Bajada y vista. Muchas gracias
gusarapez2000 por el ripeo. Pongo aquí unos comentarios...
Charo Lopez, medias de punto, zapatos de medio tacón, falda, gafas, cabello (¡sin tintes!) recogido con horquillas. Hubo un tiempo que en los protagonistas de las películas ni eran todos quinceañeros por decreto, ni héroes en situaciones contrarreloj.
Alfredo Landa, en una interpretación contenida pero donde es, como siempre, él mismo. Lo cual, de tanto hacerlo, le ha convertido en una especie de familiar lejano, gruñón pero bueno, que todos los españoles llevamos en nuestro imaginario colectivo. (En una escena tropieza con una zanja y maldice en voz alta las obras del alcalde; qué familiar me resulta.)
Juan Diego haciendo de ministro socialista, con una disertación, ¡qué temprana, qué profética!, sobre el efecto corruptor que el ejercicio del poder tiene sobre los más puros ideales.
Una jovencísima
Ana Torrent, que siempre me ha parecido una actriz misteriosa y sietemesina.
Paco Rabal, con su voz quebrada y veraz: "Mira hija, la política termina siempre profesionalizándose: ahí no cabe la inocencia. Y en cuanto no estés un poquito alerta, ¡te condecoran! ¡¿Pero cómo se puede ser de izquierdas y a la vez militarista, vaticanista, capitalista y realista?! Y después, de nosotros para adentro, de nuestras cosas particulares, ¡la casa sin barrer!" Esto sucede en un asilo, con una portentosa puesta en escena y una estupenda colección de extras y secundarios. Una secuencia para ser mirada y remirada.
En otra escena, en la que aparece de figurante ¡nada menos que
Gonzalo Torrente Ballester! en la terraza de un café en la Plaza Mayor de Salamanca, dice Charo López a un amigo de la infancia: "¿A mí fastidiarme hablar de la edad? ¿Volver a la intolerancia, a la fatuidad, a todas esas chorradas? Si tú supieras lo que me ha costado llegar a ser mujer."
El lechero en la plaza del pueblo, con las cántaras de leche, vendiéndola a los vecinos.
El portal de la mansión solariega en la plaza, reconvertido en bar de tapas popular, presidido todavía por los viejos escudos en los balcones del piso superior.
Las viejas viudas, de peremne luto riguroso de los pies a la cabeza.
Las pesadas puertas de madera de las casas antiguas, con sus grandes llaves de hierro.
¡Las cabinas de teléfono! (Sí, "cabinas", y no esos postes con repisa que pone ahora la Telefónica.)
Los cines con películas de destape, salen en un llamado "Cine Imperio" los carteles de "Una noche en coche cama": qué contraste!
Hay una escena breve en que se ve al fondo la torre Windsor de Madrid, que se quemó hace poco: ¿alguien se ha dado cuenta?
La matanza del cerdo como reunión y fiesta familiar.
Esta película es de ritmo pausado, deliciosa de ver. Pero requiere un espectador tranquilo y nada apresurado. Otra de sus cosas buenas son los varios asuntos que trata: la historia de la vida y la muerte, el reencuentro espiritual del hijo (Charo López) con el padre, la vuelta a las raíces, la narración sentimental de juventud (salpimentada de lujo con el Hiperion), el vacío de postguerra y el exilio de los intelectuales de izquierdas, el retrato constumbrista de la España provinciana de 1985 (muy jugoso) e incluso retazos capitalinos, el devenir adulto de los jóvenes idealistas de la transición, etc. Resulta cinematográficamente normalita, pero lo compensa sobradamente con un guión rico en matices y con la calidez de Charo López y demás reparto. La fotografía es excelente (con algún momento ramplón; pero con bellas estampas otoñales y una estupenda paleta de ocres, cuando se ponen a ello).
Es de notar también la excelente banda sonora, que le va como un guante.
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Pero... no todo es bueno. Concretamente, partiendo de la base de que estamos ante un ripeo de DVD, y suponiendo correcto dicho ripeo, la película está mutilada lateralmente. ¡Es increíble que se publiquen DVDs en este lamentable estado! He aquí una demostración del corte:
Y he aquí una escena que debido a este corte mutilador pierde la riqueza de su significado casi por completo:
Pues el rótulo recortado del comercio al fondo cabe suponer que decía "TEJIDOS BEATOS" [sotanas y esas cosas], lo cual junto a la terna de Guardias Civiles componía un estampa completa. Ahora resulta difícil darse cuenta debido al recorte brutal.