El cortometraje "PM", de 12 minutos y filmado en colaboración con el director de cine cubano Orlando Jiménez Leal, fue criticado por las autoridades cubanas y provocó el discurso del presidente Fidel Castro conocido como "Palabras a los intelectuales" donde instó al proceso creativo "dentro de la revolución".
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Coffea arábiga de Nicolás Guillén Landrián (1971)
Premiado en los años 60 por su documental "En Un Barrio Viejo", y con obras maestras del cine , como lo fueron sus cortos metrajes "Coffea Arábiga" y "Ociel del Toa", Nicolás Guillén fue encerrado en el presidio político a causa de su postura como realizador disidente.
No se puede olvidar que Nicolás Guillén Landrían introdujo en un documental, que el ICAIC le había ordenado realizar sobre aquellos demenciales planes agrícolas, denominados "El Cordón de la Habana", una escena en la que aparece el instigador de aquella otra locura, nada menos que el Comandante Fidel Castro, hablando en una de sus regulares arengas. Utilizando este marco de referencias para proclamar su protesta ante la mendaz demagogía castrista, en el citado filme Guillén Landrían creó una escena en la que aparecia la figura de Castro gesticulando en medio de su alocución, pero su voz había sido eliminada de la banda de sonido. En su lugar, Nicolasito introdujo, como fondo sonoro, un fragmento de la canción de los Beatles titulada, " El Tonto de la Colina".
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Entrevista a Guillermo Cabrera Infante (Censura en Cuba)

Nació en Gibara, provincia de Oriente, pero se trasladó a La Habana en 1941. Comenzó estudios de medicina, pero abandonó la carrera y comenzó a trabajar como redactor en la revista Bohemia. Durante ese período trabajó también escribiendo críticas cinematográficas, donde debió utilizar un seudónimo (G. Caín) luego de que Fulgencio Batista lo encarcelara por una crítica obscena. En 1951 fundó la Cinemateca de Cuba y comenzó a escribir sobre cine en la revista Carteles, de la que luego fue redactor jefe.
El triunfo de la Revolución Cubana lo llevó a dirigir el Concejo Nacional de Cuba y a dirigir la publicación Revolución. En 1962 viajó como agregado cultural en Bruselas, pero luego rompió relaciones con el gobierno de Fidel Castro y se instaló definitivamente en Londres, donde actualmente reside y mantiene una posición crítica al régimen castrista.
Su primer libro publicado fue Así en la paz como en la guerra (1960), pero alcanzó su mayor reconocimiento con Tres tristes tigres (1967), novela ganadora del Premio Biblioteca Breve, y La Habana para un infante difunto (1979). En ambas obras se evidencia la presencia de la ciudad, evocada desde el pasado y la distancia.
Además de sus trabajos como crítico y guionista de cine, publicó también el libro de cuentos Vista del amanecer en el trópico (1974), O (1975), de carácter experimental y los ensayos Exorcismos de esti(l)o (1976), Arcadia todas las noches (1978), Mea Cuba (1993), Delito por bailar chachachá (1995), Ella cantaba boleros (1996) y Vidas para leerlas (1998), además de un texto en inglés, Holy Smoke (1985) y El libro de las ciudades (1999), donde oficia de guía turístico e historiador de distintas ciudades del mundo.
En 1997, ante la negativa de Gabriel García Márquez de recibir cualquier distinción, se le concedió el Premio Cervantes.
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