Director
1934

¿Quién c… es Francisco Regueiro?
Buena pregunta, y buena señal, en un país en el que ser desconocido es casi una garantía de calidad, y si hablamos de cine, garantía absoluta.
Es el caso de Regueiro, un director que como dirían en mi pueblo, que también es el suyo, sólo le conoce su familia a la hora de comer, que no es poco, para llegar a conocer su cine se precisan una conjunción de casualidades y azahares que raramente se dan.
La primera vez que escuché su nombre fue a raíz del estreno de “MadreGilda”, por supuesto no la ví, en esa época mis prejuicios contra el cine español eran absolutos,
en la actualidad lo son en contra del cine en general, los primeros prejuicios que me vinieron a la cabeza fueron los siguientes:
1- Es un director gallego
2- Otra película más sobre la Guerra Civil
3- ¿Echanove Franco?
4- Si le gusta a Garci no me puede gustar a mí, tengo mis principios.
Perdí la primera oportunidad, la segunda llegó al cabo de unos años, en un Taller de Cine, no sé porque motivo alguien habló en términos elegiacos de “MadreGilda”,
por supuesto me subí al carro de los defensores de la película y de su director,
sin haberla visto, ¿pero desde cuando eso ha sido un obstáculo para un español que se precie?, de tanto defenderla incluso comenzaba a recordarla, y las ganas de verla, de volver a verla, crecían, y la curiosidad por su director también.
Como llovido del cielo se anunció la emisión de la película en la 1, ya se sabe que para estas chorradas Dios es muy socorrido, pero del anuncio a la grabación hay un paso, un paso que se me olvidó dar, segunda oportunidad perdida.
La tercera llegó al poco tiempo, en una revista de cine de vergonzosa evolución
leí un artículo dedicado a las 100 películas de culto del cine español, figuraba una de Regueiro, “Duerme, duerme, mi amor” (1974, buen año), el texto era el siguiente:
“Un título maldito de un director irregular pero siempre estimulante, en el que planteó
un juego de inusitada crueldad que se tiñe tanto de sordidez como de aguda misoginia.
Su agudo sentido del humor, mayormente negro, hizo que conectara con un amplio sector cinéfilo, lo que no impidió un estrepitoso e injusto fracaso comercial”,
acompañado de una fotografía de Rafaela Aparicio empuñando un rifle, si lo que decía el texto era verdad, y teniendo en cuenta la credibilidad de la revista la duda flotaba en el ambiente, la película prometía, y así fue, al cabo de unos pocos días la emitieron por la 2 en horario de máxima audiencia, las 12 de la mañana, esta vez di el paso y la grabé, y la vi, y me encantó, y trate de que le encantara también a mi familia
sin mucho éxito en el bando de los veteranos, pero sí en el fraterno, menos proclive al sutil humor de Pajares y Esteso.
La película era negra, negrísima, pero contada de tal manera, que lo aparentemente anormal era tratado con la mayor naturalidad del mundo, provocando la consiguiente extrañeza, tan difícil de explicar como de conseguir, que se lo pregunten a Buñuel.
Todos los actores estaban, están, en estado de gracia, y Jose Luis López Vázquez
confirmaba que es, ha sido, y será, el mejor actor que ha pisado suelo patrio,
objetivamente hablando claro está, y con el permiso de Paco Rabal.
Con el tiempo solo recuerdo una imagen y una frase, Lali Soldevilla vestida de novia
mirándose al espejo y pronunciando la lapidaria frase:
“Que cara de zorra se me pone con este traje”.
Luego vinieron más películas, la casualidad, y la búsqueda obsesiva, quiso que en el intervalo de pocos meses emitieran por la 2: “Me enveneno de azules”, “Si volvemos a vernos”, “Carta de amor de un asesino” y “Las bodas de Blanca”, y rebuscando en mi aleatoria memoria recordé que también había visto de pequeño “Padre Nuestro”,
imposible olvidar a Paco Rabal en su silla , masturbándose debajo de la manta mientras contempla a Victoria Abril.
Algunas me gustaron y otras me decepcionaron, de “Me enveneno de azules” me entusiasmó la fotografía en tonos azules y los brillantes movimientos de cámara que me recordaron los de las películas de la Nouvelle Vague, y sobre todo la belleza, y la juventud, de Charo López, sentí el mismo vértigo que el protagonista la primera vez que la ve, “Si volvemos a vernos” no me gustó, el intento de hacer una película de Cassavetes versión cañí no cuajaba, de “Carta de amor de un asesino” recuerdo la atmósfera de tiempo detenido que tenía, la presencia fantasmal de Jose Luis López Vázquez, la escena erótico festiva del pececito de colores en la bañera y la obsesión que me entró por comprobar si en la película salía Valladolid, que fue que no , y finalmente “Las bodas de Blanca” que tampoco me gustó, solo tengo grabada la imagen de Paco Rabal dibujando un retrato a una monja.
