AL COMPÁS DE LA VIDA
Tengo que significar que hablar sobre John Ford me produce respeto, tanto como lo que él representa para el western y el cine en general ya que hay, ha habido y habrá entendidos mucho más doctos que yo que han analizado al por mayor su obra y contenidos. Por tanto, desde la humildad de un mero espectador (amateur de todo y maestro de nada) mirón de western del patio de butacas que empezamos a entender algo de cine por culpa de este verdadero maestro y que seguimos aprendiendo día a día a través de la experiencia visual..
En las raíces se busca la esencia de las cosas y se puede indagar en el pasado con un compás, con una melodía, con un baile, con unas notas que nos remueven la memoria y nos trasladan a otros tiempos con la natural sensación de que la danza y la música son el mejor vehículo para conocer la historia de los pueblos. A través de ella obtenemos una mezcla de sensaciones e informaciones variopintas: desde la nostalgia que puede volverse dañina si se hace pegajosa; pasando por los sentimientos (creo que los anglófilos le llaman feeling) que tiende puentes interculturales hasta los sonidos más extraños; y por supuesto el baile de nuestros sentidos que empieza con un cosquilleo en los pies y va subiendo poco a poco por las razones sentimentales de nuestras vidas. John Ford limita al norte con la narrativa, al sur con la poesía, al este con la música y al oeste con el cine y siempre con el cine……forever. Su vida está surcada por una cordillera muy antigua llamada Irlanda del que nacen tres ríos: religión, familia y sociedad que desembocan en un mar de sargazos y dudas llamado tierra. Estos ríos tienen a su vez varios afluentes de caudal siempre constante; uno de ellos es el honor, antepuesto siempre ante cualquier principio y expuesto al vituperio de los demás; otro es el dolor, que produce un escozor en los ojos de los perdedores del que Ford fue siempre susceptible; y otro la música, más un pequeño torrente llamado baile como contrapunto de una vida azarosa e imprevisible que se pierde en la cascada infinita del destino. Y siempre el hombre…., con sus borrachos, mujeres de vida fácil, pistoleros, predicadores, ambiciosos, sempiternos perdedores sureños, raíces, guerras, civilización, oficiales presuntuosos, indios orgullosos, ejércitos de vencedores y vencidos….y siempre el hombre frente a una tumba sin espejismos que puedan distorsionar las palabras……y siempre el cine. Tal vez, como dicen los críticos, algunos directores siempre hacen la misma película dándole vueltas a unos mismos conceptos con paisajes y gentes diferentes. No soy tan experto como para concretar si es el caso de Ford, pero lo que si puedo afirmar es que para él narrar con imágenes es como para los escritores escribir; la puesta en escena de la imaginación al servicio del arte. Se apunta en el documental que el director nunca tuvo una familia de referencia y que por eso la estuvo buscando en cada film; quien le iba a decir que con los años ha conseguido la familia más grande jamás soñada; y que 34 años después de su muerte y 113 de su nacimiento un joven explorador de la familia de FDL (Wardbond) siguió sus huellas por Utha y nos trajo en fotos la desolada belleza de Monument Valley. Todos estábamos allí para recorrer ese viaje iniciático como un peregrino que tiene una deuda pendiente con su conciencia westeriana y que sólo se conforma con rozar aunque sea de soslayo la belleza. Gracias Mr. Ford.
EL BAILE DE LA CABALLERÍA Y LAS CANCIONES DE LOS PIONEROS
El comienzo de La Legión Invencible tiene tanto empuje y brío que todo lo que sucede después parece una excusa retratada en el otoño del capitán Nathan Brittles. Durante el film la esposa del comandante, Abbey Allshard (Mildred Natwick), sentencia el relato con la afirmación “Adiós es una palabra que no utilizamos en la Caballería”: En este sentido, el baile del final no es un hasta siempre sino que se enmarca como una explosión de vida segundos antes de ponerse delante de una tumba para hablar con la esposa perdida. Personalmente no comparto el ritual católico de la muerte (lo cual no significa que no lo respete) pues se me hace demasiado masoquista eso de guardar al muerto en un lugar determinado para que así se pueda visitar y llorar al ser querido, soy de la opinión y así se lo he hecho saber a mis allegados que cuando muera mis cenizas irán repartidas al Tórmes y al Mediterráneo (los ríos de mi vida) y que cuando me añoren busquen cerca de su corazón y allí me tendrán siempre. Pero para Ford sus raíces irlandesas son unas largas cadenas de sentimientos encontrados que buscan en Dios algo más que la salvación; quizá un juicio de misericordia para expiar los pecados terrenales. Este cara a cara con la muerte se vuelve a plasmar en unos retazos mágicos en Pasión de los Fuertes donde un cómico relata aquellos versos de Hamlet ayudado por lo ojos vidriosos, humeantes, acuosos de Fonda y Mature. Otra vez el cine y sólo cine.
