Winifred Wagner und die Geschichte des Hauses Wahnfried von 1914-1975
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Sinopsis:
Hans-Jürgen Syberberg entrevista durante cinco horas a Winifred Wagner, nuera de Richard Wagner y una de las inspiradoras de la política cultural del nazismo
Ficha artística:
AÑO: 1978
DURACIÓN: 302 min.
PAIS: Alemania
DIRECTOR: Hans-Jürgen Syberberg
FOTOGRAFÍA: Dietrich Lohmann
PRODUCCIÓN: Gerhard von Halem
REPARTO: Hans-Jürgen Syberberg, Gottfried Wagner, Winifred Wagner
AÑO: 1978
DURACIÓN: 302 min.
PAIS: Alemania
DIRECTOR: Hans-Jürgen Syberberg
FOTOGRAFÍA: Dietrich Lohmann
PRODUCCIÓN: Gerhard von Halem
REPARTO: Hans-Jürgen Syberberg, Gottfried Wagner, Winifred Wagner
La musa de Hitler
Winifred Williams nació en Hastings, en 1897. A los dos años murieron sus padres, el escritor John Williams y la actriz danesa Emily Florence Karop, y fue internada en orfanato. La suerte quiso que, con diez años, la adoptaran el pianista Karl Klindworth y su esposa. Klindworth fue discípulo de Franz Liszt y admirador y amigo de Richard Wagner. Gracias a sus padres adoptivos, Winifred Klindworth entró en el círculo de la familia Wagner. En 1914, la familia Klindworth fue invitada por Cosima Wagner al Festival de Bayreuth. Cosima Wagner, hija de Liszt, era la viuda de Richard Wagner, heredera de su legado y directora del Festival de Bayreuth hasta 1908, cuando pasó la gestión del festival a su hijo Siegfried. Un festival que los Wagner siempre gestionaron como una empresa familiar. Cosima era una apasionada antisemita, amiga de Houston Stewart Chamberlain, escritor británico también antisemita y racista, que acabaría casándose con su hija Eva Wagner.
En aquella edición del Festival de Bayreuth de 1914, a la que acudió la familia Klindworth, Siegfried Wagner –hijo de Cosima y Richard, compositor y director de orquesta- dirigió una versión de El holandés errante que fascinó a Winifred. Y si a Winifred le sedujo el ambiente que se respiraba en el feudo de los Wagner, también los Wagner vieron en Winifred la salida a un serio problema que acuciaba al clan: Siegfried, soltero y homosexual de 46 años, necesitaba casarse urgentemente para tener la descendencia que asegurara la permanencia del legado de Wagner en la familia. En 1915 Winifred y Siegfried se casaron y en los siguientes años tuvieron cuatro hijos: Wieland, Friedelind, Wolfgang y Verena.
El inicio de la Primera Guerra Mundial, en julio de 1914, obligó a suspender poco después de que comenzara la edición del Festival de Bayreuth de aquel año. Habrían de pasar otros diez, hasta 1924, una vez superada la guerra y la dura posguerra, para que el festival volviera a abrir sus puertas, bajo la dirección de Siegfried, en la que ya se implicó activamente Winifred. Poco antes de la reapertura, Winifred conoció a Adolf Hitler. Coincidieron en 1923, en la tumba de Wagner, a la que Hitler había acudido para depositar unas flores, y allí nación una amistad que se extendería hasta la muerte del dictador. Poco después, tras el fracaso del putsch de Munich, Winifred visitaría a Hitler en la cárcel y bien pudiera ser –aunque no está probado- que fuera ella quien le entregó el papel con el que el futuro Führer escribiría allí Mein Kampf.
