
Septiembre en Chile. Siempre se eleva la temperatura. Y no sólo porque llega la primavera.
1) 5 septiembre: 36 aniversario de la victoria electoral de Allende y la Unidad Popular
2) 7 septiembre: 20 años del intento de tiranicidio "Operación Siglo XX"
3) 11 septiembre: 33 años de nuestro fatídico 11
4) 18 septiembre: Fiestas patrias
Para celebrar 1), 2) y 4), y para conmemorar 3) dejo aquí el elink de un interesante documental posteado en "clansudamerica".
Entrevista a Marcela Said, realizadora de "I love Pinochet"
Ch.I. ¿Cómo nace el proyecto de hacer I Love Pinochet?
Marcela: La idea es muy simple. Nace cuando a Pinochet lo arrestan en Londres, y bueno, eso cambió mucho… fue un vuelco en la Historia de Chile. Nadie se imaginaba que a Pinochet algún día lo arrestaran, que al intocable Pinochet le pudieran hacer algo. Y llegan estos pinochetistas a defender a Pinochet a Londres, a gritar, esas señoras que se paraban… Y en Europa me preguntan mis amigos, un poco atónitos: ¡cómo es eso! ¡gente que defiende a Pinochet! Claro, para mí era algo era algo tan obvio... porque yo crecí acá. Y de repente me doy cuenta de que no podían entender que hubiese gente que defendiera a Pinochet. Tomo distancia del tema y, claro… En Europa se creía que, cuando estaba Pinochet en el poder, hay un dictador que oprime al pueblo, y está todo el pueblo que está contra el dictador… Era difícil entender que hubiese gente que lo apoyara, cosa que para nosotros era lógico: sin el apoyo de civiles, Pinochet tampoco se hubiera quedado en el poder diecisiete años. Y de esta necesidad de explicarle a mis amigos y a los europeos, de que era un fenómeno importante, y de que existía esta gente que, incluso en conocimiento de la violación de los derechos del hombre, seguía apoyándolo, nace la idea de hacer un documental sobre ellos.
Empecé con la investigación primero. O sea, no empecé al tiro con saber cómo iba a ser la forma que iba a tomar la película en términos de realización, de dirección. Vine con Jean, mi marido que es editor, que yo diría que es co-autor de esta película, porque en el fondo él es como la mirada de este europeo atónito que viene conmigo. Llego en diciembre del ´99 a Chile a contactar a mis primeros personajes y a mirar lo que pasaba. Y fue en una manifestación que asistimos con Jean ahí en la Alameda, cuando Lavín estaba en plena campaña, que de repente había un caballero vendiendo unas poleras que decían “I Love Pinochet”. De hecho, esas imágenes están en la película. Ahí es cuando nace el título de la película y esto empieza a tomar forma en mi cabeza. Porque encontré impresionante que alguien pudiera poner como “I Love Hitler”, “I Love Pinochet”, y ahí estaba el título… partió la película, digamos. El paso siguiente fue encontrar a los personajes. Una vez encontrados los personajes, bueno, convencerlos ¿no? Ir a plantearles esta idea de por qué no hacer este documental del amor, o de la admiración, que ellos sentían por el general.
Al principio estuvieron bastante desconfiados. Me preguntaron que por qué, porque los únicos documentales que existían eran sobre los torturados y los exiliados y todo eso. Y yo les dije: justamente, por lo mismo, porque creo que es importante que se sepa en Europa que ustedes existen, y ¿por qué no se muestran abiertamente y hablamos del tema…? Y así los empecé a convencer. Fue un proceso súper largo porque yo me di cuenta de que, para obtener opiniones o cosas sinceras de mis personajes, iba a tener que pasar tiempo con ellos. De hecho hubo más de cien horas de grabación, para que más o menos se den cuenta de la relación… hay muchas cosas que quedaron fuera de la película.
En términos de realización, la película se fue haciendo con pocos medios, justamente porque era una producción independiente, estábamos trabajando con una pequeña cámara PD-100 que habíamos comprado nosotros mismos. Al principio, como no había plata, no había camarógrafo, había solamente un ingeniero en sonido… fue una producción, en términos de plata, bastante artesanal. Pero de alguna manera me di cuenta de que esto era bueno para la película. Porque el hecho de trabajar yo misma, por ejemplo, haciendo la cámara y trabajar solamente con sonido, el equipo reducido hacía que los personajes me tuvieran confianza y que pudieran confesarse frente a la cámara.
Ch.I. ¿Después buscaste apoyo para la producción?
