papapitufo, en cine-clasico.com, escribió:
Enlace a la mula
Los primeros cinco, diez, quince minutos de esta pequeña joya son cinematográficamente insostenibles, tediosos e incomprensibles desde la butaca de un cine y no desde el sillón de un living de la casa del padre de Svyato. Y es que el filme solo muestra al pequeño hijo del director soviético Victor Kossakovsky jugando con una tetera de plástico, con un falso choclo y con una pequeña escoba.
Cuando Svyato descubre que en su cuarto hay un espejo y ve a un pequeño reflejado comienza el nudo argumental de un filme que no busca nada más que mostrar el artificio que existe detrás de la imagen que nos devuelve un espejo o una cámara de cine, y es que Kossakovsky está interesado en pensar en la maquinaria del cine mediado por su simpático hijo.
Es probable que conseguir ver este mediometraje por fuera del Festival sea una aventura casi imposible, pero más vale tratar de encontrar una copia o función que seguir leyendo, puesto que los últimos minutos de Svyato generan estupor y del bueno. El niño entiende de qué se trata la imagen reflejada por el espejo, el padre se burla de nosotros y le da un giro inesperado al relato ubicando el artificio de filmar el espejo en lugar del niño y en vez de ocultarnos la segunda cámara que lograba cerrar con destreza la imagen de Svyato en todo momento nos deja ver el engaño.
Por último, el final es con bombos y platillos, inteligente y gracioso. Kossakovsky resultaba un desconocido, ahora es otro de los descubrimientos que nos ha dado el BAFICI desde 1999, y seguramente en el futuro veremos más trabajos de este prometer y reflexivo director.
Sacado de [url= Los primeros cinco, diez, quince minutos de esta pequeña joya son cinematográficamente insostenibles, tediosos e incomprensibles desde la butaca de un cine y no desde el sillón de un living de la casa del padre de Svyato. Y es que el filme solo muestra al pequeño hijo del director soviético Victor Kossakovsky jugando con una tetera de plástico, con un falso choclo y con una pequeña escoba.
Cuando Svyato descubre que en su cuarto hay un espejo y ve a un pequeño reflejado comienza el nudo argumental de un filme que no busca nada más que mostrar el artificio que existe detrás de la imagen que nos devuelve un espejo o una cámara de cine, y es que Kossakovsky está interesado en pensar en la maquinaria del cine mediado por su simpático hijo.
Es probable que conseguir ver este mediometraje por fuera del Festival sea una aventura casi imposible, pero más vale tratar de encontrar una copia o función que seguir leyendo, puesto que los últimos minutos de Svyato generan estupor y del bueno. El niño entiende de qué se trata la imagen reflejada por el espejo, el padre se burla de nosotros y le da un giro inesperado al relato ubicando el artificio de filmar el espejo en lugar del niño y en vez de ocultarnos la segunda cámara que lograba cerrar con destreza la imagen de Svyato en todo momento nos deja ver el engaño.
Por último, el final es con bombos y platillos, inteligente y gracioso. Kossakovsky resultaba un desconocido, ahora es otro de los descubrimientos que nos ha dado el BAFICI desde 1999, y seguramente en el futuro veremos más trabajos de este prometer y reflexivo director.
Fuente:
Festival de cine :jis:
Nombre del Archivo .............: Svyato.avi
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