Me gustaría charlar con vosotros sobre un tipo de películas que me atrae especialmente. El título del hilo no es nada claro ni descriptivo, realmente, pero no se me ocurre nada mejor.
Con ese título quiero hacer referencia a films que de algún modo rompen el discurso narrativo clásico del cine para dejar al descubierto este mismo discurso, poner de manifiesto su convencionalismo y algunas otras cosas que se nos irán ocurriendo. Todo esto es muy subjetivo, claro, parte de mi percepción y ciertamente no estoy seguro de que esa ruptura de discurso sea vista de igual manera por vosotros, al fin y al cabo si asumimos que el cine tiene un lenguaje y como cualquier otro este consiste en expresiones, sentidos, símbolos, etc., podríamos decir que eso de discurso "clásico" es una patraña y toda expresión cinematográfica entra en el mismo saco sin distinción posible.
He de aclarar que cuando digo que estos films rompen con tal forma de hacer cine o dejan al descubierto tal discurso no digo que lo hagan intencionadamente. Por lo general será así dada su propia génesis, evidentemente.
Se me ocurre distinguir dos formas simples de renuncia al clasicismo (por llamarlo de alguna forma), una sería pasar tres kilos de contar una historia, dejar de lado el rollito presentación, nudo y desenlace, caracterización de personajes, unidad de tiempo y acción y blabla, y otra sería jugar con la naturalidad de las acciones, o su coherencia o su presentación, blabla.
Pondré un ejemplo para que veáis lo que quiero decir (y juzguéis si está bien dicho).
Gertrud, de Dreyer. La exagerada lentitud de los movimientos, conversaciones, etc. dotan al film de una profundidad extraordinaria, dreyerianamente filosófica, que al mismo tiempo confunde y fascina. Al mismo tiempo o con prioridad de la confusión, no sé si la primera es necesaria para que se produzca la segunda.
Esta forma de actuar es extrañamente teatral, contiene la lentitud, parsimonia y clara dicción que se da en teatro pero en cambio renuncia a la expresividad propia de éste. El film te está diciendo "¿no te das cuenta de que Lo que el viento se llevó contiene la misma teatralidad que yo?" Y tiene razón.
Me pregunto ahora si Un perro andaluz se podría calificar de cine autoconsciente. Sí, creo que sí. Las razones de mi duda seguramente estarán en la cantidad de veces que la habré visto y lo familiar que se me ha hecho, además de la asimilación del surrealismo en la cultura contemporánea, haciéndome obviar su evidente impacto en la forma de hacer cine.
En algún momento he percibido esta extrañeza como indefensión. No tengo recursos para lidiar con esos fotogramas porque no me hablan de la misma forma que me habla el tendero de la esquina o el compañero de trabajo.
Recuerdo ahora una escena de la película de Juaneque Funny Games.
Aquella en la que el chaval que está torturando a la familia se vuelve hacia la cámara y dice algo cómo "¿estás de su parte, no?". Muy bueno.
Se puede argumentar que el recurso es muy fácil, en ese momento le están partiendo las rodillas al padre y a la madre haciéndole alguna burrada similar, pero más allá de la influencia en la postura del espectador que ve el film que se dirá a sí mismo "qué mala es la violencia" está el hecho de que te hace consciente de este juego cinematográfico del uso (o abuso) de la violencia en el cine como recurso (fácil, en efecto) para suscitar emociones y empatía y todas esas historias.
Joder, qué espeso estoy hoy, la falta de THC limita mi pensamiento abstracto. Ya sigo en otro momento.
Un saludo.
Edito: una cosa que se me olvidaba.
El convencionalismo no sólo del cine, sino de las relaciones humanas en general, del conjunto de percepciones de la realidad, de hecho.Jacob escribió:Con ese título quiero hacer referencia a films que de algún modo rompen el discurso narrativo clásico del cine para dejar al descubierto este mismo discurso, poner de manifiesto su convencionalismo y algunas otras cosas que se nos irán ocurriendo.
Me parece a mí, vaya.