El Árbitro de la Elegancia (Bernhardt, 1954) SATRip Español

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nordlingen
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El Árbitro de la Elegancia (Bernhardt, 1954) SATRip Español

Mensaje por nordlingen » Dom 10 Abr, 2005 20:42

Vida y milagros del padre de todos los pijos. Ya en serio, me encanta Peter Ustinov en ésta película.

ed2k linkEl.árbitro.de.la.elegancia.(Curtis.Bernhardt,.1954).SATRip..Esp..by.nordlingen.avi ed2k link stats

Datos de la película extraídos de www.culturalianet.com


Árbitro de la elegancia, El. (1954)

Beau Brummell.

Imagen

Género:
Drama

Nacionalidad:
USA / Gran Bretaña

Director:
Curtis Bernhardt

Actores:
Stewart Granger
Elizabeth Taylor
Peter Ustinov
Robert Morley
James Donald
James Hayter
Rosemary Harris
Paul Rogers
Noel Willman
Peter Dyneley
Charles Carson
Ernest Clark
Peter Bull
Mark Dignam
Desmond Roberts

Productor:
Sam Zimbalist

Guión:
Clyde Fitch
Karl Tunberg

Fotografía:
Oswald Morris

Música:
Richard Addinsell
Miklós Rózsa

Sinopsis:
El elegante Beau Brummell se convierte en el hombre de confianza del Príncipe de Gales a principios del siglo XIX en Inglaterra. Pero la vida sosegada que lleva se ve alterada cuando se descubre una trama contra Jorge III y decide actuar.

Datos de la película

Tamaño:871 MB
Códec vídeo:DivX 5.2
Duración:01.46.55
Resolución:704x528
Bitrate vídeo:1003 kbps
FPS:25.000
Códec audio:MPEG-1 Layer 3
Bitrate audio:128 kb/s

Espero que disfrutéis tanto como yo con la película. Un saludo. :mrgreen:

xaica
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Mensaje por xaica » Dom 10 Abr, 2005 23:00

Gracias nordlingen,la pincho

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condeorlok
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Mensaje por condeorlok » Lun 11 Abr, 2005 14:07

Me ha picado la curiosidad

Gracias nordlingen

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havel
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Mensaje por havel » Lun 11 Abr, 2005 22:11

Le tenté con todo lo que existía. Si hubiera seguido mi propio criterio, le habría tentado con lo que no existe.
.

Pinchada.
Baila para mí Salomé.

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nando2
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Mensaje por nando2 » Jue 14 Abr, 2005 19:50

Me apunto ahora mismo.

Gracias, nordlingen. :plas:
Hemos venido a pasar el rato.

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Oldsen
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Mensaje por Oldsen » Jue 14 Abr, 2005 20:58

Bueno, pues habrá que pincharla. Gracias y un saludo.
La vida no merece la pena. Los hermanos Marx, sí.

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smaug
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Mensaje por smaug » Vie 15 Abr, 2005 09:58

Click (aunque en pausa)

Mil gracias, Nordlingen

Emiliodelarte
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Mensaje por Emiliodelarte » Vie 15 Abr, 2005 10:04

Me apunto también, pero en pausa :| , que la mula está que arde y tengo quehacer sitio en el HD.

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nando2
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Mensaje por nando2 » Dom 17 Abr, 2005 23:33

Informe:

665 mb, unas 20 fuentes.

Gracias, nordlingen. :wink:
Hemos venido a pasar el rato.

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always
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Mensaje por always » Dom 17 Abr, 2005 23:43

Pinchada Nordlingen,muchas gracias
Na tog mi gus an tuit mi
( No me levantes hasta que me haya caído.)

xaica
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Mensaje por xaica » Lun 18 Abr, 2005 15:00

Informe 769Mb fuentes 12/22
salu2

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always
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Ubicación: estaré aquí mismooooo :)

Mensaje por always » Lun 18 Abr, 2005 16:09

Informando:
592,97 mb.
fuentes:21/22
Saludos :)
Na tog mi gus an tuit mi
( No me levantes hasta que me haya caído.)

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nando2
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Mensaje por nando2 » Mié 20 Abr, 2005 14:10

Completa y compartiendo.

Gracias a todos. :wink:
Hemos venido a pasar el rato.

xaica
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Mensaje por xaica » Jue 21 Abr, 2005 15:02

Completa y compartiendo,gracias

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Papitu
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Mensaje por Papitu » Sab 23 Abr, 2005 15:01

PINCHADA.

