
También era un pícaro:
Recordad la escena de 39 escalones:
A Robert Donat y Madeleine Carroll unos polis les han colocado unas esposas, que les mantienen unidos por las muñecas.
Escapan de sus perseguidores. Huyen bajo la lluvia, llegan hasta una posada y logran una habitación para dormir.
Están empapados. Madeleine tiene que quitarse las medias, que están mojadas. Plano de las piernas de Madeleine (¡preciosas!). Sus manos bajan las medias, desde el muslo hasta la punta del pie. La mano de Donat, unida con grilletes a la suya, sigue un camino paralelo a lo largo de sus piernas.
Hay un guiño al espectador masculino, que también querría acariciar la pierna de la Carroll, pero que tampoco puede.
Hay humor, porque la situación es de lo más cómica, y bastan las caras de Donat para provocar la carcajada.
Hay fetichismo. Las medias, que observa puestas, mientras se las quita, cuando están colgadas en la chimenea...
Hay sorna. Una habitación de matrimonio, escenas domésticas, discusiones, una cama compartida a la fuerza, y una pareja unida por grilletes.

Sobre la misoginia, si hay tiempo, ya hablaremos otro día.