Resumiendo, que después de ver estas películas, constaté que no me había equivocado con Francisco Regueiro, que es un director más que interesante, diferente, injustamente desconocido, y el único que de verdad ha asumido la increíble herencia de Luis Buñuel,
Carlos Saura.
Que conste en acta que sigo sin haber visto “MadreGilda”, y que sigo buscando “El buen amor”,película de la que he leído tanto, incluidos los elogios que le dedicó Buñuel, que también creo haberla visto.
P.D: Ya he visto MadreGilda, no hay que ir al Sur.
P.D2: He vuelto a ver Padre nuestro, y considero que es la gran película española de todos los tiempos, española con mayúsculas, de España, con acento en la p,
lo hubiera podido ser Viridiana si Silvia Pinal tuviera bigote, o Tristana, si Catherine Deneuve supiera comer migas, pero lo es Padre Nuestro, un western castellano, el género de Castilla la Vieja por excelencia, con Fernando Rey, nuestro John Wayne con boina y sotana.
No es casual que aparezca en las tres películas, Fernando Rey es la esencia del español, el Unamuno sátiro y católico que todos llevamos dentro, el Buñuel cínico y arrogante que todos llevamos fuera, o su síntesis: Don Sandalio, jugador de ajedrez, la novela, Don Quijote con faja. (el hijo bastardo)
PEQUEÑA RESEÑA BIOGRAFICA: (fuente: galeon)
REGUEIRO, Francisco Nació en Valladolid en 1934. Es profesor Mercantil e inicia estudios de Derecho y Periodismo, que no termina. Pronto abandonaría estas actividades para dedicarse a escribir y pintar. Como escritor de novelas ganó en 1962 el premio Sésamo con el cuento "la muchacha de los cabellos de lino", y colabora en el diario "Norte de Castilla" y "La Codorniz". Como pintor llegó a realizar varias exposiciones y sus dotes como caricaturista le permitieron ingresar en la Escuela de Cine. En 1961 se diplomó con la práctica Sor Angelina Virgen . Colabora en varios guiones y dirige el corto Los toros en la literatura (1966). Para televisión ha hecho varios trabajos: en la serie Los pintores del Prado , los capítulos Zurbarán: la humilde luz del sueño (1973) y Murillo: la virgen niña ; de Cuentos y Leyendas el capítulo La niña que se convirtió en rata (1968). Y de la serie Las picaras el capítulo La viuda valenciana (1983). Con MadreGilda sigue la tónica de su filmografía anterior, siendo un cine minoritario y muy personal, llegando al surrealismo en esta película, con la que Juan Echanove obtuvo la Concha de Plata al mejor actor en la reciente edición del Festival de San Sebastián, así como el Goya al mejor Actor.
Notas sobre la preparación de El buen amor (fuente: revista Cinema Universitario)
La primavera turbulenta nos ha traído este otoño congestionado de árboles desnudos y humo de hogueras, después de un verano abierto como la esperanza en el que los pulmones presentían el aire libre, tras una temporada invernal demasiado larga. Con todos sus inconvenientes este otoño nos gusta. No llegaremos a afirmar que este otoño es un otoño ideal, hipócritamente. Es un buen otoño como hay tantos. Creo que era Pío Baroja el que decía que el otoño era la mejor estación del año porque es cuando el hombre siente afirmarse su fuerza frente al decaimiento de la naturaleza que le rodea. El romanticismo reaccionario anda siempre dándole vueltas a la tristeza del otoño. Pero la verdad es que este otoño es alegre. También en esto se equivocan los reaccionarios.
Creo que deberíamos hacer algunas reflexiones sobre esta vocación meteorológica que nos hemos descubierto tardíamente. Quizás se deba a nuestro viejo convencimiento de que todas las cosas tienen su porqué. Unas estaciones engendran otras y de aquellos lodos vienen estos oros. A lo mejor es que la razón humana no es un adorno.
