Haga usted su propia película de Bergman

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Cirlot
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Mensaje por Cirlot » Mar 07 Jun, 2005 17:01

Morrissey21 escribió:Déjame dudar de que Woody Allen esté a la altura de Bergman. :twisted:
Estoy de acuerdo con éso: Woody Allen es un director mucho más inteligente que Bergman y su cine mucho más importante (el cine de Bergman es completamente irrelevante, en el mejor de los casos).

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pickpocket
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Mensaje por pickpocket » Mar 07 Jun, 2005 17:03

bscout, casi que que no hablaba de Bergman.

Un saludo :wink:

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Ottto
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Mensaje por Ottto » Vie 10 Jun, 2005 14:04

Habla Woody Allen, sobre Bergman y "La linterna mágica":
¡La voz del genio! "Día tras día me llevaban o me arrastraban, gritando de angustia, al colegio. Vomitaba encima de cualquier cosa, desfallecía y perdía el sentido del equilibrio". Sobre su madre: "Intenté abrazarla y besarla, pero me apartó con una bofetada". Sobre su padre: "Las palizas brutales eran su argumento favorito". "Me pegó, y yo le devolví el golpe. Se tambaleó, y acabó sentado en el suelo". "Llevaron a mi padre al hospital, para operarle de un tumor maligno en el esófago. Mi madre quería que yo fuese a visitarle. Le contesté que no tenía tiempo ni ganas". Sobre su hermano: "Mi hermano tenía escarlatina... (naturalmente, yo esperaba que se muriera. La enfermedad era peligrosa en aquellos días)". "Cuando mi hermano abrió la puerta, le golpeé con la garrafa en la cabeza. La garrafa se hizo añicos y mi hermano se desplomó mientras la sangre manaba por la herida. Alrededor de un mes más tarde, me agredió sin previo aviso, y me tumbó dos dientes. Respondí pegándole fuego a la cama mientras dormía". Sobre su hermana: "Mi hermano mayor y yo, normalmente enemigos mortales, hacíamos las paces y tramábamos planes para asesinar a ese diablillo repulsivo". Sobre él mismo: "Una o dos veces en mi vida he acariciado la idea de suicidarme".
Un entorno religioso: "La mayor parte de nuestra educación se basaba en conceptos tales como el pecado, la confesión, el castigo, el perdón y la gracia. Este hecho bien pudo contribuir a nuestra sorprendente aceptación del nazismo". Y finalmente, una evaluación de la vida: "Se nace sin objeto, se vive sin sentido... Y al morir, no queda nada".
Con esos antecedentes uno tiene que ser un genio. O eso, o hacer muecas en una celda cerrada a cal y canto y con paredes almohadilladas con cargo al Estado. No me inspiraban motivos precisamente nobles cuando vi mi primera película de Ingmar Bergman. Los hechos fueron así: yo era un adolescente que vivía en Brooklyn, y corrió la voz de que iban a dar en un cine del barrio una película sueca, donde una muchacha se bañaba completamente desnuda. Raras veces he pasado la noche en la calle para ser el primero en la cola de una película, pero cuando Un verano con Mónica se estrenó en el cine Jewel, en Flatbush, un chico pelirrojo con gafas de negra montura fue visto atropellando a ciudadanos respetables en su afán por conseguir la butaca más selecta y discreta.
Yo no sabía quién era el director de la película, ni me importaba, ni tenía sensibilidad entonces para apreciar su fuerza: la ironía, las tensiones, el estilo expresionista alemán con su poética fotografía en blanco y negro y los toques eróticos sadomasoquistas. Yo salí pensando únicamente en el momento en que Harriet Andersson se quita la ropa, y aunque era mi primer contacto con un director que acabaría considerando con fervor como el mejor de todos, no lo comprendí entonces. Hasta que unos pocos años más tarde, en busca de algo más estimulante que una tarde de minigolf, la chica con que me había citado y yo fuimos paseando para ver una película titulada Noche de circo. Yo era un poco mayor y empezaba a sentir un más amplio interés por el cine, y la experiencia fue decididamente más profunda esta vez. El cine alemán seguía siendo su influencia principal y había una paliza tremenda, sádica en el clímax; aunque el argumento no estaba del todo centrado, la película había sido dirigida con tan inmenso talento, que estuve en vilo en mi butaca hora y media, con los ojos como platos. Realmente, la secuencia en la que Frost, el payaso, va a buscar a su casquivana esposa, que chapotea desnuda en el agua para divertir a unos cuantos soldados, era tan magistral en su planificación, ritmo de montaje e inspirada evocación de la humillación y el dolor, que había que retroceder hasta Eisenstein para hallar una fuerza cinematográfica comparable. Esta vez, desde luego, anoté el nombre del director, que era sueco y que, como me pasaba siempre entonces, archivé y olvidé.
