Lomax: The Songhunter (Rogier Kappers, 2004) DVDRip VO

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Lomax: The Songhunter (Rogier Kappers, 2004) DVDRip VO

Mensaje por botibol » Mar 04 May, 2010 01:34

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Lomax: The Songhunter
(Lomax: el rastreador de canciones)
(Holanda, 2004) [Color, 88 min.].
Ficha técnica:
Dirección: Rogier Kappers.
Argumento: Alan Lomax (1915,2002) era un coleccionista de canciones. Durante gran parte de su vida, viajó por todo el mundo con su grabadora, "cazando" las mejores canciones de estilo folk. Lomax grababa a la gente de la calle, que daban corazón y alma ante el micrófono. En los programas de radio, Lomax nos alertó, ya entonces, que esta vieja tradición de cantar estaba condenada a desaparecer.
Fotografía: Adri Schrover.
Música: extraída de la colección de grabaciones de Lomax.
Producción: Joost Verhey.
Productora: MM Film.
Reparto: Pete Seeger, Peter Kennedy, Alan Lomax, Peggy Seeger, etc

Trailer:
[video]http://www.youtube.com/watch?v=xDsJuz05BaA[/video]


Comentarios:
Cazador de melodías remotas
FERNANDO NEIRA 07/06/2008

Cuentan las crónicas que la Guardia Civil no perdió de vista a Alan Lomax durante los siete meses de 1952 que el folclorista deambuló por media España. Los agentes tenían noticia de que aquel americano estrafalario quería recopilar cantos rurales a través de un inmenso magnetófono para discos de acetato que atesoraba en su maleta, pero la misión les parecía tan inverosímil que se dispararon todas las alarmas. Sospecharon que fuera un espía o un comunista peligroso antes de persuadirse de que, aunque extravagante, aquel hombre de 37 años resultaba inofensivo. Y así fue como el responsable del archivo fonográfico en la Biblioteca del Congreso Estadounidense obtuvo el primer y más asombroso testimonio sonoro y etnográfico de un país aún sumido en la miseria de la posguerra, 75 horas de grabaciones que compendiaban la música tradicional de toda la Península y las islas Baleares.

Igual que en el caso español, Lomax también transitó por los caminos más remotos y pedregosos de Italia, Escocia, las islas Hébridas, Rumania y hasta la India en busca de expresiones populares que habían sobrevivido de generación en generación pero corrían el peligro de perderse para siempre. Apasionado y estajanovista hasta las últimas consecuencias, la magnitud de su trabajo se resume en una cifra: la Biblioteca del Congreso -en cuya dirección sucedió a su padre, John Lomax, en 1936- almacena hoy más de 10.000 grabaciones de campo realizadas personalmente por él.

Fascinado por la peripecia vital de este hombre, tan extraordinaria como poco conocida, el realizador holandés Rogier Kappers se trasladó en 2001 a Holiday (Florida) para entrevistar a Lomax. Demasiado tarde: el folclorista, entonces con 86 años, había sufrido una hemorragia cerebral y apenas podía articular algún sonido inteligible. Las escenas en el jardín, tambaleándose con el andador y extasiado mientras escucha con los auriculares sus viejas grabaciones, resultan conmovedoras. A partir de ese momento, Kappers tuvo la habilidad de replantear el trabajo como una búsqueda de la huella europea de Lomax, y al volante de su furgoneta se lanzó a rastrear aquellas mismas carreteras secundarias de España, Italia y Gran Bretaña que el folclorista había surcado justo medio siglo antes.

El resultado es Lomax: The songhunter (El cazador de canciones), un documental que ha obtenido cuatro premios internacionales y ahora aterriza, por fin, en las estanterías españolas. Lástima que a nadie en la productora Rounder se le haya ocurrido que las andanzas del viejo Lomax pudieran interesar al espectador hispanoparlante, de modo que debemos conformarnos con la versión original en inglés y la opción de subtítulos en francés, alemán y holandés. Pero el esfuerzo merece la pena, sobre todo porque el apartado de Lomax en España ocupa no menos de un tercio del metraje, con escalas en Corcubión (A Coruña), O Cañizo (Ourense), Val de San Lorenzo (León) y las afueras de Andorra, en la provincia de Teruel.

