de Alemania o a nivel local con la competición de waterpolo. El propio profesor crea ese sentimiento en sus alumnos y luego lo usa para pedirles que vayan en masa a apoyar al equipo que él entrena, lo que eventualmente desemboca también en el odio al rival, el enfrentamiento, etc. Uno de los jugadores lo resume muy bien después: hubo una pelea y dos de los jugadores casi se matan, peeeero el pabellón nunca había estado tan lleno ni el equipo local había gozado de tanto apoyo.
La extraña que hay en ti. Película interesante que recupera el fenómeno de aquellos subproductos en los que Charles Bronson salía por las noches "a limpiar las calles", solo que realizada esta vez con bastante más empaque y por un gran estudio, lo que la hace si cabe más repugnante ideológicamente.
Como tantas películas de Hollywood, de lo que trata La extraña que hay en ti es de justificar el ojo por ojo, de enseñar a los espectadores que el fin justifica los medios y que la violencia de los buenos es buena y la de los malos es mala, ya sea a nivel internacional (con los Schwarzeneggers o Stallones de turno) o a nivel local, como en esta película. Claro que, en ambos casos, los actos violentos del mundo real no suelen albergar tras ellos excusas tan enternecedoras ni motivos tan "comprensibles" como el que aquí se nos presenta, la represalia por el asesinato de un hombre inocente...e inmigrante, por cierto, en un alarde de corrección política destinado a disfrazar el hecho de que el odio de la película vaya dirigido contra ese estereotipo de la inmigración/minoría étnica mala que viene a robar, que mata a cualquiera que le tosa encima, etc.
El primer acto es el principio del truco: un asesinato cruel, arbitrario e irracional que predispone a cualquier espectador contra los criminales y le prepara para aceptar la ola de sangrienta venganza que va a venir después. Y el caso es que por un momento la película recuerda a Taxi Driver: mientras que en aquélla el protagonista era un loco que llevaba a las últimas consecuencias su resentimiento contra el resto del mundo, aquí Jodie Foster es una mujer que a causa de su trauma y de su miedo se vuelve incapaz de reaccionar ante los demás como una persona civilizada (siendo ambos personajes unos "locos", en definitiva). Eso se muestra perfectamente en el segundo asesinato, el más absurdo de todos, en el que una mínima provocación desemboca en un brutal doble homicidio sin sentido. El problema es que lo que hasta ese momento podía pasar por enajenación, por un reflejo de su desequilibrio mental, se convierte entonces en una ola de justicia callejera en la que se pretende justificar y hasta validar el comportamiento de la protagonista. En particular en un vergonzoso final en el que el propio policia que la ha estado persiguiendo le presta un arma para que pueda ajusticiar a sangre fría al último de los latin kings y posteriormente marcharse tan tranquila, a pesar de que por el camino se ha cargado a toda una serie de personas que no tenían nada que ver con su venganza (¡y eso incluso asumiendo que su venganza fuese aceptable, que ya es una barbaridad!)..
Es una pena, porque, aparte de su buena factura, durante muchos minutos la película parece una reflexión interesante sobre el uso de la violencia (los críticos de EEUU relacionaron a la protagonista traumatizada con la igualmente perturbada sociedad americana post 11-S), pero al final acaba siendo algo más del estilo "justicia infinita".