Hacia fines de los cincuenta, cuando llevé a la que era mi mujer entonces a ver una película muy comentada y con el título no muy prometedor de Wild Strawberries (Fresas salvajes), comenzó lo que se convertiría en una adicción de por vida a las películas de Ingmar Bergman. Todavía me acuerdo que la vi con la boca seca y el corazón latiendo con fuerza desde la primera y misteriosa secuencia inicial del sueño hasta el sereno primer plano final. ¿Quién podría olvidar tales imágenes? El reloj sin agujas. El carruaje tirado por un caballo que se atasca. El sol cegador y el rostro del viejo arrastrado al ataúd por su propio cadáver. Evidentemente, había ahí un maestro con un estilo inspirado y personal; un artista de profunda inquietud e intelecto, cuyas películas se revelarían a la altura de la gran literatura europea. Poco después vi El mago, una audaz dramatización en blanco y negro de ciertas ideas de Kierkegaard presentadas como un cuento de ocultismo, potenciadas por una cámara hipnótica, original, cuyo estilo hallaría su crescendo años más tarde en la onírica Gritos y susurros. La referencia a Kierkegaard no acarrea que la película sea árida o didáctica en exceso. Tengan la plena seguridad, por favor, de que El mago, como la mayoría de las películas de Bergman, posee un brillante sentido del espectáculo.
Porque, además de todo eso -y quizá lo más importante-, Bergman sabe entretener, es un gran narrador de historias que jamás pierde de vista un hecho: sean cuales fuesen las ideas que desea comunicar, las películas tienen que emocionar al público. Su teatralidad es realmente inspirada, e imaginativo su empleo de la iluminación gótica, pasada de moda, y de las elegantes composiciones. El exagerado surrealismo de sueño y símbolos, el montaje inicial de Persona, la cena de La hora del lobo, y en La pasión de Ana, el descaro de parar a intervalos el absorbente relato, para que los actores expliquen al público lo que intentan expresar, constituyen momentos de gran espectáculo.
El séptimo sello fue siempre mi película favorita, y me acuerdo de cuando la vi, con no mucho público, en el viejo cine New Yorker. ¿Quién podría imaginar que un tema semejante pudiese proporcionar una tan agradable experiencia? Si tuviese que explicar el argumento, para convencer a un amigo de que la viese conmigo, ¿qué podría yo decir? "Bueno, transcurre en una Suecia medieval azotada por la peste y explora los límites de la fe y de la razón a partir de conceptos filosóficos daneses y hasta cierto punto alemanes". Eso no guarda gran relación con lo que se entiende por pasar un rato divertido, pero está todo contado con imaginación, suspenso y olfato tan pasmosos, que uno se queda clavado como un niño oyendo un desgarrador cuento de hadas. La negra silueta de la Muerte aparece de pronto en una playa, y el Caballero de la Razón la desafía a una partida de ajedrez, intentando ganar tiempo y descubrir algún sentido en la vida. La fábula arranca y se despliega con siniestra inevitabilidad. ¡Y las imágenes, una vez más, quitan el aliento!: los flagelantes, la quema de la bruja (digna de Carl Dreyer), y el final, con la Muerte que conduce el baile de los condenados al infierno, en uno de los planos más memorables de todos los tiempos.
