Debate: Leolo de Jean-Claude Lauzon

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pickpocket
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Mensaje por pickpocket » Mié 01 Mar, 2006 13:50

tragamuvis escribió:Lauzon es, como hari ya ha dicho, un empecinado monumento fílmico al mal gusto, más allá de toda sus fallidas intenciones poéticas y su indudable valor como material para un anfiteatro sicoanalítico. Eso sí, está bien hecha.
Basicamente me refería a este comentario.

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Tragamuvis
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Mensaje por Tragamuvis » Mié 01 Mar, 2006 13:51

Pickpocket: yo no tengo ninguna potestad para descalificar la obra de Lauzon. Solamente me cae mal. Y a veces
soy un poco demás visceral -y sarcástico- en la descripción de mis filias y fobias, lo que puede molestar a quien vea las cosas desde otro punto de vista.. sorry.
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pickpocket
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Mensaje por pickpocket » Mié 01 Mar, 2006 13:54

Quede claro que no me molesta ningún comentario y mucho menos los tuyos, tragamuvis, normalmente siempre tan llenos de sentido común.

Pensaba que se trataba de expresar la opinión y debatir un poco sobre la película :wink:

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hari
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Mensaje por hari » Mié 01 Mar, 2006 13:54

Pues yo estoy bastante de acuerdo en esa manera de ver Leolo (la de tragamuvis)

eso si, en lo de cronenberg no estoy de acuerdo para nada :P
Jamás he mezclado absenta y realidad para no empeorar la calidad de la absenta...

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Tragamuvis
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Mensaje por Tragamuvis » Mié 01 Mar, 2006 14:50

:D :mrgreen: :wink: :oops: :cry:
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Mensaje por miikeclasico » Mié 01 Mar, 2006 15:14

Tragamuvis escribió::D :mrgreen: :wink: :oops: :cry:
Que cúmulo de sentimientos :D
En general, estoy de acuerdo con la opinión de Tragamuvis sobre Leolo.
No me gusta nada los temas que trata, ni como los trata.
Saludos :wink:

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alegre
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Mensaje por alegre » Mié 01 Mar, 2006 17:16

Estaba leyendo las posteadas de este hiloguadiana como deben ser los hilos de cineclub y claro no he podido evitar la tentacion de decir este post es mio.

Lo que me ha impulsado a escribir a sido el comentario de Miikeclasico:
no me gusta los temas que trata ni como los trata
hombre, tiene guasa viedo tu apodo :mrgreen:

y tu admiracion por Takeshi, leida en algun otro hilo...

Leolo no me lleno, es más me dejó un poco "outside".
Ahora que leo este hilo y me entero de la faceta autobiografica que pudiera tener la obra... la empiezo a reubicar en mi memoria selectiva.

No tengo ni interes ni ganas de volverla a ver (quizá participe de las sensaciones que traslucen Mss. Hari, Don Traga Y Don Alonso, pero
si el director no se ha dejado llevar por su imaginacion y nos manda un mensaje que dice : en algun lugar alguien, alguna vez vivió situaciones como las que describe la película, la cosa cambia.

Todos hemos sido educados en el "nene kaka" y esa programacion no se desactiva facilmente.

El simple hecho de que se refleje una posibilidad de realidad tan contrapuesta a mis esquemas mentales me ayuda a superar mi programación (quizás alguien le llame educacion, a la postre "condicionamientos").

No voy a estas alturas a gastarme la "pasta" en higado, pero cómo me admira esa accion de libertad pareja a la del uso y abuso de la burra del Padre padrone y cito de memoria (ignoro si eso entraría dentro de los malos tratos a los animales, claro :mrgreen: ).
La obsesion por la regularidad intestinal (de la que que creo existe una especie de escuela psicoanalitica) asi como el "enfrentamiento" con la sexualidad tan ninguneado en muchos de nuestros ambientes y del que se puede salir victorioso como se ve en esta "prueba de cargo" que representa está película, son dos factores que tal como os voy leyendo y escribiendo van transformando mi actitud frente al film.

Ese sería mi resumen y mi opinión: esta película es la prueba de cargo de que otra vida es posible y ese respeto por lo diferente, por lo particular, que despierta o que debe despertar la historia contada, creo que es, para mí, el gran mérito de Leolo.

