Carlos Boyero ha escrito el 20 de Mayo 2003 en el diario EL MUNDO:
Lars von Trier representa algo más que un director de cine. Supone un icono cultural, un inimitable islote artístico, alguien que se ha impuesto la sagrada misión de sorprender, transgredir, escandalizar, ofrecer cosas imprevisibles aunque esforzadamanete geniales en cada nueva entrega. Es el cineasta más anhelado por los festivales, el Papa de la vanguardia de lujo, el genio excéntrico que otorga esplendor a la competición entre gente de cine con diploma de creadores. A la mayoría de ellos el gran público les ignora cruelmente pero si poseen el aura de Almodóvar o de Von Trier el espectador convencional se siente en la obligación cultural de pasar alguna vez por taquilla tan prestigiosa.
Cannes, ancestral e incontestable monarca de los festivales internacionales, se puede permitir el capricho de hacer una programación indigerible y chovinista, pero todo ello pasará al olvido si el monstruo danés bautiza en este escenario a su última criatura. Von Trier puede ser un visionario y un marciano, pero su sentido práctico nunca se olvida de estrenar en Cannes cada uno de sus inventos y aunque su cabeza esté en el cielo conoce exhaustivamente las leyes terrenales de la oferta y la demanda.
Y como siempre, llegó, vio y venció. La ovación que ha acompañado al final de Dogville ha sido ensordecedora. Se la otorgan las manos más exquisitas y los cerebros más cultivados. Ya tenemos la joya intelectual del año, la casi segura Palma de Oro, la obra que legitima otra edición de Cannes, tema para rato en cualquier conversación distinguida.
O ME FASCINA O ME REPELE
Me gustaría compartir ese entusiasmo colectivo pero me sentiría como un impostor. Me doy un poco de lástima comprobando mi idiotizada expresión por no haber captado las maravillas que a los demás les resultan transparentes. Después me tranquilizo y recuerdo que este pasmo no es nuevo, que el cine de este hombre o me fascina o me repele, me implica o me pone de los nervios, me emociona o sólo veo en él gilipollez pretenciosa, que Rompiendo las Olas y Bailar en la oscuridad me removieron muchas fibras íntimas, también que El elemento del crimen , Europa y los idiotas me provocaron simultánea y paradójicamente agresividad y hastío, que ante algo con su firma sólo puedo encontrar lo mejor o lo peor.
Dogville es teatro filmado. Yo no entiendo casi nunca el teatro, no me lo creo, no pillo su magia, me hace bostezar. Lars von Trier utiliza un único y surrealista decorado al que inyecta luminosidad o penumbra no según la lógica del día y la noche sino atendiendo a sus gratuitos caprichos, al que decide hacer pasar por un pueblo de las Montañas Rocosas en los años 20 del siglo pasado y habitado por un fraternal comunidad de moral calvinista y moderadamente feliz. Allí va a parar una fugitiva que huye de unos gánsteres enigmáticos con poder absoluto y que también son los dueños de la policía.
CODICIA
** comienza spoiler **
Esta tranquila y bondadosa gente decide democráticamente dar cobijo a la acorralada angelical, pero cuando su codicia se entera de la recompensa que ofrecen por ella establece un sádico y negociante quid pro quo consistente en que a cambio de no delatarla ella debe trabajar para ellos en plan esclava, ser violada por todos los machos, despreciada por las mujeres, ridiculizada por los niños. Los que antes parecían humanos y cálidos se transforman en bestias mezquinas, la compasión se torna lascivia, se estigmatiza al débil con el concepto de pecador y a partir de ahí cualquier castigo está bendecido por Dios. Pero llegará el día de la venganza y ésta tendrá proporciones y sentido bíblico.
** termina spoiler **
La historia no sólo abusa de la alegoría, el símbolo y la metáfora sino que también es grandilocuente y retorcida. El sentido fatalista de Von Trier se recrea complacientemente en la maldad y la corrupción que acompañan a un grupo social regido por una moral monoteísta y obcecado en machacar al individualista, al extraño, al diferente. Ese discurso más defendible aunque nada original viene acompañado de una estética de teatro experimental, con una planificación que acaba mareándome, con personajes cercanos a la caricatura, con falso desgarro y guiños permanentes a la halagada parroquia que conoce las claves del creador.
No tengo dudas acerca del talento de Nicole Kidman , pero aquí la veo moderadamente perdida sin sentirse a gusto con la absurda puesta en escena de su arrogante director. A cambio, la reina de Hollywood podrá alardear en su currículum de que afrontó el riesgo de trabajar con el más rarito, innovador y talentoso de los artistas europeos. Nada me resulta admirable o cercano en esta película. Todo es fachada, cartón piedra de lujo.
Carlos Boyero
EL MUNDO
20 de Mayo 2003
[Editado el 23/5/2003 por koki]
:P