Marcela: La idea era recopilar una cierta cantidad de imágenes y parte de la investigación y llegar a Francia, país donde vivo, para armar una maqueta y encontrar un productor. Y eso fue lo que hice. Llegué a Francia en un primer momento, yo creo que tenía la mitad de la película hecha, e hice una primera edición de algunas secuencias. Porque no era fácil tampoco convencer a un productor de hacer una película sobre los pinochetistas. O sea, que alguien joven quisiera hacer una película sobre los pinochetistas... Aunque parezca raro, hay una cierta censura en Europa también, en el sentido de ¿por qué ese tema? Era como darle espacio a la derecha para que hablara, que eso no necesariamente es políticamente correcto… es mejor hacer una película siempre siguiendo los mismos temas de la gente que lo había pasado mal en dictadura, y no estos tipos… Ya escuchar a la gente defendiendo a Pinochet tampoco era una buena idea para los europeos. Entonces me di cuenta de que había que demostrar en ese momento que, dejándolos hablar a ellos solos, demostraban la violencia inherente que tienen, el patetismo de la situación ¡y lo poco sostenible que es finalmente! Porque defender a Pinochet ¡es insostenible! Es insostenible defender a alguien que ha cometido crímenes tan grandes contra la Humanidad.
Tuve varias citas y mostré el proyecto. Fue rechazado varias veces, hasta que encontré un productor que se llama Yves Jeanneau, que hoy en día es el director de documentales de France Télévisions, que en ese tiempo era el director de documentales de Pathé… es Pathé mi productora inicial. Y dice: yo creo en el proyecto, y vamos pa’ adelante. Él encontró el primer financiamiento, que es del canal Historia, en Francia; SBS, un pequeño canal en Australia; y un par de cosas chicas más. Y dice: OK, tenemos plata, vamos. Me dice ¿qué necesitas? Yo digo que necesito volver a Chile, y filmar un poco. Él conocía a Pablo Rosenblatt, Imago Comunicaciones, yo no lo conocía. Y me dice que hay alguien en Chile que puede ser co-productor, que se interesa si él tiene los derechos en Chile. ¿Por qué no? Yo en ese tiempo no vivía en Chile, no tenía intereses en Chile, y la película nunca había sido pensada ni reflexionada para los chilenos. Llegué acá y la segunda parte de la película se filmó con un director de foto, que fue José Luis Arredondo, que ya había trabajado con él. Y el mismo ingeniero en sonido de toda la vida, que es Boris Herrera, que es una persona que me ha ayudado mucho con muchas buenas ideas. Trabajamos los tres. En un mes hicimos el resto de la película. Entre las dos primeras veces que vine y la tercera vez, había pasado un año. Y ahí es cuando el proyecto toma forma definitiva, de manera intelectual, cuando yo ya sabía cómo iba a ser la película y lo que quería. Yo ya venía con una especie de pre-guión, entonces fue bastante más rápido el trabajo en esta última parte. Ya conocía a los personajes, sabía lo que quería de ellos. Hoy en día Imago es el dueño de la película en Chile y Pathé en el resto del mundo. Y la película se siguió vendiendo en España, en Inglaterra, en Holanda, en Suiza… a la película le ha ido bastante bien, ha circulado, que es lo importante… ha sido vendida. Pero es una película hecha para televisión, o sea, nunca fue una película tampoco con pretensión de ir al cine, y creo que, mirándola hacia atrás, es el buen formato. Era la única manera de hacer esa película, trabajar con un equipo reducido, con una pequeña cámara, y con tiempo. Yo creo que eso es otra cosa importante, que hoy en día los canales de televisión a veces hacen documentales y le dicen al director: anda y haz en tres semanas la película y monta en ocho semanas. Y películas de este tipo no se pueden hacer en tan poco tiempo: necesitan reflexión. I Love Pinochet fue una película en la que hubo bastante reflexión, hubo que digerir las ideas y mostrar las escenas a veces, y pensar cada cosa. Porque tú te imaginas que con cien horas de filmación, realmente hubo que elegir lo que iba adentro y lo que no. Es la gran diferencia, creo yo, entre lo que es un reportaje de televisión y un documental: todo lo que es el trabajo de reflexión de las ideas detrás.
