El catador de... vino
Cualquier actividad humana, y entre ellas la cata de vinos, tiene tres momentos: (1) un antes, (2) un durante y (3) un después.
(1) Antes de la cata
Lo único que hay antes de paladear un vino es el conocimiento sobre dos cosas: (a) cultura vinícola (b) conocimientos sobre ese vino concreto.
(a) Cada persona tiene una cultura vinícola creada a partir de la combinación en diferentes grados de lecturas (de mayor y menor especialización) y de experiencia.
(b) Este conocimiento puede ser: nulo, por referencia o por experiencia. Nulo: no tiene conocimientos, sus expectativas son reflejo de la cultura vinícola que tenga sobre la zona y edad del vino. Por referencia: ha leído o alguien le ha comentado algo sobre el. En este caso durante la cata tenderá a buscar los elementos referenciados. Por experiencia: anteriormente probó el vino. En este caso en primer lugar buscará lo que encontró en la anterior cata y después buscará nuevos sabores y aromas.
Los conocimientos previos son peligrosos. No hay que dejar que los comentarios sobre un vino modifique nuestra percepción. Debemos ser nosotros mismos los que descubramos ese aroma de fondo o esa tonalidad particular que se percibe al poner la copa al trasluz. No me vale que un catador especializado me diga que tal o cual es un gran vino. Que me diga por que lo es: que aromas... colores... sabores... lo hacen especial. Después mi trabajo (si me interesa) es ratificarlo o no.
(2) Durante la cata
Todos podemos beber vino. Todos a los que nuestra ideología, religión o lo que sea que cada uno se quiera imponer para limitar su libertad, nos permita hacerlo. La actitud que adoptamos ante la cata esta determinada por diversos factores, entre ellos: lo comentado anteriormente en la sección Antes de la cata y el momento y situación en que la realizamos. No es lo mismo (nuestra actitud frente al vino no es la misma) beber un Don Simón con cocacola en el botellón de la esquina con los amigos que tomar en casita tranquilamente un buen queso con un vinito. Tampoco es la misma cuando vamos a la Vinotera de la esquina y le pedimos al dependiente que nos de a catar un vino especial.
Hay momentos en que un cosechero nos sienta la mar de bien y momentos en que sabemos que ese reserva que nos han puesto delante se escapa de la actual capacidad de nuestro paladar. Nuestra cata puede ser también imperfecta, ya sea por falta de conocimientos, de ganas o interés. Si en una cena de trabajo nos han puesto un vino de calidad pero la compañera del departamento de marketing que tenemos sentada delante nos hace ojitos es normal que no nos demos ni cuenta (a no ser que nos apetezca lucirnos y desplegar nuestros conocimientos).
El catador profesional o aficionado con intereses en adquirir cultura dedicará momentos concretos a la cata del vino (su actitud en ese momento será especial). Para ello seguirá una metodología: se aclarará la boca para no tener sabores que puedan alterar la percepción, moverá la copa para airearla y poder percibir mejor los aromas, etc.
(3) Después de la cata
Tras la cata las actitudes son muy diferentes también. Podemos encontrar, entre otros, dos parámetros que las califican: reacción fisiológica y reacción intelectual.
Las reacciones físicas todos las conocemos y depende de cómo tengamos el cuerpo, la calidad del vino y la cantidad. Puede ser indiferencia absoluta, ligeros mareos, chispitas en los ojos, llorera, alegría por haber descubierto cierto aroma, etc.
Las reacciones intelectuales dependen de la voluntad, las ganas e intenciones del bebedor. Desde quien no se para a pensar las sensaciones que ha tenido durante la cata, hasta el que rellena una ficha intentando describirlas, pasando por el que lo comenta con los amigos hasta que llega al coche perdiendo el hilo en cuanto sale a colación lo buen@ que estaba el/la camarer@.
Apendice A. Diferentes tipos de vinos
En el mundo del vino nos podemos encontrar muchas sorpresas. Vinos cosecheros llenos de impurezas pero con un aroma especial. Vinos de reserva, de esos de toda la vida, sólidos pero sin sorpresas. Vinos de países en los que parecía que no existía cultura vinícola y que sin embargo realizan unos vinos diferentes para los que nuestro paladar necesita replantearse los sabores que es capaz de percibir. También esta, por supuesto, Don Simón.
Apendice B. Diferentes tipos de catadores
Vivimos en un país con cierta cultura del vino. Hay gente que bebe mucho vino pero no lo cata. No cata porque no le interesa, por que no quiere o por que no busca eso en un vino sino tan solo acompañar su cena o conseguir que su mujer le mire con picardía y sonrisitas..
No por mucho beber vino se tiene mas percepción de su calidad. Sino pregúntaselo al borracho del bar de la esquina. Si alguien quiere adquirir cultura del vino debe convertirse en un catador y eso requiere un esfuerzo. Conocer el mundo del vino y su elaboración. Conocer los vinos del mundo. Escuchar y aprender de la experiencia de otros catadores. Y por supuesto catar: crear su propia experiencia y criterio propio.
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Si, estáis en lo cierto, se me ha caído el tornillo que faltaba... ah y lo siento si me he alargado demasiado...

pero es que acabo de tomar una copita...
Cita:
“Yo solo bebo........ vino”
El Conde Drácula a Jonathan Harper.
un saludo