Mi calle
(España, 1960) [B/N, 91 m.]
Género: Drama costumbrista.
IMDb
Ficha técnica.
Dirección: Edgar Neville.
Guión: Edgar Neville.
Fotografía: José F. Aguayo.
Música: Manuel Parada. Tema musical interpretado por Nati Mistral.
Productora: Carabela Films S.A.
Reparto: Rafael Alonso (Pablo), Roberto Camardiel (Marcelino), Susana Campos (Petra), Jorge Rigaud (Marqués), Conchita Montes (Julia), Pedro Porcel, Ana María Custodio, Antonio Casal, Adolfo Marsillach, Katia Loritz, Lina Canalejas, María del Puy, Mariano Azaña, Carlos Casaravilla, Gracita Morales, Julia Delgado Caro, Rafael Bardem, Héctor Blanchotti, Maruja Isbert, Antonio Martínez, Fernando San Clemente.
Estrenada en Madrid el 21 de noviembre de 1960, representa la última película de la filmografía de Neville y resume de forma didáctica y melancólica todo el cariño que éste director siempre demostró al pueblo madrileño. Ambientada con canciones de Nati Mistral, está filmada en el único decorado de una calle gracias al soberbio trabajo del director artístico Enrique Alarcón. Como dato curioso mencionar que simula ser la calle San Pedro, que es donde había nacido el operador del film, José F. Aguayo.
Su argumento es un cruce de personajes y situaciones que tienen lugar en el Madrid isabelino durante épocas convulsas que van desde el reinado de Alfonso XIII hasta la Guerra Civil. Allí hay casas burguesas, viejos palacios, toda clase de comercios y hasta un café cantante. Premio del Sindicato Nacional del Espectáculo a la mejor banda sonora de Manuel Parada, y mejor actriz para Conchita Montes por la revista “Triunfo” (DeCine21).
SINOPSIS: Es la historia de una calle del Madrid Isabelino. En ella hay casas burguesas, un viejo palacio aristocrático con portada barroca, una carnicería, una lechería, un fabricante de acordeones y otro de paraguas y abanicos, y un café cantante. Por las casas viven una marquesa con su marido y un niño nieto de ellos; un tipo raro que vive en la buhardilla con una hija muy guapa; un usurero con su familia; una peinadora que va llevando y trayendo chismes por todo el barrio; una señorita que quiere ser triple del Real y que vive con su padre, viejo militar retirado. En fin, toda una fauna diferente, pero unida por la vecindad común. La historia comienza en 1906 y termina casi en nuestros días. La calle ha cambiado de pavimento varias veces y se ha hundido en el mismo sitio. La señorita cursi ha terminado por casarse con el carnicero que estaba enamorado de ella y a quien ella despreciaba a principios de siglo, cuando creía que iba a ser tiple del Real. El lechero ha hecho fortuna a pesar de las restricciones de agua en los últimos tiempos. La vieja marquesa ha resistido los avatares del tiempo mejor que su marido y su nieto, asesinados en 1936. Su criada Petra, que loca de amor por un organillero que se había tirado al patio, ha quedado impedida de las dos piernas y ha sido recogida por el viejo acordeonista, que tuvo la desgracia de tener un hijo que salió malo y fue quien denunció al nieto de la marquesa. Ha habido de todo: dramas y alegrías, pero la vida sigue a través de las épocas. Unos mueren antes de hacer lo que querían hacer y otros viven lo bastante para demostrar que a veces lo que querían hacer no tiene interés.
COMENTARIO: La última película que dirigió Edgar Neville, una de sus obras más inspiradas y poéticas, que reconstruye la calle madrileña en la que le hubiese gustado vivir (el decorado reproduce varias casas de la verdadera calle San Pedro, en una de las cuales había nacido José F. Aguayo, operador del film), llena de muchos tipos entrañables y algunos algo extravagantes, donde el gusto por la existencia no impide el afloramiento de pasiones y la elegancia no está reñida con el casticismo. La calle está utilizada también como caja de resonancia sobre la que repercuten diferentes episodios históricos, que van desde la monarquía de Alfonso XIII hasta la guerra civil, pasando por la proclamación de la República, lo que permite a Neville trazar una radiografía ciertamente ambiciosa sobre la evolución del país (CineyTeatro).