En el año 1930 murieron Cósima Wagner y su hijo Siegfried. La viuda Winifred se hizo cargo de la dirección del Festival, a cuyo frente permaneció hasta 1944. La relación entre Hitler y Winifred Wagner se estrechó tras el acceso al poder del partido nazi. Fluía entre ambos una amistad y admiración mutua. Winifred le llamaba coloquialmente Kapellmeister Wolf. Hitler, por su parte, asistió al festival ininterrumpidamente entre 1933 y 1939, alojándose siempre en Wahnfried, la mansión de los Wagner en Bayreuth. Fue a lo largo de estos años cuando el Festival de Bayreuth se convirtió en un símbolo, no sólo de la política cultural nazi, sino de la propia esencia del nazismo. Hitler sentía desde joven una pasión desenfrenada por Wagner. No sólo por su música, sino también por sus escritos. Incluso por su correspondencia: era capaz de citar párrafos enteros de sus opúsculos o de sus cartas. Solía decir que acudir a la ópera a escuchar a Wagner era la mejor misa posible. La obra de Wagner no sólo reconfortaba a Hitler: también le suministró ingredientes para elaborar su teoría sobre la pureza de la raza aria, la superioridad de la nación alemana y su misión esencial en la historia. Nada tiene de extraño, pues, que a partir de 1933 el Festival de Bayreuth comenzara a parecer el “Festival de Hitler”, como observó un crítico musical de la época: durante el Tercer Reich, ha escrito la filóloga e historiadora Rosa Sala Rose, “Bayreuth se convirtió en un teatro de la corte de Hitler y en un escaparate del nazismo, enlazando los nombres de Wagner y de Hitler de una forma aún imborrable”.
Desde el punto de vista de la calidad musical, aquellos tampoco fueron los mejores años del Festival de Bayreuth. Si todavía en 1933 acudían al Festival primeras figuras como Arturo Toscanini, poco después la desaparición de la escena pública de los músicos judíos y el exilio de los disidentes afectaron a la calidad del Festival, que comenzó a perder el favor del público. Ello provocó una mayor intervención del nazismo en su gestión, pues el partido empezó a comprar para sus afiliados las entradas que no habían conseguido ser vendidas. En 1941, Hitler decidió reforzar su intervención en Bayreuth, acometió una gigantesca ampliación del teatro y rebautizó los festivales como «Festivales de Guerra». Poco después, en 1943, Bodo Lafferentz, oficial del partido, se casó con Verena Wagner y pasó a asumir la gestión administrativa del Festival. Apenas tuvo ocasión de ejercer, pues en 1944 todos los teatros alemanes fueron cerrados ante los crecientes bombardeos y el inicio de la ocupación del territorio alemán. Al comenzar 1945 la Villa Wahnfried resultó dañada por los bombardeos aliados, Winifred abandonó Bayreuth. Poco después, Alemania se rindió.
Y tras la guerra comenzó la depuración. Winifred Wagner se enfrentó en 1947 a un tribunal de desnazificación, para responder por la gestión del Festival entre 1933 y 1945. El tribunal la consideró culpable de haber permitido Hitler y el partido Nazi se apropiaran del legado Wagner. En su defensa, Winifred trató de distanciarse del partido, sin negar su fascinación por Hitler: «era él, no el partido, lo que me atraía». A pesar de las pruebas y de la dureza de los cargos, al final sólo fue considerada como persona «poco incriminada» y logró salvarse de la reclusión en un campo de trabajo porque no participó directamente en la comisión de actos violentos ni brutales. No obstante, fue apartada del ejercicio de cualquier cargo público.
La familia Wagner adoptó una política ambigua frente a Winifred: de una parte, defendieron sus derechos a la dirección del Festival para mantener el control del negocio familiar; de otra, presionaron a Winifred para que delegara la dirección del Festival en sus hijos. Los aliados, no obstante, impidieron que el Festival de Bayreuth reabriera sus puertas mientras dirigieron la política alemana en la inmediata posguerra. Y las autoridades de la nueva República Federal Alemana sólo permitieron que se reinaugurara el Festival si Winifred no abandonaba la dirección. Winifred cedió en 1949 y cuando el Festival de Bayreuth reabrió sus puertas, los nuevos directores ya eran sus hijos Wolfgang y Wieland.
Tras abandonar la dirección del Festival, Winifred se retiró de la escena pública. Reapareció en 1978, cuando Hans-Jurgen Syberberg estrenó “Winifred Wagner und die Geschichte des Hauses Wahnfried von 1914-1975”, esta película que recoge cinco horas de las muchas grabadas por el director en 1975. Es una película con pocas concesiones. La mayor parte del metraje consiste en primeros planos de Winifred Wagner, entrevistada por el director. El film no solo constituye una pieza de interés por sus cualidades cinematográficas (7,7 puntos en su valoración imdb), sino que es esencial para comprender la historia alemana entre 1914 y 1945 y, por ende, la historia europea entre esos años. Winifred Wagner fue testigo y protagonista de una de las etapas más oscuras de nuestro tiempo. Y, como podréis comprobar los que os sumerjáis en esta película, nunca se arrepintió de nada de lo que hizo o alentó. Murió a orillas del Lago Constanza el 5 de marzo de 1980.