Un saludo

PD No puedo extenderme más , pero el tema de esa enfermedad acechante (que me recuerda a Charly) no debemos de olvidarlo.

Es algo que está ahí... en esta sociedad de Parkinson y Alzheimer... aunque nos joda (como diría gardel).

No semos naide
Los directores que me enseñan a pensar me resultan admirables...
Los que trafican con mi pensamiento vendiendolo al mejor postor, sólo consiguen que desprecie toda su obra...
(Anónimo de principios del Siglo XXI)

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Mensaje por miikeclasico » Mié 01 Mar, 2006 17:36

alegre escribió: Lo que me ha impulsado a escribir a sido el comentario de Miikeclasico:
no me gusta los temas que trata ni como los trata
hombre, tiene guasa viedo tu apodo :mrgreen:

y tu admiracion por Takeshi, leida en algun otro hilo...
Entiendo tu confusión derivada de mi comentario, pues, en cierto modo se asemejan los estilos de Lauzon y de Miike. Por ejemplo la película Visitor Q tiene bastantes puntos en común con Leolo ya que tratan el tema de las familias desestructuradas. Leolo no me gusta, pero en cambio, Visitor Q me encanta porque creo que el análisis de Miike es mucho más profundo y acertado que el que hace Lauzon y aunque el estilo de Miike sea demasiado excesivo en esa película, le otorga mucha mayor fuerza y validez al mensaje; por el contrario el mensaje de Leolo me resulta banal y vacío.
Saludos

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Mensaje por Alonso_Quijano » Jue 02 Mar, 2006 00:50

Tragamuvis escribió:Léolo es, como hari ya ha dicho, un empecinado monumento fílmico al mal gusto, más allá de toda sus fallidas intenciones poéticas y su indudable valor como material para un anfiteatro sicoanalítico
Suscribo palabra por palabra :mrgreen: (pero sustituyo "Lauzon" por "Léolo").
Justin escribió:La recuerdo como una "hermosa" pelicula. Lo dicho, quiero volver a verla para opinar y poder responderle a Alonso eso que el pide y en lo que yo no creo: la objetividad en el arte. (De que me sirve que una pelicula sea buena, fundacional o perfecta si no me emociona, no me nutre, no me impresiona, no me "huella").
Yo la recuerdo como una historia soez; seguro que había buenas intenciones en hacerla, pero la forma de contarlo me pareció desagradable. Muchos seguís sin distinguir lo objetivamente bueno de lo subjetivamente bueno, y sus múltiples variables... espero que algún día haya un argumento que acerque nuestros puntos de vista; solo sé que la tesis de que el arte solo puede ser subjetivo se quiebra por algunas partes, y como ejemplo se puede leer el hilo de las votaciones sobre las 100 mejores de DXC... allí se dio muestra práctica de la problemática, que sería inexistente si se toma por base la distinción entre lo bueno objetivo y lo bueno subjetivo, como dos partes componentes del análisis artístico (recordad: mi tesis es que el análisis comprende dos planos, el subjetivo o de lo bello, y el objetivo o de la técnica; y su resultado es lo que nos permite hablar de lo bueno o malo... aunque solo la vertiente objetiva nos da unos parámetros para afirmar la calidad de una obra; el subjetivo no pasa de una mera coincidencia o afinidad intelectual o emotiva con otras personas, que degradaría a un caótico criterio cuantitativo o de número indeterminado de personas, que nos llevaría al terreno de las incertidumbres e inseguridades valorativas). Pero al fin y al cabo, cada uno que lo vea o entienda como más lo disfrute. Se agradece la intención, y como ya sabe algún amiguete de por aquí (como CKDexter) me releo lo que haga falta para intentar comprender :D

Me sabe mal, picky, pero es que a mi esta película no me entró... como subjetivamente no me gustó, y tampoco objetivamente (grosso modo, porque no hice ningún análisis exhaustivo -y tampoco sé si tengo todos los instrumentos para hacerlo... todo sea dicho) encontré ningún valor añadido, el resultado de la ecuación no podía ser otro que negativo. Como dije antes, seguro que el director tuvo buenas intenciones en lo que quería expresar; sin embargo, para mi, el modo de contarlo no fue el más acertado. La desesperación de que hablas existe en Léolo, aunque llevada tan al extremo que a mi no me convence... En fin, que no me hizo gracia la película: ni lo del tomate fecundado por un italiano, ni lo del gato, ni la pederastía del abuelo, ni lo del váter, ni nada... Como véis sí que me dejó "huella"... mala, pero me la dejó :P

