BoWien, no sé que pensará anagnostes al ver que has montado un cine-forum alternativo

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Has visto la película y pareces un tanto decepcionado al no encontrar ningún 'alarde de genialidad'.
Creo que en la ausencia de 'alardes' reside precisamente parte de su 'genialidad'.
A mi modo de ver, Haneke maneja muy bien la relación entre forma y fondo en sus películas. Es evidente que es un director europeo ( y además proveniente del teatro). No es como Lynch o Egoyan (directores américanos) que envuelven su 'mensaje' con formas más suntuosas y llamativas. Él prefiere desnudar sus historias de cualquier esteticismo. Va al grano. Aunque a su vez, dentro de ese estilo realista, es una autor con personalidad propia a la hora de filmar. Creo que esta toma de postura estética es un acierto, pues de esta manera consigue concentrar toda la atención del espectador en lo que nos quiere decir, y Haneke tiene cosas muy interesantes que decir.
Además, ese tipo de puesta en escena proporciona un impacto mayor a su cine dada su temática.
Ahí aparece la otra cuestión que ha 'molestado' a BoWien, lo "explícito" de algunas escenas de la película, supongo que las de sexo y/o violencia (las dos cosas que más excitan a los seres humanos).
¿Hay formas del comportamiento humano que deban ocultarse, no hablar de ello? ¿Cuáles sí y cuáles no? ¿Y por qué?
Cuando Haneke muestra de manera explícita algunos actos 'ocultables' de sus protagonistas no está "escogido el camino más fácil para conseguir su objetivo", porque sabe que lo importante en este caso no es el 'qué' sino el 'cómo'. Es decir de que manera se representa cinematográficamente la violencia.
¿Por qué Matrix o El silencio de un hombre, (por poner dos ejemplos dispares) siendo películas más violentas (mucho más) lo parecen menos? Su violencia no nos convulsiona ni incomoda de la misma manera que la que nos (re)presenta Haneke. Isabelle se hace una pequeña herida en su cuarto de baño y esa imagen nos turba e incomoda más que todos los asesinatos juntos de las dos películas citadas. ¿No es curioso? Ahí reside el talento y una de las reflexiones más interesantes del director. Ésta en concreto, tal vez expuesta con más concreción en Funny Games.
Haneke hace una crítica con su cine a la forma en que la violencia se muestra y representa en las pantallas, de cine o televisión, en imágenes ficticias o reales: los telediarios abriendo con imágenes de guerra con fondo de música épica hollywoodiense (Antena "así-son-las-cosas-y-así-se-las-hemos-contado" tres).
Hemos visto tantos millones (¿exagero?) de actos terribles en el cine planteados de una manera inocua, de forma que el verdadero significado de la violencia (fuente de sufrimiento y muerte) queda totalmente desvirtuado, se diluye.
Esto resulta patente en gran parte de las películas que nos llegan de Estados Unidos, especialmente en las últimas décadas. En este tipo de 'cine' (que copa el 90% de las salas y parrillas televisivas) la violencia es 'bonita'. O 'espectacular'. O 'coreográfica'. Ves como se pasan a cuchillo los unos a los otros y la verdad es que uno ni se inmuta. No siente absolutamente nada. Un poquito de aburrimiento a veces. Los malos son 'abatidos' a porrillo y ¿uno que siente? el sabor de la palomita en el paladar.
Acabamos relacionando violencia con algo insipido, inane. Y no hay que olvidar que el cine es uno de los 'productos culturales' que contribuyen (más de lo que parece) a forjarnos como personas. Las películas nos 'educan'. Para bien o para mal.
Está claro que a Haneke esta situación no le hace ni puta gracia. Este director devuelve a la violencia la 'dignidad' perdida. Consigue que el espectador se sienta
violento al ver una escena
violenta. Si la historia requiere violencia, ésta será desagradable, turbadora, 'dolorosa' como dice Sakro, 'hiriente' como dice BoWien.
Haneke nos devuelve, pues, a un estado de 'normalidad' en el que la violencia se muestra a la altura de sí misma.
Creo que deberíamos estarle agradecido.
Y a partir de ahora hacernos la pregunta que realmente importa: por qué las toneladas de cine que nos tragamos son como son.
Poniéndose uno un poco paranoico-conspirativo, se podría llegar fácilmente a la conclusión de que detrás de esa forma (casi) unánime de representar la violencia hay una intencionalidad estratégica, moral y política. Incluso reflexionar sobre cómo la agresividad y violencia de Estados Unidos hacia el resto del mundo (y también dentro de sus fronteras) ha ido creciendo progresivamente y de forma paralela a esa 'curiosa' forma de representarla. Si no me equivoco, la industria número uno en ese país es la armamentística. La número dos, la cinematográfica.
Me he centrado en el tema de la violencia por que he tirado del hilo de este hilo (valga la rebuznancia) pero creo que al quedarnos ahí estaríamos cometiendo una injusticia con
La pianista, ya que en esta película hay otros temas, otras miradas y preocupaciones.
Es muy interesante como Haneke muestra la excesiva dureza de nuestras sociedades; por ejemplo vemos como algo tan placentero y sensual como es la música, aparece transformado en algo rígido, disciplinado y competitivo. Casi un instrumento de tortura.
Es digno de mención tambíen la asfixiante (y bergmaniana) relación madre-hija, así como el comportamiento sexual de ésta, (yo no lo definiría como "perversión").
En este punto estaría bien comprobar cuán diferente sería la mirada del espectador si el personaje principal fuera masculino y no femenino.
Como quiero ser breve, dejo las interpretaciones aquí, aunque se podría decir mucho más de este estupendo film, repleta de sugerencias, o de la sólida escritura de Haneke, con un guión perfectamente construido, sin tiempos muertos ni lugar al aburrimiento. Para mí, el mejor director europeo del momento, (junto a Kaurismaki).
Acabo remarcando una de las mejores cosas que tiene esta película.
Hace un tiempo un amigo acudió a un concierto de un cantante del que, me constaba, no le gustaba su música. Le pregunté por qué había ido. "Por el placer de escuchar una buena voz". Algo similar se podría decir en este caso. Aunque la película careciera de los puntos de interés que indudablemente tiene, únicamente por la sensacional actuación de Isabelle Huppert ya merecería la pena verla. Creo que ya nunca voy a olvidar ese rostro impávido, hierático, intuyendo a su vez, por su mirada, que por dentro bulle algo tremendo, bestial.
Proporcionando a su personaje esa mezcla de extrema dureza y absoluta vulnerabilidad, construye un personaje fascinante, repleto de claroscuros y ambigüedades que repele y atrae con la misma intensidad.
De verdad que impresiona.
Qué actriz, dios mío. (¿alguien sabe algo de unos subtítulos para
La ceremonia?)
Juro por la gloria de mi madre que he intentado ser pedante. Pero no lo he conseguido. Otra vez será

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