marina_570 escribió:La estrella ausente
TITULO ORIGINAL: La stella che non c’è
AÑO: 2006
DURACIÓN: 1:41:37
PAÍS: Italia / Francia / Suiza / Singapur
DIRECTOR: Gianni Amelio
GUIÓN: Gianni Amelio, Umberto Contarello (Novela: Ermanno Rea)
MÚSICA: Franco Piersanti
FOTOGRAFÍA: Luca Bigazzi
REPARTO: Sergio Castellitto, Ling Tai, Angelo Costabile, Hiu Sun Ha, Biao Wang, Catherine Sng
PRODUCTORA: Coproducción Italia-Francia-Suiza-Singapur
GÉNERO: Drama
SINOPSIS: Vincenzo es un ingeniero de mantenimiento italiano que tiene un dilema moral. Ha descubierto un fallo de diseño en un alto horno que su empresa acaba de vender a una delegación china. Convencido de que ha encontrado la solución al problema, y para evitar una tragedia en el horno, viaja de inmediato a Shanghái para reponer la pieza defectuosa. En lugar de una recepción propia de un héroe, Vincenzo topa contra una pared de indiferencia, ya que nadie sabe o a nadie le interesa a qué ciudad han enviado el horno. Perdido, y culturalmente limitado en el nuevo entorno, la vida de Vincenzo da un giro radical cuando conoce a Liu Hua, una estudiante china de poco más de veinte años que habla italiano con fluidez. Con ella como intérprete y guía, ambos atraviesan el gran país en busca del horno perdido.
Datos técnicos:
Tamaño: 1.32 GB
Codec video: X.v.i.d 1.1.2 Final
Bitrate video: 1262 kbt/s
Resolución: 668 x 360 px
Codec audio 1: Ac3 5.1
Bitrate audio 1: 448 kbt/s m
Codec audio 2: Mp3
Bitrate audio 2: 131 kbt/s
eLinks:
Película:La estrella ausente (Dvdrip Dual Esp-Ita)(Xvid Ac3 5.1+Mp3) by Marina (BlueTeam&PortalSEDG).avi
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Para dar las gracias: La estrella ausente en el foro de BlueTeam
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Ficha en Filmaffinity
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Ficha en Filmaffinity
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FuenteJordi Costa escribió:Naturaleza tuerta
J. C. 11/01/2008
Tras la revelación que supuso el estreno de Niños robados (1992), el italiano Gianni Amelio ha ido consolidando un discurso capaz de hacerse eco del compromiso testimonial de sus maestros bajo las formas de lo que ha dado en llamarse cine de consumo.
Sería injusto considerarle un Rossellini o un Vittorio de Sica para la era de las multisalas (o de los cada vez más estereotipados circuitos de exhibición en versión original) -Lamérica (1994), Así reían (1998) y Las llaves del reino (2004) son trabajos notables-, pero su carrera es el perfecto testimonio de unos tiempos en los que el mensaje necesita recurrir al sentido del espectáculo para su supervivencia.
Desafortunadamente, su último trabajo, La estrella ausente, adaptación libérrima de la novela La dismissione de Ermanno Rea, se acerca peligrosamente a una versión fast food de la película que podría haber sido. El resultado es, pues, casi un Rossellini de multisalas. O un Jia Zhang Ke traducido, para perezosos, al lenguaje de la obviedad sentimental y el subrayado.
Amelio ofrece casi una autocrítica criptografiada en el nombre de su personaje protagonista: el Vincenzo Bonocore del original literario se convierte aquí en un Vincenzo Buonavolontà con la mirada melancólica de Sergio Castellitto. Y aunque el chiste fácil sea servido al crítico en bandeja tan sospechosamente reluciente, lo cierto es que hay más buena voluntad que auténtico corazón en esta historia: la odisea simbólica del técnico de mantenimiento de unos desmantelados altos hornos napolitanos que, para evitar previsibles accidentes laborales, viaja hasta la China para incorporar a la maquinaria vendida una válvula redentora.
En La dismissione, Rea describía el crepúsculo de una cultura del trabajo bajo las transformaciones de una economía globalizada: el obrero artesano perdía el que había sido el territorio de su dignidad, así como el ámbito de una solidaridad condenada a caducar en el emergente mapa de nuevas relaciones humanas. Hay que ser, no obstante, justo con las ambiciones de Amelio: su estrategia suma una capa de complejidad, al convertir el paisaje en decadencia de la Italia posindustrial en imagen especular de esa China en construcción que también deja el factor humano en los márgenes del camino, como tan bien mostró el Jia Zhang Ke de la excelente Naturaleza muerta. En la película de Amelio, Castellitto parece un turista de la buena voluntad paseándose entre los espacios de Naturaleza muerta: allí donde mire habrá un niño desvalido y conmovedor, mientras la banda sonora se esfuerza en decirnos cómo nos tenemos que sentir a cada instante.