En la crítica de filmaffinity, Boyero decía que era un niño "enamorable"... si se me permite, niño "enamorable" o "entrañable" sería, por ejemplo, la niña de "El globo blanco" Jafar Panahi (un "cuento" espléndido). Poesía es el cine de Tarkovski, de Kurosawa, Bergman, Renoir, Fellini... Y hablando de poesía, y si lo relacionamos con lo escatológico, lo único que hasta ahora (y de lo que he visto o leído) me ha convencido algo es el texto de este enlace; quizás sea por venir de quien viene...

Saludos.
Última edición por Alonso_Quijano el Jue 02 Mar, 2006 15:34, editado 1 vez en total.
—La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida...

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Mensaje por pickpocket » Jue 02 Mar, 2006 07:14

alonso escribió:Me sabe mal, picky, pero es que a mi esta película no me entró...
No tiene porque saberte mal, Alonso, faltaría más.

Lo que está claro en cualquier caso, es que Leolo es un filme que no deja indiferente, y esa es una cualidad que admiro en cualquier obra.

Por cierto, siempre es un placer leerte, Alonso :wink:

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Vertigo
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Mensaje por Vertigo » Jue 02 Mar, 2006 10:24

Recientemente ví por segunda vez Léolo. Lo curioso es que ya la había visto y no lo recordaba
Me siento muy identificado con una de las cosas que ha dicho nuestra Mata H. porque a mi me ha ocurrido exactamente lo mismo. Y me sucede
también que en la segunda vez me preguntaba qué es lo que se me escapaba a mi tonto cacumen para no captar la belleza de esta película que muchas amigas y amigos míos califican como obra cumbre.

¿No lo sé? Desde la primera imagen de mamá e hijo cumpliendo el precepto religioso-legionario de la familia que caga unida permanece unida supe que la peli no estaba hecha para mí.

Debe ser por aquello del Principio de Cascante que dice que si un francés tiende a ser pedante, un franco-canadiense tiende a ser un pedante redundante...

Pero, please, aquellos que adoren la pelí que lo digan: estoy seguro de que le coeur a des raisons, que la raison ne connaît point

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hari
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Mensaje por hari » Jue 02 Mar, 2006 12:46

Me alegro de que alguien esté deacuerdo conmigo, estimado Sr. Vertigo ;)

Y también estoy deseando leer las opiniones de los defensores de esta película.
Jamás he mezclado absenta y realidad para no empeorar la calidad de la absenta...

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Mensaje por Tragamuvis » Jue 02 Mar, 2006 13:42

Como bien puntualiza don Vértigo:
le coeur a des raisons, que la raison ne connaît point
. Y por ese lado podemos empezar a rastrear el origen de opiniones tan divergentes entre personas que en muchos casos coincidimos en la apreciación de otras películas. Yo no voy a hablar más de Léolo, pero sí enfatizo lo que puse al final de mi cuasi lapidario juicio: Está bien hecha. Está bien hecha técnicamente, y hay una evidente pretensión de honestidad en todo el emprendimiento; es una película coherente, parece estar hecha con el cerebro, el corazón y las demás vísceras (si hay algo que no se puede negar es su condición visceral), que es bastante más de lo que se le puede pedir a la mayoría de la producción cinematográfica de-serie-orientada-a-la-taquilla.
Dicho de otra manera, no se le puede acusar de demagogia taquillera.
Eso sí, lo otro que le hemos imputado sigue para mí vigente.
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Mensaje por nomegustaelcine » Sab 01 Abr, 2006 12:55

La búsqueda de la propia identidad a través de un realidad lo más asquerosa y alienante que uno pueda imaginar. Y como aprender a sobrevivir en semejante realidad sin perder el alma... a ser posible a través de la expresión artística.

De eso trata la peli, según recuerdo (la vi hace mucho).

Y sí, me parece una muy buena película. Lástima del malogrado director.
Última edición por nomegustaelcine el Sab 01 Abr, 2006 22:22, editado 1 vez en total.

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Mensaje por pickpocket » Sab 01 Abr, 2006 13:09

Para no gustarte el cine, te expresas muy bien. Estoy basicamente de acuerdo en la visión que expresas de la película.

