Realizada varios meses antes que Hierro 3, aunque estrenada por estas lindes después de ésta, Samaritan girl se enmarcaría dentro de la filmografía de Ki-duk Kim como una cinta puente que recupera algunas de las obsesiones de sus anteriores trabajos, como las putas y la violencia y el sexo como camino espinoso del dolor para llegar a la redención. Una redención que llega a través de la comprensión de la culpa y, asumida ésta, la única vía de expiación es el sufrimiento y la penitencia.
La mayor parte de las historias que narran las películas del cineasta coreano, son mínimas, incluso podría tachársele algún pasaje de las mismas como inverosímiles a ratos o inacabadas, pero consiguen despertar en el espectador, inundándole con un amalgama de emociones y sentimientos existencialistas. Su cine, es sórdido y cruel a la par que espiritual y romántico. Entiéndase romántico no como actualmente se entiende la palabra que ha violado la significación que tenía ésta dentro de las corrientes del siglo XVIII, así pues, el romanticismo al que aludo, es aquél que hablaba del destino trágico, del fatalismo existencial, de la hostilidad de una realidad que continuamente asfixia y oprime y que la única válvula de escape es el idealismo, la utopía Así pues Ki-duk Kim habla nos habla desde el susurro, y su cine, por cruel que pueda ser con los espectadores y con sus personajes (incluso con los actores que los interpretan), llevándolos a territorios límite, individuos solitarios, abandonados, en continuo viaje y búsqueda del amor y de encontrar a alguien que los escuche y los entienda. El camino nunca será un sendero de rosas, más bien será pedregoso e inviable. Todo ello aderezado con una brillante belleza en contradicción con las vidas de todos los que habitan en su cine. Quizá todo ello sea lo que hace que este cineasta se acerque más al espectador, tanto que incluso éste llegue a identificarse por todo lo que cuenta y como lo cuenta, a veces sin diálogos, por medio del silencio, de las acciones y del paisajismo de su fotografía. En resumidas cuentas, Ki-duk Kim es un realizador naturista, complejo y espiritual, también es pervertida y premeditadamente incómodo, presentando así situaciones extremas para humanizar a partir de la vulnerabilidad del ser
Antes de reflexionar sobre lo que nos cuenta la antepenúltima (hasta la fecha) película del realizador de La isla, debería resaltarse cierta voluntad de cambio por parte de este cineasta, cambio que aconteció después de Bad guy y que quizá queda contrastado más aún a partir de Primavera, verano, otoño, invierno y primavera, pues la sordidez que caracterizaba a sus trabajos, va apareciendo más en segundo plano, casi desvanecida, evoluciona de forma que ahora adquiere mayor protagonismo la necesidad de la espiritualidad de la redención, algo que no es ilógico, porque aunque mantenía un carácter secundario, ya evidenciaba su cine, pero como demuestran sus últimos trabajos, ahora, ésta ha pasado al plano protagonista. Samaritan girl, pues, como decíamos al inicio de este comentario, se situaría en ese cambio, pero como advertíamos sigue a caballo con ambas temáticas y constantes de su carrera inicial.
Samaritan girl, cuya guión está vertebrado en tres actos, que nos hablan cada unos de tres cosas distintas pero interrelacionadas con la trama general. Un cuento moral de redención, y que por temática de la confusión ético/moral (religiosa) podríamos hermanarla (salvando las distancias entre una y otra) con La niña santa, de la argentina Lucrecia Martel. La historia se centra inicialmente sobre dos adolescentes que sueñan con abandonar Corea y trasladarse a una idealizada Europa. Para conseguir el dinero del viaje deciden dedicarse (temporalmente) a la prostitución. Mientras una, Jae Yeong es la que se acuesta con los clientes al salir de clase, la otra amiga, Yeo-jin es la que concierta las citas y administra el dinero, aunque no puede disimular la desesperanza ante cada encuentro sexual de su amiga. Un trágico accidente tras un redada dará paso al nuevo acto y a un impredecible giro argumental. Ki-duk Kim, siguiendo los pasos de didactismo budista de su anterior trabajo Primavera, verano, otoño, invierno y primavera, titula este primer acto como "Vasumitra", mito de la religión budista, Vasumitra era una prostituta capaz de que todo hombre, tras acostarse con ella se convirtiera al budismo, haciendo que estos alcanzaran la paz. Así pues, Ki-duk hace de la idealista Jae Young, una puta santa, una samaritana que cede su cuerpo a los hombres para purificarles.
Acabado este primer acto, empieza el que da nombre a la película "Samaria" (título original de la película). Aquí, Yeo-jin, con la voluntad de recuperar a su amiga, de redimirla y de limpiar sus actos impuros (moralmente hablando), decide prostituirse ella y pasar por la cama de todos los hombres que se acostaron con su amiga y devolverles el dinero. Yeo-jin pues acomete actos de buena samaritana lejos de las intenciones de la primera "Vasumitra". Todos estos actos, son observados a distancia, por su padre, el cuál no sólo quedará defraudado por las actividades amorales de Yeo-jin, despertándose en él la ira y el odio y aleccionando posteriormente a todos los clientes de su prostituida hija, convirtiéndose así en un ángel sediento de venganza en un extraño viaje de comprensión hacia la rebeldía (o no) de su hija.
El tercer acto y epílogo de la película, es "Sonata", dónde el padre de Yeo-jin intentará redimir a su hija por medio del viaje, metafóricamente espiritual. Aquí es dónde Ki-duk se encapricha por lo onírico, simbolizando el paso de la adolescencia a la madurez. No revelaré el final, pero desde luego, este tercer acto es el que de algún seguiría más en la estela tántrico-esperanzadora (agridulce) que está apareciendo en las últimas obras de este realizador.
El tempo utilizado, la bella fotografía y el estilo de contar más con los silencios que con el diálogo son sus logros más resaltados. En cambio el pragmatismo esquemático con el que presenta y define a sus personajes es quizá el punto flaco de una película, filmada en algo más de una semana y que con más tiempo hubieran hecho de esta película un excelente obra para budistas iniciados. Pero quizá ciertas concesiones y caprichos, sin desmerecer el resultado final, se nos antojan quizá una película notable e inferior a la estupenda y bella Hierro 3. Eso sí, Samaritan girl es quizá más terrenal aún sus metáforas y simbolismos.
Anécdotas:
* Se rodó en trece días y como en el cine de este cineasta, con bajo presupuesto * El cartel fue censurado en su país. * Se presentó en el Festival de Cine de Berlín 2004, donde consiguió el oso de Plata al mejor director. * El estreno en España ha coincidido en cercanía, con Hierro 3, pero el estreno de ambas se ha realizado de forma cronológicamente inverso respecto a la filmación de una y otra. * Es el cuarto filme que llega a nuestras pantallas del cineasta coreano.
Alberto Rodríguez Alonso (Barcelona)