No se caracterizó por sus grandes dotes interpretativas pero una sola imágen suya bastaba para hipnotizar a cualquiera que se pusiera delante de una pantalla para ver una de sus películas.
Hubiera preferido ser recordada como una gran actriz y no como aquella ingenua rubia de curvas vertiginosas, cuya imágen llevaba implícita una enorme carga de erotismo y sensualidad. Su empeño por conseguirlo marcó el gran objetivo de su vida. Una labor que le produjo momentos de gran dolor y sufrimiento.
Pero a esas alturas ya se había hecho un hueco entre los grandes mitos de la historia del séptimo arte. Y como tal mito, estaba predestinada a morir joven y en trágicas y misteriosas circunstancias que tanto y tanto dieron que hablar.
El día 5 de agosto de 1962 desparecía Norma Jean pero surgía la leyenda Marilyn. Una leyenda que se antoja irrepetible y que perdura hasta nuestros dias en la memoria de los amantes (y de los no tan amantes) del mundo del cine.

Va por ti, Norma Jean. Estés donde estés.