Dirección y guión: Viktor Kosakovsky
Intérpretes: Anna Fyodorovna Belova, Mikhail Fyodorovich Belov, Vasili Fyodorovich Belov, Sergei Fyodorovich Belov
Rusia
60 min
Ficha IMDB
Sinopsis: Kossakovsky hace una película sobre los hermanos Belov: Michail Feodorovich y Anna. Él habla de los poderes curativos de la saliva de su perro y de cómo solucionar los problemas del mundo, mientras insulta a su hermana y se emborracha. Ella, dos veces viuda, cuida a los animales de la granja y se lamenta por no haberse casado con su primer amor.Intérpretes: Anna Fyodorovna Belova, Mikhail Fyodorovich Belov, Vasili Fyodorovich Belov, Sergei Fyodorovich Belov
Rusia
60 min
Ficha IMDB
No sé cuándo tuve la idea de Los Bélovs (Belovy/The Belovs 1993). Lo primero que me viene a la cabeza son los recuerdos de mi infancia en un pequeño pueblo por el que discurría un río y donde a veces yo pasaba las vacaciones. Me fascinaba la posibilidad de colocar sobre el agua un barquito de papel o una rama del bosque, que pudiera navegar hasta el lago o que continuara su curso a través de un río más grande que el primero, hasta otro lago más grande, y luego a través del inmenso Neva hasta San Petersburgo, enseguida hasta el mar Báltico y después por el océano Atlántico hasta Argentina o la India, dando la vuelta a todo el globo terrestre. Éste es el motivo por el que la película se inicia sobre un río.
Desde el punto de vista estético, quería rodar una película alejada de cualquier género específico. Esto explica que en Los Bélovs el drama se desliza fácilmente hacia la comedia, que luego se transforma en tragedia, hacia la tragicomedia, en definitiva. La dramaturgia en este tipo de cine documental nace de esa transformación de los estados de ánimo y sentimientos del espectador. Es, desde mi punto de vista, más importante incluso que la historia que se desarrolla en la pantalla. El espectador se ve abocado a modificar numerosas veces su relación con los personajes, experimenta una gran variedad de sentimientos diferentes - incluso hasta el punto de querer abandonar la sala. Sin embargo, en el instante siguiente, de nuevo queda atrapado por la profundidad y la paradoja que tiene lugar ante sus ojos, hasta llegar a querer a los protagonistas. Por eso tiendo a creer que si no se quiere a los personajes, no vale la pena rodar una película, porque el resultado será algo plano. Pero, por otro lado, y, por la misma razón, cuando se tiene un gran sentimiento de afecto hacia los personajes es incluso más difícil hacer una obra de arte: también en este caso faltará la variedad.
Personalmente, si entiendo cómo hacer frente a tal asunto o fenómeno, ya no puedo hacer la película. Lo más interesante para mí es comprobar si el amor que tengo hacia los personajes y la incomprensión hacia su forma de enfrentarse a la vida pueden entrelazarse de manera unitaria e indivisible. Es el caso de “Los Bélov”.
En una película de este tipo, lo más difícil es no destruir el entorno de los personajes, por eso llegué al pueblo con gente joven desconocida: un cámara, un sonidista y un ayudante. Con todo, éramos ya demasiados. Durante las dos primeras semanas la mayor parte del tiempo estuvimos recogiendo patatas, arreglando las empalizadas o acompañándoles a por champiñones y bayas salvajes.
Una noche, mientras todos dormían, yo estaba sentado escuchando en el magnetófono el registro de las primeras tomas. Bien temprano Anna se levantó para dar de comer a las vacas, y cuando me vio con mis cascos también ella quiso escuchar. En ese momento me disponía a chequear el primer sonido de todos, la llegada de los hermanos y la conversación de toda la familia en la mesa. Anna se colocó los cascos y enseguida arrancó a sollozar. Como un resorte, paré inmediatamente el magnetófono pero ya era demasiado tarde: decidí marcharme por un tiempo, para que Anna olvidara aquella grabación. Nos fuimos en barco y descendimos corriente abajo hasta la orilla del Báltico.
Un mes más tarde, esta vez sólo con un ayudante, regresé al pueblo. Con este equipo mínimo rodar fue más fácil. Y no tuve prisa en volver a dejar los cascos a Anna para que escuchara la grabación de las conversaciones de toda la familia. Esta imagen fue decisiva en la dramaturgia del film. La película gustó a los Bélov. La han visto muchas veces de corrido. Mijáil me felicitó, aunque me pidió que rebajara un poco sus disquisiciones filosóficas. Anna, por su parte, recibió durante años cartas de espectadores de todo el mundo.
Pero en realidad la primera persona a la que yo enseñé la película fue Pável Kogan.
Tomado de Blocs&Docs
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Kosakovsky - Belovy (1994).avi VO en ruso con subtítulos incrustados en inglés