Es ahí, en lo ancho de un secarral, donde el pastor José Iranzo rememora cómo triunfó en el concurso nacional de jotas celebrado en 1943 en el Teatro Principal de Zaragoza. No encontraron micrófonos en toda la provincia y le tocó cantar La palomica a pleno pulmón. "He estado en Cuba con Batista, en Nueva York con los Kennedy o en el palacio de Fez con Hassan II. Es muy bueno viajar, ése es el mejor bachiller", relata el abuelo, casi nonagenario, sin quitarle el ojo a sus ovejas. No menos entrañable es la recuperación de la leonesa Dolores Fernández, gran intérprete de romances fallecida en 2003. Dolores recuerda el alboroto que provocó la visita del folclorista de Austin: "Siempre me venía gente a casa a escucharme, pero que llegara un señor que te grababa y luego lo podías escuchar era toda una novedad...". Pero quizás la escena más pintoresca transcurre en O Cañizo, un enclave que Lomax definió en su diario de campo como "villorrio miserable", aunque ya por entonces le dejó una honda impresión: "Nunca olvidaré este pueblo. Sus gentes se transforman en cuanto la música comienza a sonar. Cuando me marché a descansar, a las tres de la madrugada, todos seguían bailando como posesos". Medio siglo más tarde, los más viejos del lugar se congregan en el supermercado e improvisan una xuntanza de danza, gaita y panderetas ante la asombrada cámara de Kappers.

Lomax siempre defendió con arrolladora vehemencia la cultura tradicional, "el mejor símbolo", en su opinión, "de la dignidad humana y la libertad de expresión". Nacido en 1915 en el seno de una familia eminentemente melómana, a los veinte años experimentó su particular caída del caballo cuando oyó por vez primera a los presidiarios negros en las cárceles de Tejas, Misisipi o Luisiana. "Para entonces yo ya había escuchado todas las sinfonías del mundo, increíbles composiciones para cámara y el mejor jazz, pero me di cuenta de que nada de eso superaba a aquellos hombres que cantaban para amenizar sus trabajos forzados", reflexionaba. A partir de ese momento, Lomax desarrolló todo un modelo de clasificación musical a partir de 37 parámetros que hoy es un referente básico para la etnomusicología, pese a que en su momento tuvo que lidiar con la indiferencia, cuando no desprecio, del mundo académico.

"Alan cambió la visión esnob de la sociedad. Él fue el primero en hacernos comprender que todos, también las clases humildes, tenemos nuestra propia cultura", exclama la veterana folclorista Henrietta Yurchenko en The songhunter. El largometraje retrata a un hombre pasional y testarudo, capaz de persuadir a las principales radios y televisiones estadounidenses de que prestaran atención a Leadbelly, Pete Seeger o Woody Guthrie, pero no elude aspectos más controvertibles de su personalidad. Su hija Anna Lomax Wood cuenta a cámara, por ejemplo, el mal trago que aquellas expediciones europeas de los años cincuenta supusieron para ella. "Yo tenía ocho o nueve años cuando mi padre me explicó que prefería dejar la vida familiar en un segundo plano. Consideraba que como no había nadie más haciendo lo que él hacía, ésa debía ser su principal ocupación. No es que me abandonara, pero... se marchó". En cualquier caso, la cinta hace justicia a la memoria y la figura de aquel viejito tejano al que pocos recordaban cuando la enfermedad, el 19 de julio de 2002, se lo llevó para siempre.
:arrow: http://www.elpais.com/articulo/arte/Caz ... art_12/Tes
Llega el testamento de Alan 'Indiana Jones' Lomax

8 de septiembre de 2008.- Un yanqui grandote escondido tras una frondosa barba apareció por Corcubión (A Coruña) en diciembre de 1952.


[video]http://es.youtube.com/watch?v=k_eMQ0_VgCU[/video]
'Poor boy', según varios convictos grabados en 1939 por Alan Lomax .

Los que lo vieron llegar tuvieron que flipar. Y más aún con lo que traía debajo del brazo: una especie de enorme fonógrafo tamaño lavadora que era, en realidad, una grabadora cromagnon.

