Biotaxia (José María Nunes, 1968) TVRip

Sección dedicada al cine experimental. Largometrajes, cortos, series y material raro, prácticamente desconocido o de interés muy minoritario.
adrian mole
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Biotaxia (José María Nunes, 1968) TVRip

Mensaje por adrian mole » Mié 14 May, 2008 15:05

Biotaxia (1968)

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José María Nunes, español dativo

En España somos muy exquisitos con la nacionalidad de los directores, nos cuesta catalogar a un director como español aunque lleve viviendo, mamando, en España toda la vida, todo lo contrario que los franceses que se conforman con que un director posea una postal de la torre Eiffel para considerarlo francés nativo.

El caso es que Nunes es un director nacido en Portugal que lleva toda la vida trabajando en España, en concreto en Cataluña, y que como tampoco hace bandera de su catalanismo, ni se deja utilizar con fines políticos, como los eureros Recha, Albertito y compañía, pues ni tan siquiera en Cataluña es conocido, y reconocido, y eso que Nunes es muchísimo mejor, está mucho más corrido, que Portabella, que no deja de ser un simple cultureta, un político profesional aficionado al cine, iba a decir que mejor también que Guerín pero mejor que Guerín cualquiera, incluso hasta cuando hace películas políticas como "Sexperiencias" es mucho más interesante y original que las ingenuidades marxistas de Godard o Marker.

Cualquiera diría que andamos sobrados de directores con talento como para despreciar a Nunes, y sobretodo en Cataluña, donde la nueva escuela de Barcelona, que yo denominaría convento, porque crean, es un decir, para ellos mismos y para sus novias, porque enseñar lo que se dice enseñar no enseñan nada, ni tan siquiera el culo, se limitan a hacer calcos, refritos, de todo lo que se considera posmoderno, los supuestos nuevos lenguajes, que no son más que la vieja estrategia del te compro la moto la pinto y te la vendo como nueva, pura fachada, art decó versión fílmica, cine festivalero, de festival Eurovisión, una nueva gauche divine, escorada a la derecha, y con los pies bien fijados en la tierra, en lo material, budistas de cubata y sushi.

Pues bien, a pesar de todos los inconvenientes anteriores, Nunes ha realizado una obra personal, a contracorriente, con una independencia a prueba de bombas, y al margen de la industria, cosa que ahora es más fácil con el cine digital pero que hasta hace cuatro días era una verdadera utopía, por suerte, y gracias a internet, ahora se puede disfrutar de varias películas de Nunes, así que ya no hay excusas para rescatar a este auténtico outsider del cine español del olvido, y hacerlo visible.

http://cinelacion.blogspot.com/


Una semblanza de José María Nunes, director de cine, poeta

En 1957 José María Nunes estrenó su primer film como autor tras haber colaborado en una gran cantidad de películas en las que desempeñó las más variadas funciones. El título de aquel film era Mañana... Tras su presentación en Barcelona, la primera crítica que recibió Nunes por este trabajo se publicó en la revista Destino con un título exuberante, «Mañana... o cuando se abren las puertas de la poesía», y lo firmaba Sebastián Gasch, un escritor del que precisamente este año se conmemora el centenario de su nacimiento. Gasch era un hombre que disponía de un sólido prestigio en la cultura barcelonesa del momento, un prestigio labrado en su larga trayectoria como crítico de arte de vanguardia y crítico de las artes del espectáculo, amigo de personajes tan carismáticos como Joan Miró, Salvador Dalí, Vicente Escudero, Charlie Rivel, Carmen Amaya, Ángel Ferrant o, por citar sólo dos más, Ángel Zúñiga e Ignacio Ferrés Iquino. Desde esta posición de reputación cultural, las elogiosas palabras que Gasch le dedicaba -subrayémoslo: se trata de la primera crítica que Nunes recibía como cineasta- debían convertirse forzosamente en un estímulo para que aquel joven debutante en la dirección no cejase en la consolidación de una obra propia e inimitable.