Ha sido precisamente en este otoño, a punto de reventar, cuando se ha planteado la producción del film El buen amor. La historia de esta película, que está realizándose mientras escribo estas líneas en el otoño madrileño, parece en sí demasiado simple; sin embargo, ¡cuántas cosas han debido ocurrir para que haya podido desarrollarse! Otro día contaremos todo, con pelos y señales, toda esta bonita historia apasionante, quizás la historia más apasionante que hemos vivido desde hace muchos años, casi desde que nacimos. Es una historia con historia. Nuestra memoria es fiel y no recordamos nada parecido. Ni siquiera entre las hojas del álbum de los recuerdos alegres, que según los entendidos es el que se conserva en mejor estado. Los periódicos nos dijeron algo, pero suponemos que no todo. Hay cosas que no se pueden decir. Hay cosas que sobrepasan toda nuestra capacidad de comprensión. Hay cosas que ni siquiera son tolerables en los periódicos. [26]
En nuestro número anterior ya dijimos lo que podía significar, a la hora de la verdad, la nueva llegada de García Escudero a la Dirección General de nuestra cinematografía, consecuencia de la llegada de Fraga Iribarne al Ministerio de Información y Turismo. En el pasado verano García Escudero se hizo cargo de la Dirección General y ya tenemos las mejores pruebas de su presencia. Posiblemente la mejor prueba de todas sea la producción de El buen amor, de este «buen amor» de nuestros días, también con Toledo al fondo, también como un desbordamiento que puede hacerse placidez. Es de presumir que después de esta película de la nueva frontera, vengan más. Es totalmente seguro que ésta es la primera de una serie. García Escudero ha insistido siempre en la necesidad de un cine nuevo, de un cine mejor, de un cine distinto. Pero, ¿distinto a qué?, ¿por qué distinto?, ¿para qué distinto?
Parece claro que el cine deseado es distinto al cine que hasta ahora hemos llamado nuestro y al que ahora ya no sé cómo vamos a llamar. Pero un cine distinto al que hasta ahora hemos llamado nuestro es Bienvenido (2) en 1952, distinto fue Cómicos en 1953, y más distinto todavía Muerte de un ciclista en el 55 y Calle Mayor en el 56. Convengamos en que el nuevo cine está más cerca de Calle Mayor que de La paz empieza nunca. Repetidas veces se ha afirmado que era necesario abrir la vía a un cine distinto. Pero distinto era La venganza en 1957 y Los golfos en 1960, y Plácido en el 61. Por eso insistimos, ¿distinto a qué? y ¿por qué distinto?
Nos encallamos en los interrogantes. Debemos ir más adelante y coger el guión de Francisco Regueiro El buen amor y leerlo y después hablar con él y oírle contar la historia de su guión que se inició sobre la playa de La Concha de San Sebastián y termina en una conversación con Alfredo Matas, el productor de Plácido. Es necesario oírle contar cómo escribió su guión y salir después a la calle y ver por la Castellana o por la Moncloa las parejas de jóvenes universitarios, ella con el misal en la mano y él con la carta de su padre, donde le habla de oposiciones a un Banco. Y sentir que ya es hora de que aparecieran en el cine con su verdadero rostro, él con su preocupación y ella con su preocupación, y los dos con su amor que se va haciendo deshaciéndose, que ya es hora de preocuparnos, de dejar las fanfarrias y coger la mano de la gente y sentirla y aprender a conocerla. Que no toda la Universidad está debajo de una lona.
Por complejas y evidentes razones ahora podemos empezar a hablar de nueva ola y no cuando intentó descubrirla entre nosotros una periodista desaprensivo. Ahora es como si se hubiera roto un dique empujado por miles de hombres. Como si hubiera dado comienzo la pleamar. En la nueva ola francesa también hubo algo más que unos cuantos films nuevos. Como, en su día señalamos en esta Revista, detrás esta Malraux y al fondo la voluntad del general De Gaulle. Había un decidido propósito de renovación. Los productores también jugaron a la nueva ola. Durante un cierto tiempo fue rentable. Sin embargo, no debemos llevar las analogías demasiado lejos. Cada país tiene sus propias características, como todos los días oímos decir. Nuestra nueva ola, recién estrenada, nos parece para empezar más inconformista que la francesa.
Por lo pronto Regueiro ha venido a hablarnos de dos jóvenes universitarios que se quieren a su modo, de dos jóvenes que no conocieron la guerra y a quienes les gustaría leer un libro como el de Hugh Thomas o así. Dos jóvenes que para su fin de semana no disponen de un descapotable rosa y viajan en un humilde vagón de tercera. En la base del guión hay una encuesta seria llevada a cabo entre universitarios de los dos sexos. De viva voz, una parte, [27] de ella y, utilizando cartas escritas por universitarias, otra parte. De esta investigación no han salido sólo las principales motivaciones del guión, sino incluso la lengua en que los personajes se expresan. No queremos pensar el resultado al que se hubiera llegado, si se hubiera hecho algo parecido antes de rodar un «San Valentín» cualquiera.
El rodaje se ha preparado con la misma conciencia. No es que se trate de otros métodos. Es que se trata de otra sensibilidad. Se ha ensayado día a día, en un ático de la calle Orense. Buscando un hueco entre todos los trabajos que unos y otros tenían que hacer al margen del cine. Lo que no ha excluido el profesionalismo, que más que un carnet es una moral. Los actores han visitado los lugares de rodaje, previamente localizados, en innumerables viajes a Toledo, por Regueiro. Sobre los mismos escenarios naturales, los actores han ensayado las escenas. La cámara ha recogido estos ensayos, algunos de cuyos momentos recogemos en otras páginas de este número de la Revista.