Como decía, en el baile del final la belleza de la juventud contrasta con las sienes plateadas del capitán Brittles, mientras éste se va con sus recuerdos la danza de la nueva vida comienza para Olivia Dandridge (Joanne Dru) y el teniente Cohill (John Agar); en cambio, el Teniente Pennell (Harry Carey Jr.) ve como el pañuelo amarillo se le escurre entre las notas y tendrá que buscar una nueva compañera para pisar el Delmonico de Nueva York.
En otro film sobre la caballería, Fort Apache, el nuevo comandante e hija llegan en pleno baile en honor del General Jorge Washington; posteriormente el actor Dick Foran (sargento Quincannon) nos ofrece sus cualidades vocales con un tema que creo se llama “Genevie”. Una canción dulce, melódica y melancólica para cantar despacito y si se puede cerca del oído como si se estuviera durmiendo a un niño. Dick Foran (1910-1979) fue un cowboy-cantante cuya carrera comenzó al mismo tiempo que la de Gene Autry; después, junto a Buck Jones protagonizaría el serial Riders of Death Valley (Los Jinetes de la Muerte 1941 y acompañaría a los cómicos Bud Abbott y Lou Costelo en la parodia Ride’em Cowboy (¡Galopa Muchacho! 1942). No volvería al western hasta 1948 en el citado Fort Apache.
El segundo baile de éste film es el de sub-oficiales que culmina con La Gran Marcha (de ascendencia europea) donde todo el grupo es filmado por Ford con mimo y austeridad según el ritual; las parejas se van uniendo progresivamente al compás casi prusiano hasta formar una familia unidos por los brazos. Resulta patético, tierno y bello como arrastran las piernas Victor McLaglen y Jack Pennick como dos gansos esbeltos en una pista de hielo. El compás es detenido nuevamente por la vida con la irrupción del capitán Kirby York (John Wayne) y las nuevas noticias sobre los apaches.
En Río Grande y Caravana de Paz encontramos resonancias de la pradera a cargo del grupo músico-vocal Sons of the Pionners. Como a continuación nos comenta Flazaro45: “En las raíces de esta música western hay varios estilos;
a) Los colonos que se establecieron en la costa atlántica al norte de los Estados Unidos llevaron consigo la música de violín que se usaba en Inglaterra para bailes populares tales como el reel, el jig y el vals. Algunos tocaron el violín estilo folk, o sea el fiddle que desempeñó un importante papel en muchos otros estilos de música popular americana.
b) Otro estilo muy popular del violín se escucha en la música country llamada antes Old Time Music (música de los viejos tiempos). El bluegrass y el hillbilly (música paleta) también son variantes así como el honky-tonk
c) La música cajun es otro estilo que permite lucir el violín. El cajun es original de Francia y se estableció en Nova Scotia (al este de Canadá) de donde pasaría luego a Louisiana
Con todo ello se hace la música del oeste (Western Music), que es un estilo completamente diferente a la música country o a los otros estilos que hemos presentado. Aunque es una música comercial, está basada en parte en las canciones tradicionales vaqueras de la época de la apertura del oeste del continente y muchas veces hablan sobre la vida vaquera y del llano abierto del viejo oeste. A veces incluye el yodel, una forma de expresión originalmente escuchada en la música folklórica de Suiza”. Gracias Flazaro por tu siempre valiosa aportación.
Sons of the Pionners conjunto vocal que se remonta al año 1933 y a la asociación de Roy Rogers, Bob Nolan (1908-1980) y Tim Spencer (1908-1974); éstos últimos además componían canciones. La denominación definitiva llego poco después, cuando se añadieron dos auténticos cowboys, los hermanos de raza india Hugh y Kart Farr y comenzaron su vida cinematográfica (colaboraciones) en los films del actor Charles Starrett. Ya sin Rogers, participaron en una treintena de westerns para la Columbia; en Durango Kid, 1940, cantó para acompañar al genérico Tumbling Tumbleweeds, uno de sus mayores éxitos, que había sido compuesto por Notan en 1927. Notan y sus compañeros se inscribieron en los seriales que interpretaba Roy Rogers para la Republic; al lado de su antiguo fundador el conjunto sobrepasó los 40 film y se despidió en septiembre de 1948 con Night Time in Nevada.
De su colaboración en los films de Ford, cabe destacar en primer lugar su aportación en Caravana de Paz, con temas compuestos por Stan Jones acompañado por Peter Ortiz, Steve Pendleton, Karolyn Grime, Alberto Morín y Fred Kennedy.