Fuente63ª Mostra de Venecia
"Un vasto y sorprendente planeta"
DANIELA CREAMER - Venecia - 06/09/2006
Gianni Amelio definió ayer su película, inspirada en la novela La dismissione, de Ermanno Rea, como "una invitación a reflexionar sobre temas humanos y sentimientos profundos". "Durante el rodaje vimos cosas muy duras: el contraste entre la enorme eficiencia empresarial, las ciudades de ciencia-ficción como Shanghai, y las imágenes de tremenda pobreza del campo", afirmo el realizador. "Plasmar esta realidad fue un proceso muy emotivo", enfatizó.
"China no es sólo una nación, sino un vasto y sorprendente planeta que merece la pena explorar. Es tan increíble que incluso han abolido las diferencias horarias, por lo que todos se levantan, trabajan y comen a la misma hora, sin importar si en un lado de la nación es de noche y en el otro de día", contó el actor Sergio Castellito, protagonista de esta "aventura humana, que arranca realista y termina metafísica". "No creo en el método de inmersión en el personaje, sino en la identificación con el mismo. Esta experiencia fue una de las mejores de mi carrera".
Fuente63ª Mostra de Venecia
Adiós melancólico al orgullo obrero
El italiano Gianni Amelio ofrece un retrato descarnado del monstruo industrial chino
ENRIC GONZÁLEZ (ENVIADO ESPECIAL) - Venecia - 06/09/2006
Hay viajes que no terminan con el regreso. Hacen pensar. De esa categoría forma parte el viaje a China propuesto ayer en la Mostra veneciana por el director Gianni Amelio, uno de los pocos supervivientes del naufragio del cine italiano. La stella che non c'è, traducible como La estrella que no existe o La estrella que falta, es un salto a ciegas en las fauces pavorosas de la nueva hiperpotencia industrial, y un adiós melancólico a lo que una vez se llamó "orgullo obrero". No se trata de una película fácil. Pero si el espectador pone un poco de su parte, el resultado es más que satisfactorio.
Podría ser que La estrella se llevara alguno de los premios importantes. El fracaso de Amelio en su anterior intento de ganar el León de Oro, con Las llaves de casa, enfureció a la crítica italiana. Quizá la Mostra se sienta en deuda con Amelio, que, en cualquier caso, juega en casa. Esos factores pueden ayudar a La estrella. Y al protagonista masculino, Sergio Castellito, que a día de hoy parece destinado a hacer pareja con Helen Mirren (La reina) en los galardones a la mejor interpretación. A Castellito sólo se le puede plantear una objeción: se le nota demasiado que busca el premio. En ciertos momentos, el espectador del festival teme que el actor interrumpa la escena para hacerle un guiño al jurado. Tai Ling, la joven actriz china que da la réplica a Sergio Castellito, no busca con los ojos al jurado y se limita a actuar muy bien.
Alfred Hitchcock llamaba McGuffin a un elemento superfluo del guión que le permitía enredar al público y guiarle por un camino inesperado. En La estrella, el McGuffin es una pieza mecánica. La historia arranca en unos altos hornos italianos que venden toda su maquinaria a una sociedad china. La empresa cierra en Italia y despide a sus trabajadores, pero el jefe de mantenimiento, un tal Vincenzo Buonavolontà (Castellito), avisa a los compradores de que hay un problema con la seguridad de las máquinas. Los chinos se hacen los suecos y se largan con el horno. El ingeniero en paro consigue detectar la pieza defectuosa, construye un recambio y viaja hacia China para ofrecer a la nueva propiedad la solución al defecto.
A los chinos, y al propio Amelio, no les interesa lo más mínimo la pieza que carga el ingeniero. Se trata sólo de una excusa para retratar al monstruo industrial chino. Vincenzo Buonavolontà recorre el país en busca de la factoría que se ha quedado con la maquinaria italiana y descubre un presente que es a la vez pasado y futuro: la China eterna y sumisa suministra combustible humano a unas ciudades y unas factorías de escala titánica, donde la seguridad de un obrero metalúrgico es la última de las preocupaciones.
Contra lo que pueda parecer a primera vista, La estrella no está pensada para consumo exclusivo de sindicalistas y jefes de personal. En realidad, vale para todos los públicos. Cualquiera puede identificarse con el obrero especializado al que ya sólo queda el orgullo del trabajo (perdido) bien hecho, y la crisis que sufre en su penoso periplo. El filme rebosa ternura, desamparo e inteligencia. El encuentro de dos mundos distintos e igualmente infelices se narra con elementos sencillos y comprensibles, montados sobre una estructura hermosamente minimalista. No es, en puridad, lo más redondo que se ha visto en Venecia (en ese puesto sigue La reina), pero se trata del mejor Amelio en bastantes años y de una buena película.
OTRAS OPCIONES:
