Mañana... (José María Nunes, 1957) Tvrip

Sección dedicada al cine experimental. Largometrajes, cortos, series y material raro, prácticamente desconocido o de interés muy minoritario.
adrian mole
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Mañana... (José María Nunes, 1957) Tvrip

Mensaje por adrian mole » Mié 14 May, 2008 15:09

Mañana ... (1957)

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José María Nunes, español dativo

En España somos muy exquisitos con la nacionalidad de los directores, nos cuesta catalogar a un director como español aunque lleve viviendo, mamando, en España toda la vida, todo lo contrario que los franceses que se conforman con que un director posea una postal de la torre Eiffel para considerarlo francés nativo.

El caso es que Nunes es un director nacido en Portugal que lleva toda la vida trabajando en España, en concreto en Cataluña, y que como tampoco hace bandera de su catalanismo, ni se deja utilizar con fines políticos, como los eureros Recha, Albertito y compañía, pues ni tan siquiera en Cataluña es conocido, y reconocido, y eso que Nunes es muchísimo mejor, está mucho más corrido, que Portabella, que no deja de ser un simple cultureta, un político profesional aficionado al cine, iba a decir que mejor también que Guerín pero mejor que Guerín cualquiera, incluso hasta cuando hace películas políticas como "Sexperiencias" es mucho más interesante y original que las ingenuidades marxistas de Godard o Marker.

Cualquiera diría que andamos sobrados de directores con talento como para despreciar a Nunes, y sobretodo en Cataluña, donde la nueva escuela de Barcelona, que yo denominaría convento, porque crean, es un decir, para ellos mismos y para sus novias, porque enseñar lo que se dice enseñar no enseñan nada, ni tan siquiera el culo, se limitan a hacer calcos, refritos, de todo lo que se considera posmoderno, los supuestos nuevos lenguajes, que no son más que la vieja estrategia del te compro la moto la pinto y te la vendo como nueva, pura fachada, art decó versión fílmica, cine festivalero, de festival Eurovisión, una nueva gauche divine, escorada a la derecha, y con los pies bien fijados en la tierra, en lo material, budistas de cubata y sushi.

Pues bien, a pesar de todos los inconvenientes anteriores, Nunes ha realizado una obra personal, a contracorriente, con una independencia a prueba de bombas, y al margen de la industria, cosa que ahora es más fácil con el cine digital pero que hasta hace cuatro días era una verdadera utopía, por suerte, y gracias a internet, ahora se puede disfrutar de varias películas de Nunes, así que ya no hay excusas para rescatar a este auténtico outsider del cine español del olvido, y hacerlo visible.

http://cinelacion.blogspot.com/

Una semblanza de José María Nunes, director de cine, poeta

En 1957 José María Nunes estrenó su primer film como autor tras haber colaborado en una gran cantidad de películas en las que desempeñó las más variadas funciones. El título de aquel film era Mañana... Tras su presentación en Barcelona, la primera crítica que recibió Nunes por este trabajo se publicó en la revista Destino con un título exuberante, «Mañana... o cuando se abren las puertas de la poesía», y lo firmaba Sebastián Gasch, un escritor del que precisamente este año se conmemora el centenario de su nacimiento. Gasch era un hombre que disponía de un sólido prestigio en la cultura barcelonesa del momento, un prestigio labrado en su larga trayectoria como crítico de arte de vanguardia y crítico de las artes del espectáculo, amigo de personajes tan carismáticos como Joan Miró, Salvador Dalí, Vicente Escudero, Charlie Rivel, Carmen Amaya, Ángel Ferrant o, por citar sólo dos más, Ángel Zúñiga e Ignacio Ferrés Iquino. Desde esta posición de reputación cultural, las elogiosas palabras que Gasch le dedicaba -subrayémoslo: se trata de la primera crítica que Nunes recibía como cineasta- debían convertirse forzosamente en un estímulo para que aquel joven debutante en la dirección no cejase en la consolidación de una obra propia e inimitable.

Permítanme que les haga partícipes de la emoción que, según él mismo confiesa, José María Nunes sintió al leer este texto, del que quiero evocar su extraordinario inicio. Decía Gasch:

«Se dice en todas las historias del cine que las imágenes móviles se paseaban en un reportaje bastante sórdido hasta que llegó el mago Méliès y abrió las puertas de la poesía, enarboló la imaginación y multiplicó por mil los medios de expresión de un descubrimiento que, anteayer, no era sino técnica.