La elección de actores ha requerido tiempo. Sobre todo la de la chica. Era difícil que ninguna de nuestras jóvenes estrellitas pudiera entrar en la película tal y como la veía Regueiro. Se buscó entre las chicas universitarias y todas rechazaron la propuesta por escrúpulos morales o familiares. Una prueba más de que la película está en lo cierto. Por fin apareció Marta Val, estudiante de Económicas. Ninguna complicación. Ningún impedimento. Durante los ensayos fue descubriéndose a sí misma como una actriz, como una admirable actriz. El chico es Simón Andreu, profesional en el teatro, que en los ensayos ha confirmado las grandes esperanzas que todos habían puesto en él.
Ni que decir tiene que la película es barata. Una pareja y Toledo. Eso es todo. Lo suficiente para poder crear una obra cinematográfica. Ni grandes decorados, ni grandes estrellas, ni grandes presupuestos. Una película humilde que puede ser un camino, y cuyo desarrollo estamos siguiendo metro a metro. No es para menos un film que se hace sin adelanto de Distribución, y que está experimentando la línea de la nueva frontera.
Luciano González Egido[28]
Palabras de Buñuel sobre la película:
Me gusta El buen amor de Regueiro. Incluso escribí una carta a Alfredo Matas (el productor) diciéndoselo. También vi de él una pelicula de una monja hecha en la Escuela de Cine. Había una actriz que me gustó mucho. Era de esperar que al día siguiente recibiera muchas ofertas.
“Duerme duerme mi amor”
Critica de Padre nuestro-Strhoeimniano A Coruña (España) Los asuntos del Cardenal.
Película árida, como el paisaje castellano que muestra; pero tan rica como ese vino que se disputa hasta el mismísimo Vaticano. Esta película la firmaría con agrado D. Luis Buñuel, pues tiene esa socarronería y herejía tan presente en sus películas. La historia es la de un cardenal (F. Rey) que viene a poner orden en ese pasado del que huyo para refugiarse en los cómodos muros del Vaticano, entre otras cosas, una hija (puta) tenida con la criada antes de partir.
El desarrollo de la historia es maravilloso. Por momentos, pareces que estás asistiendo a un mundo ya en descomposición, pero tan racial como esa seca tierra a la que se agarran. Toda la película está llena de momentos memorables, expuestos con gramática parda: el bautizo en el lupanar de Victoria Abril (una soberbia y magnifica herejía); la llegada al pueblo en un helicóptero de F. Rey, casi como si fuera una anunciación; y la cómica e irónica producción de la “sangre de Cristo”, el exquisito vino con el que consagran todas las iglesias europeas y que al final es un asalto en toda regla a la fortuna de esta familia y al futuro del pueblo.
Punto y aparte es el reparto, comenzando por los secundarios. Está la grandiosa Amalia de la Torre, como esa matriarca devota y despótica del clan; también, Rafaela Aparicio, haciendo de sempiterna criada, pero en un papel mucho más jugoso que los habituales y que nos muestra lo grandísima que fue; también Emma Penella, como esa criada que tenían todos los señoritos y que terminaba por criar bastardos, llena aquí de una humildad que raya la sumisión; pero podíamos seguir así, pues cada uno de los que aparece (magistral Lina Canalejas como dueña de la casa de putas, o Luis Barbero, como experto vinícola que abre los ojos al cardenal por la esquilmación que está haciendo el Vaticano).
Pero “Padrenuestro” es Fernando y Paco. Es la última oportunidad que tendremos de verlos juntos. Sus secuencias muestran la altura inalcanzable a la que se manejaban los que quizás fueron los mejores actores españoles de todos los tiempos. Hay una química, una familiaridad que traspasa la pantalla y te dejan con un sabor único, que siempre sabe a poco.
“Padrenuestro” es una de las mejores películas de los años 80 y una obra a recuperar, pese al éxito que tuvo en su momento. Una película que va ganando con el paso de los años hasta ser la oración que tenemos que ver si deseamos ganar el cielo viendo cine.
“Diario de invierno”
-TELEVISIÓN:
-"Los toros en la literatura", episodio de la serie, 1969
-"Cuento de la niña que se convirtió en rata", episodio de la serie Cuentos y leyendas, 1972
-"Zurbarán, la humilde luz del sueño", episodio de la serie Pintores del Prado, 1974
-"Murillo, la virgen niña", episodio de la serie Pintores del Prado, 1974
-"La viuda de Valencia", episodio de la serie Las pícaras, 1983
BIBLIOGRAFÍA:
-"Francisco Regueiro" de Carlos Barbachano, Filmoteca española.
”Francisco Regueiro”(Escritos 3 , Caja España)