¡¡¡¡GRACIAS!!!!

¡Qué bonitas las películas de antaño!

Saludos a todos.

Koprotkin
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Mensaje por Koprotkin » Mié 10 Ago, 2005 03:50

Me apunto.

Gracias nordlingen.

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The_Spirit
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Mensaje por The_Spirit » Jue 12 Abr, 2007 16:44

Pinchada, gracias nordlingen.

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theycame2001
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Mensaje por theycame2001 » Jue 12 Abr, 2007 16:58

The_Spirit escribió:Pinchada, gracias nordlingen.
Gracias, Spirit. Siempre encontrando cosas.

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The_Spirit
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Mensaje por The_Spirit » Jue 12 Abr, 2007 19:09

theycame2001 escribió:Gracias, Spirit. Siempre encontrando cosas.
De nada, ya he subido Harriet Craig, por cierto, la colonia Brummel está inspirada en este personaje, que existió realmente, ahí va un poster de Brummel (de la película, no la colonia :) ) y unos datos sobre él:
Imagen

El Rey de la Elegancia

Es fácil encontrar en cualquier ciudad de la llamada civilización occidental tiendas o almacenes que llevan el nombre de Brummel. Asimismo existe multitud de perfumes, en una u otra nación, que llevan este mismo nombre siempre relacionado, sea perfumes como trajes, camisas, corbatas..., con la moda masculina. Hay quien cree en la existencia de una empresa multinacional que extiende sus tentáculos por todas partes. Pero nada más lejos de la realidad, pues el nombre deriva de un hombre que en su día fue llamado el rey de la elegancia.

Se llamaba George Brummel Era de origen más bien humilde, pues su padre había sido secretario de lord North, lo que, le habìa permitido reunir una pequeña fortuna. Su abuelo era confitero en Bury Street. A la muerte de su padre, el joven George empezó a gastar la fortuna heredada comprando vestidos, finas camisas, corbatas, sombreros, guantes y bastones. Todo se le iba en vestimenta.

Un día, en una lechería de moda en el Green Park de Londres, mientras estaba hablando con la propietaria entró el príncipe de Gales en compañía de la marquesa de Salisbury. El príncipe, que quería ser conocido como el primer caballero de Europa, miró con admiración y no sin cierta envidia a Brummel, pues vio en él una impecable corbata, un no menos impecable conjunto de casaca, chaleco y pantalón y unos brillantes zapatos de punta afilada que se había puesto entonces de moda.

El príncipe de Gales era gordo, y gastaba miles de libras en su vestimenta y los accesorios correspondientes (se dice que se le iban cien mil libras al año en cosas de vestir); como dato curioso, poseía, entre otras cosas, quinientos portamonedas.

Brummel era alto, bien plantado e hizo tan buena impresión en el príncipe de Gales que éste le convirtió en su amigo, lo cual llenó de estupor a la aristocracia londinense, que vio cómo el nieto del confitero asistía a las íntimas reuniones principescas. Por supuesto su elegancia llamó la atención y enseguida fue copiada. Un detalle bastará para indicar la diferencia entre la elegancia natural de Brummel y la de sus imitadores.

Un día uno de éstos le dijo:

-Ayer, en casa de la duquesa de X me hice notar por mi elegancia, todo el mundo lo comentó.

-No os hagáis ilusiones, la verdadera elegancia consiste en pasar inadvertido.

Infatuado por su amistad con el príncipe de Gales y por su éxito social, Georges Brummel se permitía impertinencias llenas de afectación y de insolencia. Así, por ejemplo, un día le preguntaron:

-¿Dónde cenasteis anoche?

-En casa de un tal F; que presumiblemente quería que me fijase en él y le diese importancia. Me encargó que me cuidase de las invitaciones, y las cursé a lord Alvanly, Pierrepoint y otros. La cena fue estupenda, pero cuál fue mi sorpresa cuando vi que el señor F. tenía la caradura de sentarse y cenar con nosotros.

Otro día, en una visita que acababa de efectuar a los lagos del norte de Inglaterra, alguien le preguntó cuál era el que le había gustado más. Con un afectado bostezo, Brummel se dirigió a su criado:

-Robinson, ¿cuál es el lago que más me ha gustado?

-Me parece, señor, que fue el lago de Windermere.

Y Brummel se dirigió al preguntón y le dijo:

-Windermere... si esto lo satisface.

