Los rostros de la exclusión
El 16 de junio del año 2000, en el distrito del Jardín Botánico de Río de Janeiro, el ómnibus urbano 174 fue asaltado por un joven de raza negra (el dato es relevante) fuertemente drogado, quien tomó a varios prisioneros como rehenes. Este suceso, apenas una línea de titular periodístico, se convirtió en uno de los acontecimientos televisivos más grandes del Brasil pues durante las cinco hora que demoraron los hechos las cámaras transmitieron en directo cuanto sucedía en ese ómnibus (recuérdese que las ventanas son todas de cristal transparente) y en sus alrededores.
A tal punto llegó la presencia de la prensa en el lugar que incluso hubo momentos en que los reporteros se encontraron a menos de cinco metros del ómnibus. El detalle de la transparencia, de la visibilidad de cuanto ocurre, es fundamental para esta historia en donde el devenir es articulado según reglas de un discurso televisivo; en particular aquel típico de los relatos de encuesta detectivesca, ya que la condición básica para que la historia revele su sentido es la identidad del asaltante. Cuando la figura, que en los primeros momentos lleva el rostro cubierto como si deseara ocultarse, es identificada por la tele audiencia, resulta ser Sandro do Nascimento, un “chico de la calle” quien lleva casi veinte años viviendo en esta condición.
El carácter por entero televisual del escenario (el documental está hecho con una gran cantidad de material rodado en directo por las televisoras) es duplicado por Padilha quien, a lo largo de casi dos horas y en una línea paralela a la historia central, nos va revelando, (mediante entrevistas, imágenes de archivo y documentos oficiales) las claves ocultas de un drama terrible que en el espacio televisual más bien pareciera un enorme espectáculo público, una actuación del asaltante, un performance. Semejante inversión de los significados se hace posible porque ambos, do Nacimento y su teleaudiencia, los secuestrados y los periodistas y, sobre todo, los policías, operan sobre la base de un secreto compartido: el contenido de la identidad que es revelada; es decir, aquello que pueda caber dentro de la expresión “un chico de la calle”. Esto segundo, el secreto, es lo que el documental se ocupa de entregarnos cuando enseña los momentos principales en la vida de Sandro do Nascimento y el ambiente de violencia continuada en el cual vive desde que su madre fuera asesinada delante de sus ojos siendo un niño de apenas ocho años (después de lo cual huye para siempre del lugar -en el que fue cobijado por una tía- y de la seguridad familiar, para quedar expuesto a “la calle”).
Es la vida en esta “calle” y los silencios sobre ella lo que Ómnibus 174 nos muestra. Dentro de la línea del espectáculo, do Nascimento juega con el espectáculo mismo y en más de una ocasión repite para ser captado por las cámaras (y sabe que detrás de ellas está la nación toda) que lo que se ve no es una película de Hollywood sino la realidad y entonces va entregando pedazos de su identidad: él es un sobreviviente de la masacre de la Iglesia de la Candelaria en la cual, unos años antes, un grupo de niños vagabundos (menores de quince años) que dormía a las puertas de la iglesia fue tiroteado por la policía durante una “operación de limpieza y exterminio” que provocó siete muertes. La violencia de los mecanismos de exclusión social es transparente cuando la trabajadora social que más trabajó con do Nascimento cuenta, con lágrimas en los ojos, que después de la masacre, en una emisora de radio que lanzó una encuesta a propósito, más del 80% de la audiencia estuvo de acuerdo en que estos niños fueran eliminados. Si la televisión obliga a mostrar un rostro, que es lo que Sandro hace durante el secuestro, la radio permite un cómodo anonimato burgués en el que lo demoníaco aflora.
La ansiedad por mostrar un rostro (herido, dañado, mal cuidado, rostro de muerte) que posee a do Nascimento es tal que resulta ser el único objeto de su acción, ya que como asaltante-secuestrador no tiene demanda alguna que negociar con las autoridades. Su interés último es ser escuchado, que todos vean sus marcas de extraño Cristo. En el final de la historia en el autobús, cuando la policía dispara para rescatar a la última rehén que le queda (antes ha liberado a todos los otros), Sandro replica matando al más inocente, al rehén en lugar del policía, en un gesto de alcance doble que revela la magnitud de su terror frente al poder que ya una vez vio actuar en su dimensión más criminal (además de sobrevivir a una masacre, según los archivos, estuvo más de ocho veces recluido en instituciones penitenciarias, donde de nuevo se sobrevive en condiciones inhumanas) y también reinscribe en el cuerpo propio la abyección que marca su figura simbólica. Por este último motivo, no hay expresiones de protesta cuando la policía lo asesina por asfixia en la furgoneta que lo lleva camino al hospital, después de haber matado a la muchacha y recibido una herida en el rostro. Los instantes finales, donde se unen ya ambas líneas del relato, nos presentan el entierro de Sandro: prácticamente nadie lo acompaña.
Ônibus 174 (2002)
Dirección y guión: José Padilla
Producción: José Padilla y Marcos Prado
Montaje: Felipe Lacerda
Fotografía: Marcelo Guro y Cesar Maraes
Música: João Tabuco y Sacha Ambak
Sonido: Yam Saldaña, Aloísio Compasso
Zazen Produções
Brasil, 118 minutos, color
Onibus.174.2002.DVDRip.AC3.XviD-OS.iLUMiNADOS.CD1.avi 
Onibus.174.2002.DVDRip.AC3.XviD-OS.iLUMiNADOS.CD2.avi Subs en portugues??
Onibus.174.2002.DVDRip.AC3.XviD-OS.iLUMiNADOS.PT-BR.SUBS.rar Subs en ingles? en español?
Onibus.174.2002.DVDRip.AC3.XviD-OS.iLUMiNADOS.CD2.srt Falta encontrar subs del cd 1
Y esta es la edicion para el mercado ingles, aún no se si tiene subs incrustrados o está doblado.
BUS_174.avi 