Bergman es prolífico, y las películas que siguieron a sus primeras obras han sido ricas y variadas, conforme sus obsesiones se desplazaron del silencio de Dios a las torturadas relaciones de almas llenas de angustia que tratan de comprender sus sentimientos (en realidad, las películas descritas no son exactamente las primeras, sino obras medias, porque había dirigido algunas películas, desconocidas hasta que su estilo y reputación fueron generalmente reconocidos. Estas primeras películas son muy buenas, pero sorprendentemente convencionales, sabiendo adónde irían a parar). En los cincuenta había asimilado sus influencias, mientras que su genio se afirmaba. Los alemanes todavía le impresionaban. Yo veo a Fritz Lang en su obra, y a Carl Dreyer, el danés. Y también a Chéjov, Strindberg y Kafka. Yo divido sus películas entre las que son sencillamente soberbias (Detrás de un vidrio oscuro, Luz de invierno, El silencio, El manatial de la doncella, La pasión de Ana, por citar algunas) y las obras maestras verdaderamente notables (Persona, Gritos y susurros y Escenas de la vida conyugal), junto con otras que había visto antes. Hay también películas atípicas como Vergüenza y Fanny y Alexander, que proporcionan sus propios placeres particulares, e incluso algún traspié ocasional como El huevo de la serpiente o Cara a cara.
Pero hasta en los experimentos menos afortunados de Bergman hay instantes memorables. Ejemplos: el sonido de una sierra fuera de la ventana durante una escena íntima entre los amantes adúlteros en El toque, y el momento en que Ingrid Bergman enseña a su patética hija cómo debe interpretarse al piano cierto preludio en Sonata de otoño. Sus fracasos son con frecuencia más interesantes que los logros de otros. Y pienso ahora en De la vida de las marionetas y Después del ensayo.
Una digresión sobre el estilo. El ámbito predominante en las películas acostumbraba a ser el mundo físico, externo. Sin duda, así ha sido durante años. Ahí están las películas cómicas y los westerns, y las películas de guerra, y las de persecución, y las películas de gángsters, y las películas musicales, para atestiguarlo. Pero, al afirmarse la revolución freudiana, el ámbito más fascinante del cine derivó hacia lo interior, y las películas se encontraron con un problema. La psique no es visible. ¿Y qué hay que hacer cuando las batallas más interesantes se libran en el corazón y en la mente? Bergman desarrolló un estilo para abordar el interior del hombre, y es el único director que ha explorado los campos de batalla del alma hasta el último confín. Impunemente, ha escrutado con su cámara los rostros hasta perder la conciencia del tiempo, mientras sus actores y actrices lidiaban con su propia angustia. Y veías grandes interpretaciones en tremendos primeros planos que duraban mucho más tiempo del que los libros de texto consideran conveniente para el arte del cine. Los rostros lo son todo para Bergman. Primeros planos. Más primeros planos. Extremados primeros planos. Creó sueños y fantasías, para combinarlos con tanta delicadeza con la realidad, que gradualmente un cierto sentido de la interioridad humana salió a la superficie. Y empleó enormes silencios con increíble eficacia. El territorio de las películas de Bergman es diferente del de sus contemporáneos. Hace juego con las playas desoladas de la isla rocosa donde habita. Ha encontrado un medio para mostrar el paisaje del alma. (Ha dicho que ve el alma como una membrana, una membrana roja, y así la mostró en Gritos y susurros). Al rechazar la norma de acción convencional establecida en el cine, ha permitido que en el interior de los personajes bramen guerras tan agudamente visuales como los movimientos de un ejército. Vean Persona.
Por si esto fuera poco, damas y caballeros, Bergman es un director barato. Es rápido, sus películas cuestan poco y su minúscula banda de colaboradores es capaz de completar una verdadera obra de arte en la mitad del tiempo y por una décima parte del dinero que muchos dilapidarían en un suntuoso desperdicio de celuloide. Y, además, escribe los guiones él solito. ¿Qué más se puede pedir? Significado, profundidad, estilo, imágenes, belleza visual, tensión, instinto narrativo, rapidez, economía, fecundidad, innovación, una dirección de actores sin par. A todo eso me refiero cuando digo que es el mejor. Tal vez otros directores le superan en áreas aisladas, pero nadie es un artista tan completo como él.