Después han llegado otros magos. José María Nunes es uno de ellos. Mañana..., película que Nunes ha escrito y dirigido, es una obra distinta de cuantas han sido rodadas en España hasta la fecha. Susceptible, por tanto, de despertar el interés de los aficionados al cine que desean internarse en caminos jamás trillados. Mañana..., en efecto, es la obra de un realizador que sigue su camino, sin importarle un bledo los que siguen los demás. El suyo es el que conduce directamente a la poesía»1.

El tono profético de las palabras de Gasch es sorprendente: en efecto, las películas posteriores de Nunes, su propio talante como creador e intelectual, nos revelan una trayectoria filmográfica que gira en la órbita del cine experimental, del cine poético, de aquello que globalmente podríamos denominar el «otro cine». Su cine anhela envolverse de poesía y suscitar poesía. Ahora mismo vuelvo sobre ello.

José María Nunes nació en el sur de Portugal, en la ciudad de Faro, en 1930. A los doce años llega con su familia a Sevilla, donde pasa cinco años, hasta que en enero de 1947 se traslada a Barcelona, su ciudad adoptiva desde entonces. En la primera mitad de los 50 trabaja casi frenéticamente en la industria cinematográfica barcelonesa. Y en estos años interpreta todos los papeles en las aleluyas del cine: realiza doblaje en los estudios de la Metro y en la Parlo Films; actúa como extra en películas como La fuente enterrada (1950), de Antonio Román, o Brigada criminal (1950), de Iquino; se convierte en secretario de rodaje en Rostro al mar (1951), de Carlos Serrano de Osma, o Mi hija Verónica (1951), de Enrique Gómez, y, más aún, deviene el ayudante de dirección en películas como Mi hija Verónica (1950), Dulce nombre (1951) y Persecución en Madrid (1952), todas ellas de Enrique Gómez (al que Nunes considera su único posible maestro); El sistema Pelegrín (1951), de Iquino; Sor Angélica (1954), de Joaquín Romero Marchent; El ojo de cristal (1955), de Antonio Santillán; El difunto es un vivo (1955), de Juan Lladó, o, entre muchas otras, La herida luminosa (1956), de Tulio Demicheli. La vinculación con IFI, la empresa de Ignacio F. Iquino, no se limita a su participación en esos y otros tantos títulos; Nunes desempeñará además la jefatura del departamento de guiones de aquella casa entre 1954 y 1955, y colaborará en otras de las aventuras emprendidas por aquel cineasta y empresario todavía tan mal conocido.

La relación de su actividad en esa época es demasiado prolija e inabordable en estos momentos, pero me he querido detener un poco en ella porque nos muestra a Nunes como un hombre de oficio, un cineasta surgido de las entrañas de la industria, por más que ésta pudiera ser algo raquítica en la Barcelona de aquellos años. Lo cierto es que, en consecuencia, las transgresiones fílmicas que Nunes realiza en su primera película y que se suceden en sus posteriores films no parten de la nada, sino de una sólida formación a través de un largo proceso de aprendizaje.

He hablado de transgresiones. En efecto, las películas de José María lo son todo menos convencionales: huyen en lo temático y en lo formal de las concesiones comerciales, de los tributos al gran público. Nunes hace un cine para minorías, no hay por qué encubrir lo que a mi entender resulta una evidencia. Y es que, lejos de convertirse en algo pecaminoso, eso debe ser subrayado: el suyo es un camino original que pretende, por encima de todo, enaltecer la inteligencia. Aquí no se concibe el cine como un local o receptáculo susceptible de llenarse de público ante la atracción de una historia bien contada; antes bien, se construyen unos relatos que no se dirigen a la masa anónima, a eso tan incorpóreo que llaman audiencia, sino que pretenden interpelar al espectador sensible, a un sujeto que se deje llevar por los ritmos sincopados, por las armónicas composiciones visuales y los casi gestuales movimientos de cámara, por esos gritos desesperados de algunos de sus personajes, por ese constante amor por la noche, por el secreto de la poesía... Nunes sustituye la narración por el relato poético, arriesgado, y llama la atención, quiere cautivar el sentido profundo del cine como arma cultural.