Los subtitulos, de satranc, los ha localizado serdar y Kim-Ki-duk trajo la película de Karagarga.
Bibliografía sobre Winifred y la familia Wagner:
Brigitte Hamann: Winifred Wagner: A Life at the Heart of Hitler's Bayreuth, Harcourt, 2007.
Jonathan Carr: The Wagner Clan: The Saga of Germany's Most Illustrious and Infamous Family, Atlantic Monthly Press, 2007.
Rosa Sala Rose: Diccionario crítico de mitos y símbolos del nazismo, Acantilado, 2003.
Y además, se puede consultar en DXC:
Gerard Caillat - La ópera y el Tercer Reich
En aquella edición del Festival de Bayreuth de 1914, a la que acudió la familia Klindworth, Siegfried Wagner –hijo de Cosima y Richard, compositor y director de orquesta- dirigió una versión de El holandés errante que fascinó a Winifred. Y si a Winifred le sedujo el ambiente que se respiraba en el feudo de los Wagner, también los Wagner vieron en Winifred la salida a un serio problema que acuciaba al clan: Siegfried, soltero y homosexual de 46 años, necesitaba casarse urgentemente para tener la descendencia que asegurara la permanencia del legado de Wagner en la familia. En 1915 Winifred y Siegfried se casaron y en los siguientes años tuvieron cuatro hijos: Wieland, Friedelind, Wolfgang y Verena.
El inicio de la Primera Guerra Mundial, en julio de 1914, obligó a suspender poco después de que comenzara la edición del Festival de Bayreuth de aquel año. Habrían de pasar otros diez, hasta 1924, una vez superada la guerra y la dura posguerra, para que el festival volviera a abrir sus puertas, bajo la dirección de Siegfried, en la que ya se implicó activamente Winifred. Poco antes de la reapertura, Winifred conoció a Adolf Hitler. Coincidieron en 1923, en la tumba de Wagner, a la que Hitler había acudido para depositar unas flores, y allí nación una amistad que se extendería hasta la muerte del dictador. Poco después, tras el fracaso del putsch de Munich, Winifred visitaría a Hitler en la cárcel y bien pudiera ser –aunque no está probado- que fuera ella quien le entregó el papel con el que el futuro Führer escribiría allí Mein Kampf.
En el año 1930 murieron Cósima Wagner y su hijo Siegfried. La viuda Winifred se hizo cargo de la dirección del Festival, a cuyo frente permaneció hasta 1944. La relación entre Hitler y Winifred Wagner se estrechó tras el acceso al poder del partido nazi. Fluía entre ambos una amistad y admiración mutua. Winifred le llamaba coloquialmente Kapellmeister Wolf. Hitler, por su parte, asistió al festival ininterrumpidamente entre 1933 y 1939, alojándose siempre en Wahnfried, la mansión de los Wagner en Bayreuth. Fue a lo largo de estos años cuando el Festival de Bayreuth se convirtió en un símbolo, no sólo de la política cultural nazi, sino de la propia esencia del nazismo. Hitler sentía desde joven una pasión desenfrenada por Wagner. No sólo por su música, sino también por sus escritos. Incluso por su correspondencia: era capaz de citar párrafos enteros de sus opúsculos o de sus cartas. Solía decir que acudir a la ópera a escuchar a Wagner era la mejor misa posible. La obra de Wagner no sólo reconfortaba a Hitler: también le suministró ingredientes para elaborar su teoría sobre la pureza de la raza aria, la superioridad de la nación alemana y su misión esencial en la historia. Nada tiene de extraño, pues, que a partir de 1933 el Festival de Bayreuth comenzara a parecer el “Festival de Hitler”, como observó un crítico musical de la época: durante el Tercer Reich, ha escrito la filóloga e historiadora Rosa Sala Rose, “Bayreuth se convirtió en un teatro de la corte de Hitler y en un escaparate del nazismo, enlazando los nombres de Wagner y de Hitler de una forma aún imborrable”.