Siempre me quedaré con la duda de saber cual habría sido el camino escogido en su siguiente filme.

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mesmerism
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Mensaje por mesmerism » Sab 01 Abr, 2006 13:51

A mí Léolo me pareció asquerosa, y las cosas que me dan asco no me gustan. Después de ver lo bien que la ponían por todas partes me esperaba algo muchísimo mejor. Incluso la buena labor de dirección, en sentido estricto, para mí se ve menguada por el sinsentido de lo que nos cuenta.

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Rapaez
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Mensaje por Rapaez » Sab 10 Jun, 2006 04:35

hola a todos. yo vi la pelicula por primera vez la semana pasada.La baje tras verla en las peliculas favoritas de DXC , y al ver los comentarios pense que podria ser una pelicula de fantasia. Bueno, la vi y es realmente muy dura, es una pelicula realmente fuerte, donde la unica fantasia son los fugaces intentos del protagonista de escapar de una realidad en extremo enfermiza y cruel. La historia del hermano es realmente triste, al igual que la de todos los integrantes de la familia. No deja de ser una buena pelicula.
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pickpocket
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Mensaje por pickpocket » Jue 15 Jun, 2006 20:20

Léolo: del sueño - o - de la locura

por Nacho Toro

Frente a la también desaparecida última casa de baños públicos de Madrid, se erigía, en una valla desnuda, ahora desnudada con obscenidad, una delincuente pintada callejera, turbadora y sucia como una película de Lauzon, indigente y colorida, como una película de Lauzon, plagiada y recensora de una película de Lauzon; " porque sueño, no lo soy", versaba la pintura sobre el muro. Algún anónimo soñador que de uno u otro modo afortunado tropezara con la última obra cinematográfica del autor canadiense, hizo suya la proclama que la pausada pero decidida voz del narrador nos repite una y otra vez a lo largo de Léolo (Jean-Claude Lauzon, 1992), como en busca de la certeza que da la solidaridad, la alteridad anuente con nuestra propuesta. Alguien parece haber ayudado a esa certeza, o, quizás, y el anonimato da nuevo pie para pensarlo, ha consolidado y reproducido la duda. Ese alguien, ese espectador, quizás casual, tal vez consumado y reincidente, ha optado por la voz callejera, con un nuevo triunfo del subconsciente, parcela tan próxima a la película, que ha llegado a hacerse aquí colectivo. Porque Léolo es, en efecto, poesía callejera, o más bien, poesía de calle, o de callejón, fruto de una directa sinceridad básica, emparentada más con el casticismo lorquiano que con la tradición de "qualité" francesa, más con la basicidad, sincera en ese caso por empeño, pero limpia aún, de Baudelaire, que con la frialdad de Valery, más con la poesía del primer Renoir o el Fellini de La Strada o Amarcord que con la suntuosa "transparencia" de Kiarostami o Bresson. Léolo es una combinación nunca incoherente de los Rolling Stones -presentes con su tema You can´t always get what you want- con una cantata medieval o el elevado lirismo de raíces inveteradas de Loreena Mckennitt: es decir, parte del sentimiento, y tal es su puerto de destino, un sentimiento deslastrado de consciencia hasta donde puede, y por ende ecléctico, y eléctrico. Su autor no es un intelectual de la vieja guardia, de sólida y familiarmente inducida formación cultural, predispuesto a lograr una poesía con moldes de celuloide. Es un joven de casi cuarenta años formado desde una realidad de proletariado multicultural de la de por sí (auto)relegada Canadá francesa, con sensibilidad desbordada y con miras a exponer, publicar y transmitir esa creatividad irrefrenable.

Dicho lo cual, intentaremos desgranar cuanto sea posible las entrañas (es pura entraña) de la singular Léolo, película ya de culto prácticamente desde el momento de su estreno, en las consecuentes líneas.

________________

Según manifiesta el propio Jean Claude Lauzon en entrevista realizada en la publicación "24 Images1" al hilo del estreno comercial de la película, la composición de esta, la escritura del guión, se realizó por ordenación de golpes, imágenes, sonidos, ideas, o antiguas notas que perfilaron un todo por pura asimilación de las coordenadas internas: todas tenían en común la génesis directa desde un interior, subconsciente, que tradicionalmente se ha venido a llamar " corazón" de su autor. Y aquí surge un término inevitable a la hora de glosar este film; el concepto de "auteur", tan en boga pocos lustros atrás, surge inequívoco para referirse a Lauzon, en cuanto a su concepción de la película, y también a su actualización sobre las pantallas.