En un momento de su carrera, su trayectoria alternativa coincide con la de otros hombres que los historiadores hemos agrupado bajo la denominación de Escuela de Barcelona. (Me refiero a los Jacinto Esteva, Pedro Portabella, Joaquín Jordá...) En este contexto, que no bajo su estela (tengo la impresión de que Nunes nunca ha sucumbido a la imantación de ninguna tendencia que no hubiese sido generada por su propia creatividad), en el mismo contexto que la Escuela de Barcelona, pues, Nunes rueda Noche de vino tinto (1966), tal vez su película más conocida; Biotaxia (1967), y esa Sexperiencias (1968) que hoy tendremos ocasión de recobrar en la pantalla, una película tan convulsa en su gestación como sorprendente y airada en su resultado final. Además colabora activamente -quizás determinantemente- en el montaje de algunas películas de Jacinto Esteva, como Metamorfosis (1971), El hijo de María (1971) y ese fascinante retablo sobre la España oculta que es Lejos de los árboles (1971-1972). Más tarde, en 1975, realiza su primera película en color, Iconockaut, en la que experimenta y da sentido al registro visual del film en una cuidada composición, a la que seguirán Autopista A-2-7 (1977) y los que hoy por hoy son sus últimos largometrajes, En secreto, amor y Gritos... a ritmo fuerte, ambas de 1983.

Con una sólida formación técnica y cultural, con su carácter sumamente amable, Nunes hubiese podido dedicarse sin más a un cine convencional, aquel que prefiere la industria. Pero su vida y su obra iban por otros derroteros, aquellos que abren las puertas de la poesía, en palabras de Gasch. Y ello ha sido así a pesar de los problemas con los que se ha tenido que enfrentar a lo largo de su carrera. Porque si es cierto, como señalaba André Gide, que el arte nace de la restricción y muere con la libertad, Nunes podría contar con numerosas anécdotas que vendrían a confirmar los singulares obstáculos fílmicos y políticos contra los que ha ido construyendo su filmografía: trabajar con negativo caducado, tener que montar una película sin sincronía, disponer sus rodajes según las necesidades de sus actores -muchas veces, también amigos-, episodios vitriólicos con la censura... El proceso de gestación y la distribución de la mayoría de sus films añade ciertos grados de complejidad significante a su cine.

No hace mucho, Pedro Portabella recordaba en un acto público realizado en Barcelona una anécdota de Nunes que se me antoja enormemente reveladora. Decía Portabella que había acudido al rodaje en la Gran Vía barcelonesa de algunas de las secuencias de Noche de vino tinto. En el momento de acallar el tumulto del equipo de rodaje para iniciar su filmación, Nunes prorrumpió con voz airada: «Silencio, se rueda, el cine es una misa». Para Nunes, en efecto, el cine no consiste en un acto mecánico de rodar; para él, la creación cinematográfica -como, me atrevo a augurar, todo tipo de creación artística- es una misa, repleta de liturgia, de concentración. Y no de una liturgia constreñida, encorsetadora, sino dinámica y propensa a la fertilidad de las ideas. Para Nunes el cine no debe reproducir fielmente la vida, sino representarla, en consonancia con una larga historia de la cultura occidental: el cine se convierte -como el teatro- en templo de la palabra y -como la pintura- en reino de la visión.

En definitiva, su cine, para bien o para mal, es de aquellos que no deja indiferente. En aquella crítica que se publicó a raíz del estreno de su primera película, Gasch catalogaba a José María Nunes de «rara avis en estas latitudes». También en ese diagnóstico el texto es profético: cuarenta años después de aquel Mañana... Nunes sigue orillando los caminos trillados y acomodaticios de la vida y de la creación. Más joven que nunca, mientras la Asociación Española de Historiadores del Cine le rinde este homenaje, él se excita ante la posibilidad de empezar a rodar de forma inminente un ya viejo proyecto: Res pública. Nunes sigue empeñado en constituirse como objeto de estudio para la comunidad de analistas e historiadores. José María Nunes sigue haciendo historia en el cine y en sus amigos. Y que sea por mucho tiempo. Joan M. Minguet Batllori

Reparto:

