Robert Bresson
1962

por RAFAEL LLANO
PROCÉS DE JEANNE D'ARC
(1962)
Juana de Arco, «la doncella», fue condenada a muerte en 1431. J. Quicherat descubrió y editó en 1841 las actas del proceso que la sentenció, lo que ha permitido conocer a conciencia la personalidad de esta extraordinaria adolescente.
El juicio de Jeanne fue inicuo de principio a fin. No le reconocieron su derecho a ser defendida. La Inquisición trató por todos los medios que ella reconociera que las voces que aseguraba oír procedían del demonio. Y que ella actuaba al margen de la Iglesia, cuya autoridad, representada por el tribunal inquisitorial, no acataba.
Una frágil doncella contra los poderes sociales supremos: el ejército, la murmuración y la Iglesia. Lo más sorprendente del proceso son las respuestas agudísimas de esta joven campesina. Sin negar la realidad y bondad de las voces y apariciones que le visitan, Jeanne evita formulaciones que puedan condenarla.
El filme de Bresson se atiene de manera estricta al texto de los interrogatorios, tal y como están transcritos en las actas. En este sentido puede decirse que es un filme histórico. Pero no en ese otro que aplicamos a las películas de historia, que nos parecen «teatro» o una «mascarada». Bresson está empleando palabras históricas para hacer patente una verdad no histórica.
Su método es el habitual. Aquí no hay nada más que preguntas de la Inquisición y respuestas de Jeanne, plano y contraplano. «Lo real -escribió en sus Notas- no es dramático. El drama nacerá de una cierta progresión de elementos no dramáticos». La película va cargándose de una intensidad inusitada, de una resonancia que nos hace participar en las luchas que se libran en el interior de Jeanne: su amor a la verdad contra el temor a la muerte.
Jeanne murió el treinta de mayo de 1431 en la plaza del Mercado Viejo de Rouen. Conducida al patíbulo, sólo un perro sin amo siguió sus pasos. Cuando ya la abrazaban las llamas, afirmó por última vez que las «voces» que oía no eran engañosas. Murió pronunciando el nombre de Jesús. Las palomas vinieron a posarse en sus cenizas.
Una versión medieval del juicio que condenó en Atenas a Sócrates y en Jerusalén a Jesús. Se trata del conflicto entre el individuo y la sociedad, más concretamente, de la instancia que legitima a la sociedad.
Todos cuantos se han atrevido a desafiar a la autoridad política o religiosa de su comunidad lo han hecho desde una instancia más divina -su conciencia- que aquélla a la que los poderosos trataban de representar. Defender la propia conciencia ha sido para estos mártires más piadoso que obedecer a unos hombres, representantes de las fuerzas políticas o religiosas. La conciencia individual es irreductible a la sociedad.
El enlace de la película es un dual italiano, francés:


