8O Ese es el origen de este hilo
ari_ale, como
elnukleo comento que la obra de Kim era melodramatica, al no compartir esa apreciacion es por lo que busco esta aclaracion del significado real y practico de melodrama.
Es cierto que tengo una idea mas clara ahora que cuando empezo el hilo asi que quizas alguna expresion del primer post haya que cotejarla con lo que va saliendo, aunque
bizitza, cuando dices:
Es el autor el que le crea los conflictos a sus personajes y es él quien los somete a uno u otro grado de dramatismo.
estaras de acuerdo conmigo que ese autor plasmara en su obra o bien si es honrado su propia vision del mundo (con todos sus condicionantes propios a su educacion y/o ideologia) o en el caso de ser un canalla expresara lo que sus amos pretendar trasladar al subconsciente colectivo del publico de la obra en cuestion. Que es un poco a lo que me refiero.
Osease que el cine crea pautas de conducta que envueltas en el material del que estan hechos los sueños influye en las actitudes practicas y morales de los espectadores.
El papel de control de masas documentado y reconocido que tuvo el cine
desde el principio hizo que rapìdamente surgiera la censura y los "libros de estilo" por llamarlo de alguna manera.
Bien es cierto que sin que el cine pierda esa cualidad hoy en dia el peso de dicho control ideologico-moral recae en la television.
Volviendo al melodrama aqui va algun texto que tuve ocasion de leer
La definición de melodrama que se enseña
en una universidad de cine es "la tragedia de la gente común".
Se refiere a una historia donde el o los protagonistas
"transgreden las leyes" y son finalmente ajusticiados por ello
Drama que se representaba acompañado de música instrumental.
Obra literaria o cinematográfica cargada de sensiblería vulgar.
Comedia sin humor (Carlos Fuentes. Panamá, 1928. Geografía de la novela).
Obra teatral en que se exageran los trozos sentimentales o patéticos
Como guionista opina que al hablar de melodrama se está aludiendo únicamente a un género literario o dramático; a la armazón de determinada obra, no a los resultados logrados. Una película no es melodramática por las lágrimas que produce en su auditorio, o peor aún, en sus protagonistas.
Afirma que una película no es melodramática por exagerada, mala, ramplona o chabacana. Muchos melodramas mexicanos y latinoamericanos, han caído en los ignominiosos lodazales del mal gusto y la ínfima calidad. Pero esta caída a los avernos del ridículo, no es producto de su condición dentro del género, sino simplemente de la estupidez de sus creadores y de su público.
"Hay malos melodramas y buenos melodramas de idéntica manera y medida que malos thrillers, pésimas películas de horror, aburridas y pesadas películas de cine negro, panfletos demagógicos en películas sociales o políticas; y pocas, muy pocas veces su autor tiene que dar cuenta del estado del género. En el terreno del melodrama, tal pareciera que la definición llevara la acusación implícita. Pocas cosas más injustas".
Cuando surge la pregunta ¿cuál es el territorio del melodrama? la autora menciona los dos grandes géneros de la literatura narrativa: la épica y la tragedia. En el primero el hombre da cuenta de toda la comunidad y se enfrenta al destino desde lo social y el yo colectivo. Su héroe es, por lo tanto, emblemático de la comunidad, responde y habla por ella, tiene tiempo y geografía.
"En cambio en la tragedia, el protagonista se enfrenta invariablemente a Dios, en forma de destino. Prometeo y Sísifo desde sus respectivos tormentos lo alientan. Y avanza el protagonista en nombre de la raza humana. El hombre en abstracto, más allá de la historia y la geografía. Su enfrentamiento es metafísico, total, sustantivo y conceptual. Duelo de titanes el hombre y Dios-destino se enfrentan con la derrota paradigmática del primero".
Y agrega: "Este es nuestro lenguaje. De esta situación soy hija, a ella respondo. Y no me quejo. Yo, al igual que mis gentes, hablo en voz baja, rumorosa, de los vicios, pasiones, virtudes y destinos de una sociedad que no me da otro escape que entenderla puertas adentro... y sigo mi quehacer con mi sino a cuestas", concluye Paz Alicia Garciadiego.
Paz Alicia Garciadiego es la guionista de gran parte de la obra de Arturo Ripstein, con el comparte el vinculo matrimonial, por cierto.