En Río Grande se les veía como los cantores del regimiento; el grupo aparecía compuesto por los hermanos Farr, el actor Ken Curtis (casado con una hija de Ford), Lloyd Perriman, Shugs Fisher y Tommy Doss. Son canciones sencillas que hablan de cosas corrientes y que sólo a veces se dejan arrastrar por la imaginación y los sueños.
En Caravana de Paz también encontramos un baile muy singular en el que indios, mormones, forajidos y demás miembros de la caravana pululan con los brazos intercalados en medio de la hoguera nocturna. Qué bella Babel en medio de la noche, qué bello claroscuro con el horizonte incierto de un mañana que no saben que deparará; la tierra prometida que lejos queda aún; los sueños de los hombres son tan efímeros como a veces reales….., si, eso tal vez, mañana soñar como decía el otro. Creo que no conozco un film tan sencillo como éste, conceptos diáfanos para mentes sin celofán; es como si el talento estuviera al alcance de todos y el paraíso terrenal no fuera una promesa divina sino humana.
Por último, señalaré el baile entre Wyatt Earp (Henry Fonda) y Clementine Carter (Cathy Downs) en Pasión de los Fuertes donde el significado del empuje de la civilización cobra su mayor vitalidad y empuje. Según mi opinión, los andares de Henry Fonda son largos y elegantes; cuando se mueve parece que no deja huellas y al lado de una señorita parece un ángel que recoge sus alas para no molestar o pasar desapercibido.
Como buenos aficionados sabréis que el baile en los films de Ford se extienden a un buen número de títulos, pero que yo sólo he intentado parcelar en el western ya que son las que más conozco y quizá entiendo, aunque esto último cada vez que reviso un film me doy cuenta que no sé absolutamente nada de nada.
EPÍLOGO
No quiero extenderme más, amigos forajidos, y para acabar me gustaría comentar esas palabras que dice Orson Wells sobre el maestro: “En lo mejor de Ford se reconoce de que está hecha la tierra”. Personajes amarrados a los sarmientos, al destino de la caballería, a la diligencia de los perdedores, a las raíces de los indios, a los rituales irlandeses, a las tumbas
con epitafios raídos por el viento; pero también, a la sal de la tierra, colores ocres y amarillentos que se vuelven verdes cundo llega la cosecha, inmensos desiertos de rocas que parecen esculpidos en medio de la desolación del universo.
Y en lo mejor de Ford también se reconoce de que está hecha la soledad; Es el periplo de un hombre encima de un árbol tocándose el hombro y mirando con complacencia a su caballo pensando en el destino oculto que le acecha (Harry Carey); y con ese mismo gesto en el hombro John Wayne rubrica en Centauros del Desierto la escena final como homenaje a la soledad compartida de muchos hombres que vendrán detrás. Y mientras se va por la puerta, al compás de la vida tañe de nuevo la vieja melodía que nunca nos sacaremos de nuestra memoria. Por todo lo dicho anteriormente, de nuevo, muchas gracias Mr. Ford.
Para la elaboración de este post he consultado libros del crítico Javier Coma en lo relativo a las biografías de Dick Foran y los Sons of the Pionners. Fotos sacadas de algunas pelis que tengo y otras cogidas de algunas páginas web. Agradecer a Flazaro45 su predisposición y ayuda sobre las influencias de la música western.
Dirigido por John Ford
Directed by John Ford 1971
DIRECTOR Peter Bogdanovich
PRODUCTOR Frank Marshall
GUIÓN Peter Bogdanovich
FOTOGRAFÍA Laszlo Kovacs, Brick Marquand, Davis Sammons, Gregory Sandor, Eric Sherman y Patrick Stewart.
MÚSICA G. Marq Roswell y Joanna Levy.
REPARTO Harry Carey Jr., Clint Eastwood, Henry Fonda, Katharine Hepburn, Walter Hill, Maureen O’Hara, Martin Scorsese, Steven Spielberg, James Stewart, John Wayne y John Ford.
ARGUMENTO El cine de Ford bajo la visión de Peter Bogdanovich.
Código: Seleccionar todo
Fuente.....: SATrip
Tamaño.....: 832,26 MB
Duración......: 1:47:33
Video Codec..: XVID
Video Bitrate: PONER AQUÍ EL BITRATE DE LA PELÍCULA
Audio : MPEG-Layer-3
Resolución...: 560x384
Idiomas del Audio: Inglés
Subtítulos: Español
IMDB


Dirigido por John Ford. V.O.S.E. .avi
TAMAÑO DEL ARCHIVO:
832,26 MB
He incluido en el post el archivo pdf que me ha remitido Flazaro45 y que es el libro en el que está basado el Documental. Gracias de nuevo Flazaro por tú predisposición y ayuda. Un cordial saludo.