Olivia Mary De Havilland nació el día 1 de julio de 1916 en la ciudad japonesa de Tokio, hija de padres británicos. Su padre trabajaba como abogado y su madre era actriz. En su niñez y tras el divorcio de sus progenitores, Olivia se trasladó con su madre y su hermana Joan al estado norteamericano de California. Mientras realizaba sus estudios comenzó a actuar en pequeña producciones universitarias. Max Reinhardt, el afamado productor y director, se fijaría en ella durante una representación teatral de la conocida comedia de William Shakespeare El sueño de una noche de verano. |
Gracias a Reinhardt, Olivia se introdujo en el teatro profesional interpretando la misma obra y, con posterioridad, en el mundo del cine, debutando también con el citado trabajo del famoso dramaturgo inglés. El sueño de una noche de verano (1935) fue dirigido por Max Reinhardt y William Dieterle para la Warner Brothers. Ese mismo año aparecería en una película en la cual compartía protagonismo por primera vez con Errol Flynn, El capitán Blood (1935), título de aventuras realizado por Michael Curtiz. La pareja pronto se haría asidua en la pantalla grande, interviniendo juntos en un buen número de estupendos filmes. |
La segunda mitad de los años 30 y los años 40 fue la mejor etapa profesional de Olivia de Havilland, participando en películas como El caballero Adverse (1936) de Mervyn LeRoy, La carga de la brigada ligera (1936), título en el cual volvía a coincidir con el tándem Curtiz/Flynn, The Great Garrick (1937) de James Whale, It's love I'm after (1937), una comedia dirigida por Archie L. Mayo, Robin de los bosques (1938), su tercera colaboración con Michael Curtiz (ayudado en la dirección por William Keighley) y Errol Flynn, asociación que continuaría con Four's a crowd (1938), una comedia alejada de sus antiguas andanzas de época y el apreciable western Dodge, ciudad sin ley (1939). El año 1939 quedaría marcado para Olivia por su participación en la superproducción de David O. Selznick Lo que el viento se llevó (1939), película mítica que sería dirigida, entre otros, por Victor Fleming. Olivia fue nominada al Oscar como mejor actriz secundaria por su actuación, pero no conseguiría finalmente la estatuilla, que iría a parar a manos de su compañera de reparto, Hattie McDaniel. Ese mismo año intervendría en el estimable film The private life of Elizabeth and Essex (1939), junto a Bette Davis, Errol Flynn y de nuevo Michael Curtiz en la dirección. La séptima colaboración con Flynn y Curtiz sería el western Camino de Santa Fe (1940), en el que también intervenían Raymond Massey y Ronald Reagan. Este fue el comienzo de una nueva década que le volvería a proporcionar nuevos éxitos artísticos. Por la magnífica Si no amaneciera (1941) de Mitchell Leisen volvió a ser nominada al Oscar, aunque ahora en la categoría de mejor actriz principal. Curiosamente la estatuilla se la arrebató su hermana Joan Fontaine, por su interpretación en la película de Alfred Hitchcock Sospecha. Tras títulos como The Strawberry Blonde (1941), Murieron con las botas puestas (1941), su última película con Errol Flynn dirigida por Raoul Walsh, o The Male Animal (1942), Olivia de Havilland entabló un duro pleito judicial contra la Warner, ya que el poderoso estudio, en represalia por los enfados y quejas de Olivia debido a los melifluos personajes que la compañía le proporcionaba, le suspendió durante seis meses sus apariciones cinematográficas.La actriz los demandó, cuando la propia empresa al finalizar su largo contrato de siete años, le requirió para que prorrogase su trabajo en la Warner durante el tiempo que había durado ese infructuoso periodo de "castigo". Los tribunales finalmente le dieron la razón a Olivia, fijando la jurisprudencia de que los contratos de los actores no podían superar los siete años de duración. Lo más lamentable de este largo pleito judicial había sido que en cerca de tres años Olivia no pudo rodar ningún nuevo trabajo. |
Retornaría al cine en 1946 con A través del espejo (1946), un film realizado por Robert Siodmak. En ese año intervendría también en La vida íntima de Julia Norris (1946), una película de Leisen por la que obtendría el Oscar a la mejor actriz. Para ese mismo premio optó por su magnífica actuación en Nido de víboras (1948). No pudo repetir el triunfo anterior ya que Jane Wyman se llevaría la estatuilla por su interpretación en Belinda. Con La heredera, película de William Wyler co-protagonizada por Montgomery Clift, Olivia sí que consiguió de nuevo el famoso galardón cinematográfico. Este film casi puso punto y final a su regularidad en la pantalla grande, ya que a partir de esa fecha retornó con asiduidad al teatro y se involucró en el floreciente medio televisivo. Mi prima Raquel (1952), No serás un extraño (1955), El rebelde orgulloso (1955) -dirigida de nuevo por Michael Curtiz - Luz en la ciudad (1962) y Canción de cuna para un cadáver (1965) son los títulos más interesantes del último periodo de su carrera. Después de El quinto mosquetero (1979) abandonó definitivamente la pantalla grande. Olivia de Havilland se casó en dos ocasiones. La primera en 1946 con el novelista Marcus Goodrich, del que se divorció en 1953; y la segunda con el escritor y editor francés Pierre Galante, con quien contrajo matrimonio en 1955 y con el que sigue actualmente emparejada. Andrea Ferrari, en su libro Las estrellas de Hollywood, editado por Everest, dice de ella: "Su belleza nunca fue impresionante o vistosa, ni tampoco seductora. Siempre transmitió una sensación levemente demodé, la inocencia de una novia fiel, de la esposa temblorosa. Supo servirse de esta imagen en las aventuras con vestuario de época que rodó con la Warner: desde El capitán Blood (1935), La carga de la Brigada Ligera (1936), Robín de los bosques (1938) , La vida privada de Elizabeth y Essex (1939) hasta el apogeo de Lo que el viento se llevó (1939). Pero sorprendentemente, su mayor y más intrigante interpretación fue la que realizó en A través del espejo (1946), en la que encarnaba el doble y difícil papel de las dos gemelas, la buena y la malvada. Entonces es cierto que la inocente Olivia, que pasó a la historia como la triunfadora del difícil juicio que entabló con la Warner, escondía detrás de su inocente rostro el carácter de una auténtica virago." |
Si hay una persona en el mundo del cine que me infunda ternura y, sobre todo, respeto, es esta mujer; porque, debajo de los papeles de mojigata y de santa en los que le ve (y le vio) casi todo el mundo se hallaba una persona con dos bien puestos ( ) que supo demostrarlo y que supo ser una actriz con todas las letras cuando tuvo que serlo».