De acuerdo, volvamos a La linterna mágica, su libro. Habla mucho de problemas del estómago. Pero es interesante. Es informal, anecdótico. No es cronológico, como se supone que debería ser la historia de la vida de uno. No se monta una saga acerca de cómo empezó y, poco a poco, dominó el teatro y el cine de Suecia. La narración da saltos, hacia adelante y hacia atrás, aparentemente a capricho de la inspiración del autor. Contiene extrañas anécdotas y sentimientos tristes. Una extraña anécdota: de niño se quedó encerrado en un depósito de cadáveres, donde le fascinó el cuerpo desnudo de una muchacha. Un sentimiento triste: "Mi mujer y yo vivimos muy próximos. Uno de los dos piensa, y el otro responde, o al revés. No sé cómo definir nuestra afinidad. Pero un problema es insoluble. Algún día un golpe caerá para separarnos. Y ningún dios afable nos convertirá en árboles que den sombra a la granja". Omite cosas que uno creía que iba a considerar. Sus películas, por ejemplo. Bueno, tal vez no las omita exactamente, pero dice mucho menos de lo que cabía esperar, considerando que ha hecho más de cuarenta. Tampoco se habla mucho de sus esposas en este libro. Las ha tenido en abundancia (y montones de hijos también, aunque apenas se les mencione). Entre ellas está Liv Ullmann, que vivió años a su lado, fue la madre de algunos de sus hijos, y una gran estrella en sus películas. Tampoco se dice mucho sobre los actores y las actrices de sus películas.
¿Y qué hay entonces? Pues hay muchas revelaciones apasionantes, pero sobre su infancia en la mayor parte. Y sobre su trabajo en el teatro. Detalle interesante, dibuja cada escena antes de ensayarla. Y hay un relato emocionante de cómo dirigía a Anders Ek, un actor en varias de sus películas, enfermo de leucemia y que utilizaba su miedo a la muerte próxima para interpretar un personaje de Strindberg. Bergman adora el teatro. Es su verdadera familia. De hecho, la cálida, entrañable familia de Fanny y Alexander nunca existió en la realidad, es un símbolo del teatro. (Eso no está en el libro, pero lo sé). Bergman habla también de sus enfermedades: "He padecido varias dolencias indefinibles, y no puedo decir a ciencia cierta si deseaba sobrevivir o no". Y sobre sus funciones corporales: "En todos los teatros donde he trabajado un cierto tiempo, he tenido siempre mi propio retrete".
Su crisis mayor también está aquí, el escándalo de los impuestos. Uno se queda hipnotizado leyendo su recuento. En 1976, Bergman fue groseramente sacado de un ensayo y llevado a la jefatura de policía para declarar sobre el dinero que debía al gobierno, porque su declaración de renta era incorrecta. Eso es algo que puede pasar cuando uno recurre a un gestor de impuestos, presume que él se encargará de todo estupenda y abiertamente, y descubre luego que, confiadamente, ha firmado papeles sin entenderlos, o siquiera leerlos. La cuestión está en que Bergman era inocente de la acusación de fraude premeditado, pero la hacienda sueca no impidió que las autoridades le trataran de forma desabrida y cerril. El resultado fue una depresión nerviosa, una hospitalización y un exilio autoimpuesto en Alemania, entre sentimientos de rabia y profunda humillación.
En fin, la imagen que uno saca es la de una personalidad altamente emotiva, no fácilmente adaptable a la vida en este mundo frío y cruel, pero muy profesional y productiva, y desde luego un genio del arte dramático. A juzgar por la traducción, Bergman escribe muy bien y, con frecuencia, sus descripciones atrapan y emocionan. Yo devoré cada página, pero no se me puede hacer demasiado caso, porque siento el mayor interés hacia este artista particular. Se me hace difícil creer que ha cumplido ya los 70 años. En su libro recuerda que, cuando tenía diez años, le regalaron una linterna mágica, que proyectaba sombras en la pared. Eso despertó en él una pasión amorosa por el cine, conmovedora en la intensidad de su sentimiento. Ahora que su fama es mundial y ya no hace más películas, escribe lo siguiente: "La butaca es cómoda, la habitación acogedora, se hace la oscuridad y las primeras imágenes tiemblan en la pantalla blanca. Todo está en calma, el proyector susurra débilmente en la insonorizada sala de proyección. Las sombras se mueven, vuelven sus rostros hacia mí, quieren que preste atención a sus destinos. Han pasado sesenta años, pero la emoción sigue siendo la misma".