Y fliparían todavía más si hubieran sabido que aquel tipo, atrabiliario pero "muy educado", iba a cimentar una parte central de la cultura popular de los siguientes 60 años. Sin él, sin Alan Lomax, ni Bob Dylan ni los Rolling Stones habrían existido tal y como los conocemos. Sin coñas.

El tiempo siempre gana la guerra, pero hay forma de pelearle batallas, pensó Lomax. Así que recorrió el planeta durante 50 años, salvando del olvido mil y un trocitos de cultura popular y formando con ellos, tesela a tesela, un gigantesco mosaico de sonidos y emociones.

Como Nabokov con sus mariposas, pero con esas tonadas que una vez escuchamos de labios de nuestros abuelos y, aparte de "vaya antigualla", nos dijimos: "Joder, cuando estos palmen esa canción se va directa al olvido" (¿se muere una canción si ya nadie la canta ni la escucha? Me da que sí, ¿no?)

Una película con aroma a testamento recupera ahora la carrera desenfrenada de Lomax (Texas, 1915-Florida, 2002) contra el olvido. Sus viajes por Irlanda, Escocia, India, Italia y Rumanía en plan Indiana Jones, desenterrando las canciones de los convictos de la penitenciaría de Arkansas, o las lánguidas baladas de las mujeres que lavaban la ropa en plan tribal en el Mar del Norte.

También cómo el tío les explicó a sus propias hijas, cuando eran niñas, que papá tenía una misión muy importante que hacer y que por eso tenía que viajar mucho y no podía estar con ellas: Lomax aparece como un cruzado en parte del metraje.

Lo suyo fue pura antropología que rompió con el elitista concepto de cultura de la época, y abonó el camino para la explosión del rock llevando hasta el gran público a artistas como Leadbelly, Muddy Waters, Pete Seeger o Woody Guthrie.

[video]http://es.youtube.com/watch?v=Iw_3IJ4Saa0[/video]
Highlights de 'Alan Lomax. The songhunter'.

El filme recorre las huellas de Lomax un poco como él mismo brujuleaba de un continente a otro, buscando pedazos de arte popular en un tiempo en el que, por cierto, no existía Easyjet. La parte española es jugosa: el tipo se tiró siete meses por la Península y Baleares, y recogió 75 horas de música. Ahora, todo aquello está en la mítica biblioteca del Congreso de EEUU, junto con otras 10.000 horas grabadas por Lomax.

Incluso mi proverbial insensibilidad se enternece ante la escena de un pastor aragonés rememorando, mientras arrea a sus ovejas, cómo cantó hace medio siglo una jota ante Batista en Cuba, otra para los Kennedy en Nueva York, y otra para Lomax cuando un buen día apareció con su grabadora XXL.

Y qué decir de esa media docena de vejestorios galegos de O Cañizo que se reúnen ante la cámara de Kappers para rememorar la visita de Indiana Lomax hace medio siglo, y aún se engorilan como locos cantando.

El tipo no sólo inmoló su vida recogiendo hallazgos de folclore que, además, eran considerados entonces arte despreciable del populacho (aún hoy, para la mayoría). También demostró que la música como expresión humana tiene raíces muy comunes: muchas tonadas creadas a miles de kilómetros de distancia resultan prácticamente gemelas. Dicho sea de paso, no creo que la cosa musical haya avanzado excesivamente desde entonces.

Lomax murió durante la realización del documental, que retrató sus últimos meses: en su casita de Florida, ido de la olla tras sus últimos achuchones, todo el día con los cascos escuchando lo que los presos negros de Texas cantaban 60 años antes.
Alan Lomax. El rastreador de (nuestras) canciones LDNM, nº 23, Enero-Abril 2007)
Alan Lomax. El rastreador de (nuestras) canciones
Joan Vich Montaner

La mujer lleva un sencillo vestido estampado y un sombrero ancho de paja. Gira lentamente sobre su eje, de pie en el centro de la era, mientras canta a la mula que da vueltas a su alrededor. No puede dejar de cantar, porque si lo hiciera la mula dejaría de girar y la paja quedaría sin trillar. A poca distancia, bajo un almendro y junto a un pozo abandonado, una cortina de tela cubre un rudimentario equipo de grabación. Un americano vestido con pantalones de fieltro, el nudo de la corbata aflojado y algunos botones abiertos en su camisa blanca, suda copiosamente y observa en silencio. El americano, que no deja de tomar notas en su cuaderno, se llama Alan Lomax. Pero esta escena no sucede en Texas, ni en Missouri. Estamos en 1952, y Lomax está en Valldemossa, Mallorca.