Tardaba más de dos horas en vestirse, por lo que era un espectáculo al que asistían algunos selectos amigos. entre ellos el príncipe de Gales. Su forma de ponerse la corbata era esperada por todos con ansiedad. Recuérdese que las corbatas de entonces consistían en unas largas tiras de tela que daban varias vueltas alrededor del cuello y se dejaban caer sobre el pecho en forma negligente. Brummel se levantaba el cuello de la camisa, entonces de proporciones considerables, hasta que casi le tapaba la cara y a continuación se anudaba la corbata, cosa no muy sencilla al parecer por cuanto ensayaba diez, quince v hasta veinte veces acertar con el nudo. Cada vez que fallaba, la corbata era tirada al suelo y reemplazada por otra. Cuando por fin quedaba satisfecho, Brummel miraba las corbatas desechadas y decía:

- ¡Hay que ver cuántos errores se cometen!

Su vanidad lo inducía a decir y cometer impertinencias, pero carecía del ingenio y el tacto necesarios para ello. Ello fue su perdición.

Un día estaban Brummel, el príncipe de Gales y unos amigos tomando café tras la cena y en un momento dado el primero dijo al príncipe:

-Gales, llama a un criado.

Aquel día el príncipe debía de estar de mal' humor, pues cuando llamó al criado y lo tuvo delante le dijo:

-El señor Brummel se va, acompáñale hasta la puerta.

Éste fue el principio del fin. Desprovisto del favor principesco, Bummmel tuvo que afrontar a sus acreedores, que se lanzaron como fieras sobre él Se dice que en diez años había gastado más de un millón (un millón de aquella época), en corbatas, pantalones y casacas. Sus muebles fueron subastados y tuvo que huir de Inglaterra, dirigiéndose a Caíais, en Francia.

Allí vivió un tiempo gracias a préstamos que sonsacaba de algunos ingleses que visitaban Francia. Se levantaba a las nueve y, según su costumbre, tardaba dos horas en vestirse. Salía a pasear como si estuviese en Londres y, acostumbrado a la buena comida, se hacía servir una opípara cena. Pero la cosa no duró. Cada vez se iba hundiendo más en un océano de deudas. Uno de sus antiguos amigos consiguió que se lo nombrase cónsul de Inglaterra en Caen.

Aunque sus ingresos eran modestos, continuó haciendo su vida de antes. Los acreedores volvieron a surgir y se lanzaron sobre él cuando fue destituido de su cargo. No pudo comprarse más ropa. Un sastre de Caen, movido de compasión y de respeto por quien había sido el rey de la elegancia. le arreglaba bien que mal y gratuitamente los vestidos que le quedaban.

Parecía que no podía caer más bajo, pero en mayo de 1835 fue detenido por deudas y conducido a la cárcel. El duque de Beaufort y lord Alvanley se enteraron en Londres del suceso y patrocinaron una suscripción para que recobrase la libertad.

Cuando salió de la cárcel, Brummel ya no era ni una sombra de lo que había sido. Perdía constantemente la memoria y se alojó en una pequeña habitación del hotel Inglaterra, de tercera o cuarta clase. Allí pasaba horas enteras sin moverse de su habitación. Un día una inglesa de la que no se conoce el nombre se presentó en el hotel preguntando por Brummel y alquiló una habitación que daba a la escalera para verlo pasar. Lo que vio fue un hombre de cara idiotizada, hablando consigo mismo y vestido pobremente. Cuando el dueño del hotel subió a ver qué quería la señora en cuestión se la encontró llorando sentada en un sillón. Probablemente era una de tantas admiradoras que Bummmel había tenido en Londres.

Su razón fue declinando. Varias veces los ocupantes del hotel lo vieron requisar sillas que trasladaba a su cuarto. Las ponía arrimadas a la pared. encendía unas velas y solemnemente abría la puerta de su habitación mientras decía en alta voz:

-¡Su alteza real el príncipe de Gales!... ¡Lady Conyngham!... ¡Lord Alvanley!... ¡Lady Worcester!... ¡Gracias por haber venido!... ¡El duque de Beaufort!...

Indicaba a cada uno de sus fantomáticos invitados la silla que les había destinado y luego volvía a abrir la puerta y exclamaba con énfasis:

-¡Sir George Brummel!

Y despertando de su sueño delirante miraba las sillas vacías y se derrumbaba en el suelo sollozando.

Murió en un manicomio el 24 de marzo de 1840.