"Todo comenzó a partir de textos que había escrito cuando era más joven. La primera línea que puse sobre el papel fue "Los olores y la luz soldaron mis primeros pensamientos". Luego, tranquilamente, comienzo a establecer relaciones entre cosas que no la tienen. Algunas cosas caen, otras se hacen más fuertes. Poco a poco, el film termina por imponerse él mismo. No es una cosa que yo decida, como si dijera que voy a hablar de tal tema."
En su estudio psicoanalítico del texto de Léolo2, tanto verbal como visual, van Jesús González Requena y Amaya Ortíz de Zárate más lejos, al sugerir el paradigma absoluto que constituye la película como definición misma del concepto de autoría, en toda su profundidad y esencia. Esta obra sería el reflejo más inmediato, directo y pertinente de su creador, surgido, parido, en plenitud, de lo más convexo de su inconsciente, mediante una escritura casi automática desbrozada en imágenes, olores, sonidos, y ciertamente presidentes palabras, signos, por encima de lo simbólico tan abundante. Viene a ser una refundición de los aceros simbolistas, bebiendo también del precursor naturalismo que fácilmente aproxima la lumpenaria sociedad postindustrial de la Canadá québécoise.
Imagen
González Requena, comunicólogo y lacaniano, elabora un pormenorizado estudio sobre la esencia psicótica del discurso de Léolo, uno de los más grandes e innegables compendios sobre la locura que ha aportado el arte en las últimas décadas. Ciertamente, se trata, y en eso parecen coincidir casi todas las miradas críticas hechas desde la profesión (del cine, y de la crítica) de una obra basada en la locura, como medio así como como objeto, que busca la contemplación, la evidenciación, de la locura por el espectador, con el añadido de que lo hace desde la mirada inquieta de un ojo desorbitado por la psicosis que refleja, llenando la pantalla con los propios mecanismos obsesivos más allá de la neurosis, que busca ilustrar. Esto es lo que la convierte en obra tan personal, tan propia de su autor, y lo que le confiere esa carnalidad, esa corporeidad, esa proximidad casi insólita a los sentidos, lo que permite y provoca que sea degustada no ya visualmente, sino a través de todos los mecanismos de percepción del espectador. Entra por la piel, como ha venido a decir algún crítico. Y aterroriza.

El propio González Requena hace énfasis repetido en la posibilidad de categorizar a Léolo como una película de terror, pues es de principio a fin, un relato (si de tal se nos permite calificarlo) del abismo, una continua y desesperanzada caída al fondo de la locura. De ahí que uno de los títulos con los que más a menudo ha sido comparada Léolo, fuera de ciertas superficialidades en el símil, como su asemejamiento al Amarcord felliniano, sea Psicósis, de Alfred Hitchcock. "Psycho" es el nombre original, cuya traducción exacta sería "psicópata", no "psicosis". Sin embargo, el título español es acertado, no solamente por el encubrimiento que hace de la trama con respecto al primigenio, sino porque viene a secundar la idea de que la película del director inglés es más un tratado y descripción bastante acertada de la enfermedad que de la concretitud del enfermo. Y en esto, una película con el nombre del protagonista como título y emblema constante, narrada en "off" en primera persona y con numerosas y claras implicaciones del director como supremo auteur de la misma, en aparente paradoja, se identifica completamente a la del autor de Los Pájaros. En Léolo, si bien a través de él, del personaje, se refleja el desarrollo y manifestación de la locura, en conjunto, como apellido de una familia que es la del protagonista, tal y como lo ve el propio afectado, con unos ojos que virarán poco a poco hacia el blanco supremo que aquí supone el delirio psicótico.
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El espectador, convertido en el pequeño hijo menor de una familia francófona de los suburbios de Montreal, experimentará como ajena y finalmente como propio el virus imparable de la locura, una y otra vez negada, pero siempre esperada (con terror), mediante una estupefaciente y en apariencia casi aleatoria sucesión de imágenes, fuerte, densa y profundamente infiltradas de músicas y habitadas de apremiante fisicidad. De tal modo, Leolo se convierte en un a modo de diario no fechado de la degeneración de una mente hacia el denostado, aborrecido, pero bien sabido como próximo, irrevocable delirio.