El rastreador de canciones

En el número 22 de LDNM, Patricia Godes glosaba la figura de Pete Seeger, e iniciaba su artículo con la siguiente aseveración: “La figura del luchador infatigable por la justicia, la sensatez y la libertad está representada en el siglo XX por dos hombres: Pete Seeger y Woody Guthrie”. Pues bien, el altavoz que ayudó a que estos dos personajes pudieran hacerse oír se llamaba Alan Lomax, un catalizador de canciones y expresiones culturales cuyo criterio –con permiso de Harry Smith, otro peso pesado– determinaba los límites y la misma definición de música folk. La película Bound for Glory (Esta tierra es nuestra, Hal Ashby, EE UU, 1976) sobre la vida de Woody Guthrie durante la Gran Depresión, acaba con el protagonista viajando a Nueva York para aparecer en un programa de radio de ámbito nacional: el programa de Alan Lomax. Sobre Seeger, el mismo Lomax declaraba en 1977: “Peter Seeger es mi protegido. Yo le di su primer banjo (...). Con el tiempo llegamos a trabajar juntos en la revitalización de la música folk americana. Le enseñé la mayor parte de sus primeras canciones”.

Igual que Charles y Pete Seeger, Alan y su padre, John Lomax, formaban una saga familiar de intelectuales urbanos, miembros de una elite de investigadores que buscaban muestras de autenticidad en la música popular. Siguiendo los pasos de su padre, que había empezado a documentar la música popular americana con el cambio de siglo, Alan comenzó a trabajar a los dieciocho años en los Archivos de la Canción Folk Americana de la Biblioteca del Congreso de Washington. A los veinte, era el director de los Archivos y viajaba con su padre por los estados del Sur, realizando históricas grabaciones de campo en un continuo rastreo de canciones tradicionales que les llevó, entre otros lugares, a la prisión de Angola, en Louisiana, en busca del estado más puro de las canciones antiguas. Esta cárcel tenía fama de ser una de las más duras de su clase, tanto por las condiciones de vida como por la peligrosidad de sus internos. Allí descubrieron a Huddie Ledbetter, más conocido como Leadbelly, a quien ayudaron a salir de prisión y a convertirse en uno de los bluesmen más míticos de la historia.

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En 1938, Lomax grabó durante horas las canciones y las declaraciones de Jelly Roll Morton, uno de los fundadores del jazz, y en 1940 formó parte de un equipo que bajó al Sur en busca de Robert Johnson (ignorando que ya había muerto), y a cambio se encontró con un veinteañero llamado Muddy Waters, que poco después de grabar con él se mudaría a Chicago y revolucionaría el mundo del blues.

Lomax en España

Ésta es la historia tal y como la conocemos los aficionados al rock y a la música americana. Pero en esta historia hay un capítulo que nos afecta más de cerca. Sus continuos viajes al Sur de EE UU –aún segregado en los años treinta– y su contacto directo con la pobreza y la marginación acentuaron el compromiso político de Alan Lomax. El anticomunismo rampante que azotó EE UU en los años cincuenta, atizado por el tristemente célebre senador McCarthy, llevó a Lomax a establecerse en Londres entre 1950 y 1958, donde trabajaría para la BBC y Columbia Records en diversos proyectos de investigación.