Mañana... José María Nunes, 1957
Argument, guió i direcció : José María Nunes
Producció: Este Films (Barcelona)
Enrique Esteban, José María Nunes
Fotografia: Ricardo Albiñana
Operador: Aurelio G. Larraya
Muntador: Ramón Quadreny
Maquillatge: A. Jaramillo, M. Manteca
Ambientació decorats: Manuel Infiesta
Música: Federico Martínez Tudó
Laboratori: Cinematiraje Riera (Barcelona)
Intèrprets: José María Rodero, Manuel Díaz
González, Carlos Otero, José Sazatornil,
Arturo Fernández, James Hayter, Ana Amendola,
Linda Chacón, Juan Torres, Antoñita Barrera
Pel.lícula restaurada per la Filmoteca de Catalunya
l‘ any 2004, amb la col·laboració de Filmoteca
Española, 35mm, 1: 1,37, b/n, 2650 m, 96’


Sinopsis:

«Mañana ...» es la salida que buscan para engañarse a sí mismos quienes sienten la impotencia, la cobardía de afrontar cara a cara su circunstancia en la vida. También dijo «Mañana lo haré...» don Felipito, el hombrecillo que llevaba sobre sus espaldas un fracaso que él mismo se había atribuido. Porque jamás tuvo la decisión de medir sus fuerzas de autor frente a los editores y se impuso la vida de digno menesteroso a quien nadie hacía caso. Porque no supo convertir en industria de pedigüeño su necesidad. Como también perdió su ocasión el pacífico Silvestre, vigilante de una fábrica de galletas, quien sintiendo la vocación de la música, jamás quiso romper el cerco de la obligación cotidiana. Estos y otros personajes se enfrentan en la película a ese vacío existencial, a esa falta de consecuencia vital que los ha dejado postrados.

"MAÑANA..." O CUANDO SE
ABREN LAS PUERTAS DE LA
POESÍA


Se dice en todas las historias del cine que las
imágenes móviles se paseaban en un reportaje
bastante sórdido hasta que llegó el mago Meliés y
abrió las puertas de la poesía, enarboló la
imaginación y multiplicó por mil los medios de
expresión de un descubrimiento que, anteayer, no
era sino técnica.

Después han llegado otros magos. José María
Nunes es uno de ellos. «Mañana...», película que
Nunes ha escrito y dirigido es una obra distinta de
cuantas han sido rodadas en España hasta la fecha.
Susceptible, por tanto, de despertar el interés de los
aficionados al cine que desean internarse en
caminos jamás trillados. «Mañana...», en efecto, es
la obra de un realizador que sigue su camino, sin
importarle un bledo los que siguen los demás. El
suyo es el que conduce directamente a la poesía.
José María Nunes ha renunciado a la seca y
arbitraria acrobacia filosóficointelectual de un
Cocteau, por ejemplo, para tallar en lo vivo, en la
parte más sensible, el bloque de la poesía. Ha
tallado la más imponderable de las materias, la que
escapa a la inteligencia, a la de la emoción pura. Es
probablemente eso lo que solemos llamar «poesía».
El film plantea cuatro casos distintos, todos ellos basados
en la actitud de esas gentes que aplazan sus decisiones
importantes para un mañana indefinido, que nunca llega, y
a quienes aparentemente se les escapan las ocasiones por
timidez, por cobardía, por falta de voluntad, por
irresolución, y en realidad porque son poetas.

Excepto un episodio, la acción de «Mañana...» se
desarrolla durante la noche. Sus personajes son seres de la
noche, que viven en la noche, marcados por la noche. Por
eso moran en un universo equidistante del ensueño y de la
realidad. Por eso son poetas. Poetas del claro de luna. Una
especie de fantasmas destinados a conmover una realidad
construida por la imaginación.

Conocemos, así, a la pareja. Dos seres solitarios que se
forjan durante una noche la ilusión del amor y que
emplean un lenguaje perfumado, secreto y misterioso.
Conocemos al vendedor ambulante, el hombrecillo gris
que lleva a cuestas un fracaso que él mismo -y sólo él- se
atribuye. Conocemos al sereno de una fábrica, que se
resiste enérgicamente a evadirse de lo cotidiano para
experimentar el raro deleite de los sonidos producidos por
su clarinete y por las máquinas. Y conocemos, por último,
al payaso que no hace reír y que trata de comprar una
carcajada con la limosna que ha recibido... Éste tampoco
quiere saber nada del «mañana» prometido, porque
comprende que, cuando se llega al último minuto del
«hoy», todas las ilusiones se derrumban.

