En un viaje por tierras andaluzas hace cosa de tres años, poco antes de estrenar su ópera prima, el documental de creación Cravan vs. Cravan, Isaki Lacuesta tuvo una inspiración. "Observé que Camarón de la Isla nunca había abandonado esos lugares. Se notaba su presencia en paisajes, en muchos rincones, donde hay estatuas en su honor, y sobre todo en la memoria de la gente, incluso se siguen vendiendo medallas y todo tipo de objetos con su rostro en las tiendas de souvenirs para turistas", recuerda Lacuesta, vagamente aficionado al flamenco hasta entonces. La sensación llevó a este transgresor cineasta nacido en Girona hace 29 años y alumno aventajado del documentalista Joaquim Jordà a fantasear sobre su siguiente filme En la película seguirá el rastro del mítico cantaor a través de dos personajes completamente ajenos a él: un gitanillo nacido en San Fernando en 1992, el año en que murió Camarón, que si bien es capaz de cantar no puede hacerlo porque el respeto a la tradición se lo impide -su padre ha fallecido y está obligado a guardarle luto-, y una japonesa con escasas dotes cantoras empeñada en aprender los secretos del flamenco.
Tres años después de aquella primera idea, Lacuesta ultima el rodaje de La leyenda del tiempo -el título rinde homenaje al mítico disco grabado por José Monje Cruz, verdadero nombre de Camarón, en 1979, que significó toda una revolución en el flamenco al abrirse a la fusión-, un largometraje, según el director, "acerca de la imposibilidad de cantar", que mezcla ensoñación y vida. "No es una película sobre Camarón, ni se explica su historia, aunque su espíritu sí la sobrevuela", insiste. "Digamos que La leyenda del tiempo se va escribiendo a medida que se va haciendo". Con estas palabras intenta explicar Lacuesta, que también firma el guión, la singularidad del filme, que se sitúa a medio camino entre el documental y la ficción y que se ha rodado durante 12 semanas -se han acumulado más de 100 horas de metraje filmadas en alta definición- entre San Fernando, Cádiz y Barcelona.
Lo que queda del todo claro es que La leyenda del tiempo reúne a dos personajes diversos, pero que llegan a sobreimpresionarse gracias al nexo de Camarón: Israel y Makiko. Israel -al que Lacuesta eligió después de haber hecho pruebas a unos 200 niños- es un chaval rubio y de tez clara, un Camarón en pequeño, trágicamente apartado de su sueño de ser cantaor tras morir su padre. Makiko es una enfermera de 26 años que llegó de Japón fascinada por el flamenco -"cree que la ayuda a expresar sus emociones", cuenta el director-, a la que Pijote, uno de los hermanos de Camarón retirado ya de los escenarios, intenta introducir en los misterios del cante.
A Isaki Lacuesta, el rodaje de La leyenda del tiempo se le antoja "algo mágico" porque "están pasando cosas increíbles", asegura. Para él lo es, por ejemplo, el mismo descubrimiento de Israel, un chico con mucho duende, que encaja a la perfección con el actor que andaba buscando. Con todo, uno de los momentos más mágicos de los últimos meses se produjo hace unos días, en Barcelona, cuando el cineasta consiguió situar ante la cámara a dos de los músicos que colaboraron con Camarón en La leyenda del tiempo, Jorge Pardo y Rubén Dantas, y a otros que se sumaron a la feliz iniciativa de homenajear al cantaor participando en el filme con su música, como Raimundo Amador, Carles Benavent, Joan Albert Amargós, el productor Ricardo Pachón y Montse Cortés.
La película, en la que no ha intervenido la familia de Camarón, está producida por Mallerich, la productora de Paco Poch, y es un nuevo proyecto salido del prolífico master de documental de creación de la Universidad Pompeu Fabra (UPF). Su presupuesto asciende a 600.000 euros.
Sacado de El pais. Y otro:
La leyenda del tiempo es una película difícil de catalogar. En su segundo largometraje tras el documental de creación Cravan vs. Cravan, Isaki Lacuesta pulveriza la frontera entre realidad y ficción e hilvana un filme tierno y conmovedor, inclasificable en cuanto al género, en el que transgrede una y otra vez, con toda naturalidad, los lenguajes cinematográficos. La película, que se proyecta hoy en el apartado a concurso del Festival de Rotterdam (Holanda), enlaza dos historias aparentemente muy distintas que, en principio, sólo tienen en común el escenario donde discurren, San Fernando, en Cádiz, y el momento de tránsito que viven sus protagonistas. Aunque, en realidad, a Israel, un gitanillo de 13 años, y a Makiko, una enfermera japonesa, de 26, les unen muchas más cosas, como descubrirá el espectador.
"Son seres reales", explica Lacuesta desde Rotterdam, "cuyas vidas están en un momento de cambio. Israel es un niño que, tras la muerte de su padre, se ve obligado a entrar precipitadamente en la madurez, mientras que Makiko intenta recuperar su capacidad de sentir, de emocionarse".
El director, nacido en Girona hace 30 años, tuvo la primera inspiración de La leyenda del tiempo hace unos tres años durante un viaje por Andalucía en el que descubrió con gran sorpresa que la huella de Camarón de la Isla seguía allí viva 13 años después de su muerte. Empezó a imaginar entonces el argumento de la que sería su segunda película, vagamente sugerida por esta impronta. Algún tiempo después inició la búsqueda de un niño de San Fernando nacido el año de la muerte de Camarón y de una enfermera japonesa enamorada del flamenco. Tras ver a más de 200 chicos, eligió a Israel, que ha resultado ser todo un descubrimiento, y después de recorrer las escuelas de baile de la zona, escogió a la dulce Makiko. A partir de ahí, el guión de La leyenda del tiempo -el título homenajea al mítico disco grabado por Camarón en 1979 que representó una revolución en el flamenco al abrirse a la fusión- "se fue escribiendo solo", confiesa Lacuesta.
Al final, en palabras del director, le ha salido una historia "asimétricamente invertida", en la que, según él, resuenan muchos ecos. Uno de ellos: la imposibilidad de cantar que comparten Israel y Makiko. Al muchacho le entusiasma, pero no puede hacerlo porque está de luto, y Makiko, que no tiene dotes, se desespera sin éxito por conocer los secretos de lo jondo que intenta transmitirle Pijote, hermano de Camarón.
Lacuesta ya trabaja en sus dos próximos proyectos: un documental y un largometraje de ficción.

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