Permítanme que les haga partícipes de la emoción que, según él mismo confiesa, José María Nunes sintió al leer este texto, del que quiero evocar su extraordinario inicio. Decía Gasch:

«Se dice en todas las historias del cine que las imágenes móviles se paseaban en un reportaje bastante sórdido hasta que llegó el mago Méliès y abrió las puertas de la poesía, enarboló la imaginación y multiplicó por mil los medios de expresión de un descubrimiento que, anteayer, no era sino técnica.

Después han llegado otros magos. José María Nunes es uno de ellos. Mañana..., película que Nunes ha escrito y dirigido, es una obra distinta de cuantas han sido rodadas en España hasta la fecha. Susceptible, por tanto, de despertar el interés de los aficionados al cine que desean internarse en caminos jamás trillados. Mañana..., en efecto, es la obra de un realizador que sigue su camino, sin importarle un bledo los que siguen los demás. El suyo es el que conduce directamente a la poesía»1.

El tono profético de las palabras de Gasch es sorprendente: en efecto, las películas posteriores de Nunes, su propio talante como creador e intelectual, nos revelan una trayectoria filmográfica que gira en la órbita del cine experimental, del cine poético, de aquello que globalmente podríamos denominar el «otro cine». Su cine anhela envolverse de poesía y suscitar poesía. Ahora mismo vuelvo sobre ello.

José María Nunes nació en el sur de Portugal, en la ciudad de Faro, en 1930. A los doce años llega con su familia a Sevilla, donde pasa cinco años, hasta que en enero de 1947 se traslada a Barcelona, su ciudad adoptiva desde entonces. En la primera mitad de los 50 trabaja casi frenéticamente en la industria cinematográfica barcelonesa. Y en estos años interpreta todos los papeles en las aleluyas del cine: realiza doblaje en los estudios de la Metro y en la Parlo Films; actúa como extra en películas como La fuente enterrada (1950), de Antonio Román, o Brigada criminal (1950), de Iquino; se convierte en secretario de rodaje en Rostro al mar (1951), de Carlos Serrano de Osma, o Mi hija Verónica (1951), de Enrique Gómez, y, más aún, deviene el ayudante de dirección en películas como Mi hija Verónica (1950), Dulce nombre (1951) y Persecución en Madrid (1952), todas ellas de Enrique Gómez (al que Nunes considera su único posible maestro); El sistema Pelegrín (1951), de Iquino; Sor Angélica (1954), de Joaquín Romero Marchent; El ojo de cristal (1955), de Antonio Santillán; El difunto es un vivo (1955), de Juan Lladó, o, entre muchas otras, La herida luminosa (1956), de Tulio Demicheli. La vinculación con IFI, la empresa de Ignacio F. Iquino, no se limita a su participación en esos y otros tantos títulos; Nunes desempeñará además la jefatura del departamento de guiones de aquella casa entre 1954 y 1955, y colaborará en otras de las aventuras emprendidas por aquel cineasta y empresario todavía tan mal conocido.

La relación de su actividad en esa época es demasiado prolija e inabordable en estos momentos, pero me he querido detener un poco en ella porque nos muestra a Nunes como un hombre de oficio, un cineasta surgido de las entrañas de la industria, por más que ésta pudiera ser algo raquítica en la Barcelona de aquellos años. Lo cierto es que, en consecuencia, las transgresiones fílmicas que Nunes realiza en su primera película y que se suceden en sus posteriores films no parten de la nada, sino de una sólida formación a través de un largo proceso de aprendizaje.

He hablado de transgresiones. En efecto, las películas de José María lo son todo menos convencionales: huyen en lo temático y en lo formal de las concesiones comerciales, de los tributos al gran público. Nunes hace un cine para minorías, no hay por qué encubrir lo que a mi entender resulta una evidencia. Y es que, lejos de convertirse en algo pecaminoso, eso debe ser subrayado: el suyo es un camino original que pretende, por encima de todo, enaltecer la inteligencia. Aquí no se concibe el cine como un local o receptáculo susceptible de llenarse de público ante la atracción de una historia bien contada; antes bien, se construyen unos relatos que no se dirigen a la masa anónima, a eso tan incorpóreo que llaman audiencia, sino que pretenden interpelar al espectador sensible, a un sujeto que se deje llevar por los ritmos sincopados, por las armónicas composiciones visuales y los casi gestuales movimientos de cámara, por esos gritos desesperados de algunos de sus personajes, por ese constante amor por la noche, por el secreto de la poesía... Nunes sustituye la narración por el relato poético, arriesgado, y llama la atención, quiere cautivar el sentido profundo del cine como arma cultural.

