Hasta mañana o pasado estará compartido con el resto de mis descargas, después estará en absoluta exclusividad. Y como siempre intentaré estar disponible en el Classic Server.
Datos del ripeo:
Codec DivX 5.02, resolución 640x480, bitrate 1639 kBit/s
Audio WMA estereo 64Kbps, castellano y japonés
Subtitulos en castellano.
Autoarranque para BsPlayer (gracias a Yabba)
Tomado de: http://www.filmonline.com.ar/41/dossier/introysum.htm
A disfrutarla.<span class="12px">quote:</span>
1957: Kumonoso-ju (Trono de sangre)
dir.: Kurosawa Akira. Arg.: obra Macbeth de Shakeapeare William. G.: Hashimoto Shinobu, Kikushima Ryuzo, Oguni Hideo, Kurosawa Akira. Fot.: Nakai Asakazu. Mús.: Sato Masaru. Con Mifune Toshiro, Yamada Isuzu, Chiaki Minoru, Kubo Akira, Sasaki Taskamaru, Tachikawa Yoichi. Prod.: Motoki Shojiro x Toho. 110'
El ansia de poder no es blanca, ni etnocentrista, ni se expresa sólo en métrica yámbica. Así de clarito lo entendió Akira Kurosawa cuando plasmó el clásico shakespeariano. Haciendo un gran ejercicio de interpretación, traslada la tragedia del rey Macbeth al Japón feudal y la hace desarrollarse en aquel contexto de interminables luchas intestinas. No sería su último acercamiento al dramaturgo: casi treinta años después, cristalizaría en Ran su lectura de King Lear.
Si la lealtad era lo que daba sentido a la vida de un samurai, Lord Washizu (el Mifune-Macbeth) se desbarranca en el abismo. Pero no es del todo su culpa. Como todo héroe trágico, el pobre tipo es objeto de burla de los dioses. Una muy andrógina bruja se cruza en su camino para profetizarle que será rey. De allí en adelante, Washizu cumplirá su destino por la vía dura: abriéndose paso entre los vivos. Por supuesto, su final también estaba escrito.
Y hablando un poco de lealtades, pero ahora textuales, lo impresionante de Trono de sangre es que, aún ateniéndose a los núcleos de acción dramática básicos de la pieza, los personajes no aparecen como japoneses declamando Shakespeare; de hecho, Kurosawa no propone el film desde esa famosa fidelidad al texto, el cual no está completo, ni mucho menos. Lo idiosincrático del Japón es mostrado por el director como absolutamente capaz de albergar pasiones y bajezas tan intensas, tan devastadoras como aquellas que se creían privativas de las creaciones literarias que modelaran la tradición occidental. Es así como, por ejemplo, la Lady Macbeth interpretada por Isuzu Yamada no cae en la ampulosidad y la elocuencia histérica del papel original, lo que sería bien inverosímil teniendo en cuenta el restringido rol social que las mujeres debían cumplir en aquella cultura oriental; aún así, su susurrante actuación –acompañada por un uso simbólico del espacio- transmite toda la densidad del personaje que empuja al Macbeth-Washizu cegado a perderse en la traición; personaje tan culpable y trágico como éste. Como es claro, se trata de una lectura que es fiel al texto a partir de la asunción de lo diferente. Y desde esta perspectiva también puede comprenderse la estructura circular que asume el film y que la obra original no tiene: la ambición y la traición, entonces, podrían ser mucho más constitutivas de la historia del Japón de lo que nos hubiéramos imaginado.
No faltan los desplazamientos de grandes masas de soldados, caballos, ni algunos katanazos (aunque pocos; las vedettes son las flechas); pero Trono de sangre es una película más bien densa y oscura, con largos planos de ventosas arideces, jugados al vacío. Más esoterismo que carne cortada. Atenti a los trucajes por sustitución, sobre todo el de la secuencia final.
Raúl M.