A pesar de su comprensible aversión a la figura de Franco, Lomax tuvo que venir a España para grabar una recopilación de música folclórica española, por encargo de Columbia. Lomas viajó a Palma de Mallorca para asistir a un congreso internacional de musicología y a una muestra de folclore, organizada por la Sección Femenina de la Falange. El coordinador del evento era un ex nazi que había sido acogido por nuestro país y que dejó claro a Lomax que se encargaría personalmente de que no recibiera ayuda de ningún musicólogo español. En su Mallorca Notebook, Lomax escribió: “En realidad, en ningún momento había hecho planes para quedarme. Tan sólo disponía de unas cuantas cintas para grabar y nunca había hecho un estudio de etnología española. No obstante, aquello supuso mi primera experiencia con un nazi y, al mirar a aquel idiota autoritario desde el otro lado de la mesa del comedor, me prometí a mí mismo que, aunque tuviera que consagrar el resto de mi vida a aquella tarea, grabaría la música de aquel país ensombrecido”. Tozudo y con un fuerte carácter tejano heredado de su padre, Alan Lomax estuvo seis meses en España entre 1952 y 1953, realizando grabaciones de campo que luego plasmaría en catorce álbumes para Columbia y una serie radiofónica para la BBC. En sus viajes por la península visitó Aragón, Euskadi, Asturias, León, Galicia y Andalucía, pero su primera parada fueron las islas Baleares, en concreto Mallorca, Ibiza y Formentera. El panorama a su llegada a Barcelona en tren desde Port Bou es descrito nuevamente en términos críticos: “He disparado un rollo entero con mi nueva Leica. (...) Todo son cuarteles polvorientos, descuidados, con el mismo cartel sobre las puertas: ‘Todo Por La Patria’. Resulta tan forzado que uno no deja de preguntarse ‘¿la patria de quién?’, y basta echar una mirada a las calles para convencerse inmediatamente de que no es la patria de esos hombres extremadamente delgados, de esos transportistas en carros de caballos, de ese enjambre de vendedores de lotería”. Nada más comenzar su viaje, Lomax fotografió con su Leica a los isleños de los años previos al turismo de masas, una sociedad que vivía aún en el siglo XIX –las fotografías se pueden admirar en el libro Alan Lomax. Mirades (Lunwerg Editores y Fundació Sa Nostra de Palma, 2005). En las grabaciones que realizó en las islas (algunas de ellas verdaderamente delirantes en su naturalismo) se escucha a los campesinos cantando mientras trabajan; al fondo podemos oír los trinos de los pájaros, o el ruido de la paja recién segada. Son grabaciones crudas y directas, un micro y la campesina o el marinero, cantando a pelo o con el escueto acompañamiento de un tambor y una flauta de madera. Melodías ancestrales en escalas pentatónicas, de influencia árabe, que provocan la carcajada del público presente cuando la letra de la canción se vuelve picante o incluso obscena. Música popular, interpretada en su entorno natural por lavanderas, campesinos y marineros; héroes locales (a veces ni eso) que pasan a la historia gracias al micro y la lente de Lomax.

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La igualdad entre culturas

Resulta paradójico y reconfortante que un miembro del imperio cultural más homogeneizador de los últimos siglos sea al mismo tiempo el ideólogo de lo que él llamaba cultural equity, cuyos principios proponen dar la vuelta a la centralización de la comunicación y otorgar la misma atención a cada una de las culturas de la humanidad. Mucho antes de la moda de la world music –antes incluso del rock y de la divulgación a escala mundial de la música popular americana– Alan Lomax viajaba por el mundo estudiando y documentando las músicas populares y tradicionales, preservando con respeto y con pasión la voz del pueblo, de muchos pueblos que para él no eran tan diferentes. Sus trabajos en antropología musical le llevaron también a estimular el estudio de la etnografía desde un nuevo y radical punto de vista con su original teoría de la cantometría: un método de análisis musical según el cual podemos establecer relaciones entre distintas sociedades y culturas basándonos en sus patrones de canciones y danzas populares.

Alan Lomax se retiró en 1996 y falleció en 2002, pero su trabajo permanece vivo y resplandeciente. Tanto en la Tierra como en el espacio: en agosto de 1977, la sonda espacial Voyager 2 partió de Cabo Cañaveral en un viaje sin retorno que le ha llevado a traspasar las fronteras del sistema solar; en su interior, llevaba un tocadiscos y un disco de vinilo. De las veintisiete composiciones incluidas en aquel utópico e inocente trozo de cera con el que los extraterrestres podrán amenizar sus guateques siderales, trece fueron seleccionadas por Alan Lomax, el incansable rastreador de canciones.

http://www.culturalequity.org
Y continua el periodista:
El Cazador, cazado

La fascinante historia de Alan Lomax y, especialmente, de su poco documentado itinerario europeo, ha sido objeto de un reciente documental dirigido por el cineasta holandés Rogier Kappers. Lomax the songhunter (2004) se proyectó en junio de 2005 en algunas salas españolas, pero la buena noticia para quienes no pudieron verlo es que este otoño se edita por fin en DVD (Rounder Records).