En un momento de su carrera, su trayectoria alternativa coincide con la de otros hombres que los historiadores hemos agrupado bajo la denominación de Escuela de Barcelona. (Me refiero a los Jacinto Esteva, Pedro Portabella, Joaquín Jordá...) En este contexto, que no bajo su estela (tengo la impresión de que Nunes nunca ha sucumbido a la imantación de ninguna tendencia que no hubiese sido generada por su propia creatividad), en el mismo contexto que la Escuela de Barcelona, pues, Nunes rueda Noche de vino tinto (1966), tal vez su película más conocida; Biotaxia (1967), y esa Sexperiencias (1968) que hoy tendremos ocasión de recobrar en la pantalla, una película tan convulsa en su gestación como sorprendente y airada en su resultado final. Además colabora activamente -quizás determinantemente- en el montaje de algunas películas de Jacinto Esteva, como Metamorfosis (1971), El hijo de María (1971) y ese fascinante retablo sobre la España oculta que es Lejos de los árboles (1971-1972). Más tarde, en 1975, realiza su primera película en color, Iconockaut, en la que experimenta y da sentido al registro visual del film en una cuidada composición, a la que seguirán Autopista A-2-7 (1977) y los que hoy por hoy son sus últimos largometrajes, En secreto, amor y Gritos... a ritmo fuerte, ambas de 1983.

Con una sólida formación técnica y cultural, con su carácter sumamente amable, Nunes hubiese podido dedicarse sin más a un cine convencional, aquel que prefiere la industria. Pero su vida y su obra iban por otros derroteros, aquellos que abren las puertas de la poesía, en palabras de Gasch. Y ello ha sido así a pesar de los problemas con los que se ha tenido que enfrentar a lo largo de su carrera. Porque si es cierto, como señalaba André Gide, que el arte nace de la restricción y muere con la libertad, Nunes podría contar con numerosas anécdotas que vendrían a confirmar los singulares obstáculos fílmicos y políticos contra los que ha ido construyendo su filmografía: trabajar con negativo caducado, tener que montar una película sin sincronía, disponer sus rodajes según las necesidades de sus actores -muchas veces, también amigos-, episodios vitriólicos con la censura... El proceso de gestación y la distribución de la mayoría de sus films añade ciertos grados de complejidad significante a su cine.

No hace mucho, Pedro Portabella recordaba en un acto público realizado en Barcelona una anécdota de Nunes que se me antoja enormemente reveladora. Decía Portabella que había acudido al rodaje en la Gran Vía barcelonesa de algunas de las secuencias de Noche de vino tinto. En el momento de acallar el tumulto del equipo de rodaje para iniciar su filmación, Nunes prorrumpió con voz airada: «Silencio, se rueda, el cine es una misa». Para Nunes, en efecto, el cine no consiste en un acto mecánico de rodar; para él, la creación cinematográfica -como, me atrevo a augurar, todo tipo de creación artística- es una misa, repleta de liturgia, de concentración. Y no de una liturgia constreñida, encorsetadora, sino dinámica y propensa a la fertilidad de las ideas. Para Nunes el cine no debe reproducir fielmente la vida, sino representarla, en consonancia con una larga historia de la cultura occidental: el cine se convierte -como el teatro- en templo de la palabra y -como la pintura- en reino de la visión.