Bresson
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para algunos manchas, para algunos puertas

Mensaje por Bresson » Vie 10 Jun, 2005 15:24

elnukleo escribió:... Es como decir que un cuadro de Mondrian son 4 colores básicos y cuadrados... coge unas líneas negras y ya tienes el cuadro pintado.
Es que para algunos los colos basicos y cuadrados serán para muchos solo manchas (por mas bien delineaditos que esten los cuadrados) :lol:

De la misma manera los cuadrados y "colores basicos" de bergman son para mi y muchos otros puertas para reflexion sobre el arte del cine o la vida misma (que a finales de cuenta estan hechas de la misma materia 8O ).

Lo simpatico es que le articulo como ya se dijo cuasa gracia hasta a los admiradores de bergman.

Me parece mas iportante, casi urgente, indagar en el por qué de esto. 8)

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pepe0008
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Mensaje por pepe0008 » Vie 12 Ago, 2005 07:52

Cirlot escribió:el cine de Bergman es completamente irrelevante, en el mejor de los casos
Qué despropósito, por dios. Una cosa es que guste o no, otra afirmar lo que pone arriba.

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Wagnerian
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Mensaje por Wagnerian » Vie 12 Ago, 2005 08:48

No se que tiene Bergman que desata tantas iras, porque el asunto se podria aplicar a casi cualquier cineasta. Lo que seria loable decir es como se hacia una pelicula de Bergman antes de que existiera Bergman.
Si Bergman tiene un caracter propio es porque crea (como cualquier otro cineasta, otra vez).
Asi que lo interesante seria que hicieran una plantilla de las peliculas que hara "Peter Mayali", el gran genio cinematografico que realizara su primera pelicula en 2013, y cuyas peliculas tendran una marcado estilo personal.
Y que ademas, la clavaran...
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Vertigo
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Mensaje por Vertigo » Vie 12 Ago, 2005 12:24

Es normal que exista un rechazo a aquellos autores considerados indiscutibles, sobre todo por parte de cinéfilos jóvenes que se tienen que tragar de buenas a primeras las filmografías completas de autores como Bergman, Buñuel, Fellini o Antonioni. Y hay obras maestras que son una verdadera lata, o que sólo las aprecias en su verdadero valor, al cabo del tiempo. La Aventura, por ejemplo, se me atragantó durante muchos años y ahora es una de mis películas preferidas

Yo aprovecharía este hilo para recomendar la descarga de las versiones íntegras de Fanny y Alexander y Secretos de un matrimonio a los que no las hayan visto. Y para el que no conozca nada del maestro sueco, no estaría mal comenzar viendo El manantial de la doncella.

Por cierto, me ha gustado la satira que cita Guantemano al principio del hilo. Al menos ha motivado una sana discusión.

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Evohe
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Mensaje por Evohe » Mar 16 Ago, 2005 10:31

Jajajjaja, vaya, que buena puntada, Bergman es uno de mis cieneastas favoritos y sin embrago me entretuvo bastante este post. Por que ademas ¡Es cierto! (Más por mucha plantilla, creanme, el talento no se copia: se desarrolla)

:D

Graxx, y nota: Mentira que los seguidores I. B. no tiene humor. Si lo tenemos: pero no recordamos dónde :D :D :D

draculax
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Mensaje por draculax » Jue 09 Mar, 2006 22:20

Bueno resucito este post, que como amante de Bergman he podido disfrutar. Seguramente por aquellas representaciones de los típicos enigmas de la humanidad es que nosotros tanto queremos sus películas y muchos otros las rechazan... :wink:
"Aventurero es aquel que hace las aventuras, no aquel a quien las aventuras le suceden"

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Evohe
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Mensaje por Evohe » Vie 10 Mar, 2006 04:34

Pues esperemos a ver que mas dicen de esto... ya lo habia olvidado... jo,, me he vuelto a reir.... :p

guantemano
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Mensaje por guantemano » Vie 10 Mar, 2006 06:37

Vertigo escribió:Es normal que exista un rechazo a aquellos autores considerados indiscutibles, sobre todo por parte de cinéfilos jóvenes que se tienen que tragar de buenas a primeras las filmografías completas de autores como Bergman, Buñuel, Fellini o Antonioni. Y hay obras maestras que son una verdadera lata, o que sólo las aprecias en su verdadero valor, al cabo del tiempo. La Aventura, por ejemplo, se me atragantó durante muchos años y ahora es una de mis películas preferidas
Claro, aquellos que no apreciamos el supuesto arte de Bergman somos cinéfilos de nivel bajo, jovencitos sin criterio propio que se enfrentan a la genialidad pura y no la soportan. Claro. Menos mal que disponemos para nuestro desarrollo vital de las sabias y mesuradas opiniones de aquellos otros, más expertos, más inteligentes, más hechosyderechos, auténticos próceres del buen gusto, iluminarias que nos muestran lo equivocado de nuestro sesgado camino reconduciéndonos a las baldosas amarillas que llevan a la Sabiduría.

