Ahora, la película que realmente me enseñó a apreciar el cine fue Casablanca. La ví siendo muy pequeño (6 ó 7 años) y me pareció un coñazo, pero al poco de tener el vídeo (con unos 12 años) la tuve que volver a ver para grabarla y quitarle los anuncios y me encantó: ese antro lleno de humo de cigarrillos y alcohol en ese lugar tan exótico, esa Ingrid Bergman tarareando «As time goes by», esa lucha contra los totalitarismos, ese prefecto Renault que en el fondo es un cacho de pan... Vamos, que todavía cuando escucho «La marsellesa» se me ponen los vellos como escarpias.