En definitiva, su cine, para bien o para mal, es de aquellos que no deja indiferente. En aquella crítica que se publicó a raíz del estreno de su primera película, Gasch catalogaba a José María Nunes de «rara avis en estas latitudes». También en ese diagnóstico el texto es profético: cuarenta años después de aquel Mañana... Nunes sigue orillando los caminos trillados y acomodaticios de la vida y de la creación. Más joven que nunca, mientras la Asociación Española de Historiadores del Cine le rinde este homenaje, él se excita ante la posibilidad de empezar a rodar de forma inminente un ya viejo proyecto: Res pública. Nunes sigue empeñado en constituirse como objeto de estudio para la comunidad de analistas e historiadores. José María Nunes sigue haciendo historia en el cine y en sus amigos. Y que sea por mucho tiempo. Joan M. Minguet Batllori

Reparto

Nuria Espert, Pablo Busoms, Joaquin Jorda
Director
Jose Maria Nunes
Duración
01:48:00
Estreno
lunes 1 enero 1968
Género
Drama

Sinopsis:

Intento de análisis para clasificar a un ser viviente... Una mujer. Personaje creado en una tarde de borrachera por los barrios del puerto de Barcelona. Nombre: María López. Edad 30 años. Estado: Casada. Características personales: Una vieja cicatriz de apendicitis y una más reciente cicatriz de cesárea.



Socialmente situada. De reconocida categoría artística. Es actriz. Está casada. Y ama a su marido. Tiene hijos. Y ama a sus hijos. Toma café en el salón grande, después de las comidas.

Las apariencias determinan la forma de ser. No importa que todo sea falso. Todos están de acuerdo en que las cosas sean así, como parecen.

Es la costumbre. Como si hubiese una auténtica necesidad de que los demás sepan que es feliz, está constantemente demostrando el gran amor que siente por su marido y el gran cariño y afecto que siente por sus hijos.

Un mundo en el que parece que sólo cuenta lo que se dice, lo que se hace para que los demás lo vean y lo sepan. No importa lo que se piensa, lo que se sufre, lo que se siente, que se teme que pueda perjudicar. Y todo se deforma; las gentes en sus relaciones, cada uno en lo que manifiesta para los demás que casi siempre es distinto de aquello que realmente siente y quisiera decir. Y casi siempre ya no se piensa, ni se siente, con sinceridad; y ya no se sufre, o ya no es sincero ni el sufrimiento.

Así es ella. De ese mundo. Hasta que empieza "BIOTAXIA".

De súbito, piensa, siente y sufre. Como realmente es y como quisiera ser; como realmente quisiera decir que es. Sería quizá mucho más feliz, si no estuviera constantemente preocupada por demostrar que es feliz; al menos sería más auténticamente feliz. Y amaría a su marido. Y amaría a sus hijos, sin necesidad de constantes manifestaciones exteriorizadas.

Y no puede reprimirse por más tiempo en esa forma de vida, a la que se ha habituado. Sola, en el enorme salón de su casa cómoda, tiene la desconfianza de que se encuentra en un panteón.

No, ni siquiera huye. Sale. Se va.

En una ocasión, su existencia pasó por una etapa durante la que sólo lo instintivo, la espontaneidad, lo natural, era válido. Y que rechazó para conservar su felicidad cómoda de mujer situada.

Ahora quiere intentar, lo necesita desesperadamente, reencontrar, recuperar, aquella sinceridad rechazada y perdida. Y, abandonándolo todo, sale a buscar aquel hombre joven, un poco loco, con el que anduvo por ahí durante aquella etapa. Toda la tarde. Toda la noche. Hasta el amanecer. Por los mismos sitios, aferrada a los recuerdos. Tal vez con el propósito de quedarse. Hasta que lo encuentra.





Notas:

Núria Espert nunca estuvo mejor dirigida en el cine. «Dime cositas Nunes» pedía la actriz mientras rodaban, y Nunes lo hacía, sacando de ella lo mejor, eliminando histrionismo y aprovechando al máximo las posibilidades de la posterior sonorización de lo rodado sin sonido directo.

A lo largo de la película podemos recorrer la Barcelona de Gaudí en diversas escenas.

En el Parque Güell se rueda un hermoso, inverosímil y perfecto raccord en una etérea llamada de teléfono.