Para Jean Cocteau, L'aigle à deux têtes era una tragedia. En el texto que prologa la edición de 1948, el autor afirma que su obra es una respuesta a la "degeneración" de los modos dramáticos del teatro de acción, que ha sido "sustituido" por un "teatro de palabras" y "de la escenografía" (Cocteau, 1948: 301). El grito, el gesto sublime, el movimiento, según Cocteau, le han sido robados al teatro por el cine, arte de la acción y el movimiento, y el autor se propone retornar con su obra a la acción violenta encima de un escenario; el dramaturgo confiesa a continuación su temor a que una numerosa elite se tome mal este "estrepitoso despertar" y lo confunda con el melodrama. Su obra, afirma, es una tragedia para la que todas las interpretaciones son posibles.
Robert Bechtold Heilman (1968), en su estudio Tragedy and melodrama, define el universo de la tragedia como aquél donde la división del protagonista es el eje fundamental de la trama. La existencia del héroe trágico se centra en el conflicto entre imperativos e impulsos, entre ley y ordenanza moral, por un lado, y deseo -pasión sin reglamentar- por otra; de esta contradicción se nutre el conflicto trágico, que parte siempre de una elección consciente del personaje, de una opción dentro del conflicto que da a éste sus dimensiones humanas (1). La elección de Hamlet, como la de tantos otros héroes trágicos, es a la vez una afirmación del yo y un suicidio; la consciencia con la cual el personaje asume su división irredimible es la base del autoconocimiento que reposa en el seno del género trágico. La tragedia, entonces, tal y como la caracteriza Heilman, utiliza el mecanismo de la división interna del personaje como medio para lograr una totalidad de visión que dé un alcance universal al conflicto que plantea.
A esta caracterización del género trágico, Heilman opone la visión propuesta para el género melodramático. Si la actitud trágica consiste en una elección consciente que en última instancia lo que hace es responsabilizar de nuestros males "no a las estrellas, sino a nosotros", el melodrama es, en cierto modo, una "literatura del desastre", es decir, una manera de concebir la relación entre el bien y el mal donde no cabe la responsabilidad humana como motor de la trama. Los sucesos les ocurren a los personajes, que se constituyen como elementos pasivos sobre los cuales se ciernen las desgracias y los desastres del mundo (2). El melodrama evoca sentimientos intensos, pero -siempre según Heilman- fáciles: la absurdidad del mundo, la autocompasión, el heroísmo son temas que surgen con facilidad de las tramas melodramáticas; el concepto de víctima (de la naturaleza, de la sociedad, de las fuerzas políticas, de las intrigas de los otros) es consustancial a la visión melodramática. Esta concepción, que Heilman rastrea en autores modernos tan diversos como O'Neil, Tennessee Williams o el mismo Cocteau -caso de La machine infernale-, se aleja del conflicto interior básico para proporcionar una sensación de "plenitud" del sentimiento (el hombre es cobarde o valeroso, nunca las dos cosas a la vez). El melodrama provoca en el espectador una "monopatía", es decir, la imposición de un solo sentimiento que da la sensación de totalidad: compasión, alegría por el triunfo, tristeza por la derrota, absurdidad del mundo, victoria de la justicia. Las ideas del bien y del mal se invocan en términos absolutos -lejos de la perspectiva trágica, siempre ambivalente-, y configuran en cierto modo una estructura marcada por un cierto maniqueísmo de la visión.
La aproximación propuesta por Heilman -compartida, en términos generales, por los otros autores que modernamente se han acercado al fenómeno melodramático, como James L. Smith (1973), Frank Rahill (1967) o Peter Brooks (1976)- no tiene como objetivo, a pesar de lo que puedan hacer pensar las características esbozadas más arriba, un desprestigio del término "melodrama" o de lo "melodramático". Al contrario, todos estos autores comparten la reivindicación del género ante el carácter peyorativo que el adjetivo "melodramático" ha tenido y tiene innegablemente en la cultura y el mundo contemporáneos. El término "melodrama" se utiliza a menudo para designar obras con intrigas a la vez inverosímiles y estereotipadas, cargadas de efectos sensacionalistas y sentimentales que menosprecian la psicología y el buen gusto. Ante esta actitud despectiva, los trabajos citados más arriba postulan una necesidad del género melodramático como agente de una función estética fundamental respecto a un público que proyecta su carga emotiva en las inacabables aventuras, desgracias, peligros y fortunas de los protagonistas.
Bueno que siga la fiesta...
Un saludo
Los directores que me enseñan a pensar me resultan admirables...
Los que trafican con mi pensamiento vendiendolo al mejor postor, sólo consiguen que desprecie toda su obra...
(Anónimo de principios del Siglo XXI)