En la película podemos ver a Lomax en su último año de vida, convaleciente e incapaz de hablar debido a una hemorragia cerebral: es trágico observar en tal estado a un hombre que dedicó su vida a documentar la comunicación oral. Sin embargo, la visita de Kappers a la casa de Lomax en Florida le empuja a iniciar un viaje por Europa siguiendo sus pasos en los años cincuenta. En una vieja furgoneta Volkswagen, el director se lanza a la búsqueda de los protagonistas de aquellas grabaciones, preguntando y haciendo indagaciones en las islas escocesas, en las comarcas españolas y en los pueblos italianos al pie de las montañas.

Una tras otra se suceden las escenas emocionantes, protagonizadas por gente humilde con los ojos humedecidos al escuchar las voces de sus padres o de sus hermanas. Vemos al pastor aragonés y a las señoras gallegas recordando a aquel americano tan extraño y cortés que llegó un día al pueblo con sus enormes aparatos de grabación; y asistimos también a la frustración del equipo de la película cada vez que llegan a un pueblo y se encuentran con que los protagonistas de las grabaciones ya han fallecido. Además de un instrumento para profundizar en la personalidad de Alan Lomax a través de entrevistas a conocidos, familiares y especialistas en su obra, Lomax the songhunter es una road movie sobre alguien que busca a la gente real detrás de aquellas grabaciones, que bucea en los recuerdos y en los sentimientos de esa gente anónima y que, en fin, pone la carne de gallina durante todo el metraje.
http://www.lomaxthesonghunter.nl





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Versión ---DVDRip --.
Publicada por herecomesdudleyen KG.

Enlace:
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Subtítulos:
No hay subtítulos, el documental está principalmente en inglés, con subtítulos forzados en inglés para las partes habladas en alemán, italiano y español.


Datos técnicos:

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Running Time: 1:28:27

Video Stream
Compression: MPEG-4 XviD video
Bitrate: 1500
Framesize: 565x368
Framerate: 29.970

Audio Stream
Mpeg-1 layer 3 (mp3)
Sample Rate: 48.000
Audio Bitrate: 128 kb/s (2 channels) 

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Saludos.

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Diluvio
Universal Clown
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Re: Lomax: The Songhunter (Rogier kappers, 2004) DVDRip VO

Mensaje por Diluvio » Mar 04 May, 2010 01:51

Ay qué bien.

Gracias boti.

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SolPolito
Vigorito
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Re: Lomax: The Songhunter (Rogier kappers, 2004) DVDRip VO

Mensaje por SolPolito » Mar 04 May, 2010 01:54

Igual enormes gracias.
No te dejes
Arriba los pobres de Honduras

mot
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Re: Lomax: The Songhunter (Rogier kappers, 2004) DVDRip VO

Mensaje por mot » Mar 04 May, 2010 06:34

Muchísimas gracias.

Lazarus Kaplan
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Re: Lomax: The Songhunter (Rogier Kappers, 2004) DVDRip VO

Mensaje por Lazarus Kaplan » Jue 06 May, 2010 20:07

Fabuloso. Muchísimas gracias!

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sumidoiro
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Re: Lomax: The Songhunter (Rogier Kappers, 2004) DVDRip VO

Mensaje por sumidoiro » Mié 25 Sep, 2013 09:22

Gracias, botibol.

Saúdos.

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srjaime
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Re: Lomax: The Songhunter (Rogier Kappers, 2004) DVDRip VO

Mensaje por srjaime » Lun 30 Sep, 2013 22:42

Muchas gracias.

JeremyFox
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Registrado: Sab 02 Ene, 2010 13:18

Re: Lomax: The Songhunter (Rogier Kappers, 2004) DVDRip VO

Mensaje por JeremyFox » Dom 05 Ene, 2014 09:48

El valor de lo que hizo este hombre es tremendo. Muchas ganas le tenía a este documental.

Muchas gracias!!!