
Es, en efecto, un cine de barrio con independencia del barrio o la iudad en la que se ambiente cada película; un cine de pequeños grupos compactos abiertamente de clase media, aunque sus argumentos sean frecuentemente de clase media baja sin llegar a un auténtico proletariado. El lugar de su ubicación tiene, así, un acentuado relieve simbólico: representa el irrepetible espíritu de los Ealing y de la Inglaterra de un determinado periodo histórico, más que cualquier otra característica de sus películas.
Durante esos veinte años, desde 1938 a 1955 (con la prolongación hasta 1959, pero ya no en Ealing) se enfatizan las mejores cualidades del espíritu y de la cultura británicos. Durante ese ventenio desfilan la llamada soliradidad colectiva del inmediato periodo prebélico y durante la guerra; la modélica revolución puesta en marcha por los laboristas en la postguerra, que mediante una drástica política de nacionalizaciones fundamentan en cinco años el Welfare State y pierden el poder; el retorno, con los años cincuenta, a la libertad consumista y a un relativo bienestar; el resurgimiento de una cierta pomposidad colonial bruscamente interrumpida en 1956 con la crisis del Canal de Suez, signo definitivo del fin del imperio británico al que seguirán, enseguida, el crecimiento progresivo y acentuado de las contradicciones culturales, religiosas y económicas en las que se basaba el "espíritu de cuerpo" británico.
Al igual que la mayoría de países, la cultura de la Gran Bretaña, bajo la directa influencia de la hegemonía estadounidense, sufrirá el tirón de la internacionalización y la homogeneización. Su economía cae en pedazos mientras laboristas y conservadores se suceden en el gobierno, cada vez más semejantes entre sí y menos combativos (al menos hasta la aparición de Margarte Thatcher). La "Old England" acaba siendo un tópico del folklore turístico.
La producción de los Ealing sigue con ejemplar puntualidad el itinerario ideal de este ventenio, componiendo un recorrido que va desde la promoción, a la crítica, la sátira y la celebración nostálgica y desprestigiada. Tan desprestigiada que los estudios Ealing acaban por cerrar sus puertas. Es evidente que el fin de sus actividades viene determinado por precisas razones estructurales, logísticas y económicas; no conviene olvidar que los últimos años de los estudios Ealing (más o menos desde 1952, es decir, tres años antes del abandono de su sede "natural" y siete antes del cierre definitivo) están marcados por una relativa hemorragia de talentos y por el progresivo debilitamiento de lols temas y de la originalidad del estudio. El cierre es, por parte de su fundador, Michael Balcon, un acto de honestidad intelectual. Para su intuición de productor, los tiempos están maduros para empresas de signo distinto; de hecho, Balcon fundará la Bryanston, coproductora con la Woodfall Film, de Richardson y Osborne, de los primeros largometrajes del "free cinema". Los Ealing quedaron en esos estudios como el momento más armónico y satisfactorio de sus carreras; y en la memoria cinematográfica británica como el lugar donde se materializó, de un modo más reconocible, el idea de un cine nacional.
Cuando en 1955 Balcon, que había vendido los estudios a la BBC, trasladó la compañía a Borenhamwood, como "huésped" de la MGM británica, hizo colgar en Ealing el célebre cartel: "Aquí se realizaron, durante un cuarto de siglo, numerosas películas que reflejan cómo son Gran Bretaña y el carácter británico." Al ampliar el homenaje e incluir a su predecesor, Basil Dean, que dirgió los estudios desde 1930 a 1938, Balcon realizaba una jemplar síntesis histórica, también desde el punto de vista estrictamente cinematográfico. De hecho, el periodo que comprende desde la llegada del cine sonoro hasta la mitad de los años cincuenta, representa el momento de máxima expansión y de conciencia integral de la industria cinematográfica británica. (...) Una imagen de cine nacional, que abarca desde el rigo esencial y "militante" del documentalismo, hasta el pntoresquismo algo ostentoso de los grandes espectáculos históricos de Korda. En la mitad de ese espacio se hallan los productores del cine medio; y junto a ellos, las inopinadas y exuberantes divagaciones de originales "fuera de serie", no sólo de Poweel y Pressburger, sino también de Zoltan Korda, algunos trabajos de Launder y Gilliat, y de Leslie Arliss. (...)
Existen huellas del estilo Ealing incluso antes de su explosión en 1949; piénsese en el prematuro prototipo titulado Cheer Boy Cheer, dirigido por Walter Forde en 1939, o en la curiosa anticipación temática de Kind Hearts and Coronets que fue la última película de Will Hay: My Learned Friend de 1943. (...)
En la primera comedia (Hue and Cry), Charles Crichton hace una síntesis definitiva: la herencia del documentalismo se transmite sin hagiografía al cine de género. Las ruinas de Londres, funcionales para una pequeña historia fantástica, representan un documento histórico pero sin desmedir su papel eminentemente "escenográfico".
Emanuela Martini y traducido en:
La Comedia Ealing,
35ª Semana de Cine de Valladolid, 1990.

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