Las técnicas para llevar adelante esta escritura son variadas y se antojan a menudo intuitivas, raramente intuitivas, pues ante esta película, al igual que ante casi todo el llamado "cine de autor", emerge la habitual pregunta, ¿cómo es posible que una obra tan elaborada y prolija, tan necesitada de pluralidad de acciones, de multiplicidad de actantes, creadores, pues, como es cualquier largometraje, logre aparecer como unívoca en su origen, como privada en su concepción, como personal en su esencia? Aquí iría más allá, pues una asociación de muchos técnicos y artistas bien distintos ha devenido en una reproducción del alma del director, perfecta y profusamente psicoanalizable, por efecto de la inmediatez de la poesía reproducida. Este sería el brillo principal de la perla.

Y la visión de la película no parece contradecir las tesis postfreudianas más aventuradas.

Para comenzar, el propio título, el momento en que aparece, y su significación, no están diseñados al azar y se adecua a la percepción a las bases freudianas del análisis psicológico.

Léolo es el nombre que se otorga a sí mismo el niño Leo Lozeau, propugnando su origen diverso, alejado de la familia que lo amarra a la locura, en apariencia intrínseca a ésta. Él se cree, o se dice creerse, fruto de una extraña inseminación de su madre por un tomate, un tomate siciliano, que derruiría la vía paterna, la identificada con la locura, para depositar el origen de su progenitor en la soñada Italia mediterránea. Por eso, subvierte su nombre y trastoca el apellido, italianizando el nada ponderado francés Louzeau por el sonoro Lozonne. De ese modo niega expresamente su vinculación a la rama perniciosa de la familia:

"Se dice de él que es mi padre. Pero yo sé que no soy su hijo. Porque ese hombre está loco. Y yo no. Moi , je rêve, moi je ne suis pas"

Y es expresa por la propia fonética de la palabra, "Lozonne" viene, musicalmente, a ser, Lozó - ne, "Lozeau no". No de ese apellido maldito. Además, y ahonda esta percepción en la identificación e implicación del director con el espíritu de la obra, el propo "Lauzon" podría situarse a medio camino entre el apestado "Lozeau" y el añorado "Lozonne", que sonoriza esa ene perdida en francés en "Lauzon". Así, desde el propio concepto explícito del yo, el nombre propio, hace evidente y voluntaria Leo su desligazón a los mimbres básicos para la estabilidad mental, desde su propia voz y empeño, se desata de sus posibles sujecciones, por considerar estas putrefactas y, nunca mejor dicho, hediondas. Los olores, notable inclusión del realizador, que logra con ellos la reproducción de los procesos habitualmente más primarios de la memoria, la evocación odorosa, están siempre presentes en este universo de sentidos y sensaciones, y muy habitualmente provienen de emanaciones corporales, y a menudo, escatológicas. De nuevo con claros vínculos pulsionales, lo excrementicio caracteriza y origina bastantes de los cuadros de la película, y alcanza protagonismo en muchos de ellos.
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La palabra como redención

La palabra es uno de los ejes de reestructuración de la realidad de Leo, su único escape, en un ambiente, familiar y de barrio, iletrado y poco volcado al afán cultural. Las palabras serán objetos, y, magistralmente, la película transitará por uno de los procesos básicos de la inteligencia humana, la transformación de nuestra percepción simbólica con el advenimiento del lenguaje y su sostén de la abstracción. Asistiremos a un poema visual que nos contará eso mismo a la vez que nos aproximamos, con melodías que se repiten obsesiva pero plácidamente, hacia el abismo del final de la comunicación, a la caída, gélida y de nidia blancura, en la demencia del sarcófago helado.

De hecho, se nos muestra cómo la parcial inmersión en un, también visto como castrador, inglés, segundo idioma, preponderante e imperante, como la locura en casa, en el país, le hace identificar la inexistencia aparente de las palabras con la inexistencia de la realidad.

"(...)nadie hablaba de esa cola que se hinchaba entre mis piernas. Estaba ausente en la tabla de los órganos de John (el modelo usado para su iniciación en la lengua de Shakespeare). No sabía ni el nombre inglés ni el francés de esa cosa. Durante mucho tiempo creí que los ingleses no tenían."