Si no fueran las y seis y media de un viernes y acabase de llegar a casa con un trompazo de aúpa y cierto gusto metálico en la garganta, hasta me ofendería.
Vertigo escribió:Yo aprovecharía este hilo para recomendar la descarga de las versiones íntegras de Fanny y Alexander y Secretos de un matrimonio a los que no las hayan visto.
En el caso de que alguien quiera llegar a esos extremos, yo recomendaría una bala en la sien: más rápido y menos doloroso :mrgreen:

Taluego
Non domandarci la formula che mondi possa aprirti,
sì qualche storta sillaba e secca come un ramo.
Codesto solo oggi possiamo dirti,
ciò che non siamo, ciò che non vogliamo

Eugenio Montale

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Evohe
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Mensaje por Evohe » Vie 10 Mar, 2006 06:54

Usted lo ha dicho... es un ignorante... Naaaaaaaaaaaaaa, no es verdad.
:P

Ese tipo de posturas radicales no dejan nada. Vamos, cada cual tiene su propio gusto. Por ejemplo: Hay quien considera tb las peliculas de Kieslovsky un tablazo para dormir. Hay quien no. Hay quien gusta de Borges y no de Cortazar. Hay quienes disfrutamos de ambos. Puede no gustarte su cine y nada tiene que ver con tu capacidad de entendimento o tu sensibilidad. Es sólo gusto estetico... a mi no me haces ver una pelicula de "La india Maria" o de "Capulina", y mira que fueron iconos populares en México... y aunque algunos lo encuentren criticable estoy en mi derecho de no gustarme... Es lo mismo.... Si alguien trata de hacerte menos, el ignorante sera esa persona. Repito: Cada quien su gusto estetico.

Saludos.

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Re: Haga usted su propia película de Bergman

Mensaje por Pierino » Vie 10 Mar, 2006 11:45

guantemano escribió: Una vez viciado de esa ralentización de la vida social, ya puede empezar a sentar las bases para conseguir un film bergmaniano al cien por cien:

1) Contrate a una actriz nórdica, guapita, rubia y con el pelo cortito, como si fuera un chico.

2) Busque, como oponente de ella, a un tipo alto, delgado, igualmente rubio y nórdico, con un rostro de lo más común, aunque siempre ha de dar la impresión, a través de su agrietada expresión facial, de sufrir de colitis permanente. En su defecto, puede optar por otra chica de iguales características a la primera y que, al igual que el sujeto anterior, ha de tener problemas con la ligereza de sus continuas y fluidas visitas al excusado.3) En el caso de optar por la pareja heterosexual estándar, conviértalos en matrimonio. Han de residir en un piso de unos 100 metros cuadrados. No es necesario que hablen. Eso sí, han de mirarse profundamente a los ojos, el uno al otro, durante muchos minutos, hasta lograr que el espectador medio acabe hasta los cojones de tanto silencio y tantas miradas.

4) En el caso de haber elegido a las dos féminas, conviértalas en lesbianas torturadas. Deben compartir un apartamento similar al del matrimonio del punto 3 y, al igual que estos, han de mirarse profundamente a los ojos, sin mediar palabra entre ellas.

5) Tanto en el supuesto del matrimonio como en el de la pareja lesbiana, ha de finalizar todas las escenas de largas miradas (unas 28 o 30 en toda el metraje), enfocando, durante un minuto entero, a un viejo reloj de pared, resaltando, a través de la banda sonora, el agobiante tic-tac del mismo. Eso causa un efecto sorpresivo en el snob de turno, el cual acabará descubriendo en ese plano impensadas metáforas con relación al concepto espacio-tiempo.