Impresionante imagen final de la actriz donde a través de sus ojos, cual plano de simetría, podemos vernos a nosotros mismos y más allá.


Del programa de mano de su proyección en el cine Alexis, Barcelona, 1970. Escrito por Nunes:


BIOTAXIA. Una mujer. Un marido que no se ve. Unos hijos que aparecen como algo ajeno e incómodo. Otro hombre de un mundo distinto. Todo frustración.

BIOTAXIA es la película de la mayor desolación de un personaje. Una mujer inteligente, que por conseguir lo que se proponía se olvidó de su autenticidad.

BIOTAXIA es incómoda hasta la indignación.

BIOTAXIA es la obra más desagradable que se ha realizado intentando analizar a una mujer.

Siempre con Gaudí de fondo. BIOTAXIA es también la plástica de Gaudí. La atmósfera de Gaudí. GAUDÍ.

Y en BIOTAXIA todo es monótono, todo es gris, todo discurre sin que exteriormente, en los movimientos de los personajes, las imágenes y los sonidos, haya alteraciones ni excitaciones. Nadie ríe, nadie llora, nadie grita. Bueno, sí, hay un grito. Sí, un único grito que resuena en toda la película.


Y en toda la obra de Nunes. Ése es el arranque de la hasta ahora última obra de Nunes, Amigogima. Un grito. Ur, el principio.


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Comentario de Nunes:

Después de Noche de vino tinto todavía un nuevo intento de hacer Nochera, que, a pesar de acceder a algunas sugerencias de los censores, insistieron en prohibir el guión. Así que, como Noche de vino tinto, Biotaxia es consecuencia de la imposibilidad de hacer Nochera.

También como al de Noche de vino tinto el guión de Biotaxia lo consideraron de "Interés especial cinematográfico", con lo que la Dirección General de Cine avalaba un crédito de un millón de pesetas ante el Banco de Crédito Industrial.

Pero en esta ocasión no lo pedí temiendo que lo que tardaran las gestiones para conseguir toda la financiación me impidiera, otra vez, poder hacerla con Núria Espert, que en aquel momento disponía de unas pocas semanas sin otros compromisos; en tres y media, veintiún días, hicimos el rodaje.

Combinarlo con José María Blanco, que todavía no sé por qué quiso pseudonomizarse Pablo Busoms, era más fácil porque podía organizarse el tiempo de su actividad de dibujante creador de publicidad copropietario de Estudios Proex con el de los rodajes. Y puso mucho interés porque era la primera película en la que hacía un papel destacado de protagonista del que habíamos hablado con frecuencia ya cuando la idea empezaba a creárseme durante el montaje de Noche de vino tinto que se hizo en la sala de su estudio Proex.

Empezamos con cincuenta mil pesetas que me dio Joaquin Soler Serrano; éramos amigos, de las entrevistas que me había hecho en algunos de sus programas de radio, y en uno de ellos, en Radio Barcelona, había yo colaborado en una sección que tituló El Cine que no vemos en la que narraba las películas que no había podido hacer. Mi hermano Jorge, que vive en Suecia, me envió mil coronas. Juan Roselló, dueño del Jamboree, sótano en la Plaza Real en el que había rodado una escena de los mendigos de Mañana...antes de que fuera cava de jazz, también colaboró con veinticinco o treinta mil pesetas. Y la anécdota más emotiva es que mi amigo Ramiro empeñó su anillo con brillante para que el pequeño equipo pudiera cobrar aquel sábado su mitad del sueldo convenido.

La mayor parte de las escenas están en ambientes de Gaudí. Yo quería haber rodado en l6 mm. para después ampliar a 35 para lograr esa especial calidad de casi documental, pero Deu Casas prefería rodar con cámara de 35, que por más pesada en los planos a mano la sentía mejor, más acostumbrado, y que lograría con sus filtros o gasas, o diafragmas, que de esto no he entendido nunca, y sus indicaciones de tratamiento en el laboratorio, lograríamos esa calidad que quería. Y así fue. Jaime Deu Casas es el operador con el que más o mejor me he identificado.