Ch.I. Tu película es especialmente interesante por la ambigüedad en que se mueve…
Marcela: Eso fue absolutamente reflexionado y querido. La ambigüedad para mí era súper importante. Alguien me dijo: es que tú podrías haber explotado la cosa patética… Acabamos de tener una discusión en un debate más a fondo, y yo dije: la idea no era reírme de mis personajes, la idea era mostrar lo peligroso del discurso y hacer reflexionar a la gente. Si a ti hubo partes de la película que te molestaron, que te dolió la guata y te quisiste ir, ¡qué bueno! Si te quedaron cosas dando vueltas, esa era la idea. Hay gente, en esto de los debates, que me ha dicho: ¡es que hay gente que a lo mejor puede no entender y esta película puede ser considerada hasta pro-Pinochet! Y yo digo: ¿es que usted entendió?, esa es la primera pregunta que le hago –Sí - ¿Y por qué cree que los otros no van a entender? Usted cree que tiene un coeficiente intelectual superior al resto de la gente… O sea, en ese sentido, yo soy muy respetuosa del espectador. Yo creo que hay una ambigüedad que funciona, que es querida, que tiene que ver también con una cosa de que el pinochetismo, por ejemplo un personaje como Fernando Barros, tiene un discurso que es sólido ¡y por eso es peligroso! Porque uno dice: bueno, a lo mejor tiene razón, si lo que dice Fernando Barros, este abogado, de por qué se vienen a meter con nosotros estos países, si es cierto que la revolución francesa… ¿por qué no? Y es ahí cuando tenemos que empezar nosotros a preguntarnos cosas a nosotros mismos. La película toca otros temas, que no es solamente el pinochetismo, sino que el fascismo ordinario. Es decir, yo siempre encontré una brutalidad, por ejemplo, diabolizar al personaje de Pinochet. Y diabolizarlo tanto que en algún momento pierde esa humanidad, que fue exactamente lo que hicieron ellos: la idea con los comunistas es que los comunistas perdían humanidad, se convertían en humanoides ¡y por eso se mataban fácilmente! La idea era olvidar que podía ser el vecino tuyo, tu papá o tu tío. Y es lo mismo con Pinochet: cuando olvidamos que este tipo es humano, que puede ser tu tío, nos olvidamos que el día de mañana podemos tener otro Pinochet, y no nos damos cuenta de que este Pinochet está creciendo y se está gestando en nuestra sociedad ¡como ya pasó! El fascismo es algo que vive en nosotros mismos, como esta cosa de Hanna Arendt, que el fascismo es un enemigo que tenemos al interior de nosotros mismos y que tenemos que combartirlo todos los días. Ese mismo deseo de ordenar todo, de imponer cosas, esa cosa paternalista que podemos tener, eso es algo contra lo cual nosotros tenemos que luchar día a día si queremos un cierto tipo de sociedad…
Ch.I. Hay una línea de documentales políticos en Chile que reivindican temas de derechos humanos pero que, ya después de todo el tiempo post-dictadura que ha pasado, de alguna manera se han convertido en la versión oficial. Estoy pensando en películas como, por ejemplo, Volver a Vernos. ¿Cómo te sientes tú en relación con esa vertiente?
Marcela: Volver a Vernos es un caso especial, en el sentido que esta chica vive en Alemania. Yo no conozco, y tampoco se conoce a través de la película, la historia de Paula Rodríguez, porque no es una película personal. La película me parece interesante, sin más. Me parece que toda la gente que le interesa tocar temas políticos y temas de memoria, es importante que se haga. Porque si estas películas no existieran, tampoco habría nada. En la televisión por ejemplo, independientemente de lo que uno piense de este tipo de películas, no pasan… o sea, todavía siguen censuradas. Y eso yo creo que es importante. Hay que manejar las dos cosas: a lo mejor este tipo de películas tienen esta reflexión de qué lata quedarse en eso, y seguir con el problema de la tortura. Pero, al mismo tiempo, no las pasan en televisión. O sea, son películas que molestan, son películas que todavía le molestan al chileno ¡por eso es que se siguen haciendo! Si estas películas el día de mañana fueran programadas en el Canal 7, partiendo por La Batalla de Chile, que nunca ha sido programada y que es, digamos, el master piece de todo esto, que pasaran todas las películas de Patricio Guzmán, todas las películas de Carmen Luz Parot, todas las películas como Volver a Vernos, y todas las películas políticas que se han hecho… ¡claro! en dos años más seguramente no habrían más películas de este tema, porque ya el tema estaría agotado, ya se habría hablado…
Ch.I. ¿Qué ha pasado con la distribución de I Love Pinochet?
Marcela: Yo creo que hay una autocensura en la televisión con las películas políticas. No sé por qué hay tanta autocensura… si es porque esta gente sigue cuidando sus puestos, o creen a lo mejor, de manera errónea, que estos temas no interesan. Hay dos tipos de censura. La censura puede ser como lo que pasó con I Love Pinochet: compran la película y no la pasan. Estuvo dos veces a punto de difundirse y, en algún momento, me parece que fue el señor Matte y la segunda vez no sé quién fue, y la película no pasó. Es una cosa que me parece lógica. Cuando yo llego a Chile, miro la tele y veo que Patricia Maldonado tiene un programa de televisión, que el padre Hasbún está en el otro canal, y que pasen I Love Pinochet… ¡claro! ¡es lógico que la censuren! Me parece absolutamente lógico. Entonces ¿hasta dónde llega la libertad de los periodistas y de la gente que tiene ganas de cambiar y de hacer cosas interesantes y hasta dónde llega el poder de los consejos editoriales? Esa es la importancia de hacer cosas de manera independiente. No tener a nadie de un canal que te diga: oye, eso sí, eso no. Hago lo que quiero, yo soy responsable, soy yo la que firmo. La otra es la censura económica: no se compran, no existen las películas, que es lo que le pasa por ejemplo a las películas de Carmen Luz Parot. Estadio Nacional se ha visto en todas partes del mundo, ha ganado premios, ganó el premio Biarritz, pero la película acá en Chile no se compra. La venden en DVD, la piratean, la puedes ir a comprar al persa, pero en televisión no pasa. Y eso me parece grave.
Director: Marcela Said
Género: documental.
Guión: Marcela Said.
Dirección de fotografía: José Luis Arredondo.
Música: J. P. Hourton y Philippe Boissire.
Montaje: Rubén Korenfeld.
Sonido: Boris Herrera y Jeráme Avasse.
Formato: DV Cam Pal (Color).
Formato sonido: estéreo.
Duración: 52 minutos.
ed2k:
Saludos desde Chile