Desde el punto de vista de la calidad musical, aquellos tampoco fueron los mejores años del Festival de Bayreuth. Si todavía en 1933 acudían al Festival primeras figuras como Arturo Toscanini, poco después la desaparición de la escena pública de los músicos judíos y el exilio de los disidentes afectaron a la calidad del Festival, que comenzó a perder el favor del público. Ello provocó una mayor intervención del nazismo en su gestión, pues el partido empezó a comprar para sus afiliados las entradas que no habían conseguido ser vendidas. En 1941, Hitler decidió reforzar su intervención en Bayreuth, acometió una gigantesca ampliación del teatro y rebautizó los festivales como «Festivales de Guerra». Poco después, en 1943, Bodo Lafferentz, oficial del partido, se casó con Verena Wagner y pasó a asumir la gestión administrativa del Festival. Apenas tuvo ocasión de ejercer, pues en 1944 todos los teatros alemanes fueron cerrados ante los crecientes bombardeos y el inicio de la ocupación del territorio alemán. Al comenzar 1945 la Villa Wahnfried resultó dañada por los bombardeos aliados, Winifred abandonó Bayreuth. Poco después, Alemania se rindió.
Y tras la guerra comenzó la depuración. Winifred Wagner se enfrentó en 1947 a un tribunal de desnazificación, para responder por la gestión del Festival entre 1933 y 1945. El tribunal la consideró culpable de haber permitido Hitler y el partido Nazi se apropiaran del legado Wagner. En su defensa, Winifred trató de distanciarse del partido, sin negar su fascinación por Hitler: «era él, no el partido, lo que me atraía». A pesar de las pruebas y de la dureza de los cargos, al final sólo fue considerada como persona «poco incriminada» y logró salvarse de la reclusión en un campo de trabajo porque no participó directamente en la comisión de actos violentos ni brutales. No obstante, fue apartada del ejercicio de cualquier cargo público.
La familia Wagner adoptó una política ambigua frente a Winifred: de una parte, defendieron sus derechos a la dirección del Festival para mantener el control del negocio familiar; de otra, presionaron a Winifred para que delegara la dirección del Festival en sus hijos. Los aliados, no obstante, impidieron que el Festival de Bayreuth reabriera sus puertas mientras dirigieron la política alemana en la inmediata posguerra. Y las autoridades de la nueva República Federal Alemana sólo permitieron que se reinaugurara el Festival si Winifred no abandonaba la dirección. Winifred cedió en 1949 y cuando el Festival de Bayreuth reabrió sus puertas, los nuevos directores ya eran sus hijos Wolfgang y Wieland.
Tras abandonar la dirección del Festival, Winifred se retiró de la escena pública. Reapareció en 1978, cuando Hans-Jurgen Syberberg estrenó “Winifred Wagner und die Geschichte des Hauses Wahnfried von 1914-1975”, esta película que recoge cinco horas de las muchas grabadas por el director en 1975. Es una película con pocas concesiones. La mayor parte del metraje consiste en primeros planos de Winifred Wagner, entrevistada por el director. El film no solo constituye una pieza de interés por sus cualidades cinematográficas (7,7 puntos en su valoración imdb), sino que es esencial para comprender la historia alemana entre 1914 y 1945 y, por ende, la historia europea entre esos años. Winifred Wagner fue testigo y protagonista de una de las etapas más oscuras de nuestro tiempo. Y, como podréis comprobar los que os sumerjáis en esta película, nunca se arrepintió de nada de lo que hizo o alentó. Murió a orillas del Lago Constanza el 5 de marzo de 1980.
Los subtitulos, de satranc, los ha localizado serdar y Kim-Ki-duk trajo la película de Karagarga.
Bibliografía sobre Winifred y la familia Wagner:
Brigitte Hamann: Winifred Wagner: A Life at the Heart of Hitler's Bayreuth, Harcourt, 2007.
Jonathan Carr: The Wagner Clan: The Saga of Germany's Most Illustrious and Infamous Family, Atlantic Monthly Press, 2007.
Rosa Sala Rose: Diccionario crítico de mitos y símbolos del nazismo, Acantilado, 2003.
Y además, se puede consultar en DXC:
Gerard Caillat - La ópera y el Tercer Reich
Datos técnicos del ripeo:
1ª Parte
Size: 1,36 GB
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2ª Parte
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1ª Parte
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Duration: 2:21.
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2ª Parte
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