Naturalmente, como en muchos otros, la cámara está con trípode en los dos planos, el del inicio y el del final, que duran cuatro minutos y diez u once segundos, la carga completa de un chasis de ciento veinte metros de la Arriflex, troceado con algunos intercalados el primero y entero, sin cortes, el último, en los que Núria Espert demuestra, como en toda la película, la gran categoría de actriz que ya era entonces.





En el montaje fue donde hice el gran experimento que merecía Biotaxia; la posibilidad de lograr un compás que coordinara el ritmo con las pulsaciones de los espectadores, con la mayoría o con algunos muchos, claro; una propuesta cuyo resultado no podría ser nunca comprobado. Y es así, ahí está. Una, otra, búsqueda a encontrarme con la Inteligencia.

Un espectador tranquilamente sentado, sin afecciones cardíacas, tiene unas sesenta pulsaciones por minuto; tal vez por eso los mesopotamios crearon su numeración con base sexagesimal que tiene como unidad básica el 60. Se me ocurrió que los cambios de plano, el corte, enlace entre unos y otros, debería hacerse cada veinticuatro fotogramas como base, con duración de segundos completos; los planos más largos que fueran múltiplos de veinticuatro, o divisiplos (propongo el vocablo) de veinticuatro si tenían que ser más cortos, pero combinándolos a completar los veinticuatro a los pocos cambios, que se puede notar evidente en lo que podrían ser los encadenados, resueltos con la aparición de intercalados de fotogramas del plano siguiente a medida que van desapareciendo progresivamente los del anterior, siempre en proporción de divisiplos de veinticuatro fotogramas, hasta que se cambian de duración desapareciendo por fin el anterior y quedando el siguiente.

Magnífico en su paciencia y habitual meticulosidad, Ramón Quadreny, y la ayudante, Susana Lemoine.

Y aún recuerdo el entusiasmo de Bebu Silvetti, que logró un fondo musical insólito, con su pequeño grupo de Elías, Burián y Ricardo, y Antoine, dueño del bar Las guitarras, en la Rambla del Prat, aficionado al contrabajo, que también estuvo en la grabación, en La Voz de España. Bebu llegó a ser, y lo será aún, destacado director de gran orquesta en USA.

Sigue sin gustarme asistir a los festivales. Cuando Uniespaña me comunicó que Biotaxia había sido seleccionada para ir a Karlovy Vary me sentí incómodo al tener que decir que no, pero acepté por la curiosidad de ir a un país, entonces Checoslovaquia, del bloque comunista. En mi charla de presentación, estábamos todos, dije lo que pensaba sobre los festivales que no me gustaba que el Cine tuviera espectáculos de a ver quien llegaba el primero, que me parecía degradante aquello de competir. Así me libré de que me tuvieran en cuenta. Se pasó la película, libre de calificaciones o clasificaciones. La delegación rusa la consideró la mejor, me dijeron, y me invitaban en firme para a su festival al año siguiente hiciera la película que hiciese.

Y también me vi comprometido a asistir al de Mannheim, que era uno o dos meses después, porque el director, que estaba en Karlovy Vary me insistió de manera persuasiva en que quería pasar aquella película, Biotaxia, en su festival aquel mismo año.

La ventaja fue que al haber ido a festivales, aunque fuera sólo uno, de primera categoría, aumentaron trescientas mil pesetas en la protección que la Dirección General le había concedido, por cierto la mínima clasificación, unas novecientas mil pesetas; total llegaron a un millón doscientas mil. Con lo que pude afrontar todos los costes; menos lo que les correspondería a Núria Espert y a José María Blanco, que nunca quisieron cobrar, afortunadamente, cuando en algunas ocasiones se lo he comentado.


Código: Seleccionar todo

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rrreeevvv escribió:Aviso que la película está incompleta, se corta a los 93 minutos.
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rrreeevvv
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Re: Biotaxia (José María Nunes, 1968) Tvrip

Mensaje por rrreeevvv » Dom 23 Sep, 2012 13:10

Aviso que la película está incompleta, se corta a los 93 minutos. No se si el ripeador se dio cuenta.
Gracias de todas formas.