
Pues eso, para que los que tienen lejos la playita se entretenganMadrid / Estreno
El 'yo acuso' de los autores contra los magnates del cine
LUIS ALEMANY
A quién le pertenece una película? ¿A su autor -el director que se hace responsable de su acabado-? ¿Al público? ¿A sus banqueros -los productores-? ¿O a cualquier desaprensivo en una cadena de televisión? La respuesta varía según cuál sea el lugar de la Tierra en la que se haga la pregunta. En Estados Unidos, por ejemplo, cualquier respuesta puede ser válida a excepción de la que señala a los directores, carentes de una ley de la propiedad intelectual medianamente digna que defienda sus derechos.
La respuesta a esa situación, sin embargo, ha llegado desde Europa, donde la situación es algo -y solamente algo- mejor. Desde Barcelona, más concretamente, en donde Carlos Benpara ha dirigido la película Cineastas contra magnates, un documental dedicado a denunciar todos los desmanes que sufre el séptimo arte en beneficio de su rendimiento en televisiones, salas de cine y estuches de DVD.
La historia de la película es larga: «En 1987», explica Benpara, «se celebró en Grecia el Simposium sobre Preservación y Conservación del Film, que fue una primera piedra en la denuncia de este tipo de abusos. Fred Zinnemann, que leyó el manifiesto de aquel encuentro, se me acercó y me comentó que sería buena idea plasmar toda esta denuncia en una película».
El proyecto quedó dormido durante años, aunque no la militancia del cineasta catalán en la causa de la propiedad intelectual.En 1989, Benpara denunció a Televisión Española por la emisión de Hombre del Oeste -de Anthony Mann- sin respetar su formato scope original. Un juzgado de Barcelona le dio la razón y sentó el primer precedente en la lucha contra las mutilaciones y los maltratos televisivos contra las películas.
Durante los siguientes 15 años, Benpara encontró el material para su película en el contacto con otros colegas empeñados en la misma causa. Cineastas como Woody Allen, Sidney Pollack, Stanley Donen, Milos Forman, Claude Chabrol, Betrand Tavernier, Bernardo Bertolucci o Luis García Berlanga accedieron a grabar sus experiencias como cineastas magullados.
La película une a esos testimonios alguna licencia metafórica a costa de un cuadro de Tintoretto talado por sus comendadores (los reyes de España de entonces) por aquello de que no entraba en el salón de la casa y con varios ejemplos reales de maldades televisivas que se perpetran impunemente contra las películas.Algunos de ellos -por ejemplo, la práctica de pannig-scanning, empleado para hacer entrar los fotogramas del cinemascope en una pantalla de televisión- son espeluznantes. Otros -como la Cumbres borrascosas emitida con letreros que anunciaban la posterior retransmisión de una partida de mus- son, simplemente, grotescos.

Esperemos que despues la estrenen en más ciudades

Saludos