Por lo general, a los films como «Mañana...» se les
llama de «mensaje». En este caso, la calificación
que le correspondería es más bien la película de la
ejemplaridad.

En lo que respecta a su realización, la maestría
técnica de José María Nunes es indiscutible. Pero
se trata de una maestría que prescinde de los
virtuosismos o que, en todo caso, no los pone a la
vista. Sus imágenes actúan directamente sobre el
espectador, como en el cine mudo. La película
abunda en gestos esbozados, en símbolos sugeridos,
en ideas insinuadas más que pormenorizadas. El
espectador completa su sugerido, lo insinuado, y de
esa colaboración nace la poesía.

José María Nunes ha expresado los sentimientos
mediante medias palabras y rostros tensos, con
sombras débiles entre la luz y la oscuridad. Ha
entremezclado los hilos eternos y los del encanto de
la noche.

«Mañana...» ha sido rodada en las calles de
Barcelona, durante la noche. Y los operadores
Ricardo Albiñana y Aurelio Larraya, atentos
siempre al valor plástico de las imágenes que les
comunica belleza, y al valor expresivo que les da
sentido, han conseguido una fotografía de inusitada
calidad.

Federico Martinez Tudó, autor de las partituras de
innumerables films, ha creado para «Mañana...» su
obra más ambiciosa y más lograda. Se podría decir
de su música que es una música visual. Vigorosa e
inspirada, marca exactamente las situaciones y
vibra al unísono de los sentimientos y reacciones de los
personajes. Subraya eficazmente los efectos, sostiene y
hasta suscita la poesía en que está envuelta toda la película.
José María Nunes, «rara avis» en estas latitudes, sabe
dirigir a los actores. Nunca habíamos visto a Sazatornil, en
el papel tragicómico del «Payaso», calar tan honodo en la
psicología de un personaje y alcanzar incluso el patetismo.
José María Rodero, comentador del film, halla espléndidos
aciertos de expresión en la incorporación de un personaje
desilusionado y que parece estar de vuelta de todo. Ana
Amendola y Carlos Otero dan una gran categoría al clima
mitad fantástico mitad real que rodea a la «Pareja». Y a no
menor altura rayan el famoso actor inglés James Hayter, en
el papel del clarinetista, que pone a su inspiración los
grilletes de un deleite secreto, y el gran actor Manuel Díaz
González en la interpretación de ese «Don Felipito», el
vendedor ambulante que muere, víctima de su indecisión.
La emoción real que produce «Mañana..., en suma, dimana
de su aspecto sano. Ha sido escrito y realizado este film
por un hombre joven, pero experimentado, poseedor de
una robusta personalidad, y que ha huido de incurrir en la
complejidad psicológica de los demás: el elementalismo
intelectualoide de los americanos, el masoquismo
filosófico de los italianos, los refinamientos ingleses, el
gusto por lo sexual de los franceses, nuestro gusto por lo
ramplón. Estas son las razones por las cuales «Mañana...»
es una película dotada de un carácter insólito y que acaso
marque época en los anales del cine español.
Sebastià Gasch.


Notas:

Un canto a la osadía: Nunes tiene 26 años y decide que ya está bien de hacer películas: Hay que hacer Cine.

Cuatro episodios engarzados por Rodero, El Chico de la noche, que murió sin poder protagonizar otra película pendiente de Nunes: Res publica.

Un hombrecillo digno que se resiste a pedir limosna y aplaza la publicación de su obra para mañana por temor a que sea rechazada.

Un vigilante nocturno de una fábrica, en realidad músico frustrado que cada noche pone en marcha las máquinas para acompañar su clarinete, conoce a un ladrón bueno.

Una chica desconsolada encuentra a un hombre en el fragmento más poético del film. Entrecruzan textos que leen por las paredes de una Barcelona que ya no existe. Y corren, ríen. Gritan.

Un payaso que no sabe hacer reír, en el único episodio que se desarrolla durante el día.





Pero no fue la única. Mañana ... representó una esperanza para todos los amantes del Cine en este país.


Revista Imágenes, Abril de 1957

(extracto)


El mayor golpe de audacia dado por el cine español de actualidad, renovador de valores, acaba de anotárselo el escritor y director José María Nunes.

...