Filme coral, centrado en una calle de Madrid, que narra el devenir de sus residentes desde comienzos del siglo XX hasta los años cincuenta. Escrita y dirigida por Edgar Neville, la cinta hace un repaso de la historia contemporánea de España desde el punto de vista del ciudadano. Para lograrlo, el director procura no salir de las cuatro manzanas que componen la vía. Así, los cambios que el país experimenta apenas afectan al comportamiento y la rutina de los protagonistas. Son los acontecimientos domésticos los que realmente alteran y conforman la verdadera crónica de la vecindad. Un niño que va a nacer, una pareja de novios que se separa, dos golfillos que pierden a su perro o una nueva obra en la calzada son, entre otros, los verdaderos puntos de impulso del guión de
Mi Calle. Al menos esta es la intención del cineasta cuando una voz en off así lo manifiesta, justo después de los créditos. Y sigue fiel a ese objetivo cuando sale del plató para insertar imágenes reales, extraídas de documentales. El contraste de dichas secuencias con las propias de la trama consigue el curioso efecto de alejar aún más el documento de la vida cotidiana. Cosa que no ocurre, por ejemplo, con los sueños de los vecinos (incluidos los del ¡perro!).
Sólo la llegada de la Guerra Civil alterará inevitablemente la estructura de la película. Es cuando Neville contagia de los hechos que suceden en el exterior a algunos personajes. Sus acciones, más las propias de la Guerra como el exilio, los fusilamientos, las desapariciones y el hambre, harán mella en todos el vecindario: la niña reprimida (Gracita Morales, de lo mejor de la cinta) se refugiará en el burdel y volverá “ligeramente” cambiada; su padre cambiará varias veces los lomos de los libros de las estanterías, de las obras completas de Marx a las de Santa Teresa; o los hijos de dos de los protagonistas se liarán a tiros, rompiendo la relación cordial que había entre sus mayores a pesar de la diferencia de clase social y de ideas. En este sentido, es de destacar la insistencia del Neville pacifista y civilizado, cuando de su elegante pluma salen dos personajes como el paragüero republicano –no perderse a su loro cantando el himno de Riego- y el marqués monárquico que vive enfrente; ambos se respetan y se quieren hasta el punto de dar la vida el uno por el otro.
La cinta está repleta de caracteres interesantes, muy bien descritos por Neville con su simpático estilo literario (ver el arranque, con la presentación guiada por Blas, el sereno, “un nombre corto que suena a aplauso”). Para conducir el resto de la trama, el realizador se vale de la chismosa peluquera. Una mujer soltera que opina de todo y de todos y da pie a que arranquen las distintas secuencias. Es la cómplice de Neville dentro de la película. Y no podía ser otra que su compañera sentimental y actriz fetiche, Conchita Montes. Además de hacer los coros, Conchita sirve como ideal referencia elíptica cuando vemos como los años van pasando por ella. Neville vuelve al mismo elemento narrativo utilizado en El Baile (su famosa obra de teatro, adaptada en 1959 a la gran pantalla).
El director regresa a sus temas preferidos en cuanto puede. En primer lugar está la capital. La ciudad donde nació es protagonista desde el comienzo cuando suena la “Balada de Madrid”, cantada por Nati Mistral. Sus calles son nombradas a la menor oportunidad y la acción transcurre en un típico barrio madrileño. Incluso, el mejor de los escasos números musicales que salpican la acción es un cuplé castizo, sucesivamente cantado por mujeres asomadas al balcón en un patio de vecinos. Y es que la música es otra de sus aficiones. Además de lo citado, Neville deja caer algo de flamenco - recordemos que su película
Duende y Misterio del Flamenco (1952) es uno de los mejores documentales que se han hecho nunca sobre el cante hondo y el baile-. Por último, siguiendo con los temas que le interesan, destacar la nostálgica escena donde se produce el relevo entre los coches de caballos y los automóviles; en la línea de su excelente
El Último Caballo.
Con
Mi Calle, Edgar Neville finalizó su carrera cinematográfica. Nada mejor para un autor como él que terminar con una película que recupere un período histórico que coincide con el de su propia vida. Que transcurre en su ciudad natal, y que intenta, a pesar del régimen y de la proximidad en el tiempo con la Guerra Civil, huir de lo radical y subrayar los aspectos civilizados de las relaciones humanas.
Este SATRip tiene una calidad fantástica.
Muchas gracias,
archiebronson.