6) Sin venir a cuento de nada, es menester que cualquiera de las rubitas nórdicas protagonistas muestre uno de sus pezones. Si tan sólo enseña medio pezón y de manera rauda, mejor que mejor. Y tras ese pequeño retazo de sexualidad, un poco más de reloj no iría nada mal.

7) Fotografíe la película en blanco y negro, con una iluminación exageradamente tenue y, a poder ser, con mucho grano en la irregular definición de su imagen. Si opta por el color, dote a éste de una tonalidad irritantemente sepia y, al mismo tiempo, conserve cierta penumbra en su iluminación.

8 ) Demuestre, sólo con las miradas, que esa pareja (el matrimonio o bien las lesbianas) está pasando por una grave crisis sentimental. No exponga jamás los motivos de la misma, deje que el espectador barrunte por su propia cuenta.

9) No han de salir jamás de casa y, si lo hacen, que sea para acudir al entierro de un anciano y solitario coleccionista de sellos o, en su defecto, al de un librero aficionado a atesorar las primeras ediciones de toda la obra de Steinbeck (jamás de Nietzche o Kikegard, pues se les vería demasiado el plumero).

10) Tras el funeral, ha de mostrar, durante un par de minutos y en plano fijo, a cualquiera de los siguientes motivos: un canario, un sillón de estilo rococó, un cuadro con el retrato de un bucanero o un niño orinando sobre un muñeco de nieve. No intente poner todos esos conceptos juntos, pues le daría demasiado empaque a la película y eso sería dañino para su morosidad narrativa.

11) Uno de los dos personajes, a ser posible la mujer (en el caso de la pareja heterosexual), ha de pasarse, como mínimo, quince minutos mirando a través de una ventana. Esa escena ha de estar adornada con el desafinado sonido de un piano minimalista. Eso, les aseguro que causa un efecto de los que te cagas encima. Si remata ese momento con el infinito plano del reloj de pared, está apuntando a que algunos sabios califiquen su trabajo de obra maestra.

12) Uno de los dos miembros de la pareja (a ser posible el hombre o, en su defecto, la lesbiana dominante) ha de esconder un trauma infantil de armas tomar. No ha de quedar en absoluto clarificado para el público, aunque se puede recurrir a un flash-back un tanto desenfocado en el que se muestre, durante unos 5 minutos, a un niño de unos 8 años jugando (a cámara lenta) con un gato, una tortuga, una figura minúscula de un pastorcillo y un barquito de papel. Ello dará un toque inquietante a la historia, siempre y cuando también asome la cabeza de un sacerdote por detrás de un abeto.

13) El momento cumbre de la película ha de ser un minuto antes de finalizar, justo cuando uno de los dos miembros de la pareja, tras fijar su visión en el lóbulo derecho de la oreja de su compañero (o compañera), en un plano fijo de unos 346 segundos (ni uno más, ni uno menos), ha de soltar alguna que otra frase de una profundidad estremecedora y que servirá para cerrar la historia de manera hermética. Tomen nota de unos cuantos ejemplos: “La nieve me recuerda a mi padre golpeándome con un clavicordio”; “el verano pasado, me olvidé montar las estanterías” o “el domingo de ramos vi a los saltimbanquis comiéndose un rosbif demasiado hecho”.
Saluds
14) Tiene usté que ser Ingmar Bergman, o un clon perfecto, porque si no creará una pretenciosa película española de arte y ensayo tipo Los Bingueros o You're the one.

Fdo.: Alvaro Sáenz de Heredia, director del clásico bergmaniano Papá Piquillo.
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Koprotkin
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Mensaje por Koprotkin » Vie 10 Mar, 2006 12:55

No concibo que alguien pueda dormirse mientras ve "El huevo de la serpiente" o "Gritos y susurros". Lo que ocurre con el cine de Begrman es que no suele verse la carga emotiva que tiene que no es poca. No me creo que alguien que vea "El septimo sello" se quede solo con las reflexiones filosoficas y no entre en la historia de la joven pareja de comicos. De largo lo que mas peso tiene en ella. O que en "fresas salvajes" todas las evocaciones no sean vistas como lo que son en esencia: ejercicios de nostalgia.

Hay que enfrentarse al cine de Bergman sin prejuicios en ningun sentido, olvidarse de todo lo que supuestamente es Bergman, y explorar sus peliculas a todos los niveles. No es un cineasta ladrillero y pretencioso, es bastante mas vitalista que todo eso, solo que algo pesimista y muy cerebral, como buen nordico.