En Mañana, José María Nunes consume el metraje normal de una película larga para combatir un mal particularmente endémico de los españoles: la falta de decisión. Se queman talentos, se pierden ocasiones, se fuerza a algunas vidas a seguir derroteros precarios... ¿Por qué? ... Porque se encuentra cómodo y hasta natural vivir mañana lo que corresponde a hoy. Usted se identifica con el problema, ¿verdad?... Pues lo mismo les ocurre a cuantos ven Mañana, que interpretan José María Rodero, Manuel Díaz González, James Hayter, Ana Améndola, Carlos Otero y José Sazatornil. De ahí que nadie eluda comentarla.





A mediados de los años setenta -malos tiempos para la poesía en esa España cansada y anehalente de cambios-, en un dossier del Cine Club de Ingenieros se podía leer:

Aún admitida la consideración de insólita dentro del panorama del cine español de 1956, Mañana ... se hace hoy difícilmente soportable. Y esto es debido a lo que conserva de 1956: Una música de lo más dulzón, unos personajes buenos como el pan...

Aún así sorprende por ejemplo todo el montaje del film (basado en una realización especialísima), ciertas tomas (picados, sobre todo, como el de la estación de metro, de la plaza mojada, ...) y especialmente las fotos de Barcelona nocturna del 56 que acompañan a los títulos.



Con motivo de su pase en la Filmoteca de la Generalitat de Catalunya, en mayo de 2001, se publicó una hoja informativa con texto de Santos Zunzunegui.

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Comentario de Nunes:

Mañana... es realmente mi iniciación. Soy consciente de lo que significa la responsabilidad, que se confirma en su primera exhibición pública, en el cine-club del Colegio de Médicos de Barcelona, en la Vía Layetana.

Es la primera vez que hablo en público, a un público, que después de la proyección me hace preguntas, que todavía hoy no sé como pude encontrar, de dónde vinieron, las respuestas. Resultó un examen brillante, la verdad; eran unas trescientas o cuatrocientas personas con los más diversos y hasta a veces sorprendentes puntos de vista ante los que me brotaron los razonamientos con tan natural aparente espontaneidad que me sentí húmedos los ojos, una nueva emoción que estrenaba, cuando al final recibí el unánime y me parece que el mejor y mayor aplauso de los muchos que me han ofrecido.

Ahí se inicia la consciencia de mi preparación, que no ha cesado de desarrollarse, evolucionar, engrandeciendo a mayor satisfacción la toneládica carga de responsabilidad.

Después son inevitables esos problemas de la cotidiana realidad. Fue deficientemente clasificada por esas comisiones que conceden subvenciones y no obtuvo ninguna. Tuvo el gran honor de no entrar en esa catalogación de la comercialidad mínima que esperaban los distribuidores. Era muy diferente a lo habitual acostumbrado, mucho más allá de lo que yo había supuesto al hacerla. Di autorización para los cambios a hacerla más atractiva para el público. La vulgarizaron, claro, pero era imposible lo que se proponían. Y por eso hay dos o tres copias más cortas de metraje con esos diferentes cambios; pero yo tengo la única que existe de como es, depositada en la Filmoteca de la Generalitat de Catalunya.

Los pequeños conflictos ya habían empezado cuando para el personaje de Silvestre, el guardián nocturno de la fábrica de galletas que toca el clarinete con acompañamiento del sonido de todas las máquinas en movimiento, puse a un actor inglés, extraordinario, al que había visto en una película haciendo de "Sacristán" que se enriquece cuando lo echan de la iglesia por ser analfabeto, que estaba trabajando en una película con los Balcazares, y accedió a trabajar en la mía porque le gustó mucho el personaje al punto de que ofreció que le pagáramos sólo la mitad de lo que estaba cobrando con ellos, y en el proyecto que Mundial Films, la distribuidora, había aceptado anticipándome un millón de pesetas, ese personaje tenía que hacerlo José Isbert; pero yo preferí que me recortaran las doscientas mil por haber cambiado el actor.

Esa merma de las disponibilidades financieras afectó de manera casi imperceptible en el resultado de Mañana... al no poder volver a rodar El Payaso también de noche y en plena Plaza de Cataluña como era mi idea. Quedó el rodado de día, mucho menos costoso, con la aportación dineraria de un amigo del padrastro de mi novia, desde siempre mi compañera de toda la vida, para enseñarlo y conseguir la colaboración de una distribuidora, como así fue, con el guión de los otros sketchs enlazados por "El chico de la noche", que interpretó el genial José María Rodero, e insisto en lo de genial.




