Mensaje
por JohannesOrdet » Mar 26 Abr, 2005 17:35
Pues sí, bien cierto es lo que dices y de supremo interés, alegre, pero me gustaría matizar algunas cosillas. En lo que respecta a la “bienpensante” y “políticamente correcta” sociedad, creo que ésta considerará invariablemente a Johannes como un loco. En lo que respecta a la “malpesante” y “políticamente incorrecta” sociedad, pues creo que, si bien aquí Johannes lo tiene dificil, hay una posibilidad para él de ser comprendido, pues es aquí donde puede haber un disentir en cuánto a las estereotipadas concepciones de las múltiples realidades que nos rodean, incluída la religiosa. Pues al referirme a “bienpensante”, etc, sociedad, me refiero a esa sociedad del cliché y el tópico que sigue las doctrinas al uso como si de supremas realidades se trataran. Así, lo que es “políticamente correcto” en una época, como, por poner un ejemplo que ahora se me ocurre, la sexualidad libre y no estigmatizada como inmoral (lo que creo es ahora contemplado así por la mayoría de la sociedad occidental) fue “políticamente incorrecto” en otra, al igual que, por ejemplo, el consumo de opio ahora es visto por los “bienpensantes” como una aberración y en otras épocas fue incluso un fenómeno cultural, un estilo de vida de la totalidad del pueblo (como sucedió en China hace ya un porrón de años). Desde luego que la “malpensante” sociedad puede también no distinguir la velocidad del tocino, pero vamos, que al disentir ésta de la moda conceptual de su época (si no fuese así sería “bienpensante”), es aquí donde Johannes tiene su oportunidad. Así, Johannes probablemente estará más sólo que la una en ambas sociedades, pero desde luego, dónde nunca estará acompañado será en nuestra “bienpensante” sociedad actual.
Por otro lado, desde luego que la locura no justifica la fe (¿yo he dicho eso?), pero desde luego sigo pensando que si la fe está en algun lugar, es en esa “locura divina” de Johannes, pues me afirmo en que la fe nada tiene que ver con la política, ni con la moda, ni con las concepciones racionales de la existencia, sino que, por definición, la fe es en lo absurdo (esto es, en lo irracional, en lo que va más alla de la lógica), y aquí es donde estriba la dificultad de poseerla. Si la fe fuese en algo lógico, estaría tirado tener fe y no estaríamos aquí debatiendo (repito que eso para mí no es fe, es ciencia). Desde luego, esa “locura divina” de la que hablo no es asimilable a la locura como tal se la conoce. Que un tipo vea estrellitas a todas horas y caballos de fuego trotando sobre el sillón de su salón no implica que este tipo tenga fe, ni mucho menos. Sin duda la fe es un terreno pantanoso y puede quedar convertida en un “a lo que puede llevar” las supersticiones a las personas honradas: a que se impida la boda entre dos seres que se aman por mor de la “fe”, por ejemplo. Pero que la fe es un terreno difícil y extraordinariamente peligroso a la hora de cometer aberraciones en su nombre, no quita que la fe auténtica sea un hecho, como en Johannes.
Desde luego que nuestra sociedad no comulga con la realidad última de las cosas, porque es parcial en su conocer y sienta cátedra sobre multitud de cuestiones para nada claras, como si la realidad última fuese una pequeña casa cuyo mobiliario y decorado fuesen perfectamente estudiables y descriptibles. La realidad como tal es inagotable (lo dije en el anterior post) y, lo que no me parece acertado es precisamente reducir la realidad a un único fin o a una única visión. ¿Si la realidad es inagotable porque toda nuestra historia basa buena parte de su conocer en postulados que son dados como hechos? Al decir “última” me refiero a “total”, totalidad que abarca la absoluta multiformidad de lo real, para nada me refiero a la univocidad del pensamiento sobre lo real y, por esto, estoy completamente de acuerdo con abyacar y contigo: como somos ignorantes de las fuerzas que nos rodean, debemos estar abiertos a su aprehensión, incluída la fuerza de la fe.
Lo de que los niños no están socializados, etc, me refiero a lo que ocurre en Ordet: la niña de Ordet aún no ha dogmatizado la religión, y de ahí su fe en Johannes. Sospecho que, si no la ha dogmatizado es, precisamente, por su edad, porque muchos niños (que no digo todos, que de todo hay en este mundo) pasan cuarenta kilos de muchas de las chorradas que sus adultos le intentan imponer, porque en el niño queda mucho de ese candor y esa fantasía que nos lleva a no reducir la realidad a 4 malos dogmas imperantes (que los adultos no se preocupen que, con unos pocos años años más, ese niño fantasioso y abierto a formas diversas de aprehensión de lo real acabará, como muchos, con la mente unificada en unos pocos pensamientos). Creo que ese es el sentido de las palabras de Johannes: “bendito sean los niños porque de ellos es el reino de los cielos”, porque aún no piensan unívocamente y, por eso, pueden creer en él. Si esto no es así ahora mismo, por lo menos creo que en Ordet sí es así.
¿Qué queda de todo esto si no existe Dios? Pues creo que todo religioso que se precie debe empezar por ahí, por reflexionar en lo profundo sobre la ausencia de Dios, por sentir en lo profundo su ausencia: el temor absoluto a una vida carente de sentido trascendente que obligue al sentimiento de que la muerte es nuestra última palabra. Además, yo no creo para nada en el Dios de las barbitas ni nada por el estilo, que nos da un paraíso si somos buenos y todas esas cosas. Tampoco creo que la religión auténtica imponga, per se, una moral. Dios no está en un mundo trascendente que nada tenga que ver con la inmanencia de nuestro mundo sensible: Dios está aquí, entre nosotros, y es nosotros y todo lo que existe. La vida es lo divino y la muerte, como aquello inseparable de la vida y que la define, es lo divino (y que conste que aquí me refiero a la muerte filosóficamente, porque la muerte no natural es despreciable, lo mismo que la muerte por enfermedades, etc). Así Johannes ve los signos de lo divino en todo lo que le rodea, incluso en los faros del coche del médico que proyectan sombras en la casa y Johannes interpreta como signo de lo divino, como la presencia del ángel de la muerte. Así, si yo me definiese como religioso, me definiría como vitalista, pero nunca como no vitalista (como alguien que ve en la vida un mero trámite para alcanzar la “vida eterna”). Para mí, Dios está aquí, en todo lo que nos rodea y en nosotros mismos, y no precisamente el señor de las barbas es el que aquí o alli está para mí. Y que conste que tengo claro que yo casi nunca puedo apercibir lo divino y que ando siempre (como creo que le pasa a muchos) bastante perdido por esta vida extraña y dificil que nos ha tocado vivir. Simplemente ando en la lucha, por intentar comprender un poco más, aunque es complicado y muchas veces me vengo abajo. Sé que yo, con casi toda seguridad, no podré ser nunca Johannes pero, en lo que a mi respecta, apercibo en él un ser humano que vive en el seno de Dios (de la vida).
Muchas gracias a todos los posteadores y especialmente a ti, alegre, por proponer un hilo tan fascinante.
Un saludo.