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Es cierto que da una imagen demasiado amable de la actividad de las petroleras en África. Se sugiere que anteponen la rectitud política de los gobiernos a los negocios. Para refutar esta teoría es suficiente recordar las
actividades de la Shell en Nigeria, muy poco respetuosas con los derechos humanos.
En cambio, a los chinos se les acusa de falta de escrúpulos morales. Están dispuestos a todo con tal de satisfacer una necesidad creciente de crudo. No les importa hacer tratos con gobiernos
problemáticos como Sudán, Irán, Chad, Venezuela.
El documental sirve bien para argumentar a favor de un cierto relativismo sobre muchos estereotipos que la prensa diaria no se atreve a cuestionar: Darfur, Birmania (atención a John Rambo), Chávez, Ahmadineyad... Genocidios y demonios para la prensa internacional, ¿lo son realmente? y si lo son ¿aparecen en los medios por ese motivo o por el pequeño detalle de a quién le venden su petróleo?