Mañana... aún conserva entusiastas seguidores que asisten a todas las proyecciones cada cuando de tiempo en tiempo se pasa, cada cuando pueden. Un acre entristecimiento cada vez que noto la ausencia de alguno; ya vamos quedando muchos menos.

Cuando se acabó, hacia principios de 1957, yo cumplía 27 años.

No mucho después tuve una de las grandes emociones favorables, de las muchas, muchas, que he sentido a través de todas las dificultades que, éstas se diluyen en el olvido, he vivido en tantos años, leer la mejor crítica de todas las que he leído sobre Cine. La que hizo Sebastián Gasch, cuya personalidad no necesita referencias. Era la primera crítica que yo leía sobre mi obra. Permanece en mí aquella emoción.

Me inmunizó para afrontar sin desaliento el que en la oficina de Mundial Films, en Madrid, recibieran una carta del exhibidor de Torrijos, provincia de Toledo, devolviendo la copia de Mañana... que decía: «...y ojalá se le quemen las manos al que la hizo como a mí me iban a quemar ayer el cine».

O estando yo en la oficina de Barcelona entró un empresario, de Granollers intento recordar, cargando con el saco de la copia que lanzó por el pasillo haciéndola deslizarse mientras gritaba, en catalán, «¡Aquí la tenéis! ¡Metérola en el culo. Que la gente quería romperme las butacas!».

Comprendí que tenía que seguir haciendo Cine.






Tomado del programa de mano de la Filmoteca de Catalunya, septiembre de 2004:


La restauración de Mañana

Poco después de su estreno, en 1957, Mañana fue mutilada por razones “comerciales”: los distribuidores le quitaron aproximadamente media hora de proyección. Quedó como una película de poco más de una hora de duración, además de una clasificación oficial en la categoría de “Segunda B”, quedando relegada a los circuitos de exhibición de repertorio de las ciudades grandes y al estreno en programa doble en localidades más pequeñas. Esta forma de censura era practicada frecuentemente con las obras que no resultaban gratas a las autoridades.

De la primera versión de Mañana, sólo ha quedado una copia positiva, que el propio Nunes guardaba y que un día depositó en el Arxiu de la Filmoteca de Catalunya. Con esta copia y el negativo de imagen de la versión estrenada se ha llevado a cabo la restauración. Esta ha revelado numerosas sorpresas, como por ejemplo que el sonido original también fue alterado y modificado, no por cortes correspondientes a la imagen, sino porque los distribuidores doblaron la película de nuevo y cambiaron las voces de algunos actores.

El proceso de restauración ha consistido en la reconstrucción de la imagen y el sonido para que ahora Mañana vuelva a parecerse a aquello que el autor quería. Quedan, sin embargo, las cicatrices de los cortes, que no han podido ser disimulados del todo.

Mañana es un claro ejemplo del hecho, a menudo ignorado, de que la destrucción del patrimonio cinematográfico no es tan sólo una realidad que viven los films en soporte de nitrato sino que amenaza a muchos films en acetato de nuestra cinematografía reciente.


Restauración de la Filmoteca de Catalunya, con colaboración de la Filmoteca Española, 2004-09-09

Laboratorios: Image Film, Madrid Film.

Reconstrucción de sonido: Joan M. Quilis.

Coordinación de la restauración: Ferran Alberich.


La reconstrucción se ha llevado a cabo a partir del negativo original de imagen y de la única copia positivada conservada, mientras que el sonido se ha reconstruido a partir de materiales positivos de 35 y 16 mm.


ronalrigan escribió: Mañana :

ImagenImagen
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pickpocket
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Mensaje por pickpocket » Mié 14 May, 2008 19:51

Me suena este tal Nunes :wacky:

clasik
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Registrado: Vie 10 Oct, 2008 17:58

Re: Mañana... (José María Nunes, 1957) Tvrip

Mensaje por clasik » Vie 10 Oct, 2008 21:55

Muchas gracias.

ALESVES
Mensajes: 825
Registrado: Dom 19 Dic, 2004 01:00

Re: Mañana... (José María Nunes, 1957) Tvrip

Mensaje por ALESVES » Vie 10 Oct, 2008 23:02

Desde luego Nunes, un gran creador.

Queda pinchada.
El amor es el único deporte que no se suspende por falta de luz.