Igualmente, cuando el Domador de Versos concluye la película, devolviendo el libro de Léolo a una estantería, lee la frase que se halla escrita sobre el título, destino avanzado por el propio Leo a su guerra contra la vesanía:

"Iré a descansar con la cabeza entre dos palabras en el Valle de los avasallados"

Todas las palabras son importantes, y tienen significado medido. La ineludible banda sonora es un cúmulo de canciones y músicas en cinco idiomas, como representación de ese multiétnico universo barrial en que creció Lauzon y que trasladó a la localización, concreta y explicitada, de Léolo, sin por esa poliglotía no haber cuidado el correcto engarce y en ocasiones básico ensalzamiento y coherencia de las letras con lo textual.
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Los actores.

Mas, curiosamente, en una de las películas con más presencia y fuerza de esencia de lo musical, con una descripción también localista dentro de su innegable vocación universalista, la estrella local, la gran dama de la canción francocanadiense, que por demás participa como personaje básico en la narración, en el papel de la madre de Léolo, la gran - en más de un sentido-Ginette Reno, ni canta ni introduce tema alguno en la banda sonora. Del mismo modo, y reincidiendo en la irrefutable asunción de pertenencia a una concreta cultura de Lauzon, cuya aspiración poética proviene de lo íntimo, el gran pope del cine de la Canadá francesa, el bastante conocido por nuestras tierras Denys Arcand participa también como actor en un personaje - director de la escuela -- ajeno, si no es por oscuras privadas metáforas, a su condición pública reconocida. Tal vez pueda referirse el siempre simbolista Lauzon a la figura de Arcand como consejero mayor, maestro director del cine de su país.

Careceríamos de espacio bastante para reflejar con la debida extensión los méritos y logros de Arcand, en la mejor tradición de esta sección, pero no nos resistiremos a mencionar dos de sus grandes títulos, bien conocidos por el aficionado a las salas de estreno españolas: Jesús de Montreal (1989) y la anterior El declive del imperio americano (1986), que le hizo conocido entre la crítica y buena parte del público internacional, tras más de veinte años de carrera en la tantas veces ignorada parte latina de Canadá.

Y tampoco resistiremos la presión curiosa de mencionar, entre amateurs varios que evocaban física o vocalmente lo que pedía el mejor sentir del director, a otro viejo profesional, Julien Guiomar, aquí el viejo abuelo de Léolo, que antes de marchar a América a rodar, entre otros títulos, este acercamiento a la psicosis, había desarrollado una prolongadísima carrera en Francia que incluye películas tales como la muy destacable y familiar La Vía Láctea (1969), del en tantos guiños también vocacionalmente psicoanalizable don Luis Buñuel. Lo que son las cosas, veinte años de separación, dos genios del cine moderno, del desgarrador de globos oculares a los ojos desgarrados por la muerte en locura de Leo, Guiomar transita de un castrador cura español al máximo representante de la castración simbólica del niño poeta. Casi nada, como díría el viejo tango.
__________________

Notas:
1. Entrevista realizada por Claude Racine, 1992 "24 Images" nº 61, p. 5-11
2. Léolo, La escritura fílmica en el umbral de la psicosis, Jesús González Requena/Amaya Ortíz de Zárate, Contraluz Libros de Cine, Ediciones de la Mirada, 2000
Estudio sobre el filme a cargo de Nacho Toro, que me parecía interesante reproducir en su totalidad.

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Alonso_Quijano
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Mensaje por Alonso_Quijano » Jue 15 Jun, 2006 21:56

jeje... picky...
viewtopic.php?p=328684&highlight=nacho+toro#328684
http://www.babab.com/no18/leolo.php

Pero menos mal que lo has transcrito entero, porque el primer enlace que puse ya no funciona... quién sabe lo que durará el segundo (el de www.babab.com)... :P

Un saludo :wink:
—La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida...

pepello73
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obra maestra de la desesperacion

Mensaje por pepello73 » Mié 09 Ago, 2006 21:59

Es una peli que esta entre mis favoritas, es una obra maestra, la musica es una maravilla aunque el contenido y el guion no resulta digerible por muchos, la degradacion sicologica y psiquiatrica de un niño hasta llegar a adulto, la desesperacion y el horror dentro de una familia caotica con antecedentes mas que claros de demencia hereditaria.