Otra cosa es este especie de absurda polemica extracinematografica, segun la cual hay autores "cultos" que deben gustarte si o si y si no eres una analfabeto cinematografico. Eso es ridiculo. Pero igualmente ridiculo es descalificar la obra de Bergman o de Kieslowxki, son solo ejemplos, solo porque no te guste. Las obras de esa gente tienen un valor que esta mas alla de tus gustos o tu percepcion. Es como descalificar la obra de Cervantes porque no te guste el Quijote. Pues muy bien no te gusta pero es una obra maestra. Como lo es "Fresas salvajes".

A ver si va a resultar que nada tiene valor y por lo tanto todo lo tiene. Pues como que no.

Edito porque se me olvidaba añadir que no me ha hecho mucha gracia ese texto. Sera que los fans de Bergman no tenemos sentido del humor, o paciencia para leer semejante tocho. Por lo demas no soy nada idolatra, asi que por mi pueden hacerse todas las chuflas que quieran a costa de Bergman. Pero la proxima vez que tengan gracia.
"In Europe, film making is perceived as an art form with marginal business possibilities, and in the US, film making is a business with marginal artistic possibilities."

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citovel
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Mensaje por citovel » Vie 10 Mar, 2006 14:20

echo de menos un plano donde se vea crecer la hierba.
- esta máquina hará la mitad de su trabajo.
- ¡otia! ¡me llevo dos!

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pepe0008
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Mensaje por pepe0008 » Vie 10 Mar, 2006 14:34

Bergman es dios.

(Creo que no me olvido de nada.)

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Coursodon
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Mensaje por Coursodon » Vie 10 Mar, 2006 15:03

Koprotkin dijo:
Otra cosa es este especie de absurda polemica extracinematografica, segun la cual hay autores "cultos" que deben gustarte si o si y si no eres una analfabeto cinematografico. Eso es ridiculo. Pero igualmente ridiculo es descalificar la obra de Bergman o de Kieslowxki, son solo ejemplos, solo porque no te guste. Las obras de esa gente tienen un valor que esta mas alla de tus gustos o tu percepcion. Es como descalificar la obra de Cervantes porque no te guste el Quijote. Pues muy bien no te gusta pero es una obra maestra. Como lo es "Fresas salvajes
Ahí le has dado, amigo.

Yo respeto que haya gente a la que no le gusten Bergman, Tarkovski, Fellini,... para gustos se han hecho colores. Pero de ahí a descalificar la obra de estos señores hay un abismo. Decir que Bergman es un mal director es lo mismo que decir que Mozart era un mal músico: una auténtica necedad.

A mí me encanta la ópera y entre las figuras de renombre José Carreras ni me enfría ni me calienta (con algunas excepciones), pero jamás se me ocurriría decir que es un mal tenor - entre otras cosas, porque no lo es. Hay que dejar a un lado, en la medida de lo posible, las filias y las fobias a la hora de calibrar la importancia de un artista.

Un saludo.

P.D. El texto en sí me parece gracioso, me encanta Bergman pero me he reído con lo posteado por Guante.
Última edición por Coursodon el Vie 10 Mar, 2006 17:24, editado 1 vez en total.
It makes no difference what men think about war, said the Judge. War endures... War was always here. Before man was, War waited...
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Nalekh
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Mensaje por Nalekh » Vie 10 Mar, 2006 16:49

Aqui otro que le ha hecho gracia. Es una broma sin mas pretensiones aunque algo rebuscada. No creo que sea hiriente. Gracias por ponerla, has conseguido crear un pequeño debate-polemica.

FordPrefect
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Mensaje por FordPrefect » Vie 10 Mar, 2006 19:19

Hola,
citovel escribió:echo de menos un plano donde se vea crecer la hierba.
Por dios, Citovel, que sabes muy bien que eso es "marca Tarkovski"

:D :D :D :D :D :D :D :D

viewtopic.php?t=14537

P.D. Vale, ya la he liado. Ahora me zurrarán tanto los Bergmanianos como los Tarkovskianos. :twisted:

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Evohe
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Mensaje por Evohe » Sab 11 Mar, 2006 01:30

y despues de un rato de nadie pelar este tema se vuelve activo...