Película:
Operazione.paura.1966.Mario.Bava.dvdrip.xvid.ac3.2ch.(allzine).avi
Subtítulos castellano (Traducción: Jesloser a partir de JonFu, adaptados por Silien):
Operazione.paura.1966.Mario.Bava.dvdrip.xvid.ac3.2ch.(allzine).Esp.srt 
Opensubtitles:
http://www.opensubtitles.org/en/subtitl ... e-paura-es
Subtítulos inglés:
Operazione.paura.1966.Mario.Bava.dvdrip.xvid.ac3.2ch.(allzine).Eng.srt 
Opensubtitles:
http://www.opensubtitles.org/en/subtitl ... e-paura-en
Versión: Allzine (Silien) (de la edición de Anchor Bay)
Duración: 83 min.
Vídeo: XviD 704x384 23,976 fps 2302 Kb/s - AR: 1.85 (DVDRip)
Audio: Italiano (VO) AC3 2.0 224 Kb/s
Tamaño: 1/3 DVD (1,46 GB)
«En su estudio sobre Mario Bava asegura Jean-Louis Leutrat que Operazione Paura (1966) bien podría ser una continuación casi ininterrumpida de variaciones sobre el azul y el amarillo. El horror surge en esas combinaciones violentas de color, en esos espacios iluminados casi de manera metafísica, como si el mal emanase de la misma luz que alumbra los escenarios. El terror habita la Villa Graps, infectando a un pueblo en ruinas, que parece sucumbir, como le sucede a los mitos, ante la llegada del progreso. De ahí que Operazione Paura, en su atmósfera alucinada, exprese el sentimiento de estar contemplando una obra -y una forma de ver- que, casi por su excepcionalidad, acabará apagándose de un momento a otro.
Para Mario Bava el dominio de la luz lo ha sido todo, temática y artísticamente. A través de los colores una película como Bahía de sangre (Reazione a cattena, 1971) puede mutar del cuento oscuro y gótico de su inicio a una llamativa reflexión sobre la especulación inmobiliaria. Incluso Diabolik (Danger Diabolik, 1968) esconde su precaria producción en unas imágenes que buscan los elementos futuristas -a la manera de Fahrenheit 451 (François Truffaut, 1966)- dentro de la sociedad de ese mismo momento. Es, al fin y al cabo, una cuestión de percepción, de jugar con nuestros sentidos construyendo una ficción que, como al protagonista de Operazione, consiga alterar la idea de realidad. Una ensoñación que nos ponga en contacto con aquellas partes oscurecidas de nuestra persona a las que, tarde o temprano, tenemos que enfrentar en una película de horror si queremos recuperar el orden perdido en el inicio de la narración.
En cierta ocasión, Dario Argento comentaba que Paul Schrader le preguntó cómo había conseguido ese acabado tan especial en la imagen de Suspiria (1977), que transportaba a la ficción al terreno de la pesadilla. Para Argento Suspiria era única, irrepetible; ninguna repetición de la fórmula podría dar con algo remotamente parecido, perdería todo el encanto de su atmósfera. Precisamente, porque la atmósfera, en Argento y en Bava, era un trabajo de alquimista, de saber nivelar los propios medios a través de algo tan moldeable como la luz. De ser un poco como el Jack Asher de la primera época de Terence Fisher; un pintor de las tinieblas. Y es que, si uno atiende a las imágenes de Operazione Paura, puede comprobar cómo todo está contaminado de tinieblas. Ni siquiera el hombre es capaz de resistirlas. Y es curioso que todo ese mal, como en los relatos clásicos, sea condensado en el interior de una casa maldita. Al fin y al cabo, si la casa, que es el refugio primario, el hogar, aquel espacio del que brotan los actos morales, aparece negada desde un principio como un lugar propio de lo abyecto; ¿de qué manera podrá el hombre combatirlo?
Salvando las lógicas distancias, Operazione Paura me recuerda a algunas películas de Fisher, pues en su interior brota esa sensación de situar a la humanidad ante el vértigo de acabar sacrificándola. Sin un lugar donde habitar, se acaba perdiendo incluso la propia ética, y el hombre acaba de paso, en un tránsito constante que lo emparenta más con los espíritus o muertos en vida que con la razón occidental que manifiesta su poder y su fuerza de progreso. Así, al hombre le sucede como al Paul Eswai del filme de Bava: termina encontrándose -literalmente- consigo mismo y no puede evitar esbozar una mueca de terror porque no reconoce como propio aquello que tiene frente a sí. Por eso, decía que me recuerda a Fisher porque, como el cineasta inglés, Bava presenta a una sociedad ebria de progreso que, sin embargo, oculta bajo la alfombra todos esos dogmas y preceptos religiosos que hacen tambalear a la razón a las mínimas de cambio. A esa razón que sustituye la sensación de seguridad en la fe por una titubeante confianza que desemboca en la violencia, el terror y la destrucción. Aquella que buscan materializar sus sueños de progreso acaba, en el caso más obvio que proporciona la literatura, materializándolos en el cuerpo de su pesadilla.
Lo bueno de Mario Bava es que, por mucho que sus ficciones a veces cojeen ante la apabullante fuerza de sus imágenes, siempre demostró -quizá involuntariamente- que hasta la luz, como vehículo de todas las posibilidades de expresión, puede poner en cuestión a la razón que, ante la puerta tenuemente iluminada o la figura angulosa recortada sobre una pared blanca, sentirá un ligero temblor en sus certezas y un agarrotamiento de sus músculos. Por eso, Operazione Paura tiene, como un filme de la categoría de La Gorgona (The Gorgon, Terence Fisher, 1964), la rara cualidad de representar el canto de cisne a una forma de entender el horror que, casualmente, haría coincidir la muerte de tres maestros como Fisher, Hitchcock y Bava en el mismo año, 1980. Pero el recuerdo tiene mucho de nostalgia y demasiado de melancolía, por lo que lo mejor que puede decirse de Operazione Paura es la capacidad de Bava y su cine para alumbrar todos los colores de la oscuridad. Para hacer del espacio, la casa -el vientre materno, según Bachelard- el lugar de nuestros terrores. Y a nuestros miedos, una experiencia metafísica que, a pesar de su abstracción, es tan potente que casi podemos tocarla con la punta de nuestros dedos. En definitiva, el auténtico horror.»
Óscar Brox