Ayer vi "Lugares comunes". Hacía tiempo que no disfrutaba tanto una película. Es magnífica. Verla no nos hace más felices, pero si mejores. La lucidez (el gran tema de la película), ese don cada vez más escaso, nos hace ver cosas que no nos gustan, porque inexorablemente, nos conduce a la verdad. La verdad sin tapujos es un aguijón doloroso. En ese sentido la película tiene momentos duros (Federico Luppi dice de su hijo: "no cumplió ninguna de nuestras expectativas como padres, salvo ser una buena persona") pero también emotivos (Mercedes Sampietro dice en un momento "es mejor que haya sido así, de haber muerto yo antes no habría soportado tanto dolor") y siempre cercanos.
En una época como la actual donde el compromiso ideológico y afectivo cotiza a la baja, la aparición de personajes como los de Luppi y Sampietro nos reconforta y sirve de ejemplo. Pelicula para ver y pensar. Película para disfrutar. (¡Que bueno es Aristarain!)
Lugares comunes (